Crímenes
Ferdinand Von Schirach
Salamandra, 2011
ISBN: 978-84-9838-389-8
192 páginas
15,50 €
Traducción de Juan de Sola
José M. López
Crímenes supone la primera incursión en el mundo editorial de Ferdinard Von Schirach, un abogado penalista alemán que ha decidido, basándose en su propia experiencia, plasmar en un estupendo libro de relatos una serie de casos delictivos. Da fe de la buena acogida de esta obra por parte del público el hecho de que algunos visionarios productores de cine ya estén preparando la versión para la pantalla grande.
El sello de identidad y punto fuerte de este libro reside, a mi parecer, en el retrato de los diferentes psicópatas, ladrones o asesinos que aparecen en cada cuento, y que realiza el autor desde un punto de vista realista y cercano. Con un estilo sencillo, telegráfico a veces, pero sin caer en la asepsia, Shirach nos ofrece una visión muy humanizada del crimen, provocando así que el lector llegue a “sufrir” cierta empatía con la persona que comete el, 'a priori', execrable delito. De la lectura de cada relato se desprende, en definitiva, que todos y cada uno de nosotros podríamos llegar a ser, en unas determinadas circunstancias, un criminal.
Debido, seguramente, a su dilatada experiencia en la marginalidad de este mundo, las descripciones de personajes y escenas son lacónicas y verosímiles, como las fotografías tomadas por el agente de policía recién llegado al lugar del crimen, y que desvelan el horror de una mancha de sangre coagulada sobre la alfombra. Esta sobriedad intencionada a la hora de enumerar hechos espantosos o dibujar ciertos ambientes se combina hábilmente con cierto lirismo apenas atisbado, consecuencia quizás del afecto o comprensión que el autor tiene hacia estas criaturas que por diversos motivos han incurrido en acciones horrendas. Porque, para el escritor, el crimen puede aparecer en circunstancias de lo más heterogéneas, y vestido de ropajes muy diferentes: por necesidad o desesperación, como un fatum irremediable que nos persigue, como legítima defensa, como fruto de la esquizofrenia o incluso como una acto de amor o fidelidad.
Otro aspecto realmente atractivo del libro es su enorme capacidad pedagógica. Me refiero a que el autor describe de manera muy asequible los, en ocasiones oscuros, procedimientos y entresijos que el mundo de la jurisprudencia conlleva, y que los ciudadanos de a pie estamos, en la mayoría de las ocasiones, a miles de millas de comprender. El autor plasma en estos relatos la variada casuística o juegos legales que deben manejar los diferentes agentes de la ley para proteger, siempre de la manera más efectiva posible, sus propios intereses, los de la sociedad o los de su cliente. Jueces instructores, abogados, fiscales o agentes de policía deben conocer a la perfección la letra escrita, para, interpretándola y valiéndose de sus vacíos, poder, por ejemplo, asignar una escucha a un testigo, mantenerlo en prisión preventiva o anular una pena por no ajustarse a legalidad, en el sentido más burocrático y absurdo del término.
Un buen libro, en definitiva, que recomiendo a todo aquel que desee acercarse a una serie de historias magníficamente contadas, que vuelven a hacer buenas aquellas palabras de Terencio en las que afirmaba que nada de lo humano no es ajeno, ni siquiera el crimen más espantoso. Aquel que no vaya buscando esto, no importa, que espere la película.
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