09 noviembre 2010

El incartografiable mundo de nuestro viaje

La Trilogía de la Frontera: Todos los hermosos caballos, En la frontera y Ciudades de la llanura.

Cormac McCarthy

DeBols!llo, 2009

ISBN: 978-84-979360-4-0, 978-84-979341-2-1 y 978-84-979373-9-9 respectivamente.

336, 448 y 280 páginas respectivamente.

8,95 € (cada volumen).

Traducción de Pilar Giralt Gorina, Luis Murillo Fort y Luis Murillo Fort respectivamente.

Todos los hermosos caballos, ganadora del National Book Award (1992).


Fran G. Matute


No deja de sorprenderme que Cormac McCarthy se haya convertido, ya no sólo en un fabricante de best sellers, sino en todo un personaje del mundillo literario. Sobre todo si tenemos en cuenta que hasta hace muy poco McCarthy rehuía de aparecer en público, conceder entrevistas, recibir premios, hacer presentaciones o cualquier otra faceta publicitaria y vivía cuasi-recluso en su rancho de Nuevo México. Quiero pensar que este resurgimiento público de la figura de Cormac McCarthy (hasta se le pudo ver en el programa de Oprah) viene provocado por el boom mediático que han tenido algunas de las adaptaciones cinematográficas que se han estrenado recientemente sobre su obra. Al margen de los pingües beneficios que estará percibiendo, la verdad es que el cine ha convertido a Cormac McCarthy en un reputado y rentable escritor tanto en los Estados Unidos de América como en Europa.

En cualquier caso considero que la prosa de Cormac McCarthy no es de fácil digestión y por ello me fascina aún más su éxito de público. Su obra está poblada de un detallismo exacerbado, preocupado por el entorno más que por sus habitantes, descuidado en las formas lingüísticas (o mejor dicho, utilizando reglas gramaticales propias) y con una temática “western flavour” de difícil asimilación para otras culturas. Precisamente por lo anterior, considero que McCarthy debería ser el objeto del deseo de los críticos más sesudos (esos que en mi imaginación fuman en pipa, gastan afinada barba y viven rodeados de salones forrados de libros decrépitos) por la complejidad, y sin embargo austeridad, que ofrece su obra. Pero la realidad manda y hoy día McCarthy es un escritor venerado tanto por crítica (sesuda o no) como por público (exigente o no), y prueba de ello es la avalancha de reediciones de todas sus novelas (en tapa dura o bolsillo), motivo por el que hoy nos encontramos aquí.

Pero si echamos la vista atrás, el primer reconocimiento generalizado por parte de público y crítica vino de la mano de una novela y, curiosamente, de una posterior adaptación cinematográfica a principios de los noventa, gracias a la publicación del primer volumen de lo que más tarde se denominaría la “Trilogía de la Frontera”. Aquella primera entrega tuvo por título Todos los hermosos caballos (1992) y constituyó un éxito sin precedentes para el bolsillo del autor de Rhode Island gracias a una arriesgada apuesta publicitaria por parte de la editorial: aquello se vendió como una novela romántica (y con la misma etiqueta se pretendió vender la inevitable película). La realidad es que, comparada con la anterior obra de McCarthy, Todos los hermosos caballos parecía una especie de giro estilístico. Pero en sus entrañas subyacen los mismos elementos que han configurado la particular prosa mccarthyana. Del mismo modo que unos cuantos arbustos no conforman un bosque, la inclusión de ciertos pasajes de corte amoroso en esta premiada obra no permite calificarla de novela apta para todos los públicos. Y es que Todos los hermosos caballos termina siendo igual de brutal que cualquier obra de McCarthy y más cuando se empeña en reflejar con tanta precisión el nacimiento del mal en el joven John Grady Cole a lo largo de su homérica y sentida odisea por tierras fronterizas.

El siguiente escalón que McCarthy decidió construir en su celebérrima obra fue En la frontera (1996), la que, a mi juicio, es la mejor y más vanguardista aportación a la trilogía fronteriza. En este filosófico volumen, McCarthy recupera buena parte del espíritu que imbuyó su obra maestra Meridiano de sangre (1985). El contacto del hombre y la naturaleza se encuentra presente en cada uno de sus párrafos. Los pasajes que presentan la relación de Billy Parham con la loba son a la vez hermosos y enigmáticos, del mismo modo que el reencuentro de Parham con su familia tras otro largo periplo por territorio mexicano resulta estremecedor y desconcertante. En En la frontera nos topamos también con un McCarthy más otoñal y trascendente. Recupera su prosa abrupta para con el paisaje y describe sin pudor, pero con aparente desgana, la labor del hombre. Y sin embargo encuentra en esta extraña simbiosis grandes dosis de verdad, autenticidad y hasta alegría. Es En la frontera una novela compleja por su extensión y su estructura, hasta el punto de que se permite el lujo postmoderno de mostrarnos, en alguna que otra ocasión, los pensamientos de la loba que acompaña al protagonista durante buena parte de la trazada.

La última pieza de la trilogía la compone Ciudades de la llanura (1998), en la que el autor reencuentra a Billy Parham con John Grady Cole en una nueva confrontación fronteriza. Esta tercera entrega, a priori de menor enjundia que las anteriores, pero con un final violento, filosófico y hermoso, viene a completar la visión de McCarthy sobre el mundo. Dicha visión pasa por destacar la importancia de la vejez, entendida ésta como la sabiduría que otorga la experiencia y la capacidad de mirar atrás sin ira. Sólo el anciano tiene derecho a opinar, a extrañarse, a reflexionar. El anciano se ha mimetizado en la naturaleza. Es un elemento más de ella. Por otro lado, a McCarthy le gusta esconderse en el detallismo naturista, pretendiendo así contextualizar el mundo al que pertenece el ser humano. McCarthy describe la fauna, la flora y los fenómenos naturales con bisturí. ¿Es el hombre un elemento más del paisaje? ¿Acaso no tiene mayor entidad que un escarabajo, un rayo o un cactus? Parece plantear McCarthy cuando nos perdemos en sus kilométricas disertaciones sobre el desierto, las colinas o los ríos.

Pivotando sobre estas dos verdades estilísticas (la vejez del hombre y su simbiosis con la naturaleza) termina McCarthy escribiendo siempre de lo mismo: el enfrentamiento del ser humano con una naturaleza exhausta, que lo pone a prueba, que le obliga a apostatar de su condición de ser social y civilizado para poder reencontrarse con su verdadero yo, siendo la frontera (ese lugar imaginario, indefinido, casi mágico) dónde dicha confrontación se pone de manifiesto en todo su esplendor. Y no tiene McCarthy miedo de mostrar al hombre como un asesino, como un caníbal, como un animal, como un ser vivo en definitiva. De eso va la literatura de McCarthy, de eso trata también esta trilogía. Nos relata, en palabras del autor, “el incartografiable mundo de nuestro viaje”. De nuestro último viaje.

4 comentarios:

Porerror dijo...

Monumental post, me gusta este esfuerzo por imponer sentido/interpretar la obra de un autor contemporáneo que, si es la mitad de importante de lo que nos das a entender, sin duda ha de quedar.

Fran G. Matute dijo...

Gracias por tu comentario. La verdad es que no me siento cómodo recomendando a Cormac McCarthy, ya que puede llegar a ser un escritor difícil, pero en tu caso lo hago sin tapujos. Échale valor a "Meridiano de sangre", que me encantaría comentarlo contigo algún día...

Daniel Ruiz García dijo...

Bravo por ti, Fran. Gran reseña, ambiciosa.
No creo que McCarthy sea un autor difícil. Precisamente creo que está tan manoseado cinematográficamente porque tiene una forma de escribir muy visual, muy estimulante para un tipo de gente que suele leer siempre pensando en imágenes. En este sentido resulta bastante sencillo. Lo que no quiere decir amable.

Fran G. Matute dijo...

Tienes razón en que las novelas de McCarthy que han terminado convirtiéndose en películas son las más lineales, directas y sencillas.

Cuando hablaba de la "dificultad" de McCarthy tenía en mente novelas como "Sutree", "Meridiano de sangre" o "En la frontera", que no son, en mi opinión, obras para todos los paladares...

He leído que se prepara adaptación de "Meridiano de sangre" y de "Ciudades de la llanura". Veremos qué sale de ahí (sobre todo de la primera)... ;)