Enrique Baltanás
La Veleta, 2010
ISBN: 978-84-9836-724-9
86 páginas
11 euros
En estos tiempos de prisas, estrés, vértigo, aceleración, hiperactividad,… parece que los géneros denostados tradicionalmente por breves –y, por consiguiente, aparentemente facilones- van ocupando un lugar cada vez más destacado entre la producción literaria patria. A nadie se le escapa la superproducción de haikus, microrrelatos y libros de aforismos.
No por breves se trata de géneros menores. El esfuerzo por cerrar un haiku en condiciones, por atar bien un microrrelato o por cargar de profundidad un aforismo no tiene necesariamente que desmerecer el que se lleva a cabo en la composición de un soneto, de un relato o de un tratado filosófico. Quizá la responsabilidad de esta percepción –si se trata de señalar culpables- se encuentre en la parte del receptor, es decir, del lector. Las prisas y la sociedad de consumo impulsan a interpretar que estos géneros pueden equipararse a cualquier producto de usar y tirar, pues se leen rápido y se olvidan aún con más celeridad.
Sin embargo, las diecisiete sílabas de un haiku, la página de un microrrelato o la frase aforística guardan en sí un sabor que, en caso de que se hayan escrito con honestidad y se lean con ánimo curioso y tranquilo, permanecen en la boca del lector como un buen vino, con sus matices, su aroma, su textura,…
Algo así sucede con buena parte de los aforismos o ‘volaterías’ que Enrique Baltanás ha reunido en su libro Minoría absoluta. Algunos no pasan de ser simples ocurrencias –por ejemplo, los dedicados a las vocales-, chistes privados –“Duda sevillana: ¿Conget o con jota?”- o material sólo apto para iniciados –“La sociología de la Escuela de Frankfurt era, más que nada, una sociología de adorno”-. Sin embargo, otro buen número de los aforismos –perdón, ‘volaterías’- de esta Minoría Absoluta mueven al lector a una lectura profunda, a un repaso a toro pasado en la intimidad de su conciencia, a un bucle recursivo en la memoria, en el presente y en el futuro; en definitiva, a la búsqueda de esos matices de los que se puede disfrutar con un buen vino. Incluso aquellas que pueden irritar a cierto tipo de lector –“Las feministas son unas señoras a las que el sexo se les ha subido a la cabeza” o “Republicano: alguien que cree que el Rey es el culpable de todo. En España: persona de escasa memoria, pero que suele presumir de lo contrario”- pueden provocar en éste una reflexión profunda, aunque sea solo por la provocación que contienen.
En cualquier caso, lo que hace especialmente interesante al libro de Baltanás es, sin duda, el sentido del humor. Alguien dijo –o quizá se encuentra en el imaginario colectivo- que el humor es una cosa muy seria o que es más fácil hacer llorar que hacer reír. No sé hasta qué punto lo segundo es cierto, pero lo que sí creo que funciona es plantear la gravedad con una sonrisa, con un guiño divertido, que contribuye a que la recepción del mensaje sea amable, incluso en aquellos aforismos que atacan los principios o los prejuicios de quien los lee.
De todas maneras, no olvidemos que el propio autor se escapa de la seriedad del término aforismo para denominar a las ocurrencias de su libro simplemente como ‘volaterías’, es decir, pensamientos, imágenes,… que normalmente se escapan, pero que en ocasiones, si estás atento, logras alcanzarlas con una red, como quien caza mariposas.
No sé si esta Minoría absoluta se puede incluir dentro de esa categoría de libros de mesilla de noche, es decir, aquellos a los que uno recurre de cuando en cuando para refrescar sus principios morales, éticos, filosóficos,… No obstante, tampoco estaría de más dejarlo a la mano en nuestra mesilla de noche, para consultarlo cuando la seriedad a veces siniestra del día a día nos abrume y nos bloquee. Probablemente cacemos al vuelo algunas frases que nos hagan pensar en la vida, en su complejidad, pero con una sonrisa cómplice.
3 comentarios:
Gracias, Juan Carlos, por este comentario tan generoso y, sin embargo, inteligente.
Gracias por tu comentario, Enrique, y el libro. ¿Sabes que lo que me decidió a hacerme con el libro es la 'Duda sevillana'? Compartimos amistades y complicidades 'Conget o con jota'.
Vaya, quién lo iba a decir. Estupenda anécdota.
Publicar un comentario