09 mayo 2011

Un hombre, muchas vidas


Amor y obstáculos

Aleksandar Hemon

Duomo, 2011

ISBN: 978-84-92723-58-4

224 páginas

18 €

Traducción de Damià Alou



José Martínez Ros

Aleksandar Hemon (Sarajevo, 1964) había recibido una beca para pasar un año estudiando en la Universidad de Chicago cuando empezó la guerra que hizo estallar Yugoslavia; por aquel entonces, quería ser crítico de rock y tocaba en un grupo. De pronto, se encontró que su país no existía, su ciudad natal había sido sitiada y sufría terribles bombardeos y su familia y amigos corrían peligro de muerte. Veinte años después, es uno de los principales escritores vivos en lengua inglesa, se le compara habitualmente con Nabokov o Milan Kundera y cada uno de sus libros es recibido con elogios casi unánimes. Pero su gran tema corresponde al gran trauma de marcó su vida: el de los perdedores de la historia, los expatriados, los nómadas por obligación, empujados a reconstruir una y otra vez su identidad. Después de un par de títulos en Anagrama, Duomo retomó la publicación de la obra de Hemon en español el año pasado con El proyecto Lázaro, una novela que nos contaba en paralelo el asesinato de un joven anarquista procedente del este de Europa por la policía de Chicago a principios de siglo y el viaje en la actualidad de un escritor bosnio a su tierra natal. Ahora nos trae su última obra, Amor y obstáculos, una novela compuesta por cuentos independientes o un conjunto de cuentos que también se pueden leer como una novela, y es una auténtica obra de arte.

El protagonista, Bogdan, es un bosnio al que, en cada uno de los ochos relatos que componen el libro, encontramos en un lugar distinto, en una etapa de una vida zarandeada por un destino fuera de su control. Puede ser el hijo adolescente de un diplomático en el corrupto Zaire de Mobutu, donde aprende unas cuantas cosas acerca de Conrad y de Led Zeppelin; un joven obsesionado por el sexo enviado por su familia a una remota localidad de la Yugoslavia comunista en busca de un nuevo frigorífico; un exiliado que vive en los barrios bajos de una gran ciudad norteamericana, entre estafadores, mafiosos, locos y crápulas, que se gana la vida vendiendo suscripciones de revistas cutres. Puede dedicar un extraordinario capítulo a recordar a su padre, un hombre que quedó marcado por la pérdida, durante la guerra, de las colmenas que constituían el más antiguo y querido patrimonio de su familia (en el que homenajea indirectamente la obra maestra de uno de sus maestros, el genial Danilo Kis, Jardín ceniza). Y en el último, encontrarse en la Sarajevo de la postguerra con un escritor norteamericano, Macalister (una figura en la que satiriza a Norman Mailer, Hemingway y otros “tipos duros” de las letras de Estados Unidos) y ofrecernos una magnífica lección final acerca de la conflictiva relación entre la ficción y la realidad. Consigue que cada uno de los capítulos esté dotado de la autonomía de un buen relato y, al tiempo, funcione como una pieza más de un conjunto mayor: la vida de un hombre que puede ser la de muchos hombres, desplazados de un lugar a otro, empezando de nuevo en sociedades que los ignoran o rechazan.

Amor y obstáculos es un libro lleno de ternura hacia sus desvalidos protagonistas y de indignación contra la brutalidad y la ignorancia, tan admirable por su estilo ligero e irónico, capaz de adaptarse asombrosamente a cada uno de los escenarios de esta proteica narración, como por el hecho de que aplica su sabiduría y talento para hablarnos de un mundo cambiante y extraño: el nuestro.

3 comentarios:

David Pérez Vega dijo...

Hola:
Leí de Hemon "La cuestión de Bruno" y "El hombre de ninguna parte", cuando publicaba en Anagrama, y ambos me parecieron muy buenos.
Saludos

José Martínez Ros dijo...

“Amor y obstáculos” es un poco como “El hombre de ninguna parte 2” (en realidad, en un mundo ideal, se podrían publicar juntos ambos libros, intercalando sus capítulos). Por cierto, excelente reseña de Fogwill. Yo sólo he leído Muchacha Punk en una antología de narrativa argentina actual que publicó hace años Anagrama, pero su recuerdo fue eclipsado por un relato de César Aira, “Cecil Taylor” que bien valía todo el libro, pero creo que terminaré animándome a leer algo más. Un cordial saludo.

noticias dijo...

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