05 octubre 2010

En este mundo


Tranquilos en tiempo de guerra

Cristian Crusat

Pre-Textos, 2010

ISBN: 9788492913091

124 páginas

10 €




José Martínez Ros


Hay algo que no termina de funcionar en la narrativa española; sólo por esa razón se explica que autores de genio como Enrique Vila-Matas sufrieran una larga travesía del desierto antes de ser apreciados en lo que valen, mientras que autores de best-sellers pseudohistóricos y pseudofeministas plagados de tópicos –Almudena Grandes- y de torpes aventurillas de capa y espada –Pérez-Reverte- reciban sospechosas aclamaciones críticas; y ejemplos de pensamiento débil con una prosa de suplemento dominical de viajes se conviertan en el paradigma de la innovación. En ese panorama, un libro como Tranquilos en tiempo de guerra resulta tranquilizador. Este es el segundo libro de relatos de Cristian Crusat (San Antoni, Ibiza, 1983) y representa un cambio sustancial y un gran avance tras Estatuas, también publicado en Pre-Textos, conservando sus virtudes, en especial una prosa tensa y dúctil que debería avergonzar a muchos neobarrocos que confunden el abigarramiento con la elegancia o la intensidad. Mientras que en su anterior título nos encontrábamos con un repaso entre tierno e irónico por los misterios del comportamiento humano, donde el joven autor ensayaba diversos tonos más o menos desenfadados para describir a sus criaturas, en Tranquilos en tiempo de guerra nos encontramos con una extraña gravedad cuya clave nos da una de las citas previas.

En ella David Foster Wallace, tótem y mártir de la literatura contemporánea, afirmaba: la ironía nos tiraniza, aludiendo al modo en que la narrativa “ligera” del cine y, sobre todo, la televisión han colonizado de todas las demás artes, impidiendo que aquellas dudas y perplejidades que han llenado el corazón y la mente de los seres humanos desde el comienzo de los tiempos puedan ser tratadas con la misma profundidad por los nuevos narradores (a pesar del carácter profundamente irónico y postmoderno de la mayor parte de la narrativa de Foster Wallace, incluyendo su magnus opus La broma infinita, no dejó de señalar el callejón sin salida que representa un arte incapaz de contemplar directamente la realidad sin continuos filtros previos). O como dice una chica en uno de estos relatos: “No puedo dejar que me la metas ni una vez más, si no dejas de pensar que eres otro” (toda una poética en una frase). Y es que el pequeño gran libro Cristian Crusat se centra en dos temas perfectamente serios y que merecen atención: el amor y la soledad.
Entre los protagonista de estos relatos abundan los personajes como Charly –un adicto al porno en proceso de rehabilitación- que tienen auténticos problemas para hacer frente a sus sentimientos e impulsos y, sobre todo, a comunicarlos, a pesar de que, probablemente, no habría nada que desearan más. Por eso, tal vez, muchos de ellos son jóvenes y adolescentes, para los que, en muchas ocasiones, la distancia entre sus emociones y la realidad es más que insoportable, o se encuentran una circunstancias difíciles, incontrolables, que lo hacen conscientes de la fragilidad de sus sentimientos, como el astronauta que narra “Un balcón azul de titanio” o los fantasmales hermanos de “Cuadros colgados en la pared”.

Un ejemplo perfecto sería el relato que da título al libro: una sigilosa, perfecta, historia de amor narrada de un modo tan despojado y distante que tardamos unos párrafos o unas páginas en comprender que apunta directamente hacia nuestro corazón. No duden en acercarse a Tranquilos en tiempos de guerra: es un libro que marca muchas de las tendencias que seguirá (o que debería seguir) la mejor literatura de este tiempo, la que aún está por escribirse.

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