tag:blogger.com,1999:blog-14046198829070167802024-02-22T09:10:12.350+01:00Estado CríticoAlejandro Luquehttp://www.blogger.com/profile/04398040449095524443noreply@blogger.comBlogger973125tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-30929558186775021742013-08-28T08:00:00.000+02:002013-08-28T09:58:25.811+02:00Nos mudamos<div style="text-align: justify;">
Llevábamos ya algún tiempo anunciando que <i>Estado Crítico</i> iba a cambiar de 'look' así que... </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<b>¡Bienvenidos todos a la nueva sede de EC!</b></div>
<div>
<br /></div>
<div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;"><a href="http://www.criticoestado.es/">www.criticoestado.es</a></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El próximo 2 de septiembre comenzaremos a operar desde la nueva dirección por lo que esta plataforma de Blogger quedará, a partir de entonces, sin actividad. Y como no queremos que nadie se pierda por el camino, os recomendamos que aprovechéis estos días para actualizar vuestros enlaces.</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Este cambio se nos hacía ya necesario a todos. Nuevo rostro, nuevos colores, sí. Pero que nadie se asuste, porque el espíritu crítico seguirá intacto. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esperamos, de corazón, que os guste nuestra nueva casa. Estáis, por supuesto, invitados a corretear por los pasillos...</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-86410583009427563502013-08-01T08:00:00.000+02:002013-08-01T08:00:02.749+02:00Agosto de lifting<div style="text-align: justify;">
Como cada agosto, <i>Estado Crítico</i> echa el cierre. Pero este año pretendemos regresar a la crítica activa renovados en cuerpo y alma. Así que durante este período de asueto someteremos al blog a una serie de operaciones de lifting para que a la vuelta de las vacaciones no nos reconozca ni la madre que nos parió. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Apuntad en vuestras agendas: volvemos el próximo 2 de septiembre. Pasen unas felices vacaciones. Nos leemos prontito, pero ya con otra cara... </div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-13657297129658699012013-07-31T08:00:00.000+02:002013-08-04T11:52:42.857+02:00Juguetes rotos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixcIpN89pkr6cbti9Cqq8z7ctm9_cse3__0celUNKl0dpmRPZKt7swIYInIPM2frXvfHUc3BN1ZkLxkjtF0iDgXAuUcsP8VUkew9WvzK-l9zC73SZ5tEg7uJVwjEqMy5PtncyfLADfHdU/s1600/NH515_G+(2).jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixcIpN89pkr6cbti9Cqq8z7ctm9_cse3__0celUNKl0dpmRPZKt7swIYInIPM2frXvfHUc3BN1ZkLxkjtF0iDgXAuUcsP8VUkew9WvzK-l9zC73SZ5tEg7uJVwjEqMy5PtncyfLADfHdU/s320/NH515_G+(2).jpg" width="203" /></a></div>
<b><i><br /></i></b>
<b><i>Daniela Astor y la caja negra</i></b><br />
<br />
Marta Sanz<br />
<br />
Anagrama, 2013. Colección "Narrativas Hispánicas"<br />
<br />
ISBN: 978-84-339-9762-3<br />
<br />
267 páginas<br />
<br />
16,90 €<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<b>Fran G. Matute</b><br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Cuando fallece una diva no resulta difícil encontrar en los titulares de prensa
la expresión “juguete roto”. La primera vez que la leí me causó profunda
impresión porque me pareció enormemente elocuente. Cómo nos remite a algo bonito que ha nacido para ser usado, manoseado, golpeado y que, ya sea por
desdén o por el mero paso del tiempo, termina perdiendo toda su entidad cuando
se rompe, cuando deja de servir a su propósito que no es otro que el de
divertir y entretener, el de dar placer, en definitiva. Cuando estas características las
aplicamos a una persona la imagen se vuelve ciertamente incómoda. Y es esa incomodidad,
soterrada, la que recorre las páginas de <i>Daniela Astor y la caja negra</i>,
la última y potentísima novela de <b>Marta Sanz</b>.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Son los años del destape, del landismo y del daba-daba-da. Cuando una
España bisoña confundió la democracia con el despiporre y la libertad con el
horterismo, convirtiendo así el proceso de la Inmaculada Transición (<b>Rafael
Reig</b> ‘dixit’) en uno de los mayores esperpentos ‘kitsch’ que ha dado la Historia
reciente. Primero el pezón, luego la teta en su plenitud, para luego dar paso a
la pelambrera y al mejillón. Y el homínido, con cara de tonto, embobado ante la
visión de lo anterior. Se va así abriendo el diafragma de la cultura para
introducir en su producción elementos de consumo adaptados a los supuestos vientos de
cambio. Así se plantea, desde las altas esferas, que la modernización alcance a
una caterva de catetos que fantasean, valga la redundancia, con el “fantaterror”:
con vampiras lésbicas y sangre de mermelada desparramada sobre sus cuerpos de
ninfas maniatadas. Son los años de esplendor de <b>Nadiuska</b> y <b>Susana
Estrada</b>, pero también de <b>Gracita Morales</b> y <b>Florinda Chico</b>. Del
cine de <b>León Klimovsky</b>, pero también del de <b>Mariano Ozores</b>…<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">La pasión por el consumo de semejante producción “cultural” invita, intrínsecamente, a
que la mujer se libere. Pero, ojo, que no estamos hablando de liberación sexual
sino de liberación frente al sexo opuesto, esto es, de emancipación. A la mujer
se le indica el camino para que domine al macho cabrío. Y surgen así las musas
del destape. Las primeras que se atreven a romper los moldes de la censura. Las
más descaradas. Serán hembras por las que los hombres suspirarán. Soñarán con
ellas. Humedecerán las viejas alcobas de los españolitos, esas que todavía
están coronadas por crucifijos de madera. Darán color al blanco y negro, en esa
nueva etapa en la que España necesita acostarse con una buena erección para
poder producir al día siguiente. Estas musas heredarán la Tierra. Y por eso
Catalina, a sus doce añitos, quiere ser una de ellas. Catalina quiere crecer
para dejar de ser Cati y así poder convertirse en su ‘alter ego’ imaginario, Daniela Astor, una diosa del papel
cuché, por la que los medios beben los vientos... </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Mira aquí, Daniela. Estás magnífica. Qué ojazos. Pon esos morritos que
tanto nos excitan.
Esos tacones, cómo realzan tu figura, tus interminables piernas. Tienes a los
hombres rotos, Daniela. Nada te puede detener… </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Y en esta encantadora ensoñación
vive la niñita Catalina cuando la cruda realidad (y hasta aquí podemos leer)
irrumpe en el escenario de la vida para hacer tambalear los cimientos de su
existencia. </span><br />
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Pronto comenzará a sospechar Catalina que las instrucciones que les
han dado a las niñas de su generación son confusas. Que la adultez no es el nicho de libertad
que se promete. Que Catalina probablemente no quiera terminar siendo la diva con
la que sueña, más que nada porque detrás de ese halo de permisividad que percibe lo que hay es,
realmente, puro libertinaje. Catalina se percatará de que a la mujer se la está cosificando para disfrute
del hombre que es quien se está realmente liberando, ahora sí, sexualmente. </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Será entonces cuando Catalina se enfrente a otro tipo de libertad, relacionada también con la desnudez pero no del cuerpo, sino del alma. Y es que de lo que trata <i>Daniela Astor y
la caja negra </i>es de Libertades, así con mayúsculas. </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">De nuevo el recato nos llama la atención para no desvelar excesivos
datos de la trama, pero baste decir que un país que pretende modernizarse mostrando
senos al descubierto y que luego se dedica a criminalizar los
derechos inherentes a las mujeres deja mucho que desear. </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Y Marta Sanz plantea esta
cuestión de la forma más contundente posible, apelando a una historia
sentida e íntima que está contada con tanta rabia y pasión que mucho nos tememos que presenta más de un paralelismo con la
vida real de la escritora. </span><br />
<span style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;">“</span><i style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;">No hace falta exhibir partes desnudas del cuerpo porque aquí se está hablando de otra forma de desnudez</i><span style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;">”, escribe Marta Sanz. </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Se enfrenta así la propia autora, a la hora de plantear su novela, al mismo dilema que la protagonista, percibiéndose constantemente en sus palabras ese valiente esfuerzo por mostrarse "desnuda" ante el lector, elevando el texto a cotas de una sensibilidad y brillantez inusuales. En cualquier caso, <i>Daniela Astor... </i>no es una novela de la que sea fácil hablar en público si no se tiene enfrente a un interlocutor que conozca ya las claves de la misma, de ahí que me limite a ofrecer una somera reflexión temática y, sobre todo, estética acerca del impacto que me ha supuesto leer esta obra. Porque</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">, básicamente, cómo me ha encandilado l</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">a voz que Marta Sanz ha construido para su
Catalina/Daniela. Qué precisa y poética. Qué inocente e inteligente. Qué mirada
más limpia. Pero también, qué dolorosa. Vuelve a la mente esa sensación de obsolescencia programada que implica ser una suerte de “juguete
roto”. Es esa lucha interna por cumplir o no con las obligaciones del ser
social, esa autoconsciencia de la imposición de unos estándares estéticos contra
los que pelea la protagonista. Una batalla que, tristemente, sólo puede ganarse desde
la Literatura. De nuevo, así, con mayúsculas. Y Marta Sanz la gana desde el primer párrafo de su </span><i style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Daniela
Astor y la caja negra</i><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"> que es uno de los pocos textos verdaderamente
imprescindibles que he leído en lo que va de año.</span></div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-77083696522326446062013-07-30T08:00:00.001+02:002013-07-30T08:00:04.622+02:00Retrato de familia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl4pwegnJxpR88gllPHdK2WBmeiL1byOj2HyfHIMJQZztCPA4AH02boWjWHkdxwr1BhbUbJeJ8AoAPd9VWtGAC4Lmr6nDwHut0ZMFcrobsFC97mnPS6Y8RFKac3r4zn1Rl2xbPwL2uclU/s1600/9788415277712.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl4pwegnJxpR88gllPHdK2WBmeiL1byOj2HyfHIMJQZztCPA4AH02boWjWHkdxwr1BhbUbJeJ8AoAPd9VWtGAC4Lmr6nDwHut0ZMFcrobsFC97mnPS6Y8RFKac3r4zn1Rl2xbPwL2uclU/s320/9788415277712.jpg" width="198" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<i style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Georgia;"><b>La liebre con ojos de ámbar. Una herencia oculta</b></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<i><span style="font-family: Georgia;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Edmund de Waal</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<i><span style="font-family: Georgia;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Acantilado, 2012</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">ISBN: 978-84-15277-71-2<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">366 páginas</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">26 €</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Traducción de </span><span style="font-family: Georgia;">Marcelo Cohen</span></div>
<div>
<b style="font-family: Georgia;"><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><b>Rafael Suárez Plácido</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">En muy poco tiempo este es el segundo libro que me interesa mucho y
que ha sido traducido por <b>Marcelo Cohen</b>. Es llamativo porque apenas conozco
nada del autor argentino. Los dos libros, el anterior fue <i>Ciudad abierta</i>, de <b>Teju Cole</b>, han sido editados por Acantilado.
Quizás haya que buscar ahí la razón de esta coincidencia. El anterior era una
novela que a veces se podía entender como un ensayo sobre el cosmopolitismo o
la interculturalidad; en este se nos cuenta un caso práctico del asentamiento
de una familia de banqueros judíos, procedente de Odessa, en la Europa más
elitista de finales del siglo XIX y principios del XX: se trata de una historia
contada como si fuera una novela.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Todo comienza en los pasados noventa, cuando el joven <b>Edmund de Waal</b>
recibe una beca del gobierno japonés para perfeccionar sus estudios, es
artesano, en Tokio. Cualquier historia que comience en Tokio me interesa.
Entonces empecé a leer con avidez. Allí conoce a su tío Ignace que le enseña la
joya de su colección de arte: la colección familiar de doscientos sesenta y
cuatro 'netsukes<i>'</i>, que han ido heredando
en la familia desde hace más de un siglo, y que posteriormente, cuando fallezca
el tío Ignace, heredará el propio Edmund, dueño actual de la colección. ¿Qué es
un 'netsuke'? Son esculturas pequeñas, del tamaño algo mayor que un botón
occidental, realizadas en alguna madera noble o en marfil, con las que los
japoneses se cerraban el obi o algunas bolsas que usaban a modo de carteras.
Algunos 'netsukes' pueden ser valiosísimos. Desde luego estos de la colección De
Waal lo son. Hay maestros escultores de 'netsukes'. Se usaron a partir del siglo
XVII en Japón, y se pusieron de moda en Europa en el siglo XIX, cuando Japón se
abrió al resto del mundo y los salones más refinados de París y Viena se
llenaron de "japonerías<i>"</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Pero, claro, la familia de Edmund de Waal no era una familia normal.
Se trata, ni más ni menos que de <b>los Ephrussi</b>, los fundadores y dueños de la
banca Ephrussi, una de las tres o cuarto entidades financieras más importantes
en la segunda mitad del siglo XIX y, hasta la llegada de <b>Hitler </b>al poder, durante
la primera mitad del siglo XX. Sólo así se concibe que Charles Ephrussi
reuniera esta fantástica colección de más de doscientas figuritas de diferentes
maderas, patrimonio cultural de un país que se distingue, precisamente, porque
sabe valorar sus tradiciones. Este Charles Ephrussi fue amigo y mecenas de
algunos de los artistas más celebrados del París de su tiempo. En su colección
personal tuvo cuadros de <b>Renoir</b>, a quien sin embargo disgustaban los judíos, de
<b>Monet</b>, de <b>Degas</b>, de <b>Moreau</b>, de <b>Watteau</b>. Aparece, como un personaje habitual, en los libros de <b>Proust </b>—camuflado en los salones de Odette— o en los diarios
de<b> Edmond Goncourt</b>; fue amigo de poetas.
En fin, todo un personaje en el París de su tiempo. De Waal se preocupa
por mostrar que su importancia no era sólo por su capacidad económica. De
hecho, el propio autor traza cuatro historias en este libro: una historia de la
familia, en la que se interesa por casi todos los personajes, sus motivaciones
y sus intereses; una historia del arte europeo, que está vinculada a la de la
propia familia, que no sólo son lectores ávidos y coleccionistas, sino incluso
escritores y participan de forma activa en la elaboración de catálogos y
publicaciones; una historia, sin más, de Europa: París, Viena, intervalos en Odessa,
Inglaterra, las dos guerras mundiales con el intervalo del periodo de
entreguerras y, finalmente, la devastación que supuso el auge del nazismo. La
cuarta historia que encontramos en este libro es la de esa colección de 'netsukes'. <i>La liebre con ojos de ámbar</i> del título se refiera a uno de ellos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">¿Es una novela? No, pero podría leerse como si lo fuera. Lo que ocurre
es que todo lo que cuenta Edmund de Waal ha ocurrido, para bien o para mal. Es
la constatación de que lo que está más alto puede caer, en cualquier momento, y
de que de la nada se puede construir todo un imperio que controle la economía
de países y, casi del mundo. Los personajes, prácticamente todos, son tratados
con el cariño que muestra quien desciende de ellos. No sólo los familiares sino,
muy especialmente, los criados y todo el personal de servicio. Edmund de Waal
ha rastreado en la literatura y prensa de la época los rastros que podían
llevarle a entender no sólo aspectos relevantes de la economía y política del
momento, que le interesaban obviamente. Pero lo más interesante es el acercarse
con los ojos bien abiertos y el cerebro bien amueblado a los autores que
tuvieron alguna relación con su familia. Además de los ya citados, habría que
mencionar a </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Musil </b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">y a </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Rilke</b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">. El principal orgullo que exhibe De Waal no es el
poder que llegaron a alcanzar sus ancestros, sino el buen gusto a la hora de
valorar todo la belleza del mundo. Yo antes ni sabía qué eran los 'netsukes'.
Había leído la palabra en algunos libros de autores japoneses, pero no tenía
idea de la trascendencia que podían tener esos objetos. Ahora veo 'netsukes' por
todas partes. Igual que antes no sabía que existiera Edmund de Waal y ahora
estoy pendiente de cualquier referencia nueva que aparezca sobre él. </span></div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-81120946511742317492013-07-29T08:00:00.001+02:002013-07-29T08:00:07.569+02:00Otra estrella de Irlanda<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwBDIpZq-SScpIrTrb139GzxiYkUIGONV_up8WGM7VnPr6Mvl7OQUOTz5bTp8OtvFYoQ3GWKWtTKILXj5ISL1uKraLFa2AEQZg1nL5ia2RJELdzS8Z5uSvrZ6zhkISYnVkIPg4u8hMhic/s1600/Escanear+6.jpeg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwBDIpZq-SScpIrTrb139GzxiYkUIGONV_up8WGM7VnPr6Mvl7OQUOTz5bTp8OtvFYoQ3GWKWtTKILXj5ISL1uKraLFa2AEQZg1nL5ia2RJELdzS8Z5uSvrZ6zhkISYnVkIPg4u8hMhic/s320/Escanear+6.jpeg" width="208" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Poesía completa<o:p></o:p></span></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"></span>Thomas
MacGreevy<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"></span>Bartleby
Editores, 2013<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"></span>ISBN:
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">978-84-92799-45-9</span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">166
páginas<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">15 €<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Traducción
y notas de Luis Ingelmo<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Presentación
de Michael Smith<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Epílogo
de Anthony Cronin<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Antonio Rivero Taravillo<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Se
nos dice que el autor de estas poesías es prácticamente un poeta desconocido.
Doy fe. No lo había leído hasta hoy. Naturalmente, lo había encontrado
paseándose por el segundo tomo de la monumental biografía de <b>W.B. Yeats</b> a cargo de <b>R. F. Foster</b> y también en algunas
páginas sobre <b>Joyce</b> o <b>Beckett</b>. Pero su obra me resultaba
desconocida. No viene representada, por ejemplo, en mi muy baqueteado ejemplar
de la antología de <b>Thomas Kinsella</b> <i>New Oxford Book of Irish Verse</i> ni en el
más flamante <i>An Anthology of Modern Irish
Poetry</i> de <b>Wes Davis</b> (que se
inicia con un poeta anterior, <b>Padraic
Colum</b>). Aunque es cierto que abre la de <b>Patrick Crotty</b> (<i>Modern Irish
Poetry: An Anthology</i>) y también figura en el <i>Faber Book of Irish Verse </i>de <b>John
Montague</b>. En cualquier caso, como se ve, ha quedado eclipsado a menudo por
otros poetas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Thomas MacGreevy</span></b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> (1893-1967) fue muy parco con su
poesía, hasta el punto de que solo publicó un libro en vida, de título
igualmente lacónico (<i>Poems</i>, 1934).
Aquí se le suma un puñado de otras composiciones, una de las cuales permanecía
inédita. Su labor se decantó más hacia el arte (llegó a ser director de la
National Gallery dublinesa) y firmó una valiosa monografía sobre el pintor e
ilustrador <b>Jack Yeats</b> (para quien
escribió un homenaje aquí incluido). Conoció muy bien la pintura española y
escribió ensayos sobre <b>Murillo</b>, <b>Velázquez</b> y <b>Zuloaga</b>. También tradujo: además de a <b>Valéry</b>, una docena larga de poemas de <b>Alberti</b>, <b>Jorge Guillén</b>, <b>JRJ</b>, <b>Lorca</b> y <b>Antonio Machado</b>.
Y gozó de la amistad y el trato de importantísimas figuras literarias del
llamado modernismo anglo-norteamericano (nada que ver con el nuestro de <b>Darío</b>, aunque en esta <i>Poesía completa</i> no falten los cisnes),
del cual fue prácticamente el único representante en Irlanda. No en vano se ha
señalado la influencia de <b>T.S. Eliot</b>
en “La otra Dublín” o en “El crepúsculo de los dioses” (donde veo más al <b>Ezra Pound</b> de <i>The Cantos</i>, incluidas esas reproducciones de partituras). En su
epílogo, <b>Anthony Cronin</b> afirma que
“<i>si se exceptúa el que escribió Eliot, aunque no necesariamente imitándolo, el
verso libre de MacGreevy es el más proporcionado y mejor modulado de todos
cuantos se compusieron en aquella época no solo en Irlanda, sino también en
Gran Bretaña y EE.UU.</i>” ¿Barre para dentro Cronin? Desde luego, suena muy bien.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Muy de Eliot es ese 'barren
place' del primer verso del libro e, indirectamente, el título y todo el muy
breve contenido de “Otoño de 1922”, el año en que precisamente aparece <i>The Waste Land</i>: “<i>El sol se consume, / el
mundo se marchita // y el tiempo se amedrenta ante el triunfo del tiempo.</i>” <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Nacionalista republicano (su pacifismo le estorbó apoyar
al IRA), llevó a sus versos las muertes de la Guerra de Independencia y la
siguiente Civil, cuyo resultado fue la partición de la isla. Tras las
ejecuciones que aquí se glosan y otras hubo “paqueo” y bombas. Son las fechas
en que una tarde, al salir del cine, a donde había ido con la mujer de Yeats,
tuvo que esquivar los tiros en plena Grafton Street. También la noche siguiente
de la concesión del Nobel a Yeats cenó en el hotel Shelbourne con este y su
esposa (de la que fue uno de sus principales amigos y apreciada fuente de
cotilleos).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">La amiga lo llamó “<i>un cura desperdiciado… que vive en un
magnífico vórtice de placeres vicarios</i>”. <b>Richard
Aldington</b> abundó en la idea: “<i>El hombre más paradójico que uno pueda
echarse a la cara. Un cura con ropas de seglar</i>”, observó. Según <b>Colm Tóibín</b>, como muchos antes que él y
aún después, fue homosexual en el extranjero y célibe en Irlanda, por guardar
las apariencias. Se refiere a las temporadas que pasó en Londres y París (en
cuya École Normale antecedió en el puesto al autor de <i>Waiting for Godot</i>, con quien mantuvo una importante
correspondencia).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Su catolicismo se sobrepone a lo político en “Los seis que
ahorcaron”. Refiriéndose a los siglos de dominación inglesa, escribe: “<i>¡Estrella del alba, ruega por nosotros! //
¿Y durante estos setecientos años / qué le ha importado Irlanda / a la estrella
del alba? // Aun así, siempre yo digo: / Ruega
por nosotros.</i>” Quizá el mejor MacGreevy sea el de la concisión, el
imaginista. “Promenade à trois” es un
buen ejemplo de ello, como también <i>“</i>Giorginismo<i>”</i>,
con su punzante sensación de soledad, expuesta con una destacable economía de
medios.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">De los textos no recogido en <i>Poems</i>, y aún de todo este volumen, es preciso destacar la belleza
emocionante de <i>“</i>Moments musicaux<i>”</i>,
cuyo tema es la esterilidad, la incapacidad para volver a escribir poesía,
felizmente conjurada en el propio poema (“Pensaste que te había abandonado”…).
También resulta de una gran belleza “Oráculos bretones”, que se desarrolla en
un ambiente de calveros y brumas del Finisterre que recuerdan a <b>Castelao</b>, inventariador de esas cruces
de piedra, y <b>Cunqueiro</b>, a cuya
cofradía se une el también celta MacGreevy (“Pertenezo a Irlanda”, declara,
recordando un poema medieval citadísimo).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">El volumen se adereza con diversos elementos
(presentación, notas del autor y del traductor, tabla cronológica y el citado epílogo).
Acertando en el tono y el ritmo, <b>Luis
Ingelmo</b> ha realizado un loable trabajo al verter todo ello al español, una
lengua, con su arte y su historia, que MacGreevy amó y conoció, y cuya trabazón
con lo irlandés quiso resaltar en su poema “Hugh O’Donnell el Pelirrojo”
(Ingelmo simplifica el original, que es el nombre en gaélico <b>Aodh Ruadh Ó Domhnaill</b>), ese aliado
nuestro en la batalla de Kinsale. Solo he advertido un error, el de los colores
de la bandera de Irlanda, cuyo orden correcto es verde, blanco y naranja. La
franja blanca quiere representar la paz entre las comunidades católica y
protestante, y su plata en “Los seis que ahorcaron” es la de las estrellas que,
como escribió <b>Wallace Stevens</b> en el
poema que dedicó a MacGreevy, tachonando el cielo americano “vienen de
Irlanda”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: right;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>[Publicado en </i>Nayagua,
19<i>]</i><o:p></o:p></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-20836599634395724912013-07-26T08:00:00.000+02:002013-07-26T08:00:08.812+02:00Lucidez panfletaria<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiyZJLaIUtM4Mkjvsb8YhgXpdDaLt4W_XrQ02_Vgi7FTCpXgllEAfIaXmBQladvMhiGbEXyWmC1vhNv1CLgda4ZQZlI2x9xha8XHQ-18Pot6-aCdeyQB8pDOweSef0kCdOeFcDqjbM9-Y/s1600/el-camino-a-wigan-pier_9788423329007.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiyZJLaIUtM4Mkjvsb8YhgXpdDaLt4W_XrQ02_Vgi7FTCpXgllEAfIaXmBQladvMhiGbEXyWmC1vhNv1CLgda4ZQZlI2x9xha8XHQ-18Pot6-aCdeyQB8pDOweSef0kCdOeFcDqjbM9-Y/s320/el-camino-a-wigan-pier_9788423329007.jpg" width="212" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><i><span style="font-family: Georgia;">El
camino de Wigan Pier<o:p></o:p></span></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><i><span style="font-family: Georgia;"><br /></span></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">George Orwell<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Austral, 2012<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">ISBN: 978-84-233-2900-7 <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">232 páginas<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">7,55 €<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Traducción de Ester Donato<b><o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span style="font-family: Georgia;">Coradino Vega<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span style="font-family: Georgia;">Eric Arthur Blair</span></b><span style="font-family: Georgia;">, mucho más conocido como <b>George Orwell</b>, nació en la India británica en 1903, se educó en un
terrible internado a tenor de lo que luego contaría en “Ay, qué alegrías
aquellas”, fue alumno con beca en Eton, en 1922 ingresó en la policía imperial
de Birmania y, en un acto de contrición y desclasamiento voluntario que
recuerda en algo al extremo mártir de <b>Simone
Weil</b>, decidió vivir unos años entre mendigos, desempleados y obreros
precarios hasta que se enroló en las milicias del POUM para luchar en la guerra
civil de España. Moriría en 1950 de tuberculosis, y aunque deba su fama a las ficciones
alegóricas <i>Rebelión en la granja</i> y <i>1984</i>, puede que la obra más valiosa de
Orwell se encuentre en sus ensayos literarios y políticos, en sus reportajes,
reseñas, textos autobiográficos y artículos de opinión a los que el lector
español sólo tiene acceso de una forma desordenada y fragmentaria. A esa
naturaleza de escritos mezcla de testimonio personal, alegato político y
crónica periodística, pertenece este libro de 1937 rescatado ahora en formato
de bolsillo sin que se aprecie el menor esfuerzo editorial por actualizar su
forma y contenido.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">En la primera parte
de </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">El camino de Wigan Pier</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">, Orwell da
fe rigurosamente de las condiciones deplorables en las que vivían los mineros
del norte de Inglaterra en los años treinta. Las descripciones oscilan entre un
naturalismo minucioso y el inventario casi científico de la brutalidad del
trabajo en una mina de carbón, de las viviendas proletarias de Sheffield, Leeds
o Wigan, de la desmoralización de las familias desempleadas, de sus hábitos de
consumo o alimenticios, de cómo se puede estirar el subsidio social para
garantizar la supervivencia, de la fealdad industrial de los paisajes de
Lancashire y Yorkshire, y en definitiva de los objetos físicos con sus detalles
y huellas invisibles de trabajo humano. En esa forma de observarlo todo, que ve
además de mirar, radica el modo que tiene Orwell de ir por el mundo, con los
ojos abiertos y sin pelos en la lengua, y que es también su legado moral: </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“Hay como una obligación de ver y oler estos
lugares de vez en cuando, especialmente de olerlos, para no olvidarse de que
existen”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">. Se trata de registrar la factura que pasaron los años veinte, esa
</span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“edad de oro del rentista”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> o </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“periodo de irresponsabilidad”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">, como el
propio Orwell los denominó en el ensayo de 1940 “En el vientre de la ballena”,
y que guarda un paralelismo ominoso con el presente. Pero al contrario que la
fascinación por el obrero a lo </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Chesterton</b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">
o </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Shaw</b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">, o su defensa abstracta por
parte del marxista de verbo enrevesado y confortable dormitorio, el
acercamiento de Orwell guarda la misma dosis de idealismo que de sentido
autocrítico de la realidad. A diferencia del </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“que cada uno haga su trabajo”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> de </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Camus</b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">, considera un error suponer que a todo el mundo le gusta por
regla general hacer lo que hace. </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“No soy
un trabajador manual y quiera Dios que nunca haya de serlo”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">, dice antes de
reconocerse como un burgués de clase media lastrado por los prejuicios
recelosos de su extracción educacional. Y en una de sus pocas coincidencias
explícitas con </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Marx</b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">,</span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> </b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">apunta: </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“Cuando se trata a la gente como ha sido tratada la clase obrera
inglesa durante dos siglos, no es de extrañar que estén resentidos”.</i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">La segunda parte del
libro es una justificación personal de por qué alguien como él decide
sumergirse en el proletariado y el desempleo, además de un alegato cargado de
razones a favor del socialismo. Parte de su experiencia como policía al
servicio del imperio británico y desemboca en una llamada al cambio de
mentalidad de la clase media. Y es que, como </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Dickens</b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> o </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">D.H. Lawrence</b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">,
Orwell no parece un escritor pesimista, sino que insiste a cada paso, con una
voluntad encomiable, en que la vida aquí y ahora podría ser mucho mejor si
supiéramos </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“mudar de corazón”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">, verla
de otro modo. Así, para defender el socialismo, lo primero que hace es un
esfuerzo por comprender a sus detractores, y posiblemente ahí radique el mejor
Orwell: en el crítico de la izquierda desde sus sentimientos de izquierdas, en
la clarividencia con que detecta los fallos del progresismo, en la contundencia
con que desmontará siempre la deriva totalitaria de cualquier ortodoxia. El
análisis de la complejidad transversal de las clases sociales tras el
industrialismo, las diferencias casi irreconciliables que las separan, las
incoherencias de la ‘intelligentsia’ y su cómodo esnobismo, la pedantería de la
jerga comunista, la identificación del socialismo con una noción de progreso maquinista
y distópico —cuando habla del futurismo de Bernard Shaw o </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Aldous Huxley</b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> uno ve cómo se va prefigurando </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">1984</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">—, o la pervivencia del socialismo a pesar de los socialistas y
las extravagancias que los alejan de la gente normal y las </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“personas sensibles”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> son , a su juicio, algunos de los factores que
merman el respaldo que pretende lograr con habilidad propagandística. Orwell es
un hombre de su tiempo, que escribe desde un contexto determinado. Para él las
prioridades son dos: frenar al fascismo y unificar voluntades en aras de lo
que, en más de una ocasión, denomina </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“lo
esencial”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">: la libertad y la justicia, el sentido común, un socialismo
humanizado que garantice unos mínimos indispensables como la comida, poder
vivir sin miedo al desempleo, saber que los hijos tendrán una oportunidad para
prosperar, un baño una vez al día, ropa de cama razonablemente limpia, un techo
sin goteras o una jornada de trabajo tal que a uno le quede algo de energía al
terminarla.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">En su ensayo de 1946
“Por qué escribo”, Orwell fijó los cuatro motivos que, según él, hacen que una
persona coja la pluma: egoísmo puro y duro, entusiasmo estético, impulso
histórico y propósito político. Y aunque los dos primeros estén de algún modo
presentes en su obra (hay veces en que —como cualquier escritor— Orwell no
controla la vanidad, y su defensa de la precisión del lenguaje y de un arte
desvinculado de lo político es más que notoria), es el tercero y sobre todo el
cuarto motivo los que marcan la nervadura de sus escritos. Pocos intelectuales han
sido capaces de ver con tanta claridad y lucidez su presente. Orwell pertenece
a esa estirpe de autores que, como Camus o </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Chaves
Nogales</b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">, tuvieron que preservar su coraje entre las balas de dos fuegos
cruzados. Que se equivocara estrepitosamente en algunos de sus pronósticos
responde al voluntarismo panfletista, nacido de la circunstancia del momento,
que preside la recta final de </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">El camino
de Wigan Pier</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> o la tercera parte de </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">El
león y el unicornio</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">, donde la defensa de lo que él denomina “socialismo
democrático” convierte a éste poco menos que en un oxímoron en flagrante contradicción
con las ideas vertidas, por ejemplo, en sus “Recuerdos de la Guerra Civil
española” de 1942. Hay un antes y un después del paso por el frente de Aragón
en la vida y obra de George Orwell: </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“La
guerra de España y otros sucesos de 1936-1937 cambiaron la escala de valores y
me permitieron ver las cosas con mayor claridad</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> —dice en </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">El león y el unicornio</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">—. </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Cada renglón que he escrito en serio desde
1936 fue creado, directa o indirectamente, en contra del totalitarismo y a
favor del socialismo democrático, tal como yo lo entiendo”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Hoy, más que nunca,
la libertad de criterio y la valentía de Orwell cobran una pertinencia que
sobrecoge. Sus arremetidas contra la clase dirigente de su época, su rabia política
ante la injusticia y su búsqueda de una salida para un mundo en crisis resultan
de lo más vigente. Del mismo modo, Orwell da lo mejor de sí cuando desentraña
el papanatismo y las controversias de chichinabo que asolan a la izquierda. </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“Los intelectuales a los que tanto gusta
cotejar democracia y totalitarismo, pesarlos en la misma balanza, ‘demostrar’
que una es tan perniciosa como el otro, son simplemente unos frívolos que nunca
se han visto ante la cruda realidad”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">, escribió el mismo año que criticó con
dureza la poesía de </span><b style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Auden</b><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> nacida al
socaire de la propaganda soviética. Porque si hay algo que rebela a Orwell
tanto como el privilegiado parásito que vive de sus dividendos, es el
intelectual que siempre está en otra parte cuando se aprieta el gatillo, que
justifica la dictadura desde la seguridad de un Estado liberalmente blando, que
juega con las palabras desde su inmunidad personal y emplea en sus textos
expresiones como </span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“asesinato necesario”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">.
Esa es la mejor versión de Orwell, la que no se cansa de combatir la actitud
negativa, quejumbrosa, falta de sugerencias constructivas, calidez emocional y
responsabilidad de la inteligencia que jamás ha ocupado ni espera ocupar una posición
de poder, que nunca ha estado ni estará en la primera línea del frente, o que
vive en un mundo hecho puramente de ideas y tiene un escaso contacto con la
realidad física de las cosas. La misma que, con una prosa transparente y
precisa que parece el correlato perfecto de la sinceridad de sus propósitos, y
aunque incurra en algunos de los vicios que él mismo denunciara, dijo cosas como:
</span><i style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">“El lenguaje político está diseñado para
que las mentiras suenen a verdad y los asesinatos parezcan algo respetable:
para dar solidez a lo que es viento”</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">. </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> </span></div>
Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-22267390441326907682013-07-25T08:00:00.000+02:002013-07-25T08:00:03.352+02:00Lo que no debes hacer (o sí) para ser escritor<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjc6QY1OD9MvrBXjJBXBW4zlc7bFM4aNoWwU2YjoqLnjfUnZnyg5mqM1zoR6EXLWRuzFZap89dcHeH0nJjnV01nt40-zeOxcPNCI1mHCvVfsPcqKyt5mj3qm5vQ3HQFq8qor714IMEA9fw/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjc6QY1OD9MvrBXjJBXBW4zlc7bFM4aNoWwU2YjoqLnjfUnZnyg5mqM1zoR6EXLWRuzFZap89dcHeH0nJjnV01nt40-zeOxcPNCI1mHCvVfsPcqKyt5mj3qm5vQ3HQFq8qor714IMEA9fw/s320/images.jpg" width="208" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<i><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b><br /></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<i><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Una vida subterránea (Diario 1991-1994)<o:p></o:p></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<i><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b><br /></b></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Laura Freixas<i><o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Errata Naturae, 2013<i><o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">ISBN: 978-84-15217-46-6<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">320 páginas<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">19 €<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Alejandro Luque<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">De unos diarios que ven la luz, por expreso deseo de su autora, veinte
años después de ser escritos, se espera de entrada una justificación a tanta
demora. La propia <b>Laura Freixas</b>, en las páginas iniciales, confiesa su
“<i>esperanza de que el tiempo suavizara los filos demasiado cortantes</i>”. Parece un
buen gancho para adentrarse en el libro: ¿Cuáles serán esos filos? ¿Habrá
ajustes de cuentas, revelaciones sorprendentes, perfiles insospechados? El
segmento temporal que abarca el volumen, de 1991 a 1994, es aquel que va desde
el momento en que Freixas se dispone a abandonar París, hasta su traslado a
Madrid, es decir, el momento en que se fragua definitivamente como escritora,
después de haber trabajado varios años en el ámbito literario como traductora,
agente y editora.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Quienes se acerquen a estos diarios buscando –digámoslo claramente–
cotilleos, pierden el tiempo. Hay pullas y rencillas personales, críticas
venenosas y bocetos inmisericordes, pero las identidades están tan escondidas
que resulta imposible (a menos que uno conozca el paño de primerísima mano)
reconocer a casi nadie. Tan es así, que uno se pregunta hasta qué punto contar
los pecados, pero no los pecadores, no desnaturaliza completamente el relato.
En ocasiones preferiríamos que optara por el silencio antes que por el
enmascaramiento tras iniciales o nombres falsos, opción respetable pero
empobrecedora. Se dirá que los diarios de <b>Byron </b>o los de <b>Benjamin Constant
</b>están llenos de alusiones a personajes que desconocemos… Pero no todos los
diarios son los citados, ni todos los diaristas Byron.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Otros sí son reconocibles, como <b>Javier García Sánchez</b>, <b>Mempo
Giardinelli</b> o <b>Cristina Peri</b> <b>Rossi</b>, si bien en papeles muy secundarios, como
referentes más o menos lejanos. Y esto porque el tema central de estos escritos
es la persecución de un sueño, el de ser escritora, y la búsqueda de una
estabilidad personal que pasará, andando el tiempo, por la experiencia de la
maternidad. La Freixas que arranca el diario lucha con su condición sexual
–“<i>para mí femenino significa cobarde, egoísta, pasivo, insignificante y
melancólico</i>”– y con su vocación, aunque más que por desarrollarla naturalmente,
necesita demostrar que es escritora.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Es a partir de aquí donde <i>Una vida subterránea</i> empieza a
antojarse un perfecto manual sobre qué no deben hacer los aspirantes a
literato. “<i>Hace tiempo que le estaba dando vueltas a la necesidad de
especializarme en algún tema</i>”. ¡Horror! La especialización ha hecho, en los
últimos treinta años, que quienes pretenden saber mucho de algo acaben por no
saber nada, encerrados en el arnés de su asignatura concreta. “<i>Más que crear,
debería decir tener éxito; que equivale a ser alguien; que equivale a ser otro,
a no ser yo</i>”. ¡Espanto! La literatura puede ser una manera de conocernos a
nosotros mismos o de ponernos una máscara, o de ambas cosas a la vez, pero
difícilmente pasará todo esto por una noción convencional del éxito –es decir,
el reconocimiento por parte de crítica y público, de los otros–, sino por otra
clase de desafíos y de búsquedas que suceden de puertas para adentro, fuera del
foco.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">“<i>Cómo estoy deseando que acabe este purgatorio</i>”, escribe Freixas tras
un acto organizado por una gran editorial, donde se siente insignificante.
“<i>Recobrar una dignidad; publicar una novela, cambiar de trabajo, estar
vistosamente embarazada…</i>”. Anhelos legítimos que revelan, no obstante, una
elección de modelos bastante cuestionable. “<i>Me alegra estar al día, conocer la
obra de mis contemporáneos; supongo que estoy preparándome para ser uno de
ellos</i>”. ¡Ay! Personalmente, creo que leer a los contemporáneos más allá de las
dosis homeopáticas imprescindibles, conduce a actitudes propias de carreras de
galgos, a indeseables clonicidades, a endogamias estériles. Una cosa es tener
una idea aproximada del panorama actual (ya felizmente globalizado) y otra
estudiar a los compañeros como una llave para ingresar en el club. Y así van
pasando estas páginas, que se leen (o al menos yo las he leído) con
desasosiego, con incomodidad, a veces con un escalofrío. Si la publicación de
un diario íntimo es un 'strip-tease', el de Laura Freixas no quiere seducir, sino
mostrar impúdicamente, como ella misma asume, “<i>nuestras dudas, contradicciones,
vergüenzas, miserias, vanidades…</i>”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">En un momento dado, Freixas expresa su duda “<i>de si soy capaz –durante
cuánto tiempo, hasta qué punto- de seguir trabajando sin reconocimiento, sin feedback,
sin saber si tanto esfuerzo me servirá para algo</i>”. No cabe duda de que un
escritor se nutre, entre otras cosas, de la confrontación de su trabajo con el
lector. Pero tampoco la hay de que aquel que no sigue en el camino por falta de
aplausos, no merece ser llamado escritor. Será otra cosa, un vendedor de sus
libros, un productor de literatura, qué sé yo, pero no ese modelo de
conquistador (no de puestos en las listas de ventas, sino de ideas, sueños y
emociones) que reconocemos en los grandes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Mi consejo sería, como señalé arriba, que los aprendices de escritor
no tomaran estas pautas como ejemplo, o en todo caso como ejemplo a no seguir.
Por otro lado, he de reconocer que la evidencia refuta mi argumentación: siguiendo
su fórmula, Laura Freixas logró ser una escritora reconocida, publicó en
editoriales señeras, fue bien recibida por la crítica, ganó premios, fue
invitada en cursos de verano y en universidades americanas, hizo reseñas para
<i>El País</i> y se ganó su propia columna en <i>La Vanguardia</i>. La autora tiene todo mi
respeto. Sólo me queda una tímida pregunta: ¿Se trataba de eso?</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: right;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>[Publicado en </i>M'SUR<i>]</i></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-50889068537512992212013-07-24T08:00:00.000+02:002013-07-24T08:12:52.711+02:00De la necesidad de perdón<div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-7VI5w52UAxaCCyAKWIUHCVgIvUt_1d7aP1PEFFzjiFmXX_Rzs-bWF0vlRVmb_S8PY9Gzz5dHP5Tt9RmpUSDkkEYUuc819KdNHyGG848tliYbBhJ4DHC64JQPT0vhrFl8FealKtyuIRk/s1600/absolucion-9788483834343.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-7VI5w52UAxaCCyAKWIUHCVgIvUt_1d7aP1PEFFzjiFmXX_Rzs-bWF0vlRVmb_S8PY9Gzz5dHP5Tt9RmpUSDkkEYUuc819KdNHyGG848tliYbBhJ4DHC64JQPT0vhrFl8FealKtyuIRk/s320/absolucion-9788483834343.jpg" width="213" /></a></div>
<b><i><br /></i></b>
<b><i>Absolución</i></b><br />
<br />
Luis Landero</div>
<br />
Tusquets, 2012. Colección "Andanzas"<br />
<br />
ISBN: 978-84-8383-434-3<br />
<br />
320 páginas<br />
<b><br /></b>
19 €<br />
<b><br /></b>
<b><br /></b>
<b><br /></b>
<b><br /><br /></b>
<b>Jesús Cotta</b><br />
<b><br /></b>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Me pasé todos <i>Los juegos de la edad tardía</i> con ganas de abofetear al protagonista por lo mal que se montaba la vida y por lo mal que sus estupideces y su poca sabiduría vital se lo hacían pasar a quienes lo querían y para que pusiera de una maldita vez los pies en el suelo y la cabeza sobre los hombros.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo mismo me ha pasado con <i>Absolución</i>, porque el prota de esta novela tiene mucho del prota de la otra, es decir, del propio <b>Landero</b>. Este prota tiene menos pájaros en la cabeza que aquel, pero también menos iniciativa, menos vitalidad, menos espíritu propio, o quizá habría que decir que su espíritu propio consiste en sentirse extraño en su papel y en la vida. El prota le dice “Te quiero” a una muchacha porque se lo gritan a su alrededor todas las cosas y porque es lo que había que decir en ese momento del galanteo, pero tiempo después corta con ella porque la ve comerse un huevo duro. Lo accidental va haciendo su vida. Soporta en su espaldas listas de propósitos incumplidos, sueños de grandeza (¡el afánnnnn!<i>)</i> que lo llevan a despreciar la poesía y la belleza de lo pequeño y cotidiano. Intenta probar a ver si encaja en el papel de hijo, amigo, novio, profesional en varios gremios, pero todo lo acaba cansando, porque él no es el protagonista de su propia vida, sino un espectador pasivo. Está en un sitio, pero con la cabeza en otro. Y un sitio solo le cuadra si es nuevo y nada lo ata a él. No es que la vida le aburra. Es que lleva el aburrimiento en las venas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero no es ni mucho menos un personaje aburrido, porque lo interesante no es lo que le pasa por fuera, sino lo que le pasa por dentro, la manera que tiene de asumir lo exterior y encajarlo en su universo particular e interior. Eso es lo bueno.
El protagonista es un joven que no se adapta al ritmo vital de los demás, un prófugo de la vida con alergia a la permanencia, a las ataduras, al compromiso. Las palabras que rigen su vida son contingencia, destino, ironía, tedio. Es un Ulises al revés: naufraga evitando el regreso (por cierto, el único error que he detectado en el libro es que llama Antínoo a Alcínoo, el rey feacio que acogió a Ulises). La palabra de Ulises es nostalgia (cuya etimología es precisamente "dolor del regreso"). La de nuestro protagonista es hastío. Cuando parece que por fin ha encontrado un sitio fijo y un corazón que lo comprende, de nuevo vuelve a huir, abrumado por la enormidad de unos sucesos que él no ha buscado pero que ha protagonizado casi sin querer.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El libro está escrito en una tercera persona que no es un narrador omnisciente, porque solo cuenta lo que el protagonista siente, hace o piensa, no lo que piensa o sienten los demás. Gran parte de la novela fluye entre dos planos temporales: un presente que relata el inminente encuentro con la amada y el encontronazo con lo peor del ser humano; y un pasado que sale a relucir una y otra vez a propósito de ese presente. Y la tercera parte del libro es un peregrinaje, un libro de huida y de peregrinaje, de búsqueda de la paz, de absolución, de sentido, de redimirse de la culpa contraída, como un Orestes huyendo de las Furias. El protagonista se ve abrumado por el pecado cometido. La culpa lo corroe, como al personaje encarnado por <b>Robert De Niro </b>en la película de <i>La misión</i>. El mundo actual está presidido por la idea de que la culpa es mala y ha desterrado el concepto de pecado. Pero al protagonista esa idea, lejos de liberarlo, lo esclaviza. Necesita absolución y penitencia. Pero no cree en Dios, así que tiene que recurrir a un tribunal humano. Se da cuenta de que la inercia huidiza de su carácter ha provocado un daño a quienes menos quería él provocarlo y de que tiene cambiar el rumbo de su vida, pero esto no se puede hacer con un simple acto de voluntad, sino que necesita de un ritual, de un confidente, de una ceremonia para que sea un hito en la vida, para que el perdón sea efectivo y se traduzca en actos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo mejor de la novela es la radiografía de las almas, la descripción, con trazo sutil y brillante y hondo, de los pensamientos, de los sentimientos, de los recuerdos y, sobre todo, de ciertos personajes que jalonan la obra y que son una verdadera delicia: el amor del señor Levin, Moisés, el vitalista señor Gálvez y su concepto místico-filosófico de "aparición", el peculiar misántropo Olmedo, el padre del prota y su “cohorte de afectados” y el Comediante, un perro que debería figurar en la antología de perros literarios, junto con Orfeo,<b> </b>el perro de <i>Niebla</i> de <b>Unamuno</b> y los extraordinarios y cervantinos Cipión y Berganza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En la novela no ocurre casi nada extraordinario: lo extraordinario es la pluma del Landero, rica en matices e ideas imprevistas y detalles sorprendentes y reveladores, todo lo cual devuelve a la realidad el relieve, la belleza y la dimensión que nuestro apresuramiento le quita. Mientras que otros escritores intentan compensar con hechos extraordinarios lo ordinario de su prosa, Landero se puede permitir el lujo de contarnos cualquier cosa, porque lo hace de maravilla, sin ser prolijo ni erudito, sino solo vivaz y oportuno.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Recomiendo, en fin, la novela, porque, construida con los sucesos más contingentes, acaba siendo una unidad de lo más necesaria.</div>
Jesús Cotta Lobatohttp://www.blogger.com/profile/14908540495906414365noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-11887977431456662662013-07-23T08:00:00.001+02:002013-07-23T08:00:03.286+02:00Literatura de piscina<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCQua8s56EfVWceBUJYkoqhMHr1JSc1xJZK772RuZMnhxmdmLBFT_X8NPEtOCxo0ayMkW1tTRiMjyGLjX5yXRrt3lsu8-52MATEgUSBm-NONVuu7hlXXI_94qIYaje7pukb1xAyxe8iGU/s1600/portada-verdad-sobre-caso-harry-quebert_grande.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCQua8s56EfVWceBUJYkoqhMHr1JSc1xJZK772RuZMnhxmdmLBFT_X8NPEtOCxo0ayMkW1tTRiMjyGLjX5yXRrt3lsu8-52MATEgUSBm-NONVuu7hlXXI_94qIYaje7pukb1xAyxe8iGU/s320/portada-verdad-sobre-caso-harry-quebert_grande.jpg" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b><i>La verdad sobre el caso Harry Quebert</i></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Jöel Dicker</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Alfaguara, 2013</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">ISBN: 978-84-204-1406-5 </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">666 páginas</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">22 €</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Traducción de Juan Carlos Durán Romero</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;">Premio Goncourt des Lycéens, Gran Premio de la Academia Francesa y Premio Lire a la mejor novela en lengua francesa 2013</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">José Martínez Ros</b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Con el buen tiempo, llegan los bikinis, pareos y bañadores. Al mismo tiempo,
los informativos de la tele se llenan de noticias de relleno, porque a la gente
no le gusta pensar en los grandes males que afligen a la humanidad cuando los
termómetros pasan de treinta y cinco grandes centígrados, y las librerías de
novelas que, legítimamente, podemos llamar como “literatura de piscina”, porque
cuando estamos en la de nuestra comunidad de vecinos, comentando entre susurros
y risitas que el vecino del ático está criando una considerable barriga o que
la vecina del segundo se ha hecho tatuar un dragón chino en su nalga izquierda,
no nos hallamos en las mejores condiciones para atender a filigranas
literarias.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Una de las estrellas del verano de 2013 es <i>La verdad sobre el caso Harry Quebert</i>, escrita por un jovenzuelo
suizo, <b>Jöel Dicker</b>, que así plantea
sus credenciales para convertirse, en el mejor de los casos, en el <b>Ken Follett</b>
del siglo XXI y, en el peor, en el multimillonario autor de un solo éxito. <i>La
verdad sobre… </i>puede leerse de dos maneras. En primer lugar, como un entretenido
subproducto que cumple todas las condiciones para arrasar en las listas de 'best-sellers': una escritura que, siendo muy generosos, puede calificarse como
transparente y, en el peor, como totalmente impersonal, carente de cualquier
rasgo de estilo: el autor puede ser Dicker,
a sus veintisiete años, o un redactor competente de folletos de Mercadona o
Viajes de El Corte Inglés. Luego, posee un protagonista atractivo, Marcus Goldman
(a pesar de sus orígenes, el autor lo ha ubicado en Estados Unidos,
probablemente porque es el país que, sin duda, tiene más resonancia en la
imaginación global), un joven escritor con una crisis literaria (ya no sabe de
qué escribir, vaya por dios). Goldman es simpático e inofensivo. Carece de tendencias
depresivas, rarezas irritantes, manías absurdas y obsesiones megalomaníacas: es
decir, no se parece en nada a cualquiera de los muchos escritores de carne y
hueso que conoce quien escribe esta modesta reseña y no inquieta en absoluto a
un lector medio. Su crisis literaria es igualmente irreal y tópica (si quieren
leer una descripción genuina de una, les aconsejo echar un ojo a <i>Mao II</i> de <b>Don DeLillo</b>); le lleva a viajar a una Nueva Inglaterra reducida a
unas cuantas agradables postales turísticas, donde reside su mentor, Harry
Quebert, un legendario sabio y escritor que también es muy simpático y
agradable: mientras leía, a ratos me lo imaginaba con la cara de <b>Jack Lemmon</b> y, a veces, con la de <b>Robin Williams,</b> aunque la trama
pergeñada por Dicker no estaría a la altura de tan notables intérpretes, sino
más bien correspondería a uno de los muchos telefilmes de intriga que suelen (o
solían) emitir en la tele a primera hora de la tarde o de madrugada. Bien:
resulta que el bueno de Quebert guarda un gran secreto en su pasado. Mientras
estaba redactando su primer novelón, mantuvo una relación con una jovencita
llamada Nola (que es ciertamente menor de edad, pero no tanto como para
convertirla en una peligrosa y pederástica lolita y por lo tanto agitar la
adormecida conciencia del citado lector medio) que, además de inspirar su obra,
fue, al poco tiempo, asesinada o, al menos, se supone que fue asesinada, porque
nadie ha encontrado su cuerpo… hasta ahora. Lo que sigue es el acostumbrado
juego de pistas falsas, vueltas de tuerca, engaños y personajes-que-no-son-lo-que-parecen,
con unos policías que actúan exactamente como lo hacen los policías en los
telefilmes, unos cuantos palurdos estadounidenses que corresponden con toda
exactitud a la imagen que tenemos de ellos tras cientos de referencias cinematográficas
y la gran, gran sorpresa final, que es todo menos sorpresa, si hemos leído
antes unas cuantas novelas de esa hábil prestidigitadora que fue doña <b>Agatha Christie</b>, cuyo talento para los
finales inesperados supera en mucho al del joven Dicker.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">En una escala 'best-seller', colocaríamos <i>La verdad sobre… </i>por encima de
engendros infumables como <i>50 sombras de
Grey</i> o las obras completas del muy infame <b>Dan Brown</b>, pero decididamente por debajo de (<b>Stieg</b>) <b>Larsson</b> que, al
menos, fue capaz de colocar a una auténtica friki casi autista en el corazón de
su trama y a varios años luz de la mejor versión de <b>Stephen King</b>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Hay otra manera de leer esta novela: como la ganadora de un Premio
Goncourt des Lycéens, de un premio de la Academia Francesa y del Premio Lire.
Como una novela “de verdad”. No lo aconsejo. Resulta, francamente,
descorazonador y deprimente. <o:p></o:p></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-34107259157731535482013-07-22T08:00:00.000+02:002013-07-22T08:00:10.467+02:00El abejar del agua<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrk1D-leCHv0NAt5hGaWWB0djhX6qxz1-MLP8K8wulrmkansD0jTfgmkdtq4m1eKsHr-ocN-VD0SwPp5l6KEydz-tl62Sgw0oHTg5JDEw_rIxnmB8Wn2T6qxyFvXkyKV53tJrE51X67M4/s1600/miseria-y-compania-9788415576532.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrk1D-leCHv0NAt5hGaWWB0djhX6qxz1-MLP8K8wulrmkansD0jTfgmkdtq4m1eKsHr-ocN-VD0SwPp5l6KEydz-tl62Sgw0oHTg5JDEw_rIxnmB8Wn2T6qxyFvXkyKV53tJrE51X67M4/s320/miseria-y-compania-9788415576532.jpg" width="192" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><i><span style="font-family: Georgia;"><br /></span></i></b>
<b><i><span style="font-family: Georgia;">Miseria
y compañía <o:p></o:p></span></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Andrés Trapiello<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Pre-Textos, 2013. Colección "Narrativa Contemporánea"</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">ISBN: 978-84-15576-53-2<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">404 páginas<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">25 €<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span style="font-family: Georgia;">Antonio Rivero Taravillo<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Sucedió en la presentación en Sevilla de <i>La novela de K.</i>, segunda entrega diarística de <b>José Manuel Benítez Ariza</b>: entre el público había un tipo
ceniciento y resentido que se costea la edición de unos diarios que andan muy
escasos de interés, lo mismo vital que literario, y ni corto ni perezoso salió
a pontificar contra los autores de aquellos otros diarios en que la ficción se
solapa con la realidad, quizá manifestando el pobre hombre su admiración y
envidia por esos personajes más de legajos que de libros: los notarios. A este
X (le tomo prestado el embozo a <b>Andrés
Trapiello</b>, y que me aspen si vuelvo a leer una línea más del referido don
nadie sevillano) le parecía muy mal que el autor del <i>Salón de pasos perdidos</i> en que se encuadra <i>Miseria y compañía</i> ideara, adornara, novelara al cabo, por más que
esto sea algo que no se oculta jamás, pues con caracteres perfectamente
legibles los volúmenes declaran al pasar por la aduana de la policía
diarística, antes de abrazar a los lectores que los están esperando
impacientes: “Una novela en marcha”. Y no así, sino en versales. Pero ni por
esas. X dice que Trapiello pasa de contrabando creación, aquello de lo que él
mismo carece.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Pero este caso patológico es excepción. La inmensísima mayoría de
personas avisadas saben que en estos diarios van a hallar gran literatura.
Cortés, para no contradecirlos, el presente tomo ofrece algunas de las mejores
páginas de todo el ciclo, consiguiendo, y parecía imposible, el más difícil
todavía. Trapiello cada vez sabe templar mejor el tono humorístico, que actúa
como un bajo continuo incluso en los momentos de mayor gravedad o
introspección, y que aplica a sí mismo antes que a nadie. Crea, además,
neologismos, juega a veces con el lenguaje, evoca situaciones pasadas y narra y
describe las del momento. Y hablando de bajo continuo y del trabajo gozoso del
autor, ya sea en su piso de Conde de Xiquena en Madrid o en la casa de campo de
Las Viñas: un regato y unas piedras le hacen escribir esta frase, también
aplicable al libro y a todo el empeño sostenido que fluye desde hace veintitrés
años: <i>“Había algo subyugante en ese
susurro, en su laboriosa urdimbre: el abejar del agua.”</i><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Hallamos aquí los lagares extremeños, el pasear la mercadería
literaria de alguien que no tiene vocación comercial por Múnich o los Países
Bajos, un periplo italiano en familia, la vida propia de los chicos R. y G., la
postración final del admirado y querido <b>Ramón
Gaya</b>, la mofa de un conocido poeta editor abonado a estas páginas y en cuya
nómina ya debe de ir devengando trienios y hasta sexenios, el Rastro, los
sucesos del 11 de marzo de este 2004 de a poco más de una página por día, la
escritura de la obra propia (aquí, la novela <i>Al morir don Quijote</i>)… El accidente que ocasiona la fractura del
pie (que se nos cuenta junto con la necesaria rehabilitación) quizá sea el
motivo de que el autor acelere y pase casi de puntillas (valga la expresión,
porque usa muleta) sobre el final del verano y el otoño junto el tasado número
de días del invierno que corresponde, poco más de una semana, a cada tomo de
estos diarios, que siempre acaban con el año. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">En este tomo Trapiello se ha dejado la ventana abierta y se ha colado
por ella una mosca, variante cojonera, que se posa en algunas palabras para
señalar la indistinción de género, o mejor dicho: la inclusión de ambos. Así,
en vez de escribir “aventureros” o “aventureras”, el tipógrafo que hay en el
escritor compone “aventurer*s”. Es su particular arroba este asterisco, y
siendo como es innecesario, un capricho, tampoco merece la pena prestarle
demasiada atención más allá de la travesura, en realidad no de hombre ni de
mujer, sino de niño. No convence, pero no vamos a matar moscas a cañonazos.
Además, su zumbido pasa casi desapercibido en el general susurro.</span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Los lectores habituales de Trapiello ya lo saben, aunque en <i>Miseria y compañía</i> todo lo ya conocido
se acrecienta, si cabe: se trata de una obra sobresaliente, sin parangón (me
atrevería a decir que en cualquier lengua, al menos en su fortuna editorial), y
muy adictiva, pero no por añadidos químicos, sino por su calidad natural. Para
quien se aproxime por primera vez al <i>Salón
de pasos perdidos</i>, que ya tendrá sus desertores pero que a cada entrega
suma incondicionales, aquí va una lista de algunos de los ingredientes, pues la
fórmula solo la conoce su autor (al que antes se le leía tomar más esa bebida
de arcana ecuación, la coca-cola y ahora prueba más la cerveza, el vino):
levedad, hondura, observación, piedad, ironía, paisajes, pensamiento,
aguafuertes, todo ello con una expresión afortunada en cada párrafo y un
repertorio de palabras que se rescatan para la literatura y la vida, no la
filología, la Academia.<o:p></o:p></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-34673459169347297422013-07-19T08:00:00.000+02:002013-07-19T08:00:10.154+02:00Ese punto<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhno9tLg7ptU3FICnMjIdjNiQaV_g_NmtKxmMtzc1BlmVBq873T7wYQjoleDxU3UrWGKLSI8DmgMf9woI6I2yH0GJOFZAwgO-SwN9B_jmqYkc_5dyqnndCA7LqaUmAa32qkqyTNWkjfoFk/s1600/H421395.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhno9tLg7ptU3FICnMjIdjNiQaV_g_NmtKxmMtzc1BlmVBq873T7wYQjoleDxU3UrWGKLSI8DmgMf9woI6I2yH0GJOFZAwgO-SwN9B_jmqYkc_5dyqnndCA7LqaUmAa32qkqyTNWkjfoFk/s320/H421395.jpg" width="209" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><i><span style="font-family: Georgia;">Mi
vida querida </span></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Alice Munro</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Lumen, 2013</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">ISBN: 978-84-264-2139-5</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">3</span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">36 páginas</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">22,90 €<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino</span><b><o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br />
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span style="font-family: Georgia;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span style="font-family: Georgia;">Coradino Vega</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">¿Qué es escribir bien? Para unos consiste en exigir un lenguaje
fortalecido por la audacia verbal, la exuberancia subordinada o un puntillismo
más o menos caprichoso que, en ocasiones, puede sonar demasiado a artificio.
Para otros, en cambio, lo importante es la concisión, acuñar la palabra precisa
y buscar una naturalidad que, sin reproducir exactamente el habla, rehúya un
tono de excesiva literatura. Hay muchas formas de escribir bien, y no seré yo,
que cada vez tengo menos certezas sobre más cosas, quien excluya ninguna
posibilidad (cada vez que comento un libro temo que alguien me confunda con un
crítico literario). Pero si alguien me preguntara qué es para mí escribir bien,
creo que respondería que escribir como <b>Alice
Munro</b>.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Como ocurre a menudo con <b>Flannery
O’Connor</b> o <b>Eudora Welty</b>, da la
sensación de que Alice Munro ha llegado a un punto en el que, tras aprender
todo lo que podría llegarse a aprender sobre técnica narrativa, la decisión
consciente de ignorar cualquier norma se funde con el deseo realizado de
escribir con total libertad, como si fuese lo primero que se escribe, sin
ningún tipo de corsé o de miedo, con la única pretensión de contar de la manera
más rudimentaria posible. Sin altanería, parece que está por encima de cuanto
no es importante: todo aquello que desdeña esa especie de academicismo
contemporáneo con función policial que reduce tanto la experiencia literaria.
Puede que los diez cuentos y las cuatro piezas autobiográficas que integran <i>Mi vida querida</i> no provoquen un impacto
tan notorio como el que producían, por ejemplo, muchos de los relatos de su
anterior entrega, <a href="http://criticoestado.blogspot.com.es/2011/05/misterios-gozosos-y-dolorosos.html"><i>Demasiada felicidad</i></a>.
Y es que, en su último libro, Alice Munro ahonda aún más en el despojamiento,
en lo esencial, en una engañosa transparencia: las historias son más breves,
los párrafos se comprimen casi tanto como los títulos de sus piezas y el
silencio dice mucho más de lo que se enuncia explícitamente. Ya no hay apenas
vidas completas, como sucede en la mayoría de esos cuentos suyos que abarcan
condesada la materia de una novela, sino instantes, momentos insignificantes
sólo en apariencia, comienzos de una cosa que luego se transforma en otra o que
en realidad nos está hablando de una tercera.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Una mujer que ha publicado un libro de poemas vuelve algo bebida a
casa de una fiesta en compañía de un hombre que no es su marido y al que irá a
buscar años después, en un viaje en tren durante el que dejará un momento a su
hija sola. Una joven maestra llega a un frío sanatorio de niños tuberculosos
que está junto a un lago y allí se enamorará del médico que lo dirige. Una
chica tímida y apocada se fuga de su pueblo con un novio huyendo de una familia
terca, regresa al cabo de mucho tiempo y se encuentra con el policía que la
acompañaba del trabajo a casa por exigencia paterna. Un niño rememora vagamente
la separación de sus padres y cómo su hermana, para llamar la atención, se tiró
sin saber nadar a una laguna. Una joven se queda a vivir con unos familiares
cuando sus padres se van a Ghana y cuenta cómo su tío, que es un hombre
inflexiblemente conservador y religioso, anula a su tía sistemáticamente. Una
antigua criada chantajea al arquitecto que la hija tullida pero no acomplejada
de un magnate local tiene por amante. Un meticuloso oficinista que se libra del
ejército por su labio leporino y siempre vivió con su madre se hace amigo de la
extravagante hija de un banquero y ambos quedan para ver la televisión cuando
ésta aparece novedosamente. Un soldado vuelve de la guerra y, cuando queda muy
poco para llegar a su pueblo, se arroja del tren y se queda a trabajar en una
granja en la que vive una mujer sola. Una anciana con problemas de memoria va
en coche al pueblo donde pasa consulta un doctor especializado en su tema y,
cuando llega allí, no recuerda el nombre del médico. Un matrimonio de avanzada
edad planifica su muerte conjunta pero aparece una antigua amante del marido y
ambos acaban comportándose como dos jóvenes.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Todas esas historias transcurren en un espacio de tiempo en el que
tiene una presencia continua y lejana la II Guerra Mundial, y que se extiende
—con esa facilidad que tiene Alice Munro para contrastar el pasado con el
presente— por los años de la Gran Depresión, el puritanismo que vino luego, y
la revolución tecnológica y moral de los sesenta y setenta que, a la vez que el
esplendor económico, parece traer consigo una fuerza liberadora no siempre
exenta de consecuencias. Casi todas transcurren en pueblos pequeños o ciudades
de provincia, y la autora les cede la palabra directamente a sus personajes,
dignificados en su cotidianidad sin horizontes, como si le diera pudor estar en
un primer plano aun sin dejar de estarlo invisible, constante, sutilmente. No
hay muchas descripciones, ni una especial propensión al lirismo, si acaso un
cambio de tiempo verbal para acelerar un desenlace. Y sin embargo, con pocos
elementos y una sencillez muy difícil de conseguir, las ficciones de Munro
exudan una riqueza vital expansiva, un crisol de experiencias de las que hay
mucho que contar porque tratan de esas fronteras que todos tenemos que decidir
si atravesamos o no en algún momento de la vida.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Si el estilo no es más que la extensión del temperamento de un
artista, la limpieza de la prosa de Munro denota una sabiduría serena que, aun
cuando nos habla de lo terrible sin nombrarlo, confiere al acto de contar un
rango de felicidad originaria, un grado de entusiasmo y amor por la escritura
que recuerda a ese ‘grain of stupidity’ sin el que, para Flannery O’Connor, era
imposible hacer nada creativo en condiciones.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">En la última sección del libro, Alice Munro recopila cuatro
fragmentos, cuatro fogonazos recordados que ella misma confiesa
autobiográficos: <i>“lo primero y lo último
—y lo más íntimo— de cuanto tengo que tengo que decir sobre mi propia vida”</i>.
En ellos, como si fuera una continuación posible a la reconstrucción
genealógica explorada en <i>La vista desde
Castle Rock</i>, la escritora ya octogenaria revisita a su padre, y en especial
a su madre, desde el punto de vista intolerante de la niña que fue, la
adolescente confusa marcada por el resentimiento o incluso la joven esposa
absorbida por los hijos pequeños y su <i>“siempre
frustrante afán por escribir”</i>. Son piezas que, por medio de una crudeza
desnuda, revelan dos o tres verdades tan lacerantes como curativas. No hay
consuelo ni remedio ni ninguna clase de indulgencia exculpatoria, pero sí
perdón, una especie de pacto con la vida. <o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Leyendo <i>Mi vida querida</i>,
volviendo la página atrás para recordar algún nombre o desentrañar un silencio,
la ocultación consciente de un dato o un hecho, uno se siente más cerca de
comprender lo que de ordinario e insólito, casual e inefable, maravilloso y
cruel tiene la existencia. Una vez más, es lo que nos brinda Alice Munro: su
hondura, su generosidad, su grandeza.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right; text-indent: 47.20000076293945px;">
<span style="font-family: Georgia;"><i>[Publicado en </i>Micro-revista<i>]</i></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-18529913753657542572013-07-18T08:00:00.000+02:002013-07-18T11:58:20.173+02:00¿Escucho música pop porque estoy triste o estoy triste porque escucho música pop?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyQ0HxijdyXlh68qUgGTCz7sft9uf3s0AkixoSh0Z5ZleviMHHxy7Ub8jCiWK9gAyJN3QEs-Tn2r4u9_np7ppqLN3xV3lNeeIHX4GhAK4e9PGhtygGDfobCWdx-ntHIIQhN9wHxEjX-iM/s1600/petsounds+(1).jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyQ0HxijdyXlh68qUgGTCz7sft9uf3s0AkixoSh0Z5ZleviMHHxy7Ub8jCiWK9gAyJN3QEs-Tn2r4u9_np7ppqLN3xV3lNeeIHX4GhAK4e9PGhtygGDfobCWdx-ntHIIQhN9wHxEjX-iM/s320/petsounds+(1).jpg" width="214" /></a></div>
<b><i>Wouldn't It Be Nice. Brian Wilson y la creación de Pet Sounds</i></b><br />
<br />
Charles L. Granata<br />
<br />
Libros de Ruido, 2013<br />
<br />
ISBN: 978-84-616-4123-9<br />
<br />
223 páginas<br />
<br />
23,50 €<br />
<br />
Traducción de Julio Fajardo<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<b>Fran G. Matute</b><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">No se espera de un ensayo, así a primera vista, que le ponga a uno la
piel de gallina. Mucho menos que su lectura te obligue, en más de una ocasión,
a tragar saliva. O que te lleve a suspirar lánguidamente con determinados
pasajes. Desde luego que hay ensayos que, por su naturaleza, pueden provocar
reacciones de este tipo. Por la dureza de los hechos narrados. Por el ímpetu
con el que están contados dichos hechos. Pero un libro que describe de forma
aséptica el proceso de grabación de un disco de música popular a mediados de
los años 60 y que está escrito por un tecnócrata, ¿cómo puede generar tal
aluvión de sentimientos encontrados? Bueno, ya saldrá alguno diciendo que
como aquí el estadista presente es un fan acérrimo de la grabación en
cuestión, pues se le ve el plumero. No andará muy desencaminado el que afirme lo
anterior. Pero tampoco creo equivocarme mucho si dijera que
presenciar el proceso de creación artística de una obra maestra tan
incuestionable como es el álbum </span><i style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Pet Sounds</i><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"> (1966) de </span><b style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">The Beach Boys</b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">
es capaz de tumbar hasta al más cínico de vosotros, pérfidos lectores. Sólo hay
que arrimar el oído...</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Siempre me ocurre que a la hora de reseñar un ensayo termino
preguntándome sobre qué debería realmente comentar. ¿Consigue el autor su
propósito? Esto es ¿nos enteramos de cómo se grabó este disco? ¿Se realiza algún tipo
de valoración, alguna aportación novedosa, respecto a la significación cultural
del Lp en cuestión? ¿Es técnicamente viable su lectura, teniendo en cuenta que
hablar de música es harto complejo sobre todo si te diriges a un lector no
educado musicalmente? ¿Maneja bien las fuentes, está bien documentado? Yo qué sé,
la verdad. Podría hablar de todo eso pero mejor lo despacho de un plumazo: <i>Wouldn’t
It Be Nice</i>, de <b>Charles L. Granata</b> es el mejor libro escrito jamás
sobre el proceso de creación de <i>Pet Sounds</i>. Básicamente porque se encarga de investigar, con hondura, en
todas las fases del citado proceso: concepción, composición, grabación, postproducción,
comercialización y recepción. ¿Qué más queréis saber de un disco? Yo he quedado
sobradamente satisfecho. Y con todo, personalmente, no he aprendido casi nada
nuevo leyendo este ensayo porque para eso, como alguien ha recordado en el
párrafo anterior, soy un fan irredento de los Beach Boys y de este disco en
particular.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">¿Y entonces? Si los fans no van a descubrir casi nada nuevo -bueno, tomen esta afirmación de forma subjetiva pues todo
dependerá del grado de fanatismo de cada uno, claro- ¿por
qué hay que leer este libro? ¿Sólo lo deben leer los neófitos? Pues veréis.
Este libro hay que leerlo porque es la excusa perfecta, una vez más, para
introducirse en la cabeza de ese genio absoluto, ese niño grande, triste y
acomplejado, frágil y lúcido, que fue (y sigue siendo) <b>Brian Wilson</b>. Y los que han intentado
entrar ahí dentro alguna vez a través de sus canciones ya saben que la travesía
te puede llegar a cambiar la vida (¿verdad, <b>Dani</b>? ¿<b>Moraga</b>?). Insisto, sólo hay que arrimar el oído, que
es lo que vamos a hacer a continuación.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">¿Qué es <i>Pet Sounds</i>? Sí, es el título de un disco. Pero
conceptualmente, digo. ¿Dónde reside el interés por esta grabación? ¿Por qué es
unánimemente reconocida como una obra maestra sin parangón? ¿Por qué muchos lo
consideran el mejor álbum de la historia de la música popular? Por si alguno no
lo sabe, el disco <i>Pet Sounds</i> de los Beach Boys se publicó el 16 de mayo
de 1966, en el sello Capitol Records. Era el undécimo disco del grupo. Contenía
originariamente trece canciones, todas compuestas por Brian Wilson salvo una,
que era una adaptación de un tema ‘folk’. Las letras de la mayoría de las
canciones están escritas por <b>Tony Asher</b>, un auténtico desconocido.
Temáticamente, dichas letras suponían un cambio de registro con respecto al
repertorio habitual del grupo que, como muchos sabéis, estaba formado por
canciones que hablaban de surf, playas, chicas y coches. En <i>Pet Sounds</i>
se habla, fundamentalmente, del amor. Del amor adolescente, pero desde una
perspectiva distinta al chico-gusta-chica. Son letras que hablan de
sentimientos profundos. Que abarcan todo el proceso de enamoramiento febril que
padecen los jóvenes (y los no tan jóvenes, para qué nos vamos a engañar). Desde
la ilusión primigenia al dolor por la pérdida. Son letras verdaderamente
introspectivas. Que hablan de susurros al oído. De confesiones a medianoche. De
nudos en el estómago. De noches sin dormir. Y ofrecen, al que así lo quiera
ver, una poética completa del ‘falling in love’ sin caer en ñoñerías o
sentimentalismos. Podríamos afirmar que es la primera vez que la música popular
se toma en serio las inseguridades del adolescente. Nadie, y digo bien alto
esto, con un mínimo de sensibilidad puede salir ileso tras la escucha de <i>Pet
Sounds</i>. Y si encima estás enamorado o desenamorado, amigo… este disco te va
a desgarrar literalmente por dentro. <o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Pero si uno lee estas letras a palo seco no le dirán nada. Son letras
que sólo funcionan en el lugar para el que fueron concebidas. Dentro de una
carcasa sonora compleja y fascinante. Y es que musicalmente, <i>Pet Sounds</i>
es también un punto y aparte. Tanto la composición como la instrumentación
alcanzan unos grados de sofisticación que no se habían visto hasta la fecha. Es
un punto de inflexión en la forma de grabar discos. Se emplean varios meses en
su facturación, varios estudios de grabación, con decenas de músicos de sesión
que trabajaron sin apenas partituras. Porque el disco estaba entero metido en
la cabeza de un chiquillo, y de ahí tenía que salir. Es también revolucionario porque puso de manifiesto la potencialidad de la canción ‘pop’ como
vehículo para la experimentación. Es un punto de inflexión en la historia de la
música, sí, pero más que nada porque el responsable de todo el proyecto no dejaba de ser es un chaval con el pelo lacio, retraído y sordo de un oído que
contaba por aquel entonces con apenas 23 años. <o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Hablamos con pasión de ese maridaje tan brillante que se da entre
letra y música en <i>Pet Sounds</i>, en cómo confluyen ambos elementos para
mostrar, en todas sus tonalidades sonoras, esa paleta de sentimientos tan
confusos que ofrece el amor. Pero Granata hace una confesión dolorosa hasta
para el más fan de los Beach Boys: no todo el álbum refleja esa conexión que
tanto nos impacta. De hecho, si obviamos los dos instrumentales que se incluyen en el disco </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;">(“Let’s Go Away For A While” y “Pet Sounds”) </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">y dejamos fuera el
‘single’ “Sloop John B.” que nada tiene que ver (al menos, temáticamente
hablando) con el “concepto” del Lp, lo cierto es que, en realidad, estamos
hablando sólo de diez canciones. Y eso hace que el disco no sea perfecto. Pero ay qué diez canciones. De ellas únicamente son
conocidas de forma universal dos: “Wouldn’t It Be Nice” y la joya de la corona “God
Only Knows”. Las más festivas. Las que engrandecen el estar enamorado. Pero para
que la cosa empiece a escocer un poco los ojos habrá que sumergirse en la melodía
infinita e infantil de “You Still Believe In Me”, en esa lección del ‘coming-of-pain’
que es “Here Today”, en la quebradiza “Don’t Talk (Put Your Head On My
Shoulder)” o en la demoledora tristeza de “Caroline, No”.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;"><span style="font-size: 15px; line-height: 22px;">Quizás, la única pega que podamos imponer a este exquisito ensayo musical es la de siempre. Tristemente, Granata no cuenta con la colaboración de Brian Wilson para poner en pie los acontecimientos. Qué duda cabe de que Tony Asher, quien prologa a su vez esta edición con un texto sentido como pocos, es capaz de ofrecer una visión más que satisfactoria del proceso de composición de las canciones. Y que los músicos entrevistados que tomaron parte en las sesiones de grabación son testimonios igualmente válidos para montar este complejo edificio de la memoria. Pero siempre le queda a uno la insatisfacción de no ver involucrado en estos ensayos a los principales responsables del proceso creativo (ya expusimos la misma queja al hilo del libro de <b>Andy Miller</b> sobre el disco <i><a href="http://criticoestado.blogspot.com.es/2013/04/dios-salve-al-pequeno-comercio-las.html">The Kinks are The Village Green Preservation Society</a></i>). La realidad es que <i>Pet Sounds </i>no debería contarse sin Brian Wilson pues son la misma realidad. Y aún así, Granata consigue que esta lamentable ausencia no sea echada demasiado en falta.</span></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Con independencia de lo anterior, la
publicación de este <i>Wouldn’t It Be Nice</i> de Charles L. Granata es un regalo para los oídos. Pues, como hemos señalado antes, nos ha servido de excusa -la verdad es que no necesitábamos ninguna- para desempolvar de la estantería el
‘box-set’ <i>Pet Sounds Sessions </i>(1997), y en él hemos perdido las horas de sueño -este ejercicio de inmersión es ya
para mayores; los niños que no hagan esto sin vigilancia, por favor- escudriñando las diferentes tomas de cada canción, vibrando con el avance de los arreglos, con el proceso creativo, con esa atmósfera que se capta en los comentarios entre los cortes, los diálogos de Brian Wilson con los ingenieros, con los músicos, los matices entre las versiones en mono y en estéreo. Si no es por la publicación de este ensayo seguro que no hubiera vuelto a sentir tantas cosas. Porque sumergirse en <i>Pet Sounds </i>es como ir en una montaña rusa y uno no se encuentra en el momento más estable de su vida. Así que, sí, hemos vivido un montón de cosas leyendo a Granata, escuchando el disco de marras, buceando en las sesiones. Cosas buenas y malas, da igual. De eso se trata, al fin y al cabo. Para eso está la música, ¿no? Para dar por buena la dicotomía que exponía <b>Nick Hornby</b> en esa biblia que es <i>Alta fidelidad </i>(1995): <i>"¿Escucho música pop porque estoy triste o estoy triste porque escucho música pop?" </i>Pues eso...</span></div>
</div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-72530069750848098042013-07-17T08:00:00.000+02:002013-07-17T08:00:06.752+02:00Buen amor, mal de amores<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyVF3NaVao-j4iz0xNxE66lOQhGrhCkEXgz7rTxus2Ny5vYpzn3XUVcLNRx0tDWlu3CN8BdG6wm4dfYgLacRwKDD2PxxpCcUK3ud3-8TuOjiMlFZFWVkUVlACqYK5uPQZII0A7KcDBCWs/s1600/El+buen+amor,+de+Olga+Bernad.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyVF3NaVao-j4iz0xNxE66lOQhGrhCkEXgz7rTxus2Ny5vYpzn3XUVcLNRx0tDWlu3CN8BdG6wm4dfYgLacRwKDD2PxxpCcUK3ud3-8TuOjiMlFZFWVkUVlACqYK5uPQZII0A7KcDBCWs/s320/El+buen+amor,+de+Olga+Bernad.jpg" width="211" /></a></div>
<b><i><br /></i></b>
<b><i><br /></i></b>
<b><i>El buen amor</i></b><br />
<br />
Olga Bernad<br />
<br />
Nuevos Rumbos, 2013<br />
<br />
ISBN: 978-84-938505-5-5<br />
<br />
132 páginas<br />
<br />
20 €<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<b>Jesús Cotta</b><br />
<b><br /></b>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<i>El buen amor</i> es la segunda novela de <b>Olga Bernad</b>. Ya que he leído casi toda su poesía y sus dos novelas, puedo decir que, siendo buena poeta como es, me gusta ella más como novelista que como poeta, porque en novela ella es más torrencial y libre, más imaginativa, más imprevista e intempestiva.</div>
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<br /></div>
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En esta novela, como en <i>Andábata</i>, su primera novela, lo que más sorprende es la vitalidad del narrador, en este caso, un hombre en el otoño de su vida, con poca formación, con pocos horizontes intelectuales, pero con una capacidad de análisis de los caracteres ajenos y de su propio corazón que sorprenden por lo intuitivos y agudos que son... Lo mejor de la novela es sin duda la voz del narrador, el cual expresa del modo más iletrado y popular posible los pensamientos más profundos que una persona cultivada solo podría transmitir en un lenguaje culto. Sin embargo, la autora es capaz de adaptarse al registro popular de su personaje dotándolo de la profundidad psicológica y de análisis que solo ella tiene. En la vieja disputa entre la superioridad del lenguaje sobre el pensamiento o al revés, esta novela parece demostrar que es el pensamiento el que gana, el que se las ingenia para obligar al lenguaje a decir lo que tiene que decir por muy pocas que sean las palabras con que cuenta.</div>
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<br /></div>
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El protagonista recuerda a Sancho Panza, por su sentido común, su llaneza, su bondad natural y sus impulsos primitivos y por la contundencia de su expresión... Sus valores son sencillos, pero su aplicación práctica es compleja en el día a día, algo que el protagonista analiza con frecuencia. El respeto que aprendió de niño en la iglesia, de manos de su padre, la impresión que le causa la contemplación de la belleza, el sentido de la propia dignidad, el deber para con la esposa, la indignación ante la injusticia... todo eso se mezcla con sus impulsos y su obsesión amorosa y da como resultado una bomba que es él a punto de reventar de un amor que no puede decir a nadie. En su obsesión creciente y con tal de defender al objeto de sus amores, que no sospecha nada, llega a pegarle a su mujer y a una vecina y eso no hace sino alejarlo de él.</div>
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<br /></div>
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Esta novela es la historia de un amor que comienza por los Ojos (el lector ya entenderá la mayúscula) y acaba casi matando el corazón del protagonista, el cual ni se atreve a confesárselo a la amada, en quien, no sé por qué, veo un trasunto de la autora.
Ese amor es difícil e imposible porque ambos están comprometidos y los separa la edad, la cultura, el mundo, el horizonte, aunque son vecinos. La amada no sospecha siquiera el seísmo personal que provoca con solo su sonrisa, con un saludo, con el perfume que lleva. ¿Qué puede hacer un hombre cuando, cercano ya a la vejez, descubre que lo que lo unía a su esposa era solo cariño pero no amor y cuando, de pronto, a destiempo y brutalmente, es arrastrado por ese torrente universal, ese chute de Dios en vena que es la obsesión amorosa ante la auténtica belleza que lo conmueve de cabo a rabo? Él se deja arrastrar y llevar y casi matar porque, ya que no puede consumar ese amor, lo menos que puede hacer es consumirse en él, porque por las cosas grandes y verdaderas lo mínimo que puede hacer uno es eso, morirse. ¿Y qué más grande y verdadero que el amor? Aunque ese amor lo mate, es buen amor, no mal amor. Es más, precisamente porque puede matarlo de pena es buen amor.</div>
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<br /></div>
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Lástima que el protagonista no sintiera lo mismo por su esposa, que es una buena mujer, aunque algo sosa. Estaría bien saber qué piensa ella de él, porque al fin y al cabo es ella quien lo salva de la muerte, quien lo vuelve a la normalidad, a la “<i>normalidá</i>”, como dice él, a lo que siempre había sido su sitio, pero que nunca lo será porque ha conocido otra cosa que le impide encontrar el sitio hasta que muera.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sin embargo, hay algo grande en esa resignación suya a vivir sin la belleza auténtica, la “<i>de verdá</i>”: comprender que, al fin y al cabo, por mucho que eche de menos entre sus brazos la estrella que tiene clavada en el corazón, su sitio es su sitio, aunque esté bien fastidiado, eso sí, sin perder nunca “<i>los cojones</i>”, que para eso los tiene un hombre, para no dejarse domesticar por médicos, horarios, viajes a Canarias, esposas diligentes y protectoras... Nada de guardar los cojones en la cajita de la moral acomodada, en el bote de las pastillas, en el bolso de la esposa. Esa parte indómita y viril que es la que conquista corazones, planetas y continentes permite al protagonista, a pesar de su hundimiento, conservar su dignidad de macho enamorado y frustrado.
</div>
Jesús Cotta Lobatohttp://www.blogger.com/profile/14908540495906414365noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-83019648695227612712013-07-16T08:00:00.000+02:002013-07-16T08:00:09.362+02:00 La revolución útil<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaB7hLLxRyBqoJPdclz3Q47Eo-LbgcBxqIvJgyr2uTXumpkOGJypEYiuWAVOJp1IQnMLZfeRXBXnIq8PTA3zGeZ_dHQoMJXYPbhG3QgEnOgWpyUfxWqEUkJpvfjNSbAbeR9LaLic-pFdQ/s1600/tratado_para_radicales.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaB7hLLxRyBqoJPdclz3Q47Eo-LbgcBxqIvJgyr2uTXumpkOGJypEYiuWAVOJp1IQnMLZfeRXBXnIq8PTA3zGeZ_dHQoMJXYPbhG3QgEnOgWpyUfxWqEUkJpvfjNSbAbeR9LaLic-pFdQ/s320/tratado_para_radicales.png" width="196" /></a></div>
<b><i><br /></i></b>
<b><i>Tratado para radicales. </i></b><b><i>Manual para revolucionarios pragmáticos</i></b><br />
<br />
Saul Alinsky<br />
<br />
Traficantes de sueños, 2012. Colección "Útiles"<br />
<br />
ISBN: 978-84-96453-71-5
<br />
<br />
206 páginas<br />
<br />
15 €<br />
<br />
<br />
<br />
<b>Carolina León</b><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
Entre las docenas de libros que podemos encontrar de un tiempo a esta parte en casi todas las librerías, más grandes o más pequeñas, dedicados a “revolucionarnos”, <i>Tratado para radicales </i>es uno de los imprescindibles. Seguro que te has topado con libros abstractos y teóricos, o con otros que escriben sobre el “aquí y ahora” de las luchas que se están realizando. El <i>Tratado </i>de <b>Alinsky, </b>que oportunamente se propuso la editorial madrileña poner en nuestras manos, no es ni una cosa ni otra: anclado en la experiencia, escrito tras décadas de lucha práctica, sirve a los recién llegados para entender algunas cosas básicas de la acción política cercana, distribuida y territorial. “<i>Puede suponer un buen impulso para repensar las luchas sociales actuales, en paralelo a los sistemas representativos, con el fin de innovar las acciones en la calle"</i>, como escriben los prologuistas <b>Maribel Casas</b> y <b>Sebastián Covarrubias</b>. Y, por ello, después del tiempo de reposo que me gusta dejar a las buenas lecturas, le dedico esta reseña.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Advierten ellos también que las propuestas de este "revolucionario pragmático" no se parecen a nuestras experiencias cercanas, los movimientos antiglobalización o el 15M, y sin embargo creo que sí, que aporta perspectivas que muchos de los que recientemente han accedido a la acción política podrán reconocer. Al mismo tiempo, hay distancias. Alinsky escribió este libro para dar a las jóvenes generaciones (en los setenta en los EE.UU.) el poder de cambiar las cosas, las herramientas para desabotargarse y dejar de sentirse impotentes ante la imparable realidad de la inacción y el consumismo. A nosotros también nos vale, tanto si somos experimentados (y cansados) en luchas anteriores como si nos acabamos de despertar. Que Alinsky es “perro viejo” se sabe desde las primeras páginas, pero aporta a la vez una vitalidad y un pragmatismo que enciende mechas. Y 'savoir faire', sin duda alguna.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Saul Alinsky es el ideólogo del 'community organizing', la organización de las comunidades que ha vertebrado algunas de las luchas más intensas del siglo pasado en los USA, y aunque algunos de sus conceptos están muy anclados en el espacio y la comunidad física, sin demasiado problema sus ideas son extrapolables al contexto “tecnopolítico” que marca nuestra cotidianidad.
Porque, en fin, alguien capaz de insertar sentencias del tipo “<i>Las personas no pueden ser libres a no ser que estén dispuestas a sacrificar algunos de sus intereses para garantizar la libertad de los demás. El precio de la democracia es la incesante búsqueda del bien común por parte de todos los hombres</i>” (39) o “<i>La interdependencia del ser humano es su mayor fortaleza</i>” (58), es alguien que merece la pena ser escuchado -aunque entre los seguidores de algunas de sus estrategias esté, sí, el mismísimo <b>Tea Party</b>. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Todo lo que se desgrana en las páginas de este Tratado tiene que ver con la práctica, y a ella está dirigido; a algunos “activistas” puede suponerles un handicap su “relativismo” moral, cercano al cinismo en algunas partes. Alinsky afirma por ejemplo que el “organizador” al que aspira y para el que escribe no tiene ideología, y es su pragmatismo, su sentido del humor o su capacidad de comunicación con la comunidad bazas mucho más importantes que su coherencia: “<i>En la política de la vida, la coherencia no es una virtud</i>” (67).
Desarrolla por ejemplo un amplio capítulo acerca de la ética de los medios y los fines. Y pone ante nuestras narices algunas verdades como que los medios y los fines son únicamente revisados de forma moral según si los los impulsores de los mismos quedaron en el bando ganador o perdedor. “<i>¿Este fin en concreto justifica estos medios?</i>” es su pregunta talismán, aunque otorga, como hace a lo largo de todo el libro, una gran cantidad de pistas, sin pretender ser categórico más que a través de la experiencia. </div>
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<br /></div>
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Una de las claves del libro está en la palabra "comunidad", que él entiende necesitada de un "organizador" que genere poder entre las personas que deben trabajar las acciones. “<i>Mientras la gente se siente impotente e incapaz de hacer algo al respecto, no tiene problemas, sólo una situación difícil</i>” (141): no se puede crear una situación de trabajo y colaboración mientras las personas no puedan reconocer en sí mismas una mínima capacidad de acción, así pues Alinksy aboga por ese trabajo que, como se dice hoy día, “empodere”. </div>
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<br /></div>
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Si bien la noción de comunidad que maneja el autor nos queda algo trasnochada, no podemos perder de vista que hoy se reactiva el concepto, aunque éste no tenga que ver con la cercanía física; así pues, sus ideas resultan a veces reactivas y otras estimulantes, como cuando incita a trabajar en el campo de experiencia de las personas a las que queremos implicar: no se podrá conseguir implicación de éstas mientras no aterricemos en sus propios problemas, con la más insignificante cuota de abstracción posible. Una multitud se indigna cuando les hablan de los “sobres” del PP, pero una cantidad mucho menor se moviliza, un poner, contra la “troika”. Lo cercano y lo palpable: entre las noticias más recientes, las revueltas de Turquía a partir de un parque expoliado, o las de Brasil a partir de las subidas del precio en el transporte. </div>
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<br /></div>
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¿Y cómo trabajar? Alinsky no se cansa de decir que es necesario “<i>hacer lo que se puede con lo que se tiene</i>” y, a pesar de su aparente cinismo, se aprende mucho de ese empuje serio y eficaz bregado en una arena política que él declara constantemente en movimiento, en fricción perpetua. </div>
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<br /></div>
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Hay otros libros sobre la "indignación", pero Alinsky aterriza y se deja de monsergas pro-burguesas. Su libro "<i>dirigido a los desposeídos para enseñarles como arrebatárselo</i>" (el poder a los poderosos) entrega herramientas para activarnos desde lo más pequeño, lo más insignificante y, al tiempo, más letal como -doy un ejemplo del propio libro- unos cuantos pedos. Del reconocimiento de que la movilización proviene de una “<i>guerra vital permanente</i>”, nace el poder de ponerse en relación y actuar. Lo contrario es un baile solitario, torpe e impedido. O un continuo grito de impotencia reclamando "guillotinas".</div>
Carolinkhttp://www.blogger.com/profile/02554688851488081889noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-14783556588588303962013-07-15T08:00:00.000+02:002013-07-15T08:00:03.120+02:00Monumento al detective desconocido<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1cegJ_UU7BKH-BcdIzJSXCp6tzSZOkgisWfE87nxjDYAYnljJmBlxg_1zuhL8UzmsP6aY7uyWxSCWp8TH8ETrLxQ86QfBc3VwTMfkLex7s-XwBFCzqKid1NW0HxqbAIKOCb6tugVNKps/s1600/portada-detective.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1cegJ_UU7BKH-BcdIzJSXCp6tzSZOkgisWfE87nxjDYAYnljJmBlxg_1zuhL8UzmsP6aY7uyWxSCWp8TH8ETrLxQ86QfBc3VwTMfkLex7s-XwBFCzqKid1NW0HxqbAIKOCb6tugVNKps/s320/portada-detective.jpg" width="232" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Os hemos engañado. Todavía nos quedaba un 'bonus track' en la recámara de las reseñas especiales por el IV Aniversario de EC. Pero no deja de tener su sentido que sea este cántico al albañil de las letras, </b></span><b style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;">a la literatura 'pulp' en definitiva,</b><b style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"> el que expíe, de verdad, los pecados lectores de los estadistas. Y es que, como comprobarán al final, nuestro Ilya U. Topper tiene más razón que un santo... Disfruten con este monumento al detective desconocido.</b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Ilya U. Topper</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Llego tarde a entregar esta reseña. Padecía lo que los
analistas llaman un suspense de creatividad estructural: se trataba, me
dijeron, de airear un pecado o pecadillo literario. Y resulta que no recordaba
ningún libro que me haya gustado y del que me avergüence, o viceversa, lo que,
espero, se interprete como señal de buen gusto, y no de falta de vergüenza
(aunque cualquiera sabe). </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Cuando por fin
caí y recordé uno, el problema se agrandó: no recordaba ni autor ni título.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Es por eso que ustedes verán aquí una portada marrón
absolutamente anodina, y pensarán que les quiero dar gato por liebre, pero juro
por todos los santos, empezando por Simon Templar, que es una fotografía real
de un libro, y que no la he sacado de una tienda de atrezo digital. La
fotografía, digo. El libro sí. Lo compró mi buen amigo <b>Daniel Iriarte</b> en
las callejuelas del barrio de Tarlabasi -ese barrio del centro de Estambul
donde filmaríamos un año más tarde un cortometraje ambientado en la guerra
civil de Grozni, porque las calles daban el pego- a un señor que vendía libros
al peso. Dani me trajo al menos cinco o seis kilos que, alineados en mi
estantería, daban una excelente impresión de adusto aburrimiento, exactamente
lo que necesitábamos para decorar el espacio vital de un disidente de
Karayumurtistán Occidental con una debilidad por las transexuales de Estambul a
punto de ser asesinado por un pistolero a sueldo capaz de despachar a un
adversario con el canto de un terrón de azúcar. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Tras el fin del rodaje, y ante la difusa promesa de Dani de que vendría a recoger los volúmenes cuando le diera tiempo, junto con la camisa
de mi asesino (que hoy es una de las mejores piezas de mi armario: el hombre
siempre tuvo mejor gusto que yo en el vestir), empecé a hojear por distracción
las obras, todas encuadernadas en el mismo falso cuero marrón, y descubrí que
muchas eran en inglés y contenían historias de detectives y malhechores.
Algunas manchetas ubicaban las ediciones originales en los años treinta, tanto
en Nueva York como en Londres, pero era
algo difícil de determinar por la falta de pericia de los encuadernadores,
probablemente analfabetos: muchas historias empezaban en medio, o terminaban en
medio, justo en el momento de abrirse el ataúd con el falso muerto, aunque con
suerte descubrías que seguían cincuenta páginas más adelante, y dándole la
vuelta al libro para leerlo al revés. El peor en este sentido era el de relatos
de <b>Agatha Christie</b>, aunque no importaba gran cosa, porque en las historias
de doña Agatha, de todas formas el único capaz de seguir el hilo narrativo es
Hercule Poirot.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Al final encontré dos o tres volúmenes con historias
bastante completas, ubicadas en Nueva York, y en las que el típico detective
privado persigue, pistola en mano, a mafiosos, millonarios con instintos
asesinos y traficantes, encajando unos cuantos golpes en la nariz por el camino
y contemplando a pelirrojas en vestidos transparentes (que es esencialmente lo
más lejos que llega el erotismo literario norteamericano antes de cambiar de
denominación de categoría). No recuerdo el autor -o los autores, porque creo
que hubo varios, aunque indistinguibles- , me consta que no aparecían en
internet y tampoco puedo comprobarlo ahora, porque al cabo de releer todas las
obras varias veces al derecho y al revés -en el sentido literal de la
palabra- resolví que los volúmenes eran
ideales para equilibrar el colchón de mi cama donde sobresalía por encima del
armazón de hierro (que había tenido que capar con la rotaflex para subirlo por
el hueco de la escalera). Allí, en tan inconspicuo lugar, los alcanzaría meses
más tarde su destino, al romperse una tubería en la cocina e inundarse el piso
entero. Sólo salvé de las densas capas de moho un ejemplar de <i>The Saint</i>,
clásico casi tan inmortal como su protagonista, al que no había conocido hasta
entonces. (Eso, no haberlo conocido antes, sí es el algo de lo que me avergüenzo,
no el disfrutarlo hasta la saciedad, frase por frase, envidiar su impenetrable
calma y su imperecedero estilo frente a al negro ojo de las pistolas). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Sí tuve que despedirme de todas las aventuras de Leonidas
Witherall, aunque sigo admirando profundamente a alguien (<b>Phoebe Atwood
Taylor</b>, alias Alice Tilton, 1909–1976) capaz de crear un jubilado
maestro de escuela, clavado a <b>William Shakespeare</b>, autor secreto de famosas
radionovelas centradas en el ficticio lugarteniente Hazeltine y obligado en
cada entrega a resolver un asesinato cuyo autor indudable es, a ojos de la
policía, él mismo. Y alguien que de paso, mientras se balancea en la cuerda floja entre el
cuchillo del auténtico asesino y la silla eléctrica, es capaz de arrancarle al
lector carcajadas. Hercule no duraría ni dos párrafos contra Leonidas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Pero no quería hablar de los clásicos. Ni tampoco de esa
otra autora, británica esa vez, que en los años cincuenta fue capaz de
inventarse una pareja de asesinos a sueldo homosexuales, para darles un toque
cercano y entrañable, profundamente humano. Y luego dicen que <i>Brokeback
Mountain</i>. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">No: mi homenaje va a ese autor o autores que no figuran en
ninguna enciclopedia, que estaban obligados a repetir, mes tras mes (si tanto
tiempo les otorgaba el editor) el mismo modelo de industrial amenazado, esposa
desconfiada, amante de cabaret, traficante de droga, ladrón de diamantes y
policía corrupto, una tras otra vez. Literatura que no deja huella. Literatura
sin más pretensiones que, por parte de uno, comer caliente y del otro, pasar una tarde de verano sin pensar en su
propia pequeña vida. Literatura de la más modesta y la más honesta. Metería
presos a estafadores alquimistas que se creen guías de la humanidad, pero
pondría un monumento al obrero de la máquina de escribir. Y modesto no quiere decir fácil: aunque la
trama no hace falta complicarla más allá del triángulo de sospechas, el estilo
sí debe ser ágil y los diálogos, chispeantes, si uno quiere que el lector
vuelve a decidirse por el mismo autor en el kiosco de la siguiente estación de
trenes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Recuerdo -y de eso sí me avergüenzo un poco- que a los
veintidós años, y con la irreverencia imprescindible en un periodista cultural
de esa edad, pregunté en una conferencia de <b>Juan José Millas </b>si no creía
que gente como <b>Andreu Martin </b>mostraba mucho más oficio a la hora de
narrar que unos cuantos grandes nombres premiados (entre los que no habría
incluido al propio Millás hasta que publicara <i>Dos mujeres en Praga</i>). No
recuerdo su respuesta. Tampoco puedo decir que sea muy fan de Martin, demasiado
lúgubre para mi gusto. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Pero mantengo que el trabajo del albañil de las letras
tiene su sudor. Un gran escritor puede fabular sobre su infancia o cualquier
otra torre de marfil. Un autor de novela negra del tres al cuarto debe mantener
siempre una mano en el pulso de la sociedad que le rodea, porque si la
ambientación no funciona, el lector no se creerá las pistas falsas. En este
oficio, lo primero es saber pintar bien el decorado. Y ese autor anónimo nunca
podrá permitirse el lujo de volverse aburrido, insoportable, encadenador de
frases incomprensibles, buzo de profundidades filosóficas insondables. No puede
arrastrar al lector hacia un lugar donde no ocurra nada ni ocurrirá nada y
hacerle creer que ese círculo vacío es el ángulo recto de la L de Literatura.
Eso es algo que queda reservado a los grandes escritores, que quieren ver sus
nombres impresos en tarjetones suecos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Me quedo con un diálogo de uno de aquellos tomos
amarillentos que, según aprendí hoy de <b>Luque</b>, se llaman 'pulp' en
americano, y lo pongo por testigo que a veces son esas obras sin nombre ni
gloria las que mejor resisten el paso del tiempo. Imagínense a un detective,
manoseando inquieto su pistola en el bolsillo de la chaqueta, tomándose un café
con un periodista local en un bar demasiado cerca del muelle, donde el
sindicato del crimen descarga los fajos de droga que luego se almacenarán en la
casa de un diputado:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>- Te lo he advertido: no vayas. Te pegarán un tiro y la
policía estará encantada.<o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>- ¿Me dices que están todos compinchados?<o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>- Todos. <o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>- Pero eso hay que denunciarlo. Tú trabajas en un
periódico. Los periódicos están para informar al público. ¿Por qué no lo
destapáis?<o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>- ¿Ves ahí enfrente la casa de putas? ¿Sí? Pues ¿sabes
cuál es la única diferencia entre nuestra redacción y esa casa? Que nosotros no
tenemos un piano en el vestíbulo. </i><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="DE-AT" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Aún en 2013, tiene más razón que un santo. Más razón que
Simon Templar. Que es, como ya habrán adivinado si se han fijado en las pistas
que sembré, quien se oculta tras la portada que ustedes ven arriba (<i>Follow
the Saint</i>, <b>Leslie Charteris</b>, 1939, edición de 1959). <i>Los villanos en este libro son
completamente imaginarios y no tienen relación con ninguna persona viva.</i> <o:p></o:p></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-57902995735784369052013-07-12T08:00:00.000+02:002013-07-12T08:00:00.896+02:00Una bolsita de gravilla, por favor<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQrph_v1usseEXiNYwL2Spoq1yGQAyXOoTbFgS2pFcbfFYeYoI4roY8wHz_5gA_20vXBeZ5DLH0dMcafeO29QTTTJl0nq0UF2oZcgcSwhxywKNSiGfHGtfWz-w-XP_G973jZdWjlFKj3Y/s1600/images+(1).jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQrph_v1usseEXiNYwL2Spoq1yGQAyXOoTbFgS2pFcbfFYeYoI4roY8wHz_5gA_20vXBeZ5DLH0dMcafeO29QTTTJl0nq0UF2oZcgcSwhxywKNSiGfHGtfWz-w-XP_G973jZdWjlFKj3Y/s320/images+(1).jpg" width="203" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;"><b>Nos ha costado sonsacarle a Sara Mesa un pecadillo de juventud lectora pero una vez abierto el tarro de las esencias... resulta que la vocación escritora de nuestra laureada estadista fue ¡Isabel Allende! Así que pasen y lean esta desgarradora confesión de un pasado lector ecléctico como pocos y que terminará, como no puede ser de otra forma, en lapidación. Ponemos así fin, con este broche de oro, a esta serie de reseñas especiales motivadas por el IV Aniversario de <i>Estado Crítico</i>. Esperamos que las hayan disfrutado.</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;"><b>Sara Mesa</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Lo
confieso: si no es por la presión de algún que otro estadista contumaz no
hubiese escrito jamás este texto. Qué le vamos a hacer, una a veces se
avergüenza de su pasado. Pero luego viene eso tan sano de la vergüenza torera y
de dar la cara y reírse de una misma, así que aquí estoy, admitiendo mi
devoción adolescente por esa escritora sonrojante a la que –que sí, que sí-
tanto debo en mi formación lectora. A ver: se trata de leer con entusiasmo,
¿no? Con devoción. Con pasión. Pues eso, sí, ni más ni menos es lo que me pasó
a mí con <b>Isabel Allende</b>. ¿Me excusa
el hecho de tener 15, 16 años cuando empecé a leerla? ¡Espero que sí! Con esa
edad espongiforme yo devoraba todo lo que caía en mis manos. Qué veranos
aquellos en los que no podía salir con mis amigos y tenía que refugiarme en los
libros… lo mismo <b>Agatha Christie</b> que
<b>Dostoievsky</b>, <b>Martin Vigil</b> que <b>Cortázar</b>,
<b>Herman Hesse</b> que <b>Flaubert, </b>la revista <i>Nuevo Vale</i> –que compraba a escondidas-<b> </b>que <i>La conjura de los necios</i>… Cuando digo todo, es TODO,
independientemente de que lo entendiese o no… ¡pero si hasta me leí de cabo a
rabo <i>El año del peluquín</i>, de <b>Santiago Carrillo</b>, porque lo regalaban
con el periódico, o las selecciones del <i>Reader’s
Digest</i> de los años 50 que encontré en casa de mi tía abuela! Así que, por
un lado, suplico el perdón para esta chica despistada y un pelín aburrida (¡<i>captatio benevolentiae</i>, por favor!),
pero por otro, ya que estamos, tengo que ser sincera y admitir mi pecado: a mí
de verdad lo que en realidad me atrapaba, más que ninguna otra cosa, más que
las aventuras de Raskolnikov o los conejitos de la carta de una señorita en
París, eran aquellas novelas de amores tremendos, fantasmas, mujeres brujas,
sexo más o menos explícito y trama más o menos política que leí y releí ¿cinco?
¿seis? ¿diez veces?... Ah, todavía recuerdo mi fervor por <i>La casa de los espíritus</i>, por <i>De
amor y de sombra</i> y por aquellos cuentos que, en fin, sí, admito que me
parecían una auténtica obra de arte: me refiero a los de la almibarada, tramposa
y cursi Eva Luna. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">De
hecho, venga, voy a echar los restos aquí con más confesiones. Siempre digo que
fui una lectora voraz pero que jamás, nunca, me planteé que podría llegar a
escribir algún día. Más allá de mis infumables diarios, no fue hasta llegar a
la treintena que sentí verdaderamente ese impulso de sentarme a escribir mis
propias historias. Jamás fui una escritora precoz. Pero cuando digo esto,
también miento un pelín. En realidad, el primer impulso, todavía incipiente
pero el primero al fin y al cabo, lo tuve leyendo a Isabel Allende… ¿podría yo
hacer algo similar, me dije? ¿Podría yo contar historias como las de ella?
Copiaba párrafos de sus novelas para aprender… cuántos adjetivos tan intensos,
qué sintaxis tan envolvente, qué encantadores me parecían sus personajes
encantadores y qué retorcidos sus personajes retorcidos. Isabel Allende fue mi
primera maestra… ¡era mi modelo! ¡Cuánto me indigné cuando vi que no le
dedicaban ni un mísero párrafo en la sección de literatura hispanoamericana de
mi manual de historia de la literatura! <b>Alejo
Carpentier</b>, sí, <b>Gabriela Mistral</b>,
y <b>Rulfo</b>, y <b>Borges</b>, y más recientitos <b>García
Márquez</b> y <b>Vargas Llosa</b>,
estupendo… pero ¿dónde dejaban a Isabel Allende? ¿A quién se le había olvidado
incluirla? ¡Esa gente no sabía nada de libros! Aquella jovencísima Sara Mesa no
podía entenderlo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Más
adelante las cosas fueron cambiando y ya con 18 años cayó en mis manos <i>Paula</i>, el libro en que la Allende
relataba la enfermedad y muerte de su hija. Ahí el tufillo empezó a ser
demasiado evidente y una alarmita se encendió en mi cabeza todavía
considerablemente hueca: ¿no era aquello demasiado morboso? ¿Estaba la
escritora tendiéndonos una trampa melodramática? Sin dudar del verdadero dolor
que una madre siente ante una tragedia así, ¿no era aquel libro innecesario? A
mí desde luego me generó rechazo. Me aparté. Y poco después empecé a renegar de
toda su obra. Me da la sensación además de que todo lo que vino después era aún
peor, sustancialmente peor. Pero, ¿tenían aquellas primeras novelas que yo leí
algún valor? Debería releerlas para contestar con propiedad, aunque intuyo que
literariamente hablando no son más que plastiquete del barato (codazo, codazo,
guiño, guiño, para los compañeros <b>Luque</b>
y <b>Moraga</b>). Y sin embargo, seamos justos:
no pasa nada por leer librillos como estos. A esta que les habla no le ha
impedido posteriormente leer otras cosas. Incluso escribir y todo, bajo
premisas estéticas radicalmente distintas. Todo sirve, todo contribuye. Por qué
no. Está claro que Isabel Allende no debía estar en el canon de mi manual de
literatura. Pero quizá tampoco deberían estar otros que conocemos,
contemporáneos nuestros, en los canones de la crítica actual. Si vamos a
ponernos en plan de lapidar a autores (al modo 'naïf' de <i>La vida de Brian</i>, faltaría más) no solo deberíamos ensañarnos con
escritoras como Isabel Allende: otros más encumbrados también se merecerían lo
suyo. Así que todos a comprar bolsitas de gravilla y barbas postizas...<o:p></o:p></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-92225460263116122182013-07-11T08:00:00.000+02:002013-07-11T08:05:40.789+02:00Gala fue mi Beatriz<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkeqWo9c0Tn24w0L57n83-RRZnwWozaN1G7q3xdFbeR79HLvvj5twi4tN2il3rOJ2B_DEWP6Xb2ZWITowyF7VUpo6foAzsMLwPUT2MuNZpLfGuPoONbb3Fy6BGyQ0KEWQuWVUmrcEL2Pw/s1600/agelg+(1).jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkeqWo9c0Tn24w0L57n83-RRZnwWozaN1G7q3xdFbeR79HLvvj5twi4tN2il3rOJ2B_DEWP6Xb2ZWITowyF7VUpo6foAzsMLwPUT2MuNZpLfGuPoONbb3Fy6BGyQ0KEWQuWVUmrcEL2Pw/s320/agelg+(1).jpg" width="192" /></a></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Probablemente el más sentido, afectado y prosopopéyico de nuestros estadistas, Manolo Haro, nos desvela los vergonzantes orígenes de su impostado lirismo: Antonio Gala. No nos extraña que la lectura compulsiva de <i>El cuaderno de la Dama de Otoño </i>haya trastornado tanto a este crítico, meándrico y genial, hasta el punto de que, echadas ya unas cuantas canas, aún habita el galismo en algún lugar de su subconsciente, como se desprende del documento gráfico adjunto a esta particular confesión de juventud.</span></b></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></b></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></b></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Manolo Haro<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">En el año 1988 yo tenía quince años. En el instituto, un hombre sin
cuello y un pijama (sic) a modo de chándal nos impartía clases de Educación
Física. Era un individuo ridículo, fondón y con una voz aflautada cruzada por
la urgencia de un ladrido animal. Nunca lo vi correr. Corríamos nosotros por él
y por el mundo entero. Cuando hicimos los dos mil metros bajo un sol
extrañamente justiciero en el octubre de principios de curso, y algunos nos
aproximamos a la línea de llegada exhaustos y con el bofe fuera, nos daba la
siguiente explicación: “<i>Los síntomas de desfallecimiento después de una carrera
son las arcadas y los vómitos en "escopetaso"</i>”. La belleza vivía lejos de
todo aquello. Nada había en mi vida cotidiana que llenara las ansias de sentir
el limbo majestuoso de lo lírico en las cosas cercanas. Yo, como podrán
inferir, tenía sensibilidad. La biblioteca del pueblo era un lugar a cuyo
interior se ingresaba por un callejón maloliente y oscuro, tapizado por bragas
y pinzas rotas que caían de los tendales del vecindario. Allí dentro me
encontré con el libro de un tipo que me
entusiasmó con su lirismo desmedido, más propio de un adolescente aventajado en
los estudios que de un señor de 55 años. Era el <i>Cuaderno de la dama de Otoño</i>
de <b>Antonio Gala</b>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Lo recuerdo remotamente. Se trataba de una serie de reflexiones en
torno a temas como el amor, la amistad, la poesía y algún que otro asunto de
actualidad dirigidos a esa cursi Dama de Otoño que actuaba de interlocutora
muda para el antojadizo Gala. También andaban por esas páginas unos ñoños
perros a los que el escritor les dedicaba algunas líneas de reconocimiento
cariñoso. Ante la pregunta que me hago hoy de cómo caí bajo los encantos de la
prosa del pseudocordobés, sólo puedo responder que mi mala suerte cruzada por
cierta tendencia al pasteleo "postpúber<i>"</i> me llevó a esta cima del ensayo
lírico. En ciertas ocasiones, al tratar con algunos colegas sobre las lecturas
que nos cambiaron la vida, estos han afirmado que a esa edad descubrieron a
<b>Borges </b>y a <b>Cortázar</b>. En aquella época yo ya había leído los <i>Apuntes
Carpetovetónicos</i> de <b>Cela </b>porque un compañero de la EGB descubrió un filón
para los motes en un libro que apenas entendíamos, aunque nos hiciera reír con
apodos como "Cabezabuque<i>"</i> y estar trufado de pollas y coños que nos
deslumbraban en la apatía general de la disciplina religiosa. Pero, tras la
lectura de este <i>Cuaderno de la Dama de Otoño,</i> mi mirada y cultura
literaria de entonces me llevó a perseguir a Gala en todas las manifestaciones
que tuvieran acomodo en las estanterías de la biblioteca municipal. El
bibliotecario, hombre sensible y amante de <b>Elisabeth Taylor</b> (no en vano un día
me confesó que su ilusión era traer a la actriz a San Juan de Aznalfarache para
homenajearla como ella se merecía), había hecho acopio de todo lo que un joven
de pueblo delicado tenía que leer. Así, dentro de una edición de "lujo<i>"</i> de
Clásicos Hispánicos de la editorial Cátedra, en el prólogo de no sé qué obra
del escritor, encontré una anécdota biográfica que, en lugar de hacerme
odiarlo, lo subió al cielo de lo audaz. En tal estudio introductorio se contaba
que el muchacho recibió la noticia de su licenciatura en Derecho a la temprana
edad de 18 años de boca de su padre una mañana en la que aún estaba en la cama.
Su respuesta fue: “<i>Y para eso me despiertas</i>”. Esta contestación, que hubiera
sido suficiente como para hartar de hostias al "licenciadito<i>"</i> Gala,
provocó en mí un empeoramiento de mi "galismo<i>". </i>Resultado de este nuevo
deslumbramiento: volver a leer el jodido <i>Cuaderno de la Dama de Otoño</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Lo mantuve conmigo todo el curso de 1988-1989. Renovación tras
renovación, el bibliotecario –que, a pesar de ser un fervoroso lector de
Antonio Gala, veía desmedida esa admiración mía por un sólo título– me conminó
a hincarle el diente a otros autores como los <b>Álvarez Quintero</b> o <b>Jacinto
Benavente</b>. Nada. Yo incondicional a mi Dama de Otoño. Incluso, a la manera de
<b>Avellaneda</b>, hice un <i>Cuaderno</i> apócrifo en el que yo también me dirigía a
la Dama de Otoño y le explicaba mi desazón vital en los difíciles años de la
adolescencia. Desconozco quién me salvó de aquella enfermedad. A principios de
los 90, <b>Jesús Quintero</b> entrevistaba a Gala en un programa de Canal Sur llamado <i>Trece
noches </i>que yo veía con devoción. Aquello también era para haberse "matao<i>"</i>;
Quintero fumando en un estudio de televisión, con los ojos entornados
perennemente, haciendo el teatrito de molestar a un Antonio Gala locuaz e
impostado que hablaba sobre los mismos temas de los que trataba mi libro de
cabecera. Lo consideré el súmmum de la inteligencia lírica. Mis padres
no podían creer que yo estuviera clavado delante del televisor como si aquello
fuera el asesinato de <b>Kennedy</b>. Pueden ver en la foto que acompaña el
texto que mi devoción por Antonio Gala aún habita en algún lugar de mi
subconsciente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihMH5TaQkKh4-NwWvR3PedbZGPaYcT3uSKnG5QLvDHtFTjW_jK_JpZgmEGzv9tkC4RGUXXE4docewccx0XzmOsM_TG0w4EtMK-FpZ7UgL4rsD7n6uYb6WNcDlRpPhsO7PX1cA2wygPxEs/s1600/IMG_3364.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihMH5TaQkKh4-NwWvR3PedbZGPaYcT3uSKnG5QLvDHtFTjW_jK_JpZgmEGzv9tkC4RGUXXE4docewccx0XzmOsM_TG0w4EtMK-FpZ7UgL4rsD7n6uYb6WNcDlRpPhsO7PX1cA2wygPxEs/s400/IMG_3364.JPG" width="400" /></a></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">A día de hoy, Gala me parece que ha realizado una labor literaria que
ha satisfecho las querencias de muchas personas heridas de ese lirismo extremo
que sólo me tocó durante una época de mi vida. Cuando el destino hizo
encontrarme con la Gran Literatura y emparentarme con mis amigos letraheridos
más exigentes, desdeñé este sonrojante pasado como lector. No volvería a
hacerlo; lo juro. Pero he de agradecerle que me salvara momentáneamente de las
arcadas y el vómito en "escopetaso</span><i style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">"</i><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"> que anunciaba ese rapsoda empijamado
del que hablé al inicio de la reseña. Lean a </span><b style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Nabokov</b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">, 'my friends', y déjense de
tonterías.</span></div>
Unknownnoreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-58130767450876218062013-07-10T08:00:00.001+02:002013-07-10T08:17:32.782+02:00La adolescencia de la literatura<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinRx5kGiYQiZ-KGlmAmJVYiFVd_s0CXJfjMPTsP-SI-ETpDmFLdlun9qqlqZyIe5tJOI8NbS7v4cDhenOcYtZZ9gR0MBtpw7RUH6bZIep_3OSqn_MCbIfu0noaVB4kkV8Lac5QXHBfFQk/s1600/juan-salvador-gaviota.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinRx5kGiYQiZ-KGlmAmJVYiFVd_s0CXJfjMPTsP-SI-ETpDmFLdlun9qqlqZyIe5tJOI8NbS7v4cDhenOcYtZZ9gR0MBtpw7RUH6bZIep_3OSqn_MCbIfu0noaVB4kkV8Lac5QXHBfFQk/s320/juan-salvador-gaviota.jpg" width="222" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Continuando con las reseñas por el <a href="http://criticoestado.blogspot.com.es/2013/06/iv-aniversario-de-estado-critico.html">IV Aniversario</a> de <i>Estado Crítico</i>, hoy le toca el turno a una lectura vergonzosa clásica de la época adolescente: Richard Bach. ¿Quién no ha visto de joven sus obras <i>Juan Salvador Gaviota </i>e <i>Ilusiones</i> en las estanterias de casa? Juan Carlos Sierra sucumbió a ellas en un tórrido verano. No guarda buen recuerdo pero aquella lectura evitó que nuestro estadista tomara otros derroteros bien distintos a los de la literatura...</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Juan Carlos Sierra</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Debió de ser en el verano del 86, en plena y confusa adolescencia. Por
aquel entonces, en las tórridas e interminables horas de la siesta de un pueblo
de interior, medio manchego medio andaluz, y agotado todo entretenimiento analógico -porque las TIC no habían entrado aún en nuestra vida-, encontré en la casa de
mis padres un libro llamado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ilusiones</i>
de un tal Richard Bach. El callejón sin salida del sol cayendo a plomo y del
tedio de la tarde infinita me llevó a hacer algo que no contemplaba ni en mis peores
pesadillas, ponerme a leer. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Sí, efectivamente, querido lector. Yo era un adolescente que prefería
el jaleo de la calle y los amigos al silencio íntimo de la lectura, que pensaba
que mi trabajo estaría ligado a una portería en un campo de fútbol y no a la
literatura y que -por poner un caso extremo y casi vergonzante- me ahorraba el
esfuerzo de leer los bocadillos de los pocos cómics que por aquellos años caían
en mis manos. Para completar este breve retrato de desorden adolescente, hay
que añadir que, al tiempo que sufría los desequilibrios típicos de una educación
sentimental deficitaria, de los tabúes sexuales y morales del momento y de una
rebeldía porque sí, tenía la carpeta del instituto decorada con una foto de
Lenin y era miembro activo de las Juventudes de Acción Católica, lo cual
contribuía a desarrollar en mí una espiritualidad de catecismo y un ramalazo
pseudo místico muy acentuado.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Con todos estos ingredientes no es de extrañar que una lectura como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ilusiones</i> calara en mí hondamente; hasta
tal punto fue así que al poco tiempo continué con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Juan Salvador Gaviota</i>, otro de los 'best-sellers' del escritor -por
decir algo- estadounidense <b>Richard Bach</b>. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhd7mPsvZmElbK-dx2rlaJPPgNBXI9Lnux5jGjnAikY5K_0MwnbuFlG7oVJFqzT8Q3JgZEyeI_Iefbz3nGWFZ8VS8ofcOM8JykJGtT-w836tWvEPaZvuYhyNddvRNbL6nBrAB8WXkHUM6I/s1600/images%5B3%5D.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhd7mPsvZmElbK-dx2rlaJPPgNBXI9Lnux5jGjnAikY5K_0MwnbuFlG7oVJFqzT8Q3JgZEyeI_Iefbz3nGWFZ8VS8ofcOM8JykJGtT-w836tWvEPaZvuYhyNddvRNbL6nBrAB8WXkHUM6I/s1600/images%5B3%5D.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Del primer libro no recuerdo
apenas el argumento y del segundo me cuesta trabajo ponerlo en pie. Ambos
hechos colocan en mal lugar, empíricamente hablando, tanto a aquellos libros
como al lector novato que por entonces era yo. He tenido que recurrir a <i>Google</i>
antes de escribir este artículo para reconstruir sus tramas. En esta excursión
digital me he encontrado con páginas donde se recogen frases de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ilusiones</i>. Mientras las leía
atentamente, el severo juez de uno mismo que llevo dentro le gritaba a aquel
adolescente: ¡ridículo, cursi, empalagoso, simplón, vacío, filósofo de Tercera
Regional! A la alegoría que plantea Richard Bach en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Juan Salvador Gaviota</i> y a aquel primerizo lector se les pueden
aplicar los mismos calificativos y parecido sonrojo. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Lo curioso, no obstante, de aquella experiencia lectora fue que me
abrió las puertas, quizá por una entrada falsa, al mundo de la literatura,
porque, a pesar del bajísimo nivel literario de aquellos libros que ahora
reconozco con vergüenza torera, a aquel adolescente despistado de mediados de
los ochenta le cuadraron y le ajustaron como anillo al dedo. También he de
agradecerles que contribuyeran a que abandonara los vestuarios cargados de
testosterona del fútbol patrio, vendiera mis guantes de portero y me retiraran
de las Juventudes de Acción Católica.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">No sé si recomendaría ahora a un adolescente alérgico a la lectura que
se aventurara con aquellos títulos. Quizá los tiempos no están para novelitas ñoñas
fronterizas con lo peor de los libros de autoayuda. Aunque nunca se sabe. Todavía
en algunos listados de lecturas recomendadas para adolescentes está <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Principito</i>, que también se las trae.
Pero, como diría Irma la Dulce, esa es otra historia.</span></div>
Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-66903315166671012112013-07-09T08:00:00.000+02:002013-07-09T08:00:01.774+02:00Como Nick Hornby pero sin churra<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtqwO3q6J88x9i0ZmybtyAF6vKU0q7vmaD2z5brP3hYbvOb3ApN40g5wJS6qM_J4Vx_N0vrIZAj5tp9-RyLCiabhdY8EsGAYXyrZdX1-DKr3RCwuBO58zoI0d3czMcYXF-TGAghkgnxqc/s947/el-diario-de-bridget-jones-9788497592604.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtqwO3q6J88x9i0ZmybtyAF6vKU0q7vmaD2z5brP3hYbvOb3ApN40g5wJS6qM_J4Vx_N0vrIZAj5tp9-RyLCiabhdY8EsGAYXyrZdX1-DKr3RCwuBO58zoI0d3czMcYXF-TGAghkgnxqc/s320/el-diario-de-bridget-jones-9788497592604.jpg" width="211" /></a></div>
<span style="line-height: 24px;"><b>Que nuestro estadista José María Moraga es un britanófilo empedernido, es de sobra conocido. Pero de ahí a que sea capaz de tragarse cualquier producto que proceda de la Pérfida Albión hay un paso. Pero aquí lo tenemos confesando su devoción por <i>El diario de Bridget Jones</i>, una obra que le ayudó a entender a la mujer inglesa. A la mujer </b></span><span style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;"><b>treintañera gorda, borracha, fumadora compulsiva, torpe y con el reloj biológico disparatado, claro.</b></span><br />
<span style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px;"><br /></span>
<span style="line-height: 24px;"><b>José María Moraga</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Desde el respeto, supongo que las feministas se habrán horrorizado con
el título de esta reseña, y primero que nada me apresuro a darles la razón:
antes de que a <b>Germaine Greer</b> o a algún discípulo de <b>Lacan </b>o de <b>Freud </b>(si es
que quedan)</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">les dé por tratar de
castrarme a mí, confesaré la injusticia de tal título. Pido perdón por
semejante barbaridad: ¡decir que <b>Helen Fielding </b>viene a ser una versión de <b>Nick
Hornby</b> menos la churra! ¿Cómo he podido? Cuando todo el mundo sabe que Nick
Hornby es infinitamente mejor escritor que Helen Fielding…</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Lo cual no quita que la novelista inglesa haya escrito unos libros muy
divertidos, dignísimos continuadores de la tradición satírica de su país, con
un sesgo claramente femenino pero altamente disfrutables por todos los sexos
(creo que hay siete, según <b>Kurt Vonnegut</b>). La comparación con Nick Hornby no
debería haber sido autor con autor sino libro con libro: así, por impresionista
e imprecisa intelectualmente que mi apreciación resulte, el punto de partida de
mi afición a Bridget Jones es su razonable paralelismo con otro personaje
desafortunado en amores: el Rob Fleming</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">
</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">de <i>Alta fidelidad</i>, nacido igual que Bridget en 1995, en plena época del
‘cool Britannia’.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Ambos personajes son enamoradizos hasta la patología; ambos idealizan
a sus parejas pero saben muy bien con quién quieren compartir su vida en
realidad. Ambos son perdedores en el sentido ‘loser’ del término: tienen
pandillas de amigos bastante peculiares, los dos tienen un éxito moderado en
trabajos mediocres que sin embargo les placen bastante. Los dos tienen familias
que los acosan con el tema de sentar la cabeza.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Cuando estaba leyendo <i>Alta fidelidad</i>, con veinte años, creo, no paraba
de pensar: “¡Dios mío! ¡Como este libro caiga en manos de una mujer estamos
perdidos!”, porque me pareció que exponía la masculinidad del revés, como un
calcetín. Allí estaban al desnudo todos nuestros miedos, ansiedades, pequeñas
ridiculeces, que a diario tratamos de cubrir con una supuesta coraza, especialmente
en temas de amores. Cuando leí <i>El diario de Bridget Jones</i> (1996) dos años
después, sentí que estaba ante el equivalente femenino de Rob, vaya -ahora sí-
el término sin la más mínima intención de desdoro. Sentí esto, porque, además
de las similitudes ya apuntadas, ambos eran ridículos hasta resultar
entrañables, y muy obsesivos ambos: Rob con sus listas de canciones y Bridget
con su diario. Supongo que habrá aglomeraciones para rebatirme este
razonamiento, cuya veracidad nunca podré constatar porque nunca llegaré a
sentir lo que siente una mujer, pero hasta donde llega mi intuición, creo que
no es mal punto de partida para empezar a valorar <i>El diario de Bridget Jones</i>.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Por tanto, no se me ocurre mejor libro para una reseña-aniversario, si
como dijo <b>Cotta</b>, se trata de hablar de “<i>obras que, porque eran malas o por lo
que sea, no deberían haber[nos] gustado</i>”. A mí <i>El diario de Bridget Jones</i> no
debería haberme gustado porque soy un tío, y en principio no pertenezco a la
población-objetivo de lectores que probablemente Helen Fielding</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">y los de Picador tenían en mente cuando la
editaron. La novela no es mala: es buenísima: un excelente ejemplo de
literatura de género (de un género, la 'chick-lit’, que contribuyó a popularizar
hasta lo que es hoy) pero que puede llegar a satisfacer los paladares más
variopintos. No hace falta ser una mujer treintañera gorda, borracha, fumadora
compulsiva, torpe y con el reloj biológico disparatado para sentir empatía
hacia una mujer treintañera gorda, borracha, fumadora compulsiva, torpe y con
el reloj biológico disparatado. Antes bien, cualquiera con sentido del humor y
un mínimo conocimiento de las convenciones sociales disfrutará a carcajadas de
un libro tan bien escrito y (entiendo que) tan realista. Si Carrie (<i>Sexo en
Nueva York</i>, 1997) quiere unos zapatos de <b>Manolo Blahnik </b>que cuestan miles de
dólares y Belle (<i>Las aventuras íntimas de Belle de Jour</i>, 2005) se gasta miles
de libras esterlinas en lencería para calentar a sus clientes, Bridget se
conformará con unos peniques para comprarse una botella de vino barato para
irse a llorar a su cuarto, aunque en su cándido interior sueñe con los mismos
artículos de lujo y experiencias fantásticas que las otras dos ‘glamazonas’.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">El gran acierto de <i>El diario de Bridget Jones </i>me sigue pareciendo, más
de una década después de haberlo leído, ese formato de diario. Una historia
puede verse esclavizada por su carácter epistolar o diarística, pero en este
caso el pequeño formato del diario da alas a las vivencias/ocurrencias de
Bridget. Lo que empieza como una resolución firme (dejar de fumar, beber menos,
mostrarse fría ante los hombres) en una entrada del diario puede quedar
sardónicamente obliterado ante la “cuenta de cadáveres” </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">(unidades de alcohol, calorías y cigarrillos
consumidos) de la entrada siguiente, exponiendo la debilidad de Bridget, que
puede ser la de todos nosotros. Por otro lado, y antes no de la invención de
internet pero sí de su hegemonía (no digamos de la web 2.0 de <i>Facebook </i>o
<i>Twitter</i>), cada entrada del diario puede ser una excelente cápsula de
información con sentido completo, yendo del aforismo al relato breve, según
convenga al desarrollo de la trama, que tan a menudo juega también con las
elipsis (¿por qué no escribe Bridget en tal fecha?, etc).</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><i>El diario de Bridget Jones </i>me encantó, me divertí muchísimo leyéndola,
y sucumbí al guiño British-cultureta de la importancia de <i>Orgullo y prejuicio</i>
de <b>Jane Austen</b> en toda la trama. Tanto fue así que me leí también la segunda
parte <i>Bridget Jones: Sobreviviré</i> (1999), igualmente divertida y acertada en el
tono y la finura de las observaciones de Bridget aunque quizás sensiblemente
más floja en cuanto a argumento. Pero ¿qué más da? Esto es literatura para
disfrutar. ¿Mala? Al contrario: ¡buenísima! Promete una cosa y la cumple a las
mil maravillas, y no aliena a media humanidad de potenciales lectores, como ha
hecho -por ejemplo- la trilogía de Grey.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">La primavera pasada, antes de pensar siquiera en esta
reseña-aniversario, nos alegrábamos con la noticia de que Bridget vuelve, de
que Helen Fielding va a continuar su historia (que parecía más o menos
felizmente cerrada) con otra novela el 10 de octubre, <i>Bridget Jones: Mad About
the Boy</i> (sin traducción, por el momento, al español). Poderoso caballero será
don dinero que hace resucitar un personaje que funciona perfectamente en caja
(y en taquilla: no olvidemos que ya hay dos películas y que no hay dos sin
tres), pero ¿quién se resiste a ver si Helen Fielding tiene todavía el ‘knack’,
la rara habilidad de tomarles el pulso a las mujeres y hombres de su tiempo?
¿Quién no quiere ver a Bridget años después, probablemente con los mismos
problemas u otros nuevos, en la era de Internet? ¿Acaso no resucitoó <b>Conan
Doyle</b> a Sherlock Holmes? ¿Acaso no sacó <b>Cervantes </b>una segunda parte de <i>El
Quijote</i> una década después?</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Para redondear mi confesión: hace doce años me encontraba de Erasmus
en Inglaterra y ligaba menos que la gata del Vaticano. Entonces un amigo
norteamericano me regaló -con toda la retranca- <i>El diario de Bridget Jones</i>
“para ayudarte a entender a la mujer inglesa”. Empecé a leer la novela como una
broma y aquí me tenéis recomendándola. Apuntadme en la cola para la que sale en
octubre.</span></div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-58658442730265668722013-07-08T08:00:00.000+02:002013-07-08T08:00:01.587+02:00Soy hijo del Gabo y de San Tranquilino<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdoCoRLgwAQqdd_5aP2WLC19iIYU9WSINN1SEiq-_UsG4d3VlmlvxQ6MSnYRp34V-_gU-3xFs0nG4RlE6nvpK1Man5EmLPLgeiepFHSygSRXClZbQnm7Ic4Uw8kid8X5bHBuGzqgE9_ZE/s320/7.-El+amor+en+los+tiempos+del+co%CC%81lera.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdoCoRLgwAQqdd_5aP2WLC19iIYU9WSINN1SEiq-_UsG4d3VlmlvxQ6MSnYRp34V-_gU-3xFs0nG4RlE6nvpK1Man5EmLPLgeiepFHSygSRXClZbQnm7Ic4Uw8kid8X5bHBuGzqgE9_ZE/s320/7.-El+amor+en+los+tiempos+del+co%CC%81lera.jpg" width="210" /></a></div>
<div style="text-align: left;">
<b style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px; text-align: justify;"><br /></b></div>
<div style="text-align: left;">
<b style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px; text-align: justify;">No es que leer a Gabriel García Márquez sea, en principio, algo de lo que avergonzarse, pero indudablemente <i>El amor en los tiempos del cólera</i> es su obra más controvertida entre los críticos. Catalogada por muchos como un texto ñoño, propio de un culebrón, nuestro estadista Jabo H. Pizarroso se atreve a confesar su adicción a esta novela y cómo su recuerdo aún perdura.</b></div>
<div style="text-align: left;">
<b style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px; text-align: justify;"><br /></b></div>
<div style="text-align: left;">
<b style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px; text-align: justify;"><br /></b></div>
<b style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px; text-align: justify;"><br /></b>
<b style="font-family: Georgia; font-size: 15px; line-height: 22px; text-align: justify;">Jabo H. Pizarroso</b><br />
<div style="text-align: right;">
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 22px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: right;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 22px;"><span style="font-size: x-small;">"<i>El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas</i>", </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: right;">
<span style="font-size: x-small;"><b style="font-family: Georgia; line-height: 22px;">Gabriel García Márquez </b><span style="font-family: Georgia; line-height: 22px;">(</span><i style="font-family: Georgia; line-height: 22px;">El amor en los tiempos del cólera</i><span style="font-family: Georgia; line-height: 22px;">)</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Tras vestirse de Liquiliqui venezolano, recibir el Nobel en el año
1982, y fotografiarse con el</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Felipe González</b></span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">de la pana
transicionera y la bodeguita preburbuja inmobiliaria, el Gabo se encerró en su
casa de Cartagena de Indias y le metió mano a la novela que soñaba con escribir
desde hacía grande tiempo atrás.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>El amor en los tiempos del cólera</i></span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">es a</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Gabo</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">lo que</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>Las mejores intenciones</i></span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">es a</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Bergman</b>,</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">o</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>La forja de un rebelde</i></span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">a</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Barea</b>.</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Gabo busca a sus padres en este
libro y trenza una historia de amor melodramática, un culebrón latinoamericano,
algo que bien podían haber firmado</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Dago García</b></span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">o incluso</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Fernando Gaitán</b>, el libretista de</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>Café con aroma de mujer</i>, o</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>Betty, la fea</i>, un relato enraizado en una historia de
amor oculto entre dos personas que dura</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">toda la vida,</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">y que empieza y acaba como lo hacen los boleros...</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> "</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">¿<i>Y hasta cuando cree usted que
podemos seguir en este ir y venir del carajo?- le preguntó. Toda la vida-,
dijo</i>."<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Fermina Daza</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">fumando
cigarrillos mentolados en un baño de porcelanas porcelanosas de nácar mientras</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Juvenal Urbino</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">desrrama a un loro que se le
ha escapado a una palmera real, y Florentino Ariza desvirga a una colegiala de
trenzas meándricas y kilométricas antes de hacerle el amor y antes de
devolverla a la escuela en medio de un caribe de calimas, Úrsulas, Aurelianos y
Coroneles que no tienen quienes les escriban. Esta obra del Gabo, decimonónica
y daguerrotípica, donde las colchas de cama, los abalorios, las estancias, las
galerías de las casas y los alientos huelen a mora y a alcanfor, huelen a
trementina y </span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">a acetona, es un
melodrama suavón, simple, cursi y lleno de orfebrería literaria 'made in' garcía-marquez-pop. Según el Gabo es su mejor libro. Y yo estoy de acuerdo con
él. García Márquez aquí homenajea ese género del amor y la lágrima que llena
las televisiones de medio mundo desde los años ochenta y que viene firmado por
escritores y escritoras de latinoamérica. La historia de un hombre que jura
amor eterno a una mujer a la que esperará durante toda la vida para seguir
demostrándole que le amó en ella, que le amó en todas y en otras, y que le
sigue amando, es un libro para adolescentes en las nubes, para chavales y
chavalas con pájaros azules en la cabeza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Neutralizado y extasiado por la prosa de Gabo, me aventuré en este
libro antes de meterme al</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Faulkner</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span></b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">de</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>Mientras agonizo </i>entre pecho y espalda como si
de una botella de whisky se tratara, y convertirme en un pez. Me metí en este
libro seudobarroco, seudoalucinante, antes de follarme vivo, lectoramente
hablando, a <b>Reinaldo Arena</b>s y antes de Lezamiarme o ser uno con</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Víctor Hugues</b>, y estar investido
de poderes en un siglo de las luces carpenteriano, antes de</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Eliseo Diego</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span></b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">y</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Jesús Díaz</b>, antes de estar borracho pero acordarme
con</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Viscarra</b>, y me
metí en esa prosa repetitiva del Gabo, esa prosa que no cambia mucho desde que
se asienta para la eternidad en</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>Cien años de Soledad</i>, o felicidad como le vi corregir una vez aquella
cubierta de cátedra, hasta que noté que la picadura del culebrón</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><i>El amor en los tiempos del cólera</i></span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">no se quitaba ni con</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Faulkner, ni con</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Monterroso</b>, ni con</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Camus</b>, ni con</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b> </b></span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>Anais Nin</b>, ni con cualquier otro
antídoto parecido.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Con él único quizá con el que se atemperó la fiebre coleriana, con el
único con el que esa fiebre bajaba algunos grados y me permitía ver, y respirar
y entrar en otras estancias de otras luces y otros olores y otras flores, fue
con</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><b>Thomas Bernhard</b></span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">y fue con</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><b>Baroja</b>, pero era eso, y era otra
vez y nuevamente</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><b>Gioconda Belli</b>,
que es un</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">García Márquez</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">mujer y sandinista, o</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><b style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Ana Istarú</span><span style="font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> </span></b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">que es un Gabo centroamericano, o
incluso</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><b>César Vallejo</b>,
que es un pregabo, pero pasó el tiempo y ya desde el centro justo del caimán,
desde Camagüey e incluso desde Isla de Pinos, pude gritar y reír <b>Roque
Dalton</b>, pude exclamar también</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><b>Desnoes</b>,</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><b>Roberto Arlt</b>,</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><b>Cortázar</b>,</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><b>Pizarnik</b>, y</span><span style="font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><b>Raúl Hernández Novás</b>, pero siempre
quedará en mi retrogusto literario un amargo y maravilloso sabor de almendra
que me llevará sin cita previa, con nocturnidad, alevosía, y dolo hasta esta
novela que comienza de una manera inolvidable y que es para mí como una
letanía, un rezo, una sura de almuecín, una oración susurrada al oído, un algo
que no sucumbe al olvido ni derrumba el tiempo,… Era inevitable: "<i>El olor de las
almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados</i>."</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<o:p></o:p></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<o:p></o:p></div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-48519042627139373702013-07-05T08:00:00.000+02:002013-07-05T11:10:19.805+02:00¿Vos te acordás, Mario? <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8PJUcvgLCuNO3MZzKTImkqzg9tvOAEoTk39uyCJrKxp11yMEF3j7-rV-wzmhT7dpazLmodPhs4i39g3wUps3TFY_on1Au4mlQg3B99u5h8yn6rLdBpwPiQsL9o9AVtVGoyIYtaqZsXgw/s286/Primavera.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8PJUcvgLCuNO3MZzKTImkqzg9tvOAEoTk39uyCJrKxp11yMEF3j7-rV-wzmhT7dpazLmodPhs4i39g3wUps3TFY_on1Au4mlQg3B99u5h8yn6rLdBpwPiQsL9o9AVtVGoyIYtaqZsXgw/s320/Primavera.jpg" width="196" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;"><b>Alejandro Luque realiza hoy un verdadero esfuerzo crítico para justificar su amor adolescente por la literatura de Mario Benedetti. </b></span><b style="font-family: Georgia;">De hecho, nuestro estadista ofrece en la presente reseña tantísimos argumentos que casi nos ha convencido a todos de que <i>Primavera con una esquina rota</i> es una novela no sólo meritoria sino de lectura recomendable. </b><b style="font-family: Georgia;">Y confiamos desde aquí que este cántico a la obra del uruguayo sirva para que la amiga de la madre de nuestro estadista le devuelva el ejemplar que prestó en su día y nunca recuperó.</b></div>
<span style="font-family: Georgia;"><b><br /></b></span>
<span style="font-family: Georgia;"><b><br /></b></span>
<span style="font-family: Georgia;"><b>Alejandro Luque</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Quienes me conocieron a los 17 años pueden acreditar dos cosas: que lo
de mis rizos en cascada no es una leyenda urbana, y que fui uno de los más
fervorosos, por no decir "hartibles", divulgadores de la obra de <b>Mario Benedetti
</b>que hayan conocido. Durante mucho tiempo me dediqué a reunir minuciosamente
toda su bibliografía –poesía, relatos, novelas, teatro, crítica, periodismo–,
vi cuarenta veces <i>El lado oscuro del corazón</i>, acudí a todos los cursos de
verano en los que participaba e incluso llegué a ir a Alicante en autobús
(cuando <b>Mariluz </b>todavía no había nacido) para asistir durante una semana a una
serie de clases magistrales impartidas por él y no despegarme en todo ese
tiempo de su vera. Sí, el uruguayo me parecía el no va más, la síntesis
perfecta de sensibilidad, compromiso y exigencia literaria, hasta el punto de
que llegué a imitarle en poemas en los que voseaba y usaba localismos
montevideanos.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Con el tiempo, claro, estos criterios fueron modificándose
significativamente. Empecé a detectar carencias, a acusar el abuso de
edulcorante en muchos de sus textos, a cansarme del tono 'naïf' de sus poemas
(incluyendo la conmoción ante el horroroso comienzo de aquel que decía “<i>Cuando
<b>Ayrton Senna </b>se inmoló en Imola...</i>”) o del dogmatismo de sus opiniones, y a
acercarme, como suele ser natural, a otros maestros. Defender a Benedetti dejó
de ser 'cool', mientras que <b>Borges </b>u <b>Octavio Paz</b> -tan mal vistos entre el
progrerío en el que me movía- sí empezaban a serlo. Seguí leyendo los nuevos
libros que iba sacando hasta el final de su vida, pero ya con más sentido de la
lealtad que verdadero interés.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">A la hora de elegir una novela que me haga dar la cara –aun a riesgo
de que el rubor me invada– he evitado la tentación de señalar <i>La tregua</i>,
que sigue pareciéndome en algunos aspectos muy interesante, y me he decantado
por la menos defendible <i>Primavera con una esquina rota</i>, la primera que
leí, la primera que me cautivó, la que me pidió prestada una amiga de mi madre
y no me devolvió jamás. La obra, como recordarán, se articula a través de
capítulos narrados alternativamente por distintos personajes: Santiago,
revolucionario apresado y sometido a todo tipo de abusos por los milicos;
Graciela, su mujer; Don Rafael, su padre; Beatriz, su hija; Rolando, viejo
conocido del matrimonio, que se convertirá en amante de Graciela mientras el
esposo está preso; y el propio Mario Benedetti, que narra en primera persona su
experiencia como exiliado.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Hay algo que ni siquiera los más corrosivos detractores de Benedetti
pueden negarle: la posesión de un estilo propio e inconfundible. Lo malo
es que ese tono se infiltra absolutamente por todas partes, de tal suerte que
todos los personajes, la niña, el abuelo y cómo no el propio escritor, acaban
hablando exactamente igual. Pecado mortal que sigue echando a perder tantas
novelas, pues uno de los atributos esenciales de un buen personaje es que tenga
su propia voz, armonizada con la voluntad de estilo del autor.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">También puede echársele en cara a Benedetti cierta idealización de los
personajes, pero eso me parece un reproche secundario. El uruguayo me parece
una buena lectura para adolescentes (y para adultos necesitados de cierta base)
porque en algún momento todos necesitamos saber quiénes son los buenos y
quiénes los malos. Ya habrá tiempo para matizar esas diferencias, para tratar
de comprender al adversario o las razones por las cuales algunos países toman
inquietantes derroteros. Pero ahí se trataba de contar, y de hacerlo alto y
claro, que una serie de sangrientas dictaduras latinoamericanas persiguieron,
encarcelaron, torturaron, saquearon y dispersaron en el exilio a sus opositores
políticos, violaron a sus mujeres, vendieron a sus hijos, durante décadas. Todo
eso no es, que yo sepa, objeto de discusión histórica, y Benedetti supo ver que
la novela era el vehículo adecuado para plasmarlo, como los poemas lo fueron
para enarbolar consignas en la calle, y los artículos periodísticos para
polemizar políticamente. <o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Hay dos motivos más para ensayar una defensa del autor de <i>La
muerte y otras sorpresas</i>. Uno es su esfuerzo por hacerse inteligible para
todos, por “socializar” la literatura más allá incluso de lo que lo hicieron <b>García
Márquez</b> o <b>Cortázar</b>. Si a alguien le parece empresa sencilla, le invito a que
pruebe en casa a escribir a la vez llano pero estiloso, y con un resultado tan
ameno para la abuela como para el sobrino cani. El otro argumento se
refiere a una poderosa impresión que me asaltó cuando viajé, hace ya unos años,
a Montevideo: observando a los transeúntes en el Mercado del Puerto o en la
Plaza Independencia, comprobé que no se parecían a los personajes de <b>Onetti</b>, ni
a los de <b>Felisberto Hernández</b>, ni a los de <b>Mario Levrero</b>, sino a los grises,
melancólicos y sentimentales burócratas que habitan las páginas de Mario
Benedetti.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;">Tanto tiempo después, no tengo ánimos para recomendar novelas como
ésta a quienes me piden consejo, pero tampoco las rubricaría con ningún 'vade
retro'. Creo que a Benedetti, como a los primeros maestros, hay que leerlo para
huir pronto de él. Y por qué no, volver después sobre sus páginas, y comprobar
que algo de su talento, de sus valores y de su fe en la literatura siguen en
pie, a pesar de todo. <o:p></o:p></span></div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-32843103813808632522013-07-04T08:00:00.000+02:002013-07-04T08:00:03.475+02:00Cocodrilos en la playa<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgD6oJIjlrxmDbSRsSVJjhCsY7SUwzRker1dwLcXdvAvS-71ihZaIL3BBwpLhyphenhyphenZxqqwghJNNO9zJ4EUsrfNtN7Ob3ut1rPQ-OZBd5XNqvkpMnpSSHemTv2G3z0gfaKvAYHMIyUAU4n-gXE/s613/cocodrilos.txt.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgD6oJIjlrxmDbSRsSVJjhCsY7SUwzRker1dwLcXdvAvS-71ihZaIL3BBwpLhyphenhyphenZxqqwghJNNO9zJ4EUsrfNtN7Ob3ut1rPQ-OZBd5XNqvkpMnpSSHemTv2G3z0gfaKvAYHMIyUAU4n-gXE/s320/cocodrilos.txt.jpg" width="208" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia;"><b>Cuando se publicó el 'best seller' de Katherine Pancol <i>Los ojos amarillos de los cocodrilos</i> se anunciaba en su faja: "Una novela que no deja a nadie indiferente". Y nuestro estadista José M. López no iba a ser menos. Obligado a leer dicha obra para evitar un conflicto familiar playero, el crítico se tuvo que terminar tragando gran parte de los prejuicios que tenía. He aquí la vergonzante pero divertida crónica de aquel caluroso verano rodeado de suegras y cocodrilos...</b></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><b>José M. López</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Como todos sabemos, el verano es época propicia para saborear, por
fin, toda una lista de libros apetecibles a los que teníamos pensado hincar el
diente durante el invierno pero que, por diferentes causas, no tuvimos el
tiempo necesario para leer. Debo confesar que nunca he sido un aficionado
radical a la playa, pero, con el tiempo, y debido, en parte, a que mi pareja sí
lo es, he aprendido a enmarcar una de mis actividades preferidas, la lectura,
en ese extraño entorno de sombrillas, arena y chiringuito. Es más, yo no me
limito, a pesar de la tendencia general, a leer en la playa libros livianos y
de poco peso. He aprendido, con el tiempo, a compaginar aquel contexto lúdico y
soleado con plúmbeas y apasionantes lecturas de esas de desgarrarte el seso.
Poco a poco, toda aquella irritante coyuntura que rodeaba mis estancias en la
costa se ha ido transformando en un entrono apacible, e incluso potenciador de
la concentración necesaria para una agradable tarde de lectura: lo que antes
era el fastidioso grito de una madre a su hijo, se torna ahora en ronroneo de
fondo necesario para mi abstracción; el antiguo sopor de la canícula es ahora una idónea sensación
térmica que me mantiene alerta ante las vicisitudes de la narración; hasta
necesito, cada quince o veinte minutos, la interrupción producida por el golpe
de una pelota de playa que me golpea furtiva como un necesario descanso tras la
lectura de ciertos párrafos de especial intensidad. Bueno, pues aquella mañana
de julio bajaba yo a la playa, mi libro cómodamente colocado entre el protector
solar y las paletas, para empezar a disfrutar de mi primera lectura estival,
pero, amigo Sancho, con los hados, o, más bien, con la familia, nos tuvimos que
topar. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Cuando llegué a la arena, la familia de mi novia tenía ya
perfectamente erigida su empalizada de sombrillas y sillas de playa. Ya hacía
algunos años que me habían otorgado el privilegio de penetrar en ella, pues
antes tenía que conformarme con acampar en los alrededores, como soldado
advenedizo que aspira a conseguir ese honor. Pues bien, una vez dentro, y tras
montar mi propia infraestructura defensiva, me dispuse a sentarme y a relajarme
con mi ansiada lectura. Pero entonces observé a mi suegra leyendo una novela en
cuya portada había un extraño dibujo de un cocodrilo con un ojo amarillo. Como
no podía ser de otra forma, me dispuse a preguntarle por el libro, y ella
contestó con un ciceroniano laudo hacia él. Tras ello, y como imponen las
normas de cortesía, yo solté un “<i>bueno, pues habrá que leérselo</i>”. No di yo más
importancia al asunto, hasta que la tarde siguiente mi novia se acercó con el
cocodrilo de ojos amarillos en la mano y me dijo: “<i>toma, mi madre ya se lo ha
terminado, dice que te lo presta</i>”. ¡Maldita cortesía, maldita familia y
malditos hados! Tenía que posponer mi lista de lecturas ansiadas en pos de una
novela de la que ya había oído hablar, y
sobre la que, debo decirlo, volcaba todos y cada uno de mis prejuicios
literarios: éxito de ventas, autora de mediana edad, extremadamente 'cool' y,
además, francesa. Vamos, una novela de
mujeres para mujeres, y, encima, con
título absurdo que nada tenía que ver con su argumento. Bueno, lo mejor
sería acabar con ella cuanto antes, pero, oh Dios, otra nueva bofetada terminó
de descorazonarme: tenía cerca de seiscientas páginas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Con sumo cuidado me fui adentrando en la historia de Jo, una mujer
casada y con dos hijas, que nunca ha tenido la entereza de valerse por sí
misma, de dar rienda a sus sueños y poner en práctica toda una serie de
proyectos que le apasionan y aterran a la vez. Esta mujer se ve abandonada por
su marido, por lo que no le queda más remedio que encarar la vida, y
estrangular de una vez sus miedos e inseguridades. Al principio, me mostraba
reacio ante una historia que me parecía tópica y perfectamente diseñada para un
tipo de lector/a muy concreto. Sin embargo, poco a poco, y ayudado por la
calidez de una prosa nada torpe, me fui interesando por la protagonista, que si
bien al principio me pareció estereotipada y anodina, va ensanchándose con el
devenir de las páginas, y cobra una profundidad y calidez humanas
considerables. La débil ama de casa que empieza la novela nada tiene que ver
con la mujer que encontramos al final del relato. Jo se ha convertido, como la
dama medieval que protagoniza la novela
que ella misma escribe, en una heroína cotidiana, a la que hemos acompañado
desde el principio, nos hemos reído con ella, hemos sufrido por ella, e
incluso, debo reconocerlo, nos hemos emocionado con ella. La narradora ha
podido conmigo, me ha manipulado, y me ha obligado, a mi pesar, a encariñarme
de esta antiheroína, de esta <b>Woody Allen</b> a la francesa. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">La autora sabe perfilar la personalidad de su protagonista haciéndola
interesante más que por sus virtudes, por sus defectos. Y estas características
que en Jo son profundamente femeninas, trascienden lo particular y se vuelven,
en mi opinión, universales, lo que provoca que no me sienta excluido para nada
de la historia, y permite que, a pesar de las circunstancias propias del sexo,
termine identificándome con esta mujer bondadosa y algo bobalicona. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Sin embargo, y a pesar de que toda la novela gira entorno de la
protagonista, encontramos una amplia fauna de personajes no siempre cincelados
con la misma fortuna. Muchos de ellos, sobre todo los personajes masculinos,
son tipos de una personalidad plana, meros monigotes caracterizados normalmente
por un solo defecto. El amante de su hija, por ejemplo, es el típico donjuán
patético y engreído; su padrastro, un primitivo nuevo rico de carácter simplón;
sus hijas, una la cariñosa y sensible, la otra la harpía con visos de futura 'femme fatale'. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Otro de los aspectos que, en mi opinión, lacra la historia, es su tono
excesivamente 'naif'. A pesar de la crueldad de algunas situaciones, siempre hay
una amiga para consolar a la protagonista o un caballero andante de jersey de
cuello alto que termina salvándola. Hay que reconocer que el excesivo
“buenismo” de algunos personajes y la desmesurada sensiblería de algunas
escenas no hicieron más que apuntalar los prejuicios que albergaba antes de
acercarme al libro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia;">Sin embargo, y pesar de estos vicios propios de toda obra que aspira a 'best seller', tengo que reconocer que ese inicio de verano, mientras
me embriagaba el olor a la brisa salada y a filetes empanados, disfruté con la
lectura de este libro. Y es que, a veces, un personaje salva una novela. Y debo
admitir que la escritora da vida en el libro a una protagonista con un grado de
humanidad tal, que, meses después de haber leído la novela, no estaba seguro de
si el personaje de Jo pertenecía a una novela, lo había visto en alguna serie,
o es que realmente había conocido a esa mujer.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Al final, y una vez terminada la novela, me di cuenta de que su
lectura</span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">no había resultado una
experiencia tan traumática como esperaba. Cerré el libro y observé con los ojos
entornados a esa extraña gente que me rodeaba y que yacía tostada sobre sus
toallas.</span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%;">Enterré un poco más mis pies en
la abrasante arena y, me quedé dormido acunado por la extraña melodía que
conformaban el romper de las olas sobre la orilla y el agudo silbato del
vendedor de cuñas de Sanlúcar.</span></div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-68300775884709030112013-07-03T08:00:00.000+02:002013-07-03T08:12:59.179+02:00No siento las letras<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWbYzY7uRV04T6qPEk3n3T1fyl0TTBr1BYLumODmO2CvFAmAto_yZk3993BqYvpoPqxPG02Wqwqh0r8KBfQO4ch2d9jjfIIZ7qzZAdHQut-uX2zizOGrN7MJRlueP4vAU0tTvkw8TUqcE/s524/372642.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWbYzY7uRV04T6qPEk3n3T1fyl0TTBr1BYLumODmO2CvFAmAto_yZk3993BqYvpoPqxPG02Wqwqh0r8KBfQO4ch2d9jjfIIZ7qzZAdHQut-uX2zizOGrN7MJRlueP4vAU0tTvkw8TUqcE/s320/372642.jpg" width="214" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-weight: bold;">Estamos convencidos de que la mayoría de vosotros no sabía que Sylvester Stallone se había metido a novelista. Al menos, por una vez en su vida, con este</span><i style="font-weight: bold;"> Paradise Alley</i><span style="font-weight: bold;">. Pero a nuestro crítico Fran G. Matute no se le escapó en su día la ocasión de comprobar el potencial literario de uno de los iconos de su juventud. Y lo peor de todo es que quedó gratamente sorprendido. He aquí la crónica por la que nuestro estadista más americanizado perderá el poco respeto que le quedaba.</span><br />
<span style="font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-weight: bold;">Fran G. Matute</span><br />
<span style="font-weight: bold;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque la historia es sobradamente conocida, nunca está de más recordarla por si hubiera algún despistado. En la ceremonia de entrega de los Oscars correspondientes al año 1976 se produjo un hecho insólito. Un absoluto desconocido, que debutaba con una película de bajo presupuesto que él mismo había escrito y protagonizado, se presentaba aquella noche con diez nominaciones. Contra todo pronóstico, esa película no sólo ganó cuatro Oscars -incluido el de mejor película- sino que se convirtió en un éxito mundial. La película se llamaba <i>Rocky</i>. Hasta aquí la historia oficial. La "otra" historia, más "interesante" si así se quiere ver, es la que cuenta que la verdadera anomalía de aquella noche fue que ese debutante desconocido estaba nominado, a título personal, como mejor actor y como mejor guionista. Desgraciadamente no ganó ninguno de ellos, pero el mero hecho de estar nominado a ambas categorías por la misma película era una carambola del destino que sólo había ocurrido anteriormente en dos ocasiones: con <b>Charles Chaplin </b>y <b>Orson Welles</b>. <b>Sylvester Stallone</b> se colocaba así, de sopetón, a la misma altura que los más grandes cineastas del siglo XX.<br />
<br />
En la entrevista que <b>Peter Knobler</b> le hizo a Stallone en enero de 1977 para la revista <i>Crawdaddy</i> se pudo leer la siguiente reflexión acerca de su actuación en <i>Rocky</i> (la traducción, lamentablemente, es mía): "<i>Quizás se deba a que es la primera vez que hemos visto su rostro en la pantalla grande, o quizás sea porque estamos ante un trabajo verdaderamente inspirado, pero la verdad es que una vez vista la película se queda uno con la sensación de que Stallone no está realmente actuando. (...) Porque si estamos ante una verdadera actuación, probablemente sea la mejor del año (...).</i>" No iba muy desencaminado Knobler en su primer análisis y eso que sólo le bastó ver un pase privado de <i>Rocky </i>para olerse la tostada. Con el tiempo supimos que Stallone no había nacido, precisamente, para actuar.<br />
<br />
Pero ¿y como guionista? ¿Tenía Stallone algún talento para escribir o el guión de <i>Rocky </i>también fue un golpe de suerte? Hay igualmente una intrahistoria detrás de dicho guión. Se cuenta que Stallone lo escribió en tres desesperados días, tras presenciar el famoso combate de boxeo entre <b>Ali </b>y <b>Chuck Wepner</b>, y que no dejó que el guión viera la luz si no lo protagonizaba él mismo a pesar de las grandes sumas de dinero que le ofrecían los estudios por comprarle el material. El caso es que cuando se estrenó <i>Rocky</i>, el impacto mediático fue tremendo. Pero algunos críticos avispados vieron excesivas reminiscencias entre la historia de Balboa y la de <i>Marty</i> (1953), escrita por el gran <b>Paddy Chayevsky</b>. No parecía que Stallone, a primera vista, fuera un guionista tan original. Pero sí que era efectivo.<br />
<br />
Los dos siguientes proyectos en los que Stallone se embarcó tras el éxito de <i>Rocky </i>son bastante interesantes. Por un lado, <i>F.I.S.T.</i> (1978), una muy apañada película que dirigió todo un clásico, <b>Norman Jewison</b>, y que también fue protagonizada y escrita por Stallone, sólo que aquí se hizo acompañar por <b>Joe Eszterhas</b>, que luego terminaría convirtiéndose en el guionista mejor pagado de todos los tiempos y uno de los más prestigiosos de Hollywood. El guión era un verdadero 'tour de force' pues se trataba de una película de dos horas y media que contaba la vida de un sindicalista que ofrecía demasiadas reminiscencias con la historia de ese enigma norteamericano que fue <b>Jimmy Hoffa</b>. Pero la película no alcanzó la fama deseada, de forma que Stallone decidió repetir fórmula (esto de repetir fórmula luego se convertiría en marca de la casa dentro de su filmografía) y se sacó de la manga otro guión con una historia muy parecida a la de <i>Rocky</i>. El film se tituló <i>Paradise Alley</i> (1978) -en España, <i>La cocina del infierno</i>- y aquí el amigo no sólo se conformó con escribirla y protagonizarla si no que se metió también a director y ¡a cantante!, pues el tema principal lo berrea la criatura. Y por fin hemos llegado al origen de la novela que aquí queremos reivindicar.<br />
<br />
La película <i>La cocina del infierno </i>fue un fracaso estrepitoso. Pasó sin pena ni gloria y a la crítica no le gustó demasiado. Lo curioso es que es una cinta que no ha envejecido excesivamente mal y ahora conserva cierto culto por el mero hecho de ser el debut como actor de <b>Tom Waits </b>que incluso canta varios temas en su banda sonora. Se rumorea que el guión de <i>Paradise Alley </i>fue escrito por Stallone antes que el de <i>Rocky</i>, pero no fue capaz de colocarlo entre los estudios. Así que a raíz del 'boom' del "potro italiano", a Stallone se le dio carta blanca y decidió que también podía ser novelista y se atrevió a novelizar, para gusto del respetable, aquel guión que descansaba en el cajón y que contaba la historia de tres hermanos italoamericanos que vivían en el Hell's Kitchen, el duro barrio de Nueva York, de 1946.<br />
<br />
No escapa a nadie que la historia de <i>Paradise Alley </i>presenta muchos elementos en común con <i>Rocky</i>. Ambas están protagonizada por alguien con no demasiadas luces y ambas son historias de superación personal no gracias al cerebro sino a través de la fuerza física. Luego está la ya citada herencia italoamericana y los orígenes humildes. Y si cambiamos el boxeo por la lucha libre, ser cobrador de deudas por ser repartidor de hielo y Philadelphia por Nueva York, tenemos, en esencia, la misma historia de 'underdogs' que tanto gusta a los americanos.<br />
<br />
Sí. Vale. <i>Paradise Alley</i> es prácticamente la misma historia que <i>Rocky. </i>No os voy a engañar. Pero si asumimos lo anterior, tendremos también que compartir las virtudes. Hay una humanidad extraña en los personajes de Stallone. Una pureza que vive en las clases más bajas que él describe y de las que destaca, por encima de todo, la capacidad de trabajo, el compromiso, la confianza en los pactos no escritos. La fuerza de la familia, en la que apoyarse para compartir las penurias y superar adversidades. Esa mezcla de inocencia y picardía. Una bondad, por encima de todo. Una lucha perpetua por superarse. Y es que en el fondo todo forma parte de su propia historia. La de Stallone. Sabe de lo que habla. Lo ha vivido en sus carnes. Así que no necesita que sea original para que nos llegue. Necesita que sea verídico, que seamos capaces de visualizar lo que nos cuenta. Se trata, por tanto, de material válido desde el punto de vista literario. Porque su contenido es auténtico. Es, si así lo queremos ver, realismo sucio, puro y duro.<br />
<br />
No seré yo el que defienda la prosa de Stallone. Más que nada porque la traducción que hizo en su día <b>José Luis Álvarez</b> para la editorial Caralt (que fue la edición que yo leí) tampoco era para tirar cohetes. Pero aún así, es fácil comprobar cómo esta novela es más un guión inflado que otra cosa, de ahí que la fluidez narrativa no sea el fuerte de este texto que está construido sobre un cúmulo de imágenes trazadas con brocha gorda. Y los diálogos no son, precisamente, el fuerte de Stallone. Por hacer la gracia, vamos a decir que no sentimos las letras cuando las escribe Stallone. Pero nada de eso impide poder disfrutar de su lectura. Sólo hay que saber descontextualizar al autor y admitir, desde el corazón, que la historia de los hermanos Carboni nos ha calado hondo.<br />
<br />
No nos queda muy lejos este texto de uno de <b>John Fante</b>, por poner un ejemplo que sé que escocerá a más de uno. Y tampoco está de más recordar que en la misma colección en la que salió esta novela se publicaron referencias de <b>Nelson Algren, W. R. Burnett, Erskine Caldwell, William Faulkner, Evan Hunter</b> o <b>Larry McMurtry</b>. A nuestro juicio, son estas las coordenadas literarias bajo las que habría que integrar este <i>Paradise Alley</i> de Sylvester Stallone. Pues estamos ante un ejemplo claro de literatura muscular. No les quepa la menor duda. Sólo que en esta ocasión, desgraciadamente, el músculo esté más en el cuerpo del autor que en su cerebro.</div>
Unknownnoreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-69856077390176636602013-07-02T08:00:00.000+02:002013-07-02T08:00:07.737+02:00'Fight Like A Girl'<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGwBPR08yLOTrZNxSeEL6EHlL93VAii7Hve_so41XAd_ahVAUnx_7c0cKh09aPm1iPXljBDy-tQhgmReqwJb91zP7NWcMdY0mSjumZAthfhfwqFnBV6W1tecJVsxouZUqtYHHuVEEOPCc/s628/trilogia-millenium.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="210" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGwBPR08yLOTrZNxSeEL6EHlL93VAii7Hve_so41XAd_ahVAUnx_7c0cKh09aPm1iPXljBDy-tQhgmReqwJb91zP7NWcMdY0mSjumZAthfhfwqFnBV6W1tecJVsxouZUqtYHHuVEEOPCc/s400/trilogia-millenium.jpg" width="400" /></a></div>
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><b>Uno de nuestros estadistas más indómitos, José Martínez Ros, nos confiesa su fascinación por la </b><b><i>Trilogía Millenium </i>de Stieg Larsson y por el personaje de Lisbeth Salander, en particular</b><b>. Producto de consumo muy alejado de los gustos naturales del Sr. Martínez Ros pero que, en un ejercicio de malabarismo crítico, se nos justifica su valía cultural, no vinculada estrictamente con la literaria. ¿Os convencen sus palabras?</b></span></div>
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><b>José Martínez Ros</b></span><br />
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Si esta reseña estuviera acompañada de una banda sonora, de un tema
musical, elegiría en primer lugar la canción que le da título de la muy
particular cantante, escritora y actriz norteamericana <b>Emily Autum</b>. Mi segunda opción sería bastante más castiza, el
pequeño clásico de <b>Def Con Dos</b> <i>A.M.V. (Asociación de mujeres violentas):</i></span><span style="font-family: Georgia; font-size: 12pt; line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"> </span><i><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">“Llora Susana cuando viene del metro /</span><span style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">por las barbaridades que le grita siempre un viejo.
/ Hoy son guarradas, mañana tocamientos. /</span><span style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">¡Es que vas provocando con esos vaqueros! / </span><span style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">"Los hombres son así, no les hagas mucho caso,
/ nunca cambiarán y hay que soportarlos", /</span><span style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">le dice su madre, ¡mamá felpudo!, / </span><span style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">mientras se maquilla los hematomas /que firma
su marido cuando llega un poco /</span><span style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">bebido. "Y debes aprender / </span><span style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">a bajar la mirada y asumir como normal / el
acoso y la humillación cotidiana /</span><span style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">del mundo hombruno, mundo peludo, / </span><span style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: Georgia; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">y aguántales, que el universo es suyo".
/ Pero hay mujeres que ya están hartas…”.</span></i></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Los hombres que no amaban a las
mujeres</span></i><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;"> no era, 'a priori', una novela que despertara mi interés. Es probable
que nunca lo hubiera leído si no llego a encontrar un ejemplar en casa de mis
padres, durante una visita estival. Quizás se lo había dejado olvidado una de
mis hermanas, pero el caso es que tenía una tarde libre y nada que leer, así
que lo abrí, un poco por azar; y finalmente, esa tarde, absorto en la
folletinesca historia tramado por el sueco <b>Stieg
Larsson</b>, descubrí a un nuevo ídolo literario.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">No nos equivoquemos: la mayor parte de los grandes personajes de la
historia de la literatura proceden de grandes novelas; por lo menos, casi todos
mis favoritos. Dan (de <i>Mientras agonizo</i>), Ana Karenina<b>,</b> Kim, el periodista afroamericano Fate de <i>2666</i>… Pero hay
unos cuantos casos particulares que no se corresponden a esa regla. Por
ejemplo, a pesar de su fama, ningún lector atento de <b>Julio Verne</b> puede llegar a considerarlo algo más que un simpático
muñidor de fábulas científicas, sobre todo si se le compara con los titanes
literarios del XIX. Sin embargo, ¿no resultan inolvidables el tenaz y valiente
correo ruso Miguel Strogoff o el
enigmático capitán Nemo? ¿Quién
osaría comparar a <b>Conan Doyle</b> con <b>Charles
Dickens</b>? Pero, ¿quién no pondrá a Shelock
Holmes a la altura de cualquiera de los más célebres personajes
dickensianos?<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Stieg Larsson</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">, por lo que
sabemos, fue un hombre bueno y honesto, un periodista convencido de que su
profesión tiene una responsabilidad ante el resto de la sociedad, la de
denunciar los aspectos más sucios, las desigualdades, crímenes y ofensas que la
mayoría se niega a ver. También era un acérrimo defensor de los derechos de la
mujer. Según su viuda, cuando era apenas un adolescente vio como algunos
muchachos que conocía abusaban, violaban, a una chica. No se atrevió, por
miedo, a denunciarlos, no hizo nada. Luego, buscó a esa chica, le pidió perdón
inútilmente; los remordimientos le acosaron toda su vida. La vergüenza, según <b>Karl Marx</b>, es un sentimiento
revolucionario. Tal vez no sea capaz de convertir en un gran escritor a alguien
que no lo es, pero, al parecer, en el caso concreto de Larsson, hizo que creara a un gran personaje: Lisbeth Lasander.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Porque Stieg Larsson, digámoslo
desde ya, fue un escritor mediocre. No sé qué tal redactaba los famosos
reportajes de denuncia que lo hicieron bastante conocido en su Suecia natal,
pero como prosista literario no merece ni un aprobado bajo. La mayor parte de
la famosa trilogía (en su plan original, iban a ser diez novelas:
lamentablemente, una temprana muerte lo hizo posible) está escrita con una
prosa granítica, rutinaria, carente de personalidad; la estructura es
defectuosa y repetitiva; asimismo, el autor parece desconocer la más mínima
noción de elipsis y abruma al lector con páginas y páginas de datos e
información prescindible.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11.0pt; line-height: 150%;">Y sin embargo, <i>Millenium
</i>funciona. Y el mérito pertenece a su protagonista, la joven Salander, a la que
no dudo en considerar uno de los grandes personajes de la literatura reciente.
Aunque su compañero de aventuras, el periodista Mikael Blomkvist -un obvio
autorretrato idealizado del propio Larsson-
se gana de inmediato las simpatías de lector,
aunque la variada gama de malvados, corruptos y psicópatas que recorren las
novelas resultan tan odiosos como divertidos, es Lisbeth quien lo hechiza y lo
hace pasar página tras página. Menuda, inteligentísima -a pesar de sus
problemas para comunicarse con el resto de seres humanos, poseedora de una
memoria fotográfica, bisexual, llena de piercings y tatuajes, incluido el
famoso dragón de su espalda, una de las muchas razones por las que resulta
memorable es por su obstinada defensa de su propia dignidad e independencia;
pase lo que pase, Lisbeth no se deja pisotear, ni dejará nunca que lo hagan con
otros si ella puede hacer algo para impedirlo. Si hay que citar un claro
precedente literario, deberíamos recordar a la (también fantástica) señorita
Smila de <i>La señorita Smila y su especial
percepción de la nieve</i>, de otro novelista escandinavo (muchísimo mejor
escritor que Larsson), <b>Peter Hoeg</b>, igualmente audaz, compleja,
ensimismada y brillante; y mucho más atrás, a los cientos de personajes de
ficción, desde nuestro señor Don Quijote de la Mancha, pasando por tantas
creaciones de de autores como <b>Víctor
Hugo</b>, <b>Dumas</b>, <b>Orwell</b> o <b>Malraux</b>, que se han negado a aceptar la injusticia cotidiana, el
abuso de los poderosos, la opresión y la crueldad y han decidido aceptar la
responsabilidad de restablecer la justicia, aunque con ello pongan en peligro
su propia existencia. Lo que convierte a Lisbeth en un personaje aún más
reivindicable y transgresor, cuando los últimos éxitos literarios dirigidos al
público femenino -y os señalo a vosotras, sosas, bobas y, sobre todo, pasivas protagonistas
de <i>Crepúsculo</i> o <i>50 sombras de Grey-, </i>parecen retroceder hacia modelos femeninos que
ya deberían estar más que superados, hacia la princesita indefensa a la espera
de un caballero andante.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Por cierto, aunque la versión cinematográfica de </span><b style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">David Fincher</b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;"> es muy superior, en los aspectos técnicos, que la
sueca, para mí Lisbeth Salander siempre tendrá los rasgos de la actriz </span><b style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Noomi Rapace</b><span style="font-family: Georgia; font-size: 11pt; line-height: 150%;">.</span></div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1404619882907016780.post-50821322147741226952013-07-01T08:00:00.001+02:002013-07-02T16:30:57.422+02:00Dos pecadillos de juventud<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4T9crQzfdUSKR5hwMvPM1FxR2XqxEoBnTW4-4wq3_p6NlPlo8Rv8CQlohZIC38ZExLV32VtaWx1he6TiRT99SCsZm3QBX8Y5gxw2M68jTC1-sHN7aS-_i-S38iyiu0g2czsGCLNymJRM/s550/agelg.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4T9crQzfdUSKR5hwMvPM1FxR2XqxEoBnTW4-4wq3_p6NlPlo8Rv8CQlohZIC38ZExLV32VtaWx1he6TiRT99SCsZm3QBX8Y5gxw2M68jTC1-sHN7aS-_i-S38iyiu0g2czsGCLNymJRM/s320/agelg.jpg" width="204" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Comenzamos a airear públicamente nuestros pecados literarios con motivo del <a href="http://criticoestado.blogspot.com.es/2013/06/iv-aniversario-de-estado-critico.html">IV Aniversario</a> de <i>Estado Crítico</i>. </b><b>Nuestro estadista Jesús Cotta se decanta, como viene siendo habitual en él en estas series de reseñas especiales, no por uno sino por dos pecadillos de juventud, nada menos. </b><b>Dos pesos pesados, además: <i>Las edades de Lulú</i> de Almudena Grandes y <i>El alquimista</i> de Paulo Coelho. ¿Qué llevó a Jesús a leerse estos títulos en su día? ¿Siguen siendo meritorios? ¿Los recomendaría? Jesús Cotta confiesa...</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Jesús Cotta</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>EC </i>refresca vuestro verano con la confesión de los pecados literarios de los estadistas, 'id est', de aquellas obras que, porque eran malas o por lo que sea, no deberían haberles gustado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A cualquier lector y, más aún a un crítico, le cuesta horrores reconocer que la obra que le gustó es mala. Cuando a uno le gusta algo que es, según los buenos gustos, malo, hay dos posturas: la soberbia y la humilde.
La soberbia consiste en negar que uno leyó esa obra alguna vez o bien en negar que sea mala, antes que dar nuestro brazo a torcer. Y la humilde consiste en reconocer que, aun siendo mala, nos gustó lo suyo.
Yo opto por la segunda, porque ¡soy tan sumamente humilde!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hala, aquí van mis pecados.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Yo confieso ante vosotros, lectores, que tenía yo aún pelo en la cabeza cuando cometí dos pecadillos consistentes en leerme de cabo a rabo dos novelas que ahora no me leería ni muerto. La primera es <i>Las edades de Lulú</i>, de <b>Almudena Grandes</b>, y la otra <i>El alquimista</i>, de<b> Paulo Coelho</b>.
Un pecado verde y otro blanco.
Empezaré por el blanco.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq8DDyBxTBRsSerpwDNXbkFLXFl7WRK5ekrcBuKYqgVKAW8gHy-S2hFusNydBMSJgV6b9q6TLBed4irwsnVSB_rjkI9Mmdx6vUvyZtkpzyJ5iMrX1Gde9UgcvANCzbytkWiA7ffq_rjyc/s1600/13107-el-alquimista-paulo-cohelo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq8DDyBxTBRsSerpwDNXbkFLXFl7WRK5ekrcBuKYqgVKAW8gHy-S2hFusNydBMSJgV6b9q6TLBed4irwsnVSB_rjkI9Mmdx6vUvyZtkpzyJ5iMrX1Gde9UgcvANCzbytkWiA7ffq_rjyc/s320/13107-el-alquimista-paulo-cohelo.jpg" width="201" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
Un buen día me regalaron <i>El alquimista</i>. Cuando la persona que te regala un libro es un gran amigo y le tienes un enorme aprecio, el libro tiende a gustarte más que si te lo mandan en el cole. Así que el libro me gustó. Me pareció sencillo, una novela de misión con un mensaje optimista, como a mí me gustan, con un héroe buscador con el que me identifiqué y que pierde algo en el camino, pero que encuentra algo más importante.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Acabé la novela con ganas de vivir y la regalé incluso a alguien que me parecía que podía necesitarla.
Luego cayó en mis manos otro libro de Coelho y me di cuenta de que era más de lo mismo, pero sin sorpresa y sin gracia. Y perdí de vista al autor. De él solo sé lo que me han dicho: que sigue con la fórmula mágica de <i>El alquimista</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No me avergüenzo de que me hubiera gustado en su momento, pero, desde luego, es el típico libro que ahora me haría bostezar por su buenrollismo, su buenismo, su autoayudismo, su espiritualidad descafeinada, etc.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El pecado verde me avergüenza más. Lo leí cuando era universitario. Me lo recomendó una estudiante de filosofía muy esnob, muy especial, muy al tanto de todo, muy 'in' y con los labios pintados de un carmín más rojo que la sangre. Con tal recomendadora, no supe decir que no.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo malo de estos libros es que, aunque literariamente sean mediocres, te atrapan por lo que tienen de extraliterario, en este caso, de rijoso. Y al final acaba uno leyendo un libro no porque merezca la pena, sino porque tiene hambre. El libro no le gustó a mi sentido literario, sino en todo caso a mi libido. Pero tampoco fue para tirar cohetes, porque del libro no recuerdo absolutamente nada (mala señal). Me acuerdo más bien de la película que hicieron después y que era, salvo alguna escenilla, tan mala como verde, en fin, una españolada con ínfulas. Lo mejor del libro es que ganó el premio de la Sonrisa Vertical. Lo demás le sobra.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Recuerdo que unos años después me regalaron <i>Coños</i> de <b>Juan Manuel de Prada</b> y hoy no puedo evitar compararlos. Los dos autores se hicieron famosos con un libro subido de tono, pero, mientras que en el de de Prada la literatura era la señora, en el de Grandes la literatura era la sierva. O al menos así es en mis recuerdos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Años más tarde, una amiga mía filólologa me prestó el libro que ella quisiera haber escrito: <i>Malena es un nombre de tango</i>, también de Almudena Grandes. Me pareció un tocho previsible y facilón. Fui incapaz de llegar a la mitad.
Mi problema era cómo decirle a mi amiga que me parecía infumable la novela que ella quisiera haber escrito. Después de darle muchas vueltas, le dije algo así como que la novela era estupenda, pero que yo estaba entrando en una etapa en que solo me apetecía leer ensayo y poesía.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Del resto de obras de Coelho y Grandes no sé nada más. Seguro que tienen cosas mejores que las que cayeron entonces en mis manos.</div>
Jesús Cotta Lobatohttp://www.blogger.com/profile/14908540495906414365noreply@blogger.com8