La Fanfarlo
Charles Baudelaire
Planeta, 2011
ISBN: 978-84-08-10332-5
75 páginas
11,99 €
Traducción de Alejandrina Falcón
Prólogo de Carmen Camero Pérez
José M. López
Un Charles Baudelaire (1821-1867) con apenas 25 años se adentra en el género del relato / novela corta ('nouvelle') para ofrecernos una deliciosa perla cargada de humor e ironía. Es sabida la inclinación del autor de Las flores del mal por maestros de la narración breve como E. A. Poe o T. Gautier; del primero admiraba -además de su afición al amontillado jerezano- su precisión técnica en la construcción narrativa; del segundo su deleite en la descripción de corte simbolista.
Uno de los puntos fuertes de La Fanfarlo es la creación, a pesar de la brevedad que exige el formato, de una serie de personajes -tres, para ser más exactos- perfectamente trazados. La historia es la de un joven y desfasado poeta que planea ayudar a una amante de juventud en su intento de volver a traer a su alcoba a su marido, que se ha enamorado de una popular 'vedette' llamada “La Fanfarlo”. Así la esposa promete al joven bohemio que si este consigue enamorar a la bailarina de modo que esta deje a su marido, también le concederá a este placeres sexuales. A pesar de que el personaje de la bailarina da título a la obra, toda la historia orbita alrededor del Samuel Cramer, un vulgar y histriónico artista que sirve al autor como excusa para parodiar – parodiarse- los motivos y tópicos propios del denominado poeta romántico: holgazán aunque obstinado en sus ideas, ingenioso aunque temiblemente pedante y aburrido, en boca del propio narrador, “un ambicioso triste y un ilustre desdichado, pues en toda su vida no ha tenido sino mitades de ideas (…) Hombre de bien por su origen y un poco sinvergüenza por pasatiempo (…) el tierno, el caprichoso, el perezoso, el terrible, el sabio, el ignorante, el desaliñado, el coqueto Samuel Cramer”. De este modo, la crítica mordaz y desenfadada se prodiga durante todo el texto, bien hacia este personaje en particular – “con este diablo de hombre, el problema es saber dónde comienza el comediante”- bien hacia la aquellos cuya profesión él representa- “solo los poetas son lo suficientemente cándidos para inventar semejantes atrocidades”.
"La Fanfarlo” se revela como el otro gran personaje del relato. A pesar de que se oye hablar de ella desde el comienzo, el lector la va conociendo a la par que Samuel Cramer, y, como él, termina enamorándose irracionalmente de ella. El joven bohemio ve en ella su alma gemela: a la manera de Des Esseintes, decadente protagonista de Á rebours (1884), esta diva de las tablas se prodiga en una irrefrenable pasión por los placeres artificiales, véase el refinamiento gastronómico, el maquillaje excesivo, o la arquitectura de corte exótico y sensorial.
Sin embargo, la voz que aparece con más fuerza y personalidad en el texto es la del propio narrador. Este se muestra como testigo directo de la historia contada, y afirma incluso conocer personalmente al personaje de Samuel, de modo que la trama adquiera una mayor credibilidad a ojos del lector. Crítico y excesivo, estamos ante un narrador con intención pretendida y explícita de mostrar su vasta personalidad en el relato: pedante en ocasiones, mordaz e irónico siempre, soberbio, transparente y osado, sus hilarantes y polémicos juicios de valor acerca de las mujeres, los vicios o el amor lo convierten, quizás, en el personaje más atractivo del libro.
Sinceramente, no creo que La Fanfarlo se encuentre al nivel de las 'nouvelles' de los grandes creadores de la época, pero supone una deliciosa e inteligente obra que hará las delicias del seguidor del Baudelaire más majestuoso y mordaz. El más célebre autor de la llamada escuela simbolista sabe reírse aquí de sí mismo, de modo que su trasunto paródico en la obra, Samuel Cramer, terminará engañado por todas las mujeres a las que él mismo creía burlar, dando a entender que la única salida de este risible poeta maldito es la de todos nosotros: la inevitable normalidad del burgués.
Charles Baudelaire
Planeta, 2011
ISBN: 978-84-08-10332-5
75 páginas
11,99 €
Traducción de Alejandrina Falcón
Prólogo de Carmen Camero Pérez
José M. López
Un Charles Baudelaire (1821-1867) con apenas 25 años se adentra en el género del relato / novela corta ('nouvelle') para ofrecernos una deliciosa perla cargada de humor e ironía. Es sabida la inclinación del autor de Las flores del mal por maestros de la narración breve como E. A. Poe o T. Gautier; del primero admiraba -además de su afición al amontillado jerezano- su precisión técnica en la construcción narrativa; del segundo su deleite en la descripción de corte simbolista.
Uno de los puntos fuertes de La Fanfarlo es la creación, a pesar de la brevedad que exige el formato, de una serie de personajes -tres, para ser más exactos- perfectamente trazados. La historia es la de un joven y desfasado poeta que planea ayudar a una amante de juventud en su intento de volver a traer a su alcoba a su marido, que se ha enamorado de una popular 'vedette' llamada “La Fanfarlo”. Así la esposa promete al joven bohemio que si este consigue enamorar a la bailarina de modo que esta deje a su marido, también le concederá a este placeres sexuales. A pesar de que el personaje de la bailarina da título a la obra, toda la historia orbita alrededor del Samuel Cramer, un vulgar y histriónico artista que sirve al autor como excusa para parodiar – parodiarse- los motivos y tópicos propios del denominado poeta romántico: holgazán aunque obstinado en sus ideas, ingenioso aunque temiblemente pedante y aburrido, en boca del propio narrador, “un ambicioso triste y un ilustre desdichado, pues en toda su vida no ha tenido sino mitades de ideas (…) Hombre de bien por su origen y un poco sinvergüenza por pasatiempo (…) el tierno, el caprichoso, el perezoso, el terrible, el sabio, el ignorante, el desaliñado, el coqueto Samuel Cramer”. De este modo, la crítica mordaz y desenfadada se prodiga durante todo el texto, bien hacia este personaje en particular – “con este diablo de hombre, el problema es saber dónde comienza el comediante”- bien hacia la aquellos cuya profesión él representa- “solo los poetas son lo suficientemente cándidos para inventar semejantes atrocidades”.
"La Fanfarlo” se revela como el otro gran personaje del relato. A pesar de que se oye hablar de ella desde el comienzo, el lector la va conociendo a la par que Samuel Cramer, y, como él, termina enamorándose irracionalmente de ella. El joven bohemio ve en ella su alma gemela: a la manera de Des Esseintes, decadente protagonista de Á rebours (1884), esta diva de las tablas se prodiga en una irrefrenable pasión por los placeres artificiales, véase el refinamiento gastronómico, el maquillaje excesivo, o la arquitectura de corte exótico y sensorial.
Sin embargo, la voz que aparece con más fuerza y personalidad en el texto es la del propio narrador. Este se muestra como testigo directo de la historia contada, y afirma incluso conocer personalmente al personaje de Samuel, de modo que la trama adquiera una mayor credibilidad a ojos del lector. Crítico y excesivo, estamos ante un narrador con intención pretendida y explícita de mostrar su vasta personalidad en el relato: pedante en ocasiones, mordaz e irónico siempre, soberbio, transparente y osado, sus hilarantes y polémicos juicios de valor acerca de las mujeres, los vicios o el amor lo convierten, quizás, en el personaje más atractivo del libro.
Sinceramente, no creo que La Fanfarlo se encuentre al nivel de las 'nouvelles' de los grandes creadores de la época, pero supone una deliciosa e inteligente obra que hará las delicias del seguidor del Baudelaire más majestuoso y mordaz. El más célebre autor de la llamada escuela simbolista sabe reírse aquí de sí mismo, de modo que su trasunto paródico en la obra, Samuel Cramer, terminará engañado por todas las mujeres a las que él mismo creía burlar, dando a entender que la única salida de este risible poeta maldito es la de todos nosotros: la inevitable normalidad del burgués.
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