04 mayo 2011

¿Nuevos aportes becquerianos?

Nuevas rimas

Gustavo Adolfo Bécquer

Olifante Ediciones de Poesía, 2010. Edición de Agustín Porras

ISBN: 978-84-92942-00-8

75 páginas

15 €

Traducción de Luis Valdesueiro


Rafael Roblas Caride

Si hay un autor particularmente interesante para el filólogo especializado en la historia de la poesía española, ese es Gustavo Adolfo Bécquer. Por dos motivos fundamentales. En primer lugar, por el milagro de sus Rimas, obra extrañamente facilona que consigue metamorfosearse a lo largo de la vida del lector, pasando por estados diferentes que van desde la cursilería hasta la genialidad. Bécquer como denostado artífice de desamores adolescentes contra Bécquer como visionario cancerbero de la poesía española contemporánea. Romántico mediocre contra simbolista precursor. Por otra parte, el segundo motivo al que aludía antes es igual de misterioso que el primero. Y es que el corpus becqueriano parece no agotarse tras la muerte del autor en un continuo renacer de nuevas composiciones que -bien inéditas, bien perdidas en periódicos y otras publicaciones- van saliendo poco a poco a flote en una labor detectivesca que honra a toda esa cantidad de fieles becquerianistas que persiguen obsesivamente las sombras del poeta sevillano.

Agustín Porras es uno de estos últimos practicantes de la fe becqueriana que ha consagrado gran parte de su tiempo libre a una tarea de rastreo tan monótona como loable. Todo comienza con una intuición. Si suponemos que Gustavo Adolfo no se alimentaba del aire y a esto le sumamos la inquietud creativa que alentó su corta pero intensa existencia, podremos también suponer que esas vagas notas sobre el Bécquer traductor podrían deparar cuando menos curiosas sorpresas. Dicho y hecho, Porras tira del hilo conocido y se topa con dos curiosos títulos del francés Édouard Laboulaye publicados por la Biblioteca ilustrada de Gaspar y Roig que incluyen grabados de gran calidad debidos a Valeriano Bécquer: Abdallah o el trébol de cuatro hojas y Aziz y Aziza (cuento de las mil y una noches). Ambos, de honda raíz orientalizante, comparten también idéntico lirismo y pasajes en verso que, a simple vista, llaman la atención del iniciado. Pero aún hay más intriga: la versión al castellano de ambos textos responden a un enigmático y desconocido D. F. de T.

De naturaleza curiosa, Porras no rehúye el reto que se le propone e investiga, llegando a la conclusión de que, a pesar de la inexistencia en las publicaciones de fecha de edición alguna, dichos volúmenes ven la luz no más allá de 1869, esto es, aún en vida del autor del Libro de los gorriones, descartando así posibilidades apócrifas y falsificaciones más o menos intencionadas, por otra parte, tan habituales en la fijación definitiva del corpus textual, tal y como han demostrado a lo largo del siglo XX diversos becquerianistas ilustres.

Analizando el estilo de los poemas integrados en Abdallah o el trébol de cuatro hojas y en Aziz y Aziza, Agustín Porras inmediatamente se da cuenta de la libertad con la que el traductor ha desempeñado su trabajo y en la mejora más que ostensible producida sobre la versión original (traduttore- traditore). Por otra parte, aprovechando que Valeriano Bécquer pasaba por allí, establece paralelismos entre las Rimas y los nuevos textos llegando a una sorprendente conclusión, arriesgada pero más que posible: pueden proceder de la misma persona. El último escollo existente, el de las misteriosas iniciales que firman el trabajo de traducción, Porras lo solventa con una hipótesis muy del gusto del humor sevillano: ¿D. F. de T. esconde a un guasón Gustavo Adolfo que rubrica como Don Fulano de Tal? Tratándose de Bécquer nada es descartable.

De resultar certera la hipótesis de Agustín Porras, el descubrimiento de estas composiciones estaría abriendo un terreno inmenso a los estudiosos de la figura del Bécquer más desconocido: el traductor. ¿Cabe la posibilidad de que se trate de un caso aislado? ¿Habría más producción desconocida? A estas preguntas sólo el trabajo de campo podrá responder en el futuro. Por lo pronto, hay que conformarse con esta cuidadísima edición titulada Nuevas rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, título un tanto desafortunado que lleva a la confusión y que, de hecho, ha dado pie a que algunos críticos salten a la yugular, tomándose el interesante trabajo y el posterior descubrimiento de Agustín Porras como una suerte de publicidad mal enfocada por un sensacionalismo barato que en nada se corresponde con la gestación del mismo. Y es que el propio editor les proporciona las armas de ataque: ¿Nuevas? Los poemas no son inéditos puesto que están publicados por Gaspar y Roig; ¿Rimas? No, puesto que no se corresponden con una producción original del autor dentro del Libro de los gorriones ¿De Gustavo Adolfo Bécquer? Todo indica a su autoría, aunque no hay ningún documento firme que pueda afirmarlo con rotundidad.

Quizás, este es el único pero que puede achacársele a este volumen de la editorial Olifante, que se ha arriesgado a reproducir los poemas encontrados por el incansable Agustín Porras y que se completa con la traducción literal de los originales de Laboulaye -sin el marchamo becqueriano, pues- debida a Luis Valdesueiro. Pero, como el movimiento se demuestra andando, quizás sea necesario concluir esta reseña reproduciendo una de esas pequeñas joyitas recolectadas, con el permiso del editor. Al fin y al cabo, sólo el lector –incrédulo o no- tiene la última palabra para decidir si es Bécquer o no el que respira tras estos versos de aire tan familiar.

ODA DE HAFIZ

En las tazas de plata
como un rayo de sol chispea el vino.
¡Beber! Él cura lo que nadie cura:
los males del espíritu.

¿Surca el dolor tu frente?
¿Temes las noches largas como siglos?
¡Pues apura tu taza y bebe en ella
el sueño y el olvido!

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