10 enero 2011

La Historia de Europa


El cementerio de Praga

Umberto Eco

Lumen, 2010

ISBN: 978-84-264-1868-5

587 páginas

16,99 €




Rafael Suárez Plácido

Umberto Eco era un referente en nuestro país cuando se estrenó en 1985 Bajarse al moro, de Alonso de Santos, donde una de las protagonistas aparece en escena leyendo su clásico Apocalípticos e integrados. Lo cierto es que ya entonces había publicado su primera novela, El nombre de la rosa (1981), uno de los mayores éxitos comerciales en nuestro país de una novela histórica, reflexiva, muy exigente, policíaca y ambientada en plena Edad Media.

Pienso en uno de sus personajes, Jorge de Burgos, empeñado en que nadie acceda al último libro de la Metafísica de Aristóteles, y me parece estar viendo al protagonista de El cementerio de Praga (Lumen, 2010), el capitán Simonini: misántropo, misógino, antisemita, falsificador, embustero, espía doble o triple, traidor, avaricioso y asesino. Es curioso, en la ficción nos parece que este no es el peor de los crimenes; para muchos tampoco en la vida.

Simonini nació en Turín, en Piamonte, y tiene sesenta y siete años, los mismos que el autor cuando concluyó la novela, el mismo lugar de nacimiento. Educado en las contradicciones de su abuelo, conservador antisemita, y su padre, revolucionario carbonario, comienza una serie de peripecias que pronto le llevarán a ponerse al servicio del espionaje de su país. Todos los personajes que aparecen en el libro son reales o tienen trasfondo real. Todos los hechos también lo son, más o menos. Umberto Eco nos expone un maravilloso cuadro en el que ahonda en su visión de la formación de Europa. Y todo es sorprendentemente actual: la manipulación del héroe Garibaldi por los que siempre mandan y seguirán haciéndolo; el uso y abuso que hizo Napoleón III del concepto “democracia” para que los que no hacía un siglo habían hecho rodar cabezas de monarcas, pasen a dar sus vidas por ellos; el uso que los poderosos hacen de los revolucionarios: todo.

Umberto Eco habla de un “lector como Dios manda”, al que no le será difícil disfrutar de la historia pese a los flash-back y al aparente desorden de los diarios. El narrador va escogiendo de entre los diarios del protagonista los fragmentos que considera necesarios y esclarecedores. El cementerio de Praga es una lectura rica, una prodigiosa acumulación de conocimientos y belleza. Sin concesiones, Umberto Eco vuelve a sumergirnos en su peculiar Historia de Europa, nuestra Historia.

5 comentarios:

Jorge Andreu dijo...

Una reseña muy interesante de un escritor, por supuesto, bien considerado. No obstante, déjame hacer una aclaración con respecto a la referencia que haces a su primera novela, porque creo que estoy en lo cierto.

El personaje de Jorge de Burgos, que en mi opinión es de los mejores de la novela -por no decir el mejor-, protege a los monjes curiosos de caer en la risa, porque la risa se considera un error, una duda, frente a la seriedad que representa la certeza y que por eso caracteriza a las imágenes de Cristo. De hecho hay un pasaje en que Guillermo de Baskerville rebate esa idea diciendo que "en ocasiones es justo dudar".

A lo que voy: ese libro del que protege al resto de los monjes no es la Metafísica, como dices, sino el segundo libro de la Poética de Aristóteles, que no nos ha llegado y que, según dice en el primer volumen, tratará sobre la comedia, que es el género de la risa. Ahí encontramos el ingenio de Umberto Eco, que se vale de una realidad tal como la pérdida de un libro precioso para construir una novela como El nombre de la rosa.

Por lo demás, tu reseña es encomiable y creo que buscaré la nueva obra de Eco para recordar, como tú, la personalidad de Jorge de Burgos.

Un saludo.

Jorge Andreu

Anónimo dijo...

¿Qué dice el autor a todo esto?

Rafael Suárez Plácido dijo...

El autor de la reseña, yo mismo, dice que es cierto, que ha citado de memoria y que agradece a Jorge Andreu la corrección y puntualización. El autor de la reseña, yo mismo -repito-, tampoco ha querido entrar demasiado en el papel del personaje en cuestión, Jorge de Burgos, porque en efecto su presencia es esencial en el desenlace de la trama, y la novela está siendo recuperada de nuevo por la editorial y funciona de manera tal que no habría que dar demasiadas pistas sobre él. El autor de la reseña, además, dice que si hubiera visto el comentario antes que el "apostillante" anónimo hubiera respondido lo mismo que ahora está haciendo. Finalmente, el autor de la reseña, agradece también la participación de Jorge Andreu, y el tal anónimo, comentando la reseña, lo que sin duda la hará algo más interesante.
Un abrazo

Rafael Suárez Plácido dijo...

Pero sí es interesante citar a Jorge de Burgos, porque al igual que en El cementerio de Praga hace el capitán Simonini, trata de evitar que otros sepan lo que él sabe. Esto es: ambos piensan que hay que vetar el conocimiento para evitar que caiga en manos de quien pueda usarlo incorrectamente. Y creo que esto es fundamental en la obra de Eco, tanto en sus ensayos como en sus novelas.
Otro abrazo.

Jorge Andreu dijo...

Me parece muy interesante no sólo el hecho de que en la última novela de Eco haya un personaje parecido al de su primera novela, sino también, e incluso más, que hables de su existencia, de su relación. A veces hay más genialidad en que el lector encuentre esa relación entre personajes separados físicamente de los mundos (el mundo narrativo de cada novela), que en el hecho de ser el autor quien se encargue de situarlos.

En Juegos de la edad tardía, Luis Landero incluye un personaje, el tío Félix, que nos recuerda a don Quijote y al mismo tiempo al cura. He leído que el propio autor no pensaba en ello al escribir la novela: fue el lector quien se encargó de descubrir esa semejanza. ¿No es esa comunicación una de las cosas más bonitas de la literatura, del arte en general?

Bravo por tu observación, Rafael. Yo creo que el autor del libro también opinaría lo mismo.

Un abrazo.

Jorge Andreu