05 abril 2011

Una vida en la Francia ocupada


La trampa

Emmanuel Bove

Editorial Barataria, 2011. Colección "Pasos Perdidos"

ISBN: 978-84-92979-09-7

192 páginas

16,80 €

Traducción de Salvador Pernas Riaño



Manolo Haro

Lanzados a la búsqueda de consanguinidades literarias, se puede decir que La trampa de Emmanuel Bove (París, 1898-1945) puede considerarse hermana de El proceso de Franz Kafka. Su personaje, Joseph Bridet –otro Josef K.– se coloca en las precisas coordenadas espacio-temporales de la Francia ocupada, mientras intenta lograr un salvoconducto para cruzar hasta Londres y unirse al general De Gaulle. El infierno judicial y burocrático que entrevió e imaginó Kafka como antesala del mundo contemporáneo en su novela está presente en La trampa de forma dramáticamente palpable.

En el Hotel Carnot de Lyon, habitación 59, vive Joseph Bridet. Yolande, su mujer, lo hace en el Hotel d´Anglaterre de la misma ciudad. Algo va mal entre ellos. La guerra trae distanciamientos en la vida conyugal y en los intereses personales: ella quiere volver a París y reabrir su sombrerería; él, conseguir un 'ausweiss' (salvoconducto) que le permita salir de Francia. Con ese fin realiza un par de viajes a Vichy para tocar algunas teclas entre el funcionariado colaboracionista, apoyándose en la inestable cuerda de las identidades (pro-Petain o gaullista) en un momento en el que todo el mundo está bajo sospecha. Sus contactos no sólo no le dan respuesta a su petición, sino que hacen que comience a funcionar la desesperante e intrincada aleatoriedad de la burocracia policial y judicial en un sistema en el que nadie parece conocer los límites ni las leyes. A partir de este momento el círculo se va estrechando en torno al protagonista y el lector sigue, entre perplejo y alucinado, los avatares de este proceso. Su mujer es un contrapunto ante la desquiciante velocidad del relato: ambigua, serena y desasosegante, sigue al marido por el entramado de oficinas, salas de interrogatorio, juzgados y celdas, ofreciéndole una vez tras otra la esperanza de una liberación que no llega.

Aligerada de cualquier retórica vana, Emmanuel Bove sólo se permite unos breves apuntes cuando se trata de recrear el espacio. Su certero y preciso estilo únicamente quiere pintar las calles, los pasillos, las habitaciones, los cielos y las luces que cruzan el relato. Está más interesado en los personajes y en la acción que en la escueta tramoya que coloca tras lo que narra. Aquí la miseria moral no entiende de líneas de demarcación. El alma de colaboracionistas y de aparentes gaullistas está atravesada por la ocre y nauseabunda oscuridad de la traición y el beneficio propio. Bove en La trampa consigue meter en la coctelera a Kafka y a Ionesco, agitando el combinado con la velocidad de la locura. El bebedizo no deja al lector impasible, sino rumiando, cuando reposa lo leído sobre la almohada, con una sensación de que en la actualidad se sigue aún tejiendo con el mismo hilo el telón oscuro que cuelga en algunas arquitecturas represoras.

El encuentro sentimental entre un exiliado ruso y una criada luxemburguesa da como fruto a Emmanuel Bobovnikoff. Los pseudónimos Pierre Dugast et Jean Vallois Bove esconden al hombre que acabaría firmando sus obras como Emmanuel Bove. Su vida se movió al vaivén de la rueda de la Fortuna. Ginebra, Viena, Londres, Argel, París. Conductor de tranvías, camarero, obrero de la Renault, taxista. La peripecia literaria de Bove tuvo la bendición de Colette, Gide, Rilke, Max Jacob y Beckett. Como ocurre siempre en estos casos, hay que descorchar una buena botella de lo que sea para brindar porque las mesas de novedades recojan estos extraños meteoros. Si alguien tiene el arrojo de abrir sus páginas, le aconsejo que coloque bajo la aguja Ascenseur Pour l'échafaud de Miles. Se oye la respiración de Bridet.

2 comentarios:

Porerror dijo...

De acuerdo, buen Manolo: subiremos al cadalso en ascensor, según tu recomendación y la de Bove/Kafka!

Carolink dijo...

Suena muy interesante el libro. En el fondo, me recordó a Suite francesa (Nemirovsky) aunque creo que no se parecen en la forma...