18 noviembre 2010

Historia del mundo


Capitalismo Gore

Sayak Valencia

Melusina, 2010

ISBN: 978-84-96614-87-1

240 páginas

17,20 €




Carolina León

La historia del mundo es una historia violenta, nadie lo negará. Y es una historia escrita por hombres, por el sexo masculino. Quien desee contradecirme, que venga a decírmelo a la cara.

Reculo un poco, os cuento qué es el Capitalismo gore, según la autora de este libro, Sayak Valencia: se trata de su forma de analizar el estado actual del capitalismo desde la percepción fronteriza, las tensiones entre el llamado “Primer Mundo” y “Tercer Mundo” (éste cada día más insertado, diluido y difuso en el primero), por medio de la adscripción del mundo criminal a las lógicas capitalistas, y la asunción de aquel entramado paralelo del crimen como parte indisoluble del capitalismo. Lo cuento con otras palabras: donde el capitalismo “clásico” (nos) impone la generación de mercancías, el capitalismo gore es la destrucción de mercancia, en este caso vidas humanas, persiguiendo el mismo fin: amasar dinero.

La autora, nacida en Tijuana, filósofa doctorada en la Universidad Complutense de Madrid, se trae sus propias vivencias de la vida en la frontera, el pasmo y el estupor de un espacio en el que puedes encontrarte, al doblar una esquina, un torso descuartizado por la carretera (léase su "Warning -Advertencia-" al comienzo), y sabemos que no vamos a encontrar en este libro aquiescencias ni sumisiones. Con sus armas de ensayista -pero también con las de poeta-, realiza un repaso exhaustivo a la deriva histórica que nos ha traído hasta este punto, anclándose en multitud de pensadores contemporáneos y afirmando con el pensamiento y la palabra esta visión: que el capitalismo conlleva, en los países tercermundistas, una suerte de segunda ola de colonialismo por medio de la abducción del deseo; que ese deseo se impone como un hiperconsumo necesario para medrar en la sociedad; que la precariedad establecida (en todas partes, cada día más) nos empuja a condonar la ética en favor de otro instrumental (balas, hachas, técnicas de secuestro) que nos aseguren poder adquisitivo y respaldo social; que el proceso de entregarse a las prácticas gore es un empujón que llega desde el propio capitalismo: si no puedes consumir, no eres nadie.

Lean esto:

La perfecta confluencia entre las bombas y el consumo, entre el hambre y las imágenes, nos la proporciona una frase recogida por el escritor Roberto Saviano en la que un jovencísimo napolitano, encerrado en una cárcel de menores, asume consciente y alegremente la maldición de Edipo: "Todos los que conozco o están muertos o están en prisión. Yo quiero convertirme en un capo. Quiero tener supermercados, tiendas fábricas, quiero tener mujeres. Quiero tres coches, quiero que cuando entre en una tienda todos me respeten, quiero tener comercios en todo el mundo. Y después quiero morir. Pero como mueren los hombres de verdad, los que verdaderamente mandan. Quiero morir asesinado". Si la estructura es el capitalismo y el modelo es la Mafia, sin duda Freud tenía razón.

Si bien este muchacho napolitano sabe lo que quiere, los que mueren a diario en las ciudades del Norte de México no han sido preguntados. (La cita es del libro Leer con niños, de Santiago Alba Rico). Los mafiosos rusos, los cientos de pequeños traficantes de toda gran ciudad del primer mundo y los enormes entramados de los cárteles de la droga comparten esta lógica. Lo que no explica Saviano y sí analiza con fino ojo crítico Valencia es que esta lógica viene impuesta por el capitalismo macho y (hetero)patriarcal, que sus grandes y numerosísimas víctimas son todos, pero sobre todo mujeres, y que es de las mujeres y todos los otros exiliados del sistema de donde puede venir una alternativa de construcción de pensamiento. De los llamados "transfeminismos".

Porque resumir su ensayo (denso, pero no difícil) en estas pocas líneas es algo bastante complicado, me quedaré contenta diciendo que si usted no está conforme con que los chicos sigan prefiriendo grabar palizas con sus teléfonos móviles de última generación a pensar y actuar en pos de un cambio de rumbo, quizá éste sea su libro. Si usted, siquiera remotamente, se ha puesto a pensar alguna vez en que consumiendo su gramito de cocaína cuando llega la paga extra está financiando a docenas de extorsionadores, secuestradores, agentes diluidores en ácido (a decir de la autora, un hombre confesó haber disuelto más de trescientos cuerpos), descuartizadores y violadores, entonces seguro que sí: éste es su libro.

6 comentarios:

Alberto Gómez dijo...

Tiene pinta de ser muy interesante. Me lo apunto para futuras lecturas. Gracias!

Carolink dijo...

Gracias a ti por leer esto y lo otro :) Saludos!

Juan Carlos Sierra dijo...

Este sábado Rafael Argullol escribía en El País algo que tiene mucho que ver con esto. Pensemos en ello. Grande, Carolina!

Carolink dijo...

Pues no lo encuentro online, pasa el link si lo sabes! (no compro periódicos que hacen ERES; es decir, no compro periódicos).

Manolo Haro dijo...

Menudo tema. Casi nada. El caso es que esta mañana un niño de 13 años me dijo que quería ser geo y el de al lado, al ver que la cosa iba por ahí, admitió que su sueño era ser antidisturbios para meter leña. Lo gore desde la más tierna adolescencia está en nuestras aulas. Habrá que ir comprando el desfibrilador.

Juan Carlos Sierra dijo...

Lo siento, Carolina, pero yo tampoco lo encuentro en la red. Lo leí en papel. De todas formas, creo que el libro que reseñas es más completo. Un saludo.