El santo del monte Koya y otros relatos
Izumi Kyoka
Satori, 2011
ISBN: 978-84-9138204-6-6
289 páginas
19 €
Traducción de Susana Hayashi
Rafael Suárez Plácido
Ya es hora de hablar de la editorial, especializada en cultura japonesa, Satori, afincada en Gijón, y, más concretamente, de la primera colección especializada en literatura japonesa que se ha creado en España: “Maestros de la Literatura Japonesa”. Que la dirija Carlos Rubio es ya una buena señal. Que podamos encontrar sus hermosas ediciones en muchas librerías españolas nos lleva a pensar que el proyecto, aún incipiente, es viable o va tomando visos de serlo.
Hasta el momento ha publicado cuatro títulos: El caminante, de Natsume Soseki, es el primer libro de esta colección. Se trata de un autor del que cada año encontramos dos o tres títulos nuevos y constantes reediciones. La apuesta inicial de Trotta (Yo, el gato, 1999, dos ediciones) y Gredos (Kokoro, 2003, quizá su mejor novela, traducida por el propio Carlos Rubio y con varias ediciones, la última muy reciente en la filial RBA) fue recogida con un éxito estimable por Impedimenta, que obtuvo un enorme éxito de crítica y ventas con Botchán (2008) y Sanshiro (2009), y que recientemente ha vuelto a traducir Soy un gato (sic, 2010). Completan la presencia del gran autor japonés los dos libros que ha publicado la editorial Sígueme: Kusamakura (2009) y Shumi no iden (2010).
La segunda referencia es Namiko, de Tokutomi Roka, un éxito de ventas en su tiempo que hará las delicias de todos los amantes de los dramas lacrimógenos o de todos aquellos que quieran profundizar en el conocimiento de los usos y costumbres de la sociedad japonesa de principios del siglo XX. Aunque quizás no estemos hablando de gran literatura, como en el caso anterior, o como en el caso del libro de relatos que nos ocupa ahora.
Y así llegamos a El santo del monte Koya y otros relatos, la primera referencia que tenemos en nuestro país de Izumi Kyoka, un autor prácticamente desconocido en nuestra lengua, pero que es considerado el maestro del relato breve japonés. Así lo consideraron el más conocido Ryunosuke Akutagawa o Junichiro Tanizaki, contemporáneos suyos, o el mismísimo y omnipresente Yukio Mishima.
Como vemos en el título, se trata de una colección de relatos, en concreto son cuatro, que recogen algunos de sus títulos más representativos. Son dos relatos breves y dos más extensos. En todos ellos observamos algunas características comunes que marcaron el universo creador del autor. En primer lugar es el iniciador de la Literatura Fantástica en Japón. No es exactamente así, pues la tradición popular japonesa y las piezas de teatro breve están llenas de estos elementos, pero sí fue el primer autor culto que desarrolló este ingrediente en su obra personal. Hay quien habla de Literatura Gótica o Post-Romanticismo; hay quien lo sitúa a la altura de Poe. No es justo. Decir Poe es decir mucho. Además, hablamos de épocas diferentes y de fuentes también muy diversas. Kyoka bebe en la tradición propia de su país. Es muy posible que albergara deseos de emular a Poe y a M. G. Lewis, sí, especialmente a este. De Poe toma los elementos de la intriga que estructuran sus relatos, pero como hizo Lewis usa el entorno religioso, los misterios del mundo espiritual, para crear sus personajes y sus ambientes. Es recurrente la figura del monje, que en la filosofía zen es aún un personaje reverenciado por el pueblo. Nos muestra lugares en decadencia, que gozaron de días mejores, pero que mantienen todo el influjo de ese otro mundo que un hombre de su tiempo (los albores del siglo XX, con todo lo que tuvo de choque frontal y vital de culturas en Japón) no puede explicar usando el razonamiento lógico.
Esa lucha entre culturas que caracterizó el periodo Meijí es otra de las características de sus relatos. No tan visible en todos, pero sí subyace. Sus personajes masculinos son universitarios o licenciados que en algún momento de sus vidas han de tomar decisiones sobre este tema.
Quizás el elemento común más evidente de estos relatos sea la presencia de la belleza femenina. Las mujeres protagonistas de Kyoka son siempre muy hermosas y juegan con esa belleza aparentemente sin darse cuenta. Los hombres que las conocen caen en esa sensación que al principio llaman amor o romanticismo, pero que a lo largo del relato se identifica con el término “lujuria”. Ello provoca desasosiego y empezar a dudar de sus planteamientos iniciales. ¿La amo o la deseo? Gran parte de la trama consiste en desentrañar ese enigma. No son relatos en los que el sexo sea explícito, pero sí el deseo que sienten los personajes. La labor de la traductora Susana Hayashi es encomiable en ese sentido, pues todo el tiempo hay que matizar lo que los protagonistas dicen, sienten o sus reflexiones íntimas. Y la lengua japonesa es muy rica y diferente en todos estos matices.
De los cuatro relatos, prefiero el segundo, que da título a la colección y que recrea todo el proceso de un hombre bueno que, por tratar de salvar a un desconocido, escoge un camino que sabe que le va a llevar a tener problemas insondables e inesperados. El clima oscuro e inexplicable se contagia al lector que desconoce lo que realmente está pasando y espera con ansia la resolución de la historia. Debemos seguir conociendo a Kyoka: esperemos nuevas ediciones de su obra en castellano. Y, ¿cómo no? ¡Larga vida a la editorial Satori!
Izumi Kyoka
Satori, 2011
ISBN: 978-84-9138204-6-6
289 páginas
19 €
Traducción de Susana Hayashi
Rafael Suárez Plácido
Ya es hora de hablar de la editorial, especializada en cultura japonesa, Satori, afincada en Gijón, y, más concretamente, de la primera colección especializada en literatura japonesa que se ha creado en España: “Maestros de la Literatura Japonesa”. Que la dirija Carlos Rubio es ya una buena señal. Que podamos encontrar sus hermosas ediciones en muchas librerías españolas nos lleva a pensar que el proyecto, aún incipiente, es viable o va tomando visos de serlo.
Hasta el momento ha publicado cuatro títulos: El caminante, de Natsume Soseki, es el primer libro de esta colección. Se trata de un autor del que cada año encontramos dos o tres títulos nuevos y constantes reediciones. La apuesta inicial de Trotta (Yo, el gato, 1999, dos ediciones) y Gredos (Kokoro, 2003, quizá su mejor novela, traducida por el propio Carlos Rubio y con varias ediciones, la última muy reciente en la filial RBA) fue recogida con un éxito estimable por Impedimenta, que obtuvo un enorme éxito de crítica y ventas con Botchán (2008) y Sanshiro (2009), y que recientemente ha vuelto a traducir Soy un gato (sic, 2010). Completan la presencia del gran autor japonés los dos libros que ha publicado la editorial Sígueme: Kusamakura (2009) y Shumi no iden (2010).
La segunda referencia es Namiko, de Tokutomi Roka, un éxito de ventas en su tiempo que hará las delicias de todos los amantes de los dramas lacrimógenos o de todos aquellos que quieran profundizar en el conocimiento de los usos y costumbres de la sociedad japonesa de principios del siglo XX. Aunque quizás no estemos hablando de gran literatura, como en el caso anterior, o como en el caso del libro de relatos que nos ocupa ahora.
Y así llegamos a El santo del monte Koya y otros relatos, la primera referencia que tenemos en nuestro país de Izumi Kyoka, un autor prácticamente desconocido en nuestra lengua, pero que es considerado el maestro del relato breve japonés. Así lo consideraron el más conocido Ryunosuke Akutagawa o Junichiro Tanizaki, contemporáneos suyos, o el mismísimo y omnipresente Yukio Mishima.
Como vemos en el título, se trata de una colección de relatos, en concreto son cuatro, que recogen algunos de sus títulos más representativos. Son dos relatos breves y dos más extensos. En todos ellos observamos algunas características comunes que marcaron el universo creador del autor. En primer lugar es el iniciador de la Literatura Fantástica en Japón. No es exactamente así, pues la tradición popular japonesa y las piezas de teatro breve están llenas de estos elementos, pero sí fue el primer autor culto que desarrolló este ingrediente en su obra personal. Hay quien habla de Literatura Gótica o Post-Romanticismo; hay quien lo sitúa a la altura de Poe. No es justo. Decir Poe es decir mucho. Además, hablamos de épocas diferentes y de fuentes también muy diversas. Kyoka bebe en la tradición propia de su país. Es muy posible que albergara deseos de emular a Poe y a M. G. Lewis, sí, especialmente a este. De Poe toma los elementos de la intriga que estructuran sus relatos, pero como hizo Lewis usa el entorno religioso, los misterios del mundo espiritual, para crear sus personajes y sus ambientes. Es recurrente la figura del monje, que en la filosofía zen es aún un personaje reverenciado por el pueblo. Nos muestra lugares en decadencia, que gozaron de días mejores, pero que mantienen todo el influjo de ese otro mundo que un hombre de su tiempo (los albores del siglo XX, con todo lo que tuvo de choque frontal y vital de culturas en Japón) no puede explicar usando el razonamiento lógico.
Esa lucha entre culturas que caracterizó el periodo Meijí es otra de las características de sus relatos. No tan visible en todos, pero sí subyace. Sus personajes masculinos son universitarios o licenciados que en algún momento de sus vidas han de tomar decisiones sobre este tema.
Quizás el elemento común más evidente de estos relatos sea la presencia de la belleza femenina. Las mujeres protagonistas de Kyoka son siempre muy hermosas y juegan con esa belleza aparentemente sin darse cuenta. Los hombres que las conocen caen en esa sensación que al principio llaman amor o romanticismo, pero que a lo largo del relato se identifica con el término “lujuria”. Ello provoca desasosiego y empezar a dudar de sus planteamientos iniciales. ¿La amo o la deseo? Gran parte de la trama consiste en desentrañar ese enigma. No son relatos en los que el sexo sea explícito, pero sí el deseo que sienten los personajes. La labor de la traductora Susana Hayashi es encomiable en ese sentido, pues todo el tiempo hay que matizar lo que los protagonistas dicen, sienten o sus reflexiones íntimas. Y la lengua japonesa es muy rica y diferente en todos estos matices.
De los cuatro relatos, prefiero el segundo, que da título a la colección y que recrea todo el proceso de un hombre bueno que, por tratar de salvar a un desconocido, escoge un camino que sabe que le va a llevar a tener problemas insondables e inesperados. El clima oscuro e inexplicable se contagia al lector que desconoce lo que realmente está pasando y espera con ansia la resolución de la historia. Debemos seguir conociendo a Kyoka: esperemos nuevas ediciones de su obra en castellano. Y, ¿cómo no? ¡Larga vida a la editorial Satori!
1 comentario:
Como lector-pez de este buen blog, agradezco la recomendación que ofreces, pues he picado el anzuelo totalmente, y hoy siendo San Viernes, iré a pillármelo sin duda. Si encima a Mishima le gustaba, no hay más que decir. Un saludo.
Don CalcetínRelleno
Publicar un comentario