01 abril 2011

Rafael Reig es un cochino...


Todo está perdonado

Rafael Reig

Tusquets, 2011. Colección "Andanzas"

ISBN: 978-84-8383-316-2

376 páginas

19 €

Premio Tusquets Editores de Novela 2011



Daniel Ruiz García

A los detractores de Rafael Reig, es probable que esta crítica les emocione.

Yo no soy Eloy Fdez. Porta ni Agustín Fernández Mallo. Pero sé quién es Derrida, conozco el deconstructivismo.

Además soy un hombre leído, o por lo menos lo aparento. Por eso sé lo que me hago cuando me llevo a Rafael Reig a una sala de despiece. Rafael Reig es un cochino. Algunos ya lo sabrían, pero yo no. Yo lo descubrí el otro día, en la cama, mientras leía Todo está perdonado.

Me dije: "Este tipo ha llenado una bolsa de viaje de cachivaches literarios. Este tipo es un chatarrero de primera, porque encima lo que vende, todos esos cachivaches, están nuevos, impecables, y todo de buenas marcas, nada de marca peleona".

Y de ahí a: "De esta novela se puede aprovechar todo. De Rafael Reig se aprovecha todo. Como del cochino. Rafael Reig es un cochino".

Decía antes: a los detractores de este tipo, el único escritor de izquierdas que se atreve a lucir bigote, es posible que esta crítica les emocione. Porque lo que hago es despiezar a Rafael Reig. Lo corto a pedazos, lo deconstruyo a cachitos, como un cochino.

Esto de arriba es Rafael Reig. Su literatura se compone de abundante carne. Es rica en proteínas, y sus grasas, como las del cochino, son altamente aprovechables. Con sus tripas se pueden realizar embutidos, absolutamente todo es cocinable, incluso el hocico.

Con Todo está perdonado, Rafael Reig ha escrito la que seguramente sea su mejor novela. La más completa, la más ambiciosa. Cuando se habla de ambiciosa siempre sale a flote su hermana gemela pero tullida, esa horrorosa niña que uno nunca muestra a las visitas: Doña Pretenciosa. Pero aquí, a esta novela, Doña Pretenciosa no ha venido, porque Todo está perdonado es una novela que no aspira a descubrir América, ni a romper los moldes de la novela, ni nada de eso. Es una novela modernísima, pero que asume sus deudas con la tradición. No mata al padre, porque Reig ya es demasiado mayor para eso y sabe que el padre es el que le permitió estar aquí, figurando ante el respetable, con una novela que suena como a fuegos artificiales.

Pero no me lío. ¿Qué contiene el cochino de Reig?

IDEOLOGÍA. En la literatura de Reig hay mucha ideología, siempre muy izquierdosa. En sus novelas no le suele salir la ideología, es algo que se concentra más bien en sus artículos de prensa y en su blog, pero aquí sí le ha salido. Es su novela más ideológica, y quiere la casualidad que sea a bordo de ese nuevo tren literario que acaba de hacer parada en la Estación de la Última Tendencia, la de la revisión de la Transición Española (la "Inmaculada Transición", como la llama Reig).

NERVIO NARRATIVO. La cabeza de lomo es una parte del cerdo muy preciada. Todo el que ha hecho barbacoas sabe que es la estrella de la parrilla. Rafael Reig sabe contar muy bien, tiene una carne narrativa sabrosa, que evidencia mucho oficio, especialmente en los diálogos, que Reig resuelve con maestría. Ha leído mucho, y eso acaba supurando. En algunos autores, para mal. Aquí, no cabe duda, para muy bien.

AUTOBURLA. Reig es un tipo que gusta de reírse de sí mismo. Lo hace continuamente en su blog, y aquí la diana de sus burlas es Carlos Clot, su 'alter ego', una variación paródica del 'Hard Boiled Man' de la novela negra americana, al que somete a vejaciones que deberían tener cárcel.

ESPERPENTO. Los famosos espejos cóncavos del Callejón del Gato de Valle-Inclán cristalizan en la literatura de Reig de forma permanente, generando situaciones que son pura distorsión. Muchos de los diálogos de Reig me recuerdan a Alfred Jarry, a los dadaístas, a Princesa Safo.

PARODIA. Y por supuesto, la parodia. En novelas anteriores como Sangre a Borbotones o en Manual de Literatura para caníbales el ejercicio paródico era constante. Aquí también. A veces, como ocurriera con Sangre a borbotones, esta novela parece un 'pulp' americano. Pero otras veces parece una novela decimonónica. Los guiños paródicos en los textos son constantes, lo que exige una lectura cómplice.

HOMENAJE. En el rabo, la parodia deriva en homenaje. La historia de Rosario, la chacha de los Gamazo, entronca directamente con la Jacinta de Pérez Galdós, con una voluntad de estilo que va más allá de lo paródico.

SICALIPSIS. El sexo también está muy presente, obligatoriamente en las gónadas o criadillas. En Todo está perdonado hay incluso alguna escena verdaderamente explícita de sexo, con el tono esperpéntico que ya hemos comentado, y con una clara intención desmitificadora. Es un sexo casi siempre sicalíptico, exuberante, pícaro y excesivo. Como en las películas de Fellini o de Ferreri.

MALA LECHE. De esto sobra en la literatura de Reig. La mala leche de Reig tiene la cosa de que nos sabe bien, aunque al comienzo puede resultar algo agria. Es como cuando uno, siendo crío, prueba por primera vez la cerveza. La primera sensación es algo desagradable, pero poco a poco sucumbimos, hasta el punto de que llega un momento –hablo por mí- de que ya no podemos pasar sin ella.

CASTICISMO COSMOPOLITA. Llegamos a la madre del cordero: el jamón y la paleta. El jamón ibérico de bellota es la estética, el campo semántico y conceptual en el que se desenvuelve la obra de Reig. Que yo definiría como una suerte de “casticismo cosmopolita”. Reig es un tipo muy “viajado”, no es un cateto que se enorgullezca de serlo al estilo de Pla, sino que está familiarizado con la literatura de otros países. Aun así, toda esta herencia desemboca en una forma muy peculiar de concebir la expresión literaria, muy cercana a lo tradicional, a lo castizo.

SENTIDO DEL HUMOR. Pero quien gusta de lo ibérico sabe que, en contra de la creencia generalizada, la paletilla ibérica es la joya de la corona. Es lo más sabroso sin duda, con matices organolépticos inigualables, que diría un erudito. Y eso en Reig es, qué duda cabe, el sentido del humor. Toda su obra no se puede entender sin ello. En esto, Reig comparte sensibilidad con otros autores de su generación, y además muy amiguetes, como Antonio Orejudo, José Ovejero u otros más jóvenes como Román Piña o Fernando San Basilio. Aunque en esto hay matices. Y yo, que gusto del sincretismo, me atrevo a decir, por ejemplo, que Orejudo sería más una película de Billy Wilder, mientras que Reig es más como una peli de los Hermanos Marx. En fin, que ya nos hemos cargado al cochino. Y veo que al final la reseña me ha salido demasiado larga. Además, no sé, como desenfadada, cortante, guay, muy en plan "lector-malherido". Así que, como diría Carlos Clot, “no digo más".


Postdata 'a la maniera' de Vicente Luis Mora: relación del crítico con el reseñado: somos amigos de Facebook. Algo que es poco menos que nada. De reciente cuño es el dicho: “Eres más falso que un amigo de Facebook”. Pues eso.

5 comentarios:

Fran G. Matute dijo...

Y yo, como Charlie Clot, tampoco puedo decir nada más. Brillante y desternillante presentación de la obra de uno de los grandes de verdad de este país.

Luis Manuel Ruiz dijo...

Joriiiiiii.

José María Moraga dijo...

Mi comentario sería reiterar lo que ya se dijo el día de la presentación. Pero quede constancia de lo gracioso e inteligente que fue.

Antonio Aramburu dijo...

Charo en todo caso recordará a Fortunata, no a Jacinta.

Chufowski dijo...

Después de haber leído del tirón tanto Todo está perdonado como Lo que no está escrito (la última novela publicada de Rafael Reig), afirmo que la Todo está perdonado es una novela ambiciosa, donde hay múltiples personajes, cada uno con su historia, con diferentes momentos temporales, con el fútbol y la Inmaculada Transición como telón de fondo, donde Reig da muestras de un control absoluto de la palabra, con unos diálogos bien confeccionados, un Madrid navegable, una selección que nos hizo a todos felices, unos cuantos que ganaron la guerra y se encargaron de que sus hijos también ganaran la paz, llevándolos a los mejores colegios, al extranjero, para que su legado se mantuviera. Una crítica mordaz y creíble de esa Transición que está poco explotada en la literatura española moderna, anclada o bien en la Guerra Civil o en el presente más inmediato.
Reig ambiciona mucho con su novela y lejos de ser perfecta, resulta necesaria por todo lo que contiene, por que permite reconocer mejor nuestro país, a través del humor como no puede ser de otro modo. Hay tributos a otros escritores como un Orejudo Utrilla que aparece por ahí, otro a Alberto Olmos y el talento de Nacho. Lean a Reig. Si no lo hacen no pasa nada, todo está perdonado.