VV. AA. Edición y selección de Pepa Merlo.
Fundación José Manuel Lara, 2010.
ISBN: 978-84-96824-60-7
352 páginas.
19,90 euros.
Juan Carlos Sierra
“Esta antología pretende que a los nombres de Carmen Conde, Concha Méndez, Josefina de la Torre, Rosa Chacel y Ernestina de Champourcin, se unan los de otras de las que aún no se han editado obras completas ni antologías ni monográficos, con el fin de dar a conocer sus versos”. Con esta declaración de intenciones Pepa Merlo comienza el párrafo final del estudio que precede a la antología Peces en la tierra.
“Esta antología pretende que a los nombres de Carmen Conde, Concha Méndez, Josefina de la Torre, Rosa Chacel y Ernestina de Champourcin, se unan los de otras de las que aún no se han editado obras completas ni antologías ni monográficos, con el fin de dar a conocer sus versos”. Con esta declaración de intenciones Pepa Merlo comienza el párrafo final del estudio que precede a la antología Peces en la tierra.
Este libro de mujeres poetas en torno a la Generación del 27 puede y debe, efectivamente, sacar del pozo del olvido a algunas autoras que nada tienen que envidiar a muchos de sus coetáneos, aquellos que tuvieron la suerte de ser hombres y hallarse en las antologías y en los actos fundacionales de la Generación del 27.
Entre esos hallazgos del trabajo de Pepa Merlo creo que hay que resaltar nombres especialmente interesantes como los de Lucía Sánchez de Saornil –Luciano de San-Saor para la firma de sus poemas-, Elisabeth Mulder -la cosmopolita, políglota y renegada marquesa roja-, o María Cegarra -síntesis perfecta entre la química y la literatura-. Otros, sin embargo, quizá se antojan prescindibles, como el de Pilar Valderrama, cuya máxima notoriedad una vez leídos los poemas antologados probablemente sea la de haber pasado a la historia como Guiomar, la amante idealizada de Antonio Machado.
Por otra parte, el volumen que ha preparado Pepa Merlo, su intento de recuperación de nombres y obras de mujeres del primer tercio del siglo XX, ha de interpretarse como el principio del fin de una flagrante injusticia poética.
En la era de la coeducación, de las listas cremallera, de la paridad y la igualdad de géneros, la literatura y especialmente los que fijan su canon tienen mucho de lo que avergonzarse en esta materia. Si durante la dictadura se podría entender que, siguiendo los criterios de sus ideólogos, se ignorara el papel creador de las mujeres que acompañaron a los Alberti, Lorca, Salinas, Altolaguire,…, lo que no se comprende tan bien es por qué hemos tenido que esperar más de treinta años para que a alguien se le ocurriera bucear en el entorno femenino de la canónicamente masculina Generación del 27. Supongo que tendrá que ver con cierta inercia machista heredada del franquismo, con algo de falta de rigor en muchos de los ‘popes’ de la crítica universitaria y periodística y –aquí cobramos todos- con un preocupante bajo nivel de exigencias de la masa lectora.
Sea lo que sea, no es este el momento ni el lugar de cargar las teclas sobre los que han actuado por omisión, sino que se trata más bien de recalcar el gran trabajo que ha llevado a cabo Pepa Merlo en esta recopilación de mujeres poetas en torno al 27 y de valorar la claridad que arroja sobre una época de la que creíamos que lo sabíamos todo, pero de la que en realidad conocíamos tan solo el cincuenta por ciento. En este sentido, de la lectura de los poemas y de los datos que aporta Pepa Merlo en su estudio preliminar se desprende el correr de aquellos días, su intrahistoria: los comentarios y opiniones sobre los actos en la Residencia o en el Lyceum Club Femenino, el tacto de la tinta en las manos de Concha Méndez, el olor a tabaco y licor de las tertulias en las que Rosa Chacel hacía gala de su inteligencia,… Es decir, se normaliza para el imaginario colectivo actual lo que entonces era normal, que las mujeres creadoras compartieran mesa, mantel, talleres, revistas, redacciones, editoriales, foros,… con sus compañeros varones; y que se creara, si no en total igualdad de condiciones, sí en igualdad de calidades.
Creo que es una buena noticia que a partir de ahora podamos ir construyendo una imagen más completa y, por consiguiente, más justa –es decir, ajustada y de justicia- de la Edad de Plata de la literatura española. Pepa Merlo ha dado el primer paso. ¿Alguien se atreve con el siguiente?
2 comentarios:
Hasta que he leído esta estupenda reseña no había caído en la cuenta de todo lo que dices. Mea culpa. Habrá que leerlo.
Qué bueno, Juan Carlos. Por Pepa y por ti, pero por ti primero que me ha hecho conocer esta antología. El trabajo de visibilización es imprescindible.
Publicar un comentario