Que empiece la fiesta
Niccolò Ammaniti
Anagrama, 2011. Colección "Panorama de narrativas"
ISBN: 978-84-339-7561-4
336 páginas
19,50 €
Traducción de Juan Manuel Salmerón
Alejandro Luque
Estamos en condiciones de afirmarlo: Rabelais está de moda. La desmesura y lo grotesco, la sátira salida de madre, todo eso que se ha dado en llamar literariamente la fiesta salvaje, no sólo ha cundido en España, donde escritores tan principales como Rafael Reig, Manuel Vilas o Antonio Orejudo han hecho de ella su bandera. A juzgar por lo último de Niccolò Ammaniti, también en Italia se lleva escribir en esa zona que podríamos definir como el beso de tornillo entre Valle-Inclán y Quentin Tarantino.
Quienes relacionamos a Ammaniti con su más célebre novela hasta la fecha, Yo no tengo miedo, una fábula sobre el descubrimiento del mal llevada al cine por Gabriele Salvatores, estamos por sorprendernos ante este giro rabelaisiano, de no ser porque el escritor romano ha demostrado ser de los que prefieren no pasar dos veces por el mismo sitio.
Tampoco era fácil presagiar que las dos líneas argumentales paralelas con las que arranca Que empiece la fiesta fueran a converger, hacia el ecuador de la novela, en el despiporre que resumiremos más adelante. De entrada tenemos Mantos, líder de una secta satánica de provincias muy venida a menos, que se debate entre consumirse o dar un golpe de efecto que inyecte algo de autoestima a sus acólitos. Y, por otro lado, a Fabrizio Ciba, escritor superventas, ni tan joven como para ser promesa ni tan viejo como para darse por consagrado, con gancho para las mujeres y una extraordinaria habilidad para seducir al público, pero con una coraza que, vista de cerca, deja entrever algunas fisuras.
Con ambos personajes, el lector cree estar adentrándose en una suerte de parábola acerca de las equívocas nociones de éxito y fracaso, así como del modo en que el individuo lucha por encontrar su espacio e incubar sus deseos en una sociedad asimilable al mercado, que desecha a toda prisa cuanto no cumple con las exigencias de productividad. Pero he aquí que irrumpe en la narración Sasà Chiatti, magnate del ladrillo que se dispone a pasar a la historia como anfitrión de la fiesta más extraordinaria que se recuerde en Roma desde tiempos del Imperio.
Para ello, ha organizado en su fastuosa villa Ada un programa lúdico que incluye un safari como los de Kenia, una cena pantagruélica y un concierto de la cantante de moda Larita. No obstante, la celebración devendrá en una especie de apocalipsis donde se mezclarán el amor con la muerte, la corrupción con el terrorismo, y de paso saldrá a la luz una estirpe descendiente de atletas rusos que aprovecharon su participación en las Olimpiadas de Roma para huir del comunismo, y desde entonces permanecían ocultos en sus catacumbas...
Promocionado como mordaz parábola de la Italia actual, existe el riesgo de identificar de un modo más bien facilón a Chiatti y su fiestón de Villa Ada con el famoso bunga-bunga de Berlusconi en Villa Certosa. Tanta ha sido la trascendencia de las bacanales del Cavaliere, que en el país de Bocaccio y de Ariosto la palabra 'festa' ya va unida indisolublemente a su muy operada figura. Pero este reseñista propone otra lectura de la novela, derivada del hecho de que todos los personajes que sobreviven al pandemonio se redimen de algún modo y se encuentran a sí mismos. Como si Ammaniti dijera: amigos, hemos vivido durante las últimas décadas en una gran fiesta, todo se ha venido abajo estrepitosamente, pero tratemos de ser mejores después del desplome.
Una vez afirmé, acaso injustamente, que Fabulosas narraciones por historias de Antonio Orejudo me parecía una de esas fiestas de las que uno quiere irse mientras le siguen llenando el vaso una y otra vez. La segunda mitad de la novela de Ammaniti es como si trasladáramos esa irrenunciable borrachera a una montaña rusa.
6 comentarios:
Creo que sí es injusto en considerar así la novela de Orejudo. Su 'Ventajas de viajar en tren' es también de gran valía.
No mezclen, por favor, a Valle-Inclán con Tarantino; se me están contagiando del todo vale, del 'totum revolutum' que vivimos.
También creo que Vds. y muchos medios críticos, están deslumbrados por la mal llamada novela bizarra (este último palabro es penoso y de significado bien distinto a lo que se cree). Y se dejan novelas de fuste y que pasan inadvertidas. Las de Hidalgo Bayal, Cristina Sánchez-Andrade o Marifé Santiago Bolaños, por poner algunos ejemplos.
Respecto a las novedades de los after-pop y los de la fiesta salvaje, estoy hasta la coronilla de sus fuegos artificiales. Basta leer 'De un castillo a otro' de Céline y darse cuenta del camelo, de la supuesta novedad, del peñazo que es oír sus excelencias, sus poses, sus performances (perdón)y sus teorías infumables. Estamos cerca de la decadencia crítica y lectora por hacer caso a voces de sirena que esconden mediocridades por todos los lados.
Me he quedado ya tranquila. Disculpen las molestias. Ah, leeré esta novela de Ammaniti, ya me gustaría tener su apellido. Me quedé en Bufalino y Sciascia. Deben de ser Vds. muy jóvenes, vuelvan a unas décadas atrás y lean esas joyas, per favore e cortesia.
Saludos.
Discrepo prácticamente en todo lo comentado por nuestra querida lectora Sue (salvo lo de Orejudo).
Para empezar, creo que este blog es de los pocos que no ha quedado deslumbrado por la "novela bizarra" y/o los afterpoperos o mutantes, o como se llamen. Basta leer las reseñas a Fernández Mallo o Manuel Vilas para reconocer que somos muy críticos con esos productos. ¿Podría la lectora Sue indicarnos en qué se basa para tal afirmación?
Por otro lado, a Sciascia lo tenemos en el horno (ver "Proximidades") y pronto saldrá reseña de su último libro publicado y me consta que el compañero Luque (y otros más) es un verdadero 'connosieur' de la obra de Bufalino, otra cosa es que no haya tenido la oportunidad de reseñarlo todavía. Pero en este punto me callo, que estoy hablando en nombre de un tercero...
Gracias por comentar.
En que olvidan buenísimas novelas que podrían dar a conocer y eligen bodrios, afterpop o lo que sea, que ocupan ese lugar, el suyo. De acuerdo, meten caña a esos pretendidos narradores, pues ahora qué maravilla si ponen aquí buenas novelas para que no perdamos tiempo y dinero. Les considero de los mejores en blog de crítica literaria, de verdad.
Me podrían decir que cree yo un blog y me calle, tienen razón.
Perdón por la molestia y gracias.
PS Les recomiendo dos novelas que rompen moldes, excéntricas y únicas, casi inclasificables:
'Claus y Lucas' de Agota Kristof.
'La niña que amaba las cerillas' de Gaetan Soucy. No les pesará.
Querida Sue:
Efectivamente, le podríamos decir que cree un blog propio y nos deje en paz, pero entonces sería absurdo que permitiéramos que se publicasen comentarios.
Sus aportaciones, como ya se ha dicho varias veces por aquí, son más que bienvenidas y sus recomendaciones también.
Saludos
Amiga Sue, como ha dicho el camarada Fran, todas las recomendaciones son bienvenidas, y la pasión lectora tiene las puertas abiertas de esta casa día y noche. Pero hay peticiones que difícilmente podemos satisfacer: una obra inmensa como 'Claus y Lucas' no podríamos haberla reseñado como novedad (que es a lo que nos dedicamos, aunque nos tomemos licencias de vez en cuando), pues salió a la luz en 2007, y aún no existía el blog en esas fechas. ¿Podríamos haberla repescado en alguna edición de bolsillo? Pues sí. Pero somos humanos, y caprichosos: ni podemos leer toooodos los libros, ni reseñamos todo lo que nos gusta, sino aquello en lo que creemos que tenemos algo que decir. No pretendemos ser exhaustivos, habida cuenta de nuestros pobres medios, ni plantear -ni mucho menos- un canon literario desde esta humilde ventana.
Por otro lado, sí me resulta un poco estricta tu insistencia de que sólo reseñamos bodrios. ¿Con un juicio tan severo, debemos suponer que has leído todo-todo lo que reseñamos, o sea, libro diario de lunes a viernes, y te consta que todo es malísimo? Yo creo que no entras aquí (o no sólo) para ver cómo ponemos los libros que te gustan, sino también para ver qué ha caido en nuestras manos y compartir criterios con nosotros.
Termino: mi insultante juventud :-) sí me ha permitido leer todo lo que de Sciascia se ha publicado en nuestro idioma, libros de entrevistas incluídas, y hasta alguna rareza en italiano, como su poemario 'La sicilia, il suo cuore'; y de Bufalino lo mismo, incluidos los libros difíciles de encontrar, los editados en Latinoamérica (Bluff de palabras, El malpensante, El Güerrín Mezquino) y alguna cosa rara también en italiano, como 'Museo de sombras'. Por pasión hartible, comop decimos en Cádiz, que no quede.
Sugiero que pongamos, ya que estamos remodelando la imagen del blog, una línea bien grande en cabecera, donde ponga: "Este blog no recomienda libros" y "Sólo novedades". Parece que un gran porcentaje de nuestros lectores no se han enterado aún de qué va Estado Crítico.
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