Tenían veinte años y estaban locos
VV. AA.
La Bella Varsovia, 2011
ISBN: 978-84-939329-7-8
188 páginas
14,25 €
Edición y prólogo de Luna Miguel
José Martínez Ros
¡Oh! Nada más y nada menos, que una antología de poetas veinteañeros… buenos, en algunos casos, casi adolescentes. ¡El equivalente lírico a una película de Larry Clark! Bien, no nos excedamos: ante una iniciativa tan programáticamente absurda es fácil, incluso demasiado fácil, adoptar un tono satírico o liarse a echar jeremianadas. Dediquémonos al libro en sí.
Pero antes, señalar un par de cosas que me vinieron a la cabeza cuando supe de la existencia de esta peculiar antología. La primera fue un breve, pero esclarecedor, ensayo de Félix de Azúa en torno a Rimbaud. El profesor de Azúa nos explicaba en él que, antes de la explosión del fenómeno romántico, el prototipo de poeta era, más o menos, un señor de mediana edad muy culto, con un gran conocimiento de los clásicos griegos y latinos, dotado de una cierta fortuna, un protector acomodado o un puesto de enseñanza o eclesiástico, que le permitiera disponer de tiempo libre para el estudio y la escritura. Según la época, ese señor puede ser Virgilio, Rostand, Góngora, John Donne, Baudelaire, Antonio Machado, Luis Cernuda o Wallace Stevens, pero -con lógicas diferencias- responden a ese retrato. Pero en cierto momento llegó Rimbaud, y ese asombroso jovencito creó por sí mismo un nuevo modelo que han seguido (con éxito) una innumerable pléyade de estrellas del rock y (más precariamente) algún aspirante a literato. Eso sí, como señalaba con sorna el profesor de Azúa, el hambre, el vagabundeo y la escandalosa bohemia de Rimbaud no tardarían en ser sustituidos por alguna que otra borrachera o una higiene personal dudosa. Y por supuesto, la segunda etapa de la vida de Rimbaud, como traficante de armas y esclavos en Abisinia -lo que demuestra que, además de un excepcional poeta era un ser humano bastante despreciable- quedaría en el olvido, puesto que ninguno de los actuales discípulos de Rimbaud desea correr el riesgo de que se olviden de él.
El otro texto que recordé es de uno de libros de Sebastian Haffner sobre el Tercer Reich, una frase en concreto. No he localizado la cita exacta, pero era algo así: “El culto a la juventud es propio de las épocas de decadencia y conduce al fascismo”.
Sobre los participantes en la antología, hay que hacer una distinción muy básica: los que saben que un poema es algo más que una colección de lugares comunes sentimentales o un chiste de escasa gracia cortado en renglones muy cortos y los que no. Prácticamente todos los que lo saben ya han publicado, y su presencia en esta antología no creo que les haga ningún favor, aunque tampoco lo necesitan, puesto que su escritura se defiende (o se defenderá) por sí misma. David Leo García es un poeta técnicamente superdotado, de la estirpe de un Alberti o un Antonio Carvajal; aún no sabemos si su talento verbal se quedará en meros fuegos de artificio, pero, desde luego, es un autor a seguir. De la granadina María Salvador ya me habían hablado, aunque hasta ahora no había tenido la oportunidad de leer nada. Lo que he visto -en la antología y en Internet- me demuestra que tiene una auténtica sensibilidad y lecturas; sus poemas, cuajados de referencias contemporáneas, indican que, además, conoce la tradición. No me supone ninguna sorpresa, pues, que ambos ya hayan sido publicados y premiados.
Acerca de la antóloga, Luna Miguel, no voy a añadir nada a la excelente reseña que ya le hizo Juan Carlos Sierra en esta misma página.
No hay mucho más. Confío en el criterio de otros estadistas, que me indican que Laura Casielles es una autora de valía y les daría una oportunidad al culturalista Unai Velasco o quizás a Cristina Fernández o al imaginativo Álvaro Guijarro, pero lo demás es directamente espantoso, oscilando entre el malditismo infantil, los aspirantes a letristas pop y las confesiones de diario de quinceañera. Más que eso, es un desperdicio de papel. Como máximo nos sirve para recordar algunas viejas verdades: la literatura, como cualquier arte, exige experiencia, esfuerzo y lecturas; por eso los talentos precoces -como Rimbaud, Truman Capote o Claudio Rodríguez- son excepcionales, es decir, una excepción en la regla; es mejor dejar ciertos textos en borrador -o en la carpeta del instituto- que avergonzarse un tiempo después.
Pero antes, señalar un par de cosas que me vinieron a la cabeza cuando supe de la existencia de esta peculiar antología. La primera fue un breve, pero esclarecedor, ensayo de Félix de Azúa en torno a Rimbaud. El profesor de Azúa nos explicaba en él que, antes de la explosión del fenómeno romántico, el prototipo de poeta era, más o menos, un señor de mediana edad muy culto, con un gran conocimiento de los clásicos griegos y latinos, dotado de una cierta fortuna, un protector acomodado o un puesto de enseñanza o eclesiástico, que le permitiera disponer de tiempo libre para el estudio y la escritura. Según la época, ese señor puede ser Virgilio, Rostand, Góngora, John Donne, Baudelaire, Antonio Machado, Luis Cernuda o Wallace Stevens, pero -con lógicas diferencias- responden a ese retrato. Pero en cierto momento llegó Rimbaud, y ese asombroso jovencito creó por sí mismo un nuevo modelo que han seguido (con éxito) una innumerable pléyade de estrellas del rock y (más precariamente) algún aspirante a literato. Eso sí, como señalaba con sorna el profesor de Azúa, el hambre, el vagabundeo y la escandalosa bohemia de Rimbaud no tardarían en ser sustituidos por alguna que otra borrachera o una higiene personal dudosa. Y por supuesto, la segunda etapa de la vida de Rimbaud, como traficante de armas y esclavos en Abisinia -lo que demuestra que, además de un excepcional poeta era un ser humano bastante despreciable- quedaría en el olvido, puesto que ninguno de los actuales discípulos de Rimbaud desea correr el riesgo de que se olviden de él.
El otro texto que recordé es de uno de libros de Sebastian Haffner sobre el Tercer Reich, una frase en concreto. No he localizado la cita exacta, pero era algo así: “El culto a la juventud es propio de las épocas de decadencia y conduce al fascismo”.
Sobre los participantes en la antología, hay que hacer una distinción muy básica: los que saben que un poema es algo más que una colección de lugares comunes sentimentales o un chiste de escasa gracia cortado en renglones muy cortos y los que no. Prácticamente todos los que lo saben ya han publicado, y su presencia en esta antología no creo que les haga ningún favor, aunque tampoco lo necesitan, puesto que su escritura se defiende (o se defenderá) por sí misma. David Leo García es un poeta técnicamente superdotado, de la estirpe de un Alberti o un Antonio Carvajal; aún no sabemos si su talento verbal se quedará en meros fuegos de artificio, pero, desde luego, es un autor a seguir. De la granadina María Salvador ya me habían hablado, aunque hasta ahora no había tenido la oportunidad de leer nada. Lo que he visto -en la antología y en Internet- me demuestra que tiene una auténtica sensibilidad y lecturas; sus poemas, cuajados de referencias contemporáneas, indican que, además, conoce la tradición. No me supone ninguna sorpresa, pues, que ambos ya hayan sido publicados y premiados.
Acerca de la antóloga, Luna Miguel, no voy a añadir nada a la excelente reseña que ya le hizo Juan Carlos Sierra en esta misma página.
No hay mucho más. Confío en el criterio de otros estadistas, que me indican que Laura Casielles es una autora de valía y les daría una oportunidad al culturalista Unai Velasco o quizás a Cristina Fernández o al imaginativo Álvaro Guijarro, pero lo demás es directamente espantoso, oscilando entre el malditismo infantil, los aspirantes a letristas pop y las confesiones de diario de quinceañera. Más que eso, es un desperdicio de papel. Como máximo nos sirve para recordar algunas viejas verdades: la literatura, como cualquier arte, exige experiencia, esfuerzo y lecturas; por eso los talentos precoces -como Rimbaud, Truman Capote o Claudio Rodríguez- son excepcionales, es decir, una excepción en la regla; es mejor dejar ciertos textos en borrador -o en la carpeta del instituto- que avergonzarse un tiempo después.
19 comentarios:
Mi amiga y yo, que somos muy cultas y eso, no entendemos qué quieres decir con eso del "malditito infantil". De todas formas, nos ha gustado la reseña, y pensamos que eres un crítico A tener en cuenta.
¿"Malditito" no es lo que decía Ned Flanders?
Completamente de acuerdo
solo hay que ver como sale retratada
en una revista generalista anunciando loewe...
exito juventud e imagen
HEIL Mickey!!!
Primero quiero avisarte de que hay una fallo sintáctico en el segundo párrafo, una frase construida de forma descuidada que podría revisarse.
Luego, quería comentar ciertas cosas de la reseña. Por ejemplo, ¿cuántos poetas participan de la antología? De todos ellos, ¿qué porcentaje es tan infame, si también hay elogios para otros?
Es que tengo la sensación de que la reseña está haciendo algo negativo, y es predisponer al lector desde el principio en contra de la obra, con un tono que, si me disculpas, es de superioridad y altanería. No es que el libro no pueda ser basura, es muy posible, pero no creo que una obra que traigáis para criticar (en este caso de forma poco ortodoxa) deba ser tratado con esa falsa condescendencia.
Finalmente, el título del post y la cita. Me parece, cuanto menos, curioso, que introduzcas una cita, la pongas como título de la reseña y no lo expliques. ¿A quiénes conduce al fascismo, en este caso? ¿A los lectores del libro? ¿A la antóloga? ¿A los participantes de la antología? Y ¿por qué? Así como existe un público que lee novelas infantiles, juveniles, etc., ¿no es posible que esta poesía escrita por veinteañeros tenga sus lectores, que seguramente no esperarán a encontrarse a Rimbaud, pero tampoco a Góngora o a Donne, pero tampoco a Harry Potter?
Espero que el tono no resulte agresivo, no es mi intención, pero echo en falta un poco más de análisis, de rigor y de ejemplos extraidos del texto en lugar de un escrito que parezca tan impulsivo.
Soy lector habitual de este blog. En general leo y no comento. Hice una excepción una vez para felicitar una crítica porque me pareció que su redacción era excelente. Aquí lo hago para lo contrario. Pocas veces en un sitio serio (como éste) he leído una crítica tan mala como ésta. Pésimamente redactada, con nula información técnica sobre el libro en cuestión, con disgresiones casi marcianas... En serio, todos sabemos desde qué coordenadas habituales se escribe crítica literaria en este blog y me parecen absolutamente respetables pero precisamente la crítica negativa es la que mejor debe estar argumentada para que no parezca que no es más que una parte de la cuota necesaria para echar sal a una guerra (¿por qué?) que a los lectores en general no nos interesa lo más mínimo. Si se quiere criticar:adelante. Pero uno espera argumentos más interesantes que la edad del escritor. Es demasiado pobre.
Saludos
No entro a valorar la calidad o no de la crítica de Martínez Ros (más que nada porque no he leído el libro), pero como miembro activo de este blog me ha interesado la siguiente frase vertida por J. Almeida: "(...) todos sabemos desde qué coordenadas habituales se escribe crítica literaria en este blog (...)".
¿Podría ser el comentarista más explítico? Me gustaría mucho saber cuáles son esas "coordenadas", ya que las desconozco por completo.
Gracias.
Bueno, si las desconoce públicamente será porque eso es lo que desea exponer. De todas maneras sí es verdad que cometo un error al arrogarme una excesiva represantitividad cuando hablo de "todos". Me repliego (por educación) y diré tan sólo que para mí es evidente que la crítica en este blog se hace desde una posición contrapuesta a esos otros movimientos literarios que se desarrollan en España y a los que se les ha puesto la etiqueta de "nocilla" (salvo en el caso de una de vuestras colaboradoras). Si duda de lo que digo busque cuáles son las críticas más feroces y digamos (jocosamente) "desatadas" (y jaleadas) que se han escrito aquí. Decir esto no es más que señalar un hecho puesto que a mí eso me parece absolutamente respetable y casi natural porque toda construcción de conocimiento se hace desde alguna posición ideológica en relación a lo que se contruye. pero negarlo o "hacerse el sueco"... no sé... me parece innecesario
Quería decir "representatividad" y no "represantitividad", claro, nunca lo bueno se pega... :)
Bueno, desde esa perspectiva, sólo se puede hablar a título individual. Quiero decir, que el blog "Estado Crítico" no piensa ni tiene una filosofía ni un manifiesto detrás que defina una visión o postura vital frente a la literatura.
A cada crítico le gusta una cosa u otra y es libre (absolutamente libre) de exponerla cómo le plazca. Si la mayoría de los productos "nocilleros" han salido mal parados en este blog es más una cuestión de casualidad que de alineamiento ideológico.
(Por alusión, y sin leer el texto donde estoy comentando): lo de colaboradora pro-nocilla probablemente se refiera a mí, hasta hace pocas semanas no había otra. No quiero polemizar, pero poca nocilla he comentado y/o leído... Fran G. Matute lo ha dicho: no hay un editor alineando a los críticos de este blog. No estamos, a menudo, de acuerdo entre nosotros. Ahora voy a leer la reseña. Saludos, Jose, aplaudo tu primer comentario.
Querido José:
Una cosa es la crítica literaria y otra cosa hablar de fascismo. Coincidimos en que el culto (no a la juventud sino a lo apolíneo es propio del imaginario fascista) pero hasta donde yo sigo a estos muchachos están haciendo algo más próximo a lo que los nazis llamaron arte degenerado (la presencia de la enfermedad, el feísmo, por ejemplo) que a un imaginario totalitario.
Me parece sumamente irresponsable usar esa expresión.Creo que te refieres a sociología (de la comunicación y a estética de la recepción) pero me parece que la palabra fascismo sobra.
sois el pp y el psoe en la poesia, uuuf, el poder es un helado de chocolate o de fresa si quereis ese poder deberiais preocuparos por escribir buenos poemarios coño , el negro
Si alguien tiene muchísimo interés, puede rebuscar un poco en la web y hallará reseñas firmadas por mí extremadamente positivas de Javier Calvo y Juan Francisco Ferré. No sé si ambos autores se les considera miembros del grupo “nocilla” –si tal cosa ha existido o aún existe-, pero creo que fueron relacionados con eso. Por otro lado, con la cita que da título a la reseña me refería a una deriva profundamente estúpida y reaccionaria cada vez más arraigada en nuestra sociedad por la que se vende un producto usando la juventud como valor en sí mismo. Un cordial saludo
Hace unos meses fui invitado a presentar este libro en Sevilla, y me reafirmo en lo que dije entonces: paciencia y perspectiva, ya el tiempo se encargará de hacer su trabajo. Es evidente que muchos de estos nombres serán barridos por el viento, pero, ¿cuántos olvidados no habrá en todas las antologías 'descubridoras de talentos' de este país, desde las 'Diosas Blancas' a las de García Martín? Dejemos que la nueva hornada se desarrolle naturalmente, y en ese desarrollo, por supuesto, entra el recibir piropos y también críticas.
Anónimo #2: No se lo tome a mal, pero en este blog no comentamos ni la imagen pública de los autores ni sus ocupaciones extraliterarias, salvo que enriquezca claramente el contenido de las reseñas. Y somos especialmente sensibles con los comentarios sobre la imagen de las mujeres. Rogamos amablemente se abstengan de hacerlos.
Puede que la reseña hubiera podido estar mejor argumentada, como han señalado algunos lectores. Sí sé que los reseñistas sentimos que algo ha fallado si en los comentarios se habla más de la reseña que del libro.
Añado: me mojo con mi apuesta personal: mi favorito de los antologados es Guijarro.
Con todo mi respeto a Félix de Azúa que haga el favor de revisar las edades de Garcilaso, Catulo, Keats, Trakl (por nombrar tres nombres que no tienen nada que ver). Otra cosa es el encorsetado dieciocho...¿aunque por qué llamaría nuestro ilustre Cadalso a su recopilación de poemas "Ocios de mi juventud?).
Está muy bien que chicos muy jóvenes escriban y se partan los cuernos por la poesía y si criticas el "uso" de la juventud haz el favor de arremeter contra los medios que venden esas noticias y las editoriales que venden esos autores a través de esa marca. Si quieres sociología, hazla de la buena y llama FASCISTA a quien lo es. Ejemplos tenemos muchos tristemente el día de hoy.
Donde dije tres, he puesto cuatro. Mejor.
Me parece que JMR se ha lucido y precipitado en esta crítica de una manera un tanto penosa, dando señales propias de un ingenioso fanfarrón que recuerda al cómico y acomplejado personaje Ignatius Reilly en "La conjura de los necios". Para que le ha servido: para dar más publicidad al libro, para mostrarnos su lado más pueril como crítico y para, consecuentemente, perder cierto valor en sus juicios. Lo peor de todo sería que ahora estuviera jactándose, en el sofá de su casa, por haber irritado a una patulea de veinteañeros en lugar de corregir publicamente su error. Ánimo José, un mal día lo tiene cualquiera.
Hombre, yo creo que lo verdaderamente fascista y decadente sería que La Bella Varsovia publicara el próximo poemario del amigo JMR...
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