04 marzo 2010

Juegos de espejos narrativos

Antes de decirte adiós

Guillermo Galván

Suma de Letras, 2010

ISBN:978-84-8365-160-5

421 páginas

18 euros





Juan Carlos Sierra

Dice Miguel de Cervantes que la historia de D. Quijote de la Mancha la transcribió o tradujo de un manuscrito perteneciente a un tal Cide Hamete Benengeli, historiador árabe. Todos sabemos que esto no es más que una artimaña narrativa que busca la credibilidad del texto, es decir, que el personaje de don Quijote traspase las fronteras de la ficción para convertirse en persona, en entidad histórica. He aquí el gran hallazgo de Cervantes y, de paso, la carta fundacional de la novela moderna.

Guillermo Galván en su novela Antes de decirte adiós también se ampara, quizá para añadir ese plus cervantino de credibilidad a su historia, en un tercero quien, si no le dicta lo que tiene que escribir, sí que lo condiciona a embarcarse en una investigación que desemboca en una narración extensa y, a veces, compleja. Nos referimos al dietario de Anselmo Carrachano “que un día llegó a mi mesa con su impenetrable colección de cifras y nombres…”, escribe Galván en la última página del libro. No sabemos hasta qué punto nos enfrentamos a una argucia narrativa o a una realidad, a una anécdota verdadera, pero, como en El Quijote –y salvando las diferencias-, lo importante es el artefacto narrativo que surge a partir de este hecho, que trata de difuminar las líneas que separan la realidad de la ficción.

Asimismo, como en la novela cumbre de Cervantes y de la narrativa universal, en Antes de decirte adiós el juego de espejos entre realidad y ficción es constante y muy productivo. Podemos hablar en la novela de Guillermo Galván de ‘metanarrativa’, ‘metaficción’ o, simplemente, de la novela dentro de la novela, desdoble que aprovecha el autor para proporcionar de paso algunas pinceladas sobre el proceso de creación narrativa y concluir en boca de uno de sus personajes: “No hay diferencias entre invención y realidad. Saltar entre ambas diestramente, entrelazarlas con estilo es una de las virtudes del buen narrador. Hacer de la mentira verdad, de la verdad mentira: he ahí el arte de la novela”.

Todo este entramado metaliterario se ejercita bajo un dominio innegable del lenguaje. La prosa que utiliza Guillermo Galván atrapa al lector por su versatilidad, por su calidad, por su verdad, especialmente en las conversaciones de los personajes. Incluso se puede diferenciar un trato distinto del idioma en las dos novelas que realmente incluye este volumen. A pesar de todo esto y siguiendo en el análisis del tratamiento del lenguaje, quizá solo se le puede reprochar una falta al autor. Los capítulos reveladores de la trama de Antes de decirte adiós suelen corresponderse con larguísimos parlamentos de algunos personajes en los que, probablemente por la extensión de estos, se pierde la verosimilitud mínimamente exigida al registro conversacional.

Y ya que hablamos de verosimilitud, tampoco parece muy afortunado todo lo concerniente al Laboratorio Cismático y a Boni el Sinsombra, los entes que empujan a uno de los personajes a escribir la primera novela, ‘Cuatro días de marzo’, de este libro.

Muy probablemente Antes de decirte adiós no acabe dentro de los ‘Cuarenta Principales’ de la literatura universal o, al menos, de la escrita en castellano, pero no se le puede negar buen oficio a su autor y una notable habilidad para pergeñar, a pesar de algunos engranajes chirriantes, un artefacto literario que sin duda atraerá la atención durante sus cuatrocientas páginas de lectores de toda condición.

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