06 julio 2011

A lomos de un cocodrilo

Hoy, en las reseñas ‘vintage’ para el II Aniversario de Estado Crítico, Jesús Cotta nos recomienda con vehemencia bucear en las cuatro Sonatas (1902-1905) de D. Ramón María del Valle-Inclán, cultivador de diversos géneros literarios (igual que nuestro reseñador).

Jesús nos advierte que dejarse seducir por este seminal ciclo de novelas españolas es adentrarse en un mundo sugerente de combates entre Eros y Tánatos, de la mano del ya arquetípico Marqués de Bradomín.


Jesús Cotta


Si de mí dependiera establecer con diez obras el canon de la literatura occidental del siglo XX, incluiría, a no ser que me sobornasen con unos milloncitos de euros, las cuatro Sonatas de Valle-Inclán. Las cuatro: la de Primavera, la de Verano, la de Otoño y la de Invierno. Las recomiendo cuatro veces.

No se puede seguir leyendo y escribiendo igual una vez que uno se las inyecta en vena, porque desde entonces ellas circulan por la sangre en bajeles de oro y azabache seduciendo doncellas y descamisando marineros rusos o luchando a brazo partido con curas carlistas y fornidos. La extrema elegancia de sus frases abruma por sus hallazgos literarios, por esos adjetivos que transfiguran la realidad, por esas imágenes tan hondas, por ese ritmo deslumbrante de sus períodos. Y, por si fuera poco, toda esa belleza formal está al servicio del tema, porque Valle-Inclán no es, al estilo de Gabriel Miró, sólo un buen prosista, sino un extraordinario narrador. Si usted busca la cuadratura del círculo, 'id est', belleza intensísima de la forma y acción y peripecia en el contenido, tiene en nuestro insigne barbudo lo que busca.

Perdonen ustedes que yo pierda el tino con estas cuatro estaciones. Pero ¿cómo no lo voy a perder si superan en osadía a Sade, pero sin su mal gusto y sin su mala leche, si superan en completitud y completez y completidad (y disculpen los palabros) a En busca del tiempo perdido o La montaña mágica, si suponen en la historia de la literatura un hito tal, que urge encumbrarlas ya junto a los Grandes Raros Exquisitos del Mundo, como Kavafis o Novalis?

Si usted se ve en el compromiso de tener que obsequiar de algún modo al embajador de Siam o de seducir a un príncipe de los Balcanes o de quedar bien con una devoradora de hombres o, lo que es más habitual, de ser aceptado en una logia de vampiros, regáleles una buena edición de las Sonatas en papel de seda y subraye al azar y con tinta de color violeta una frase. Cualquiera que usted subraye suscitará tertulias de madrugada, noches de amor en un cenador y obras esotéricas que explicarán, ¡por fin!, este incomprensible mundo.

Quizá consigamos así algún día que los poderes públicos olviden su mal gusto y cultiven para poetas y amantes de poetas un jardín en un claro de bosque donde podamos ir desnudos y perfumados para que el polen nos embellezca para siempre.

Y, en fin, no digo más, porque, si me voy de la lengua, moriré en un atentado a manos de los miembros de la sociedad secreta a la que pertenezco: ya he dicho más de la cuenta. Sólo añadiré que, si lo lee en verano, pertréchese de té helado para no arder y cerciórese de que vasodilata bien. Así, lo que haya en usted de caballero o de dama se verá colmado de dicha y orgasmo intelectual cuatro veces, una por cada estación.

5 comentarios:

Daniel Ruiz García dijo...

Comparto tu entusiasmo por Valle-Inclán. De los pocos raros patrios que no me parecen impostores. Su sombra expresiva es alargada, y muy reconocible en muchos novelistas actuales y no tanto. Una de las visitas "culturales", por cierto, más decepcionantes que he hecho en mi vida fue a la casa-museo de Valle-Inclán en Vilanova de Arousa. Un genio de tamaña altura no se merece tal cutrez.

Juan Carlos Sierra dijo...

Puro entusiasmo. Enhorabuena, Jesús.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Amigos, de parte del insigne barbudo os transmito un apretón de manos.

Manolo Haro dijo...

Como diría el insigne barbudo, "¡viva la bagatela!".

Ilya U. Topper dijo...

Sólo he leído una, pero algo es algo. Además, a los 16 años, y con un aún muy rudimentario conocimiento del castellano. Pero ya entonces se me quedó grabada. Luego elevé a don Ramón a los altares por su incomparable Max Estrella (aún me sorprende que en la Alameda todavía no haya un bar que se llame El Cráneo Privilegiado). Valle-Inclán es grande, muy grande. De los inalcanzados. (Re)leeré las sonatas. Promesa.

(ah, y enhorabuena por la reseña: subrayaría con tinta violeta cualquier frase al azar, pero no conozco al embajador de Siam, que es lo más a alcance de los ejemplos propuestos).