Cleptopía: fabricantes de burbujas y vampiros financieros en la era de la estafa
Matt Taibbi
Lengua de Trapo, 2011
ISBN: 978-84-8381-114-6
400 páginas
20,80 €
Prólogo y traducción de Pablo Bustinduy
Carolina León
La gran Narrativa neoliberal estadounidense es como el chino vendedor de cachivaches en la película Gremlins; el que aparece cuando el desastre, provocado por la incauta familia, prácticamente ha sido controlado y les dice: “Implica demasiada responsabilidad. No están preparados”. Esa gran Narrativa paternaliza. Todo el mundo puede llegar lejos, pero ¡atención! Puedes tener un Mogwai en casa, es decir, acceder al crédito para alcanzar el sueño americano. Otra cosa es que luego éste se convierta en un millar de gremlins o derivados financieros. Porque administraste mal tus sueños, por supuesto. Entonces llega el chino y te quita la casa.
Un poco de humor para empezar. Si algo nos enseña el libro de Matt Taibbi, Cleptopía, es que las verdades incómodas y el relato del crimen entran mejor con ingenio, algo de humor y mucha mala leche. Hemos hablado de crimen: algo de argumento trepidante de espionaje y conspiración tiene este ensayo que, al menos por su primera mitad, engancha como un 'best seller' de novela negra.
Taibbi es un gran periodista, el libro lo muestra sin necesidad de demostrarlo. Los siete capítulos de Cleptopía se basan en otras tantas investigaciones, en el seguimiento continuo, a lo largo de varios años, de una serie de hechos, y en la cristalización de ciertos reportajes a raíz de la crisis financiera iniciada en 2008, publicados en la revista Rolling Stone. De forma que coge el material compilado, amplía y consulta más fuentes, y nos ofrece una estupenda panorámica de la cocción de la última crisis económica que asola el mundo. Pero no sólo de esa: en favor del libro puede decirse que, situando esta crisis (o estafa) en un contexto, revisa las diversas burbujas que se han inflado y estallado en las últimas décadas desde Wall Street, y se obtiene una visión general sobre la estafa global: la burbuja de las empresas tecnológicas, la reforma sanitaria de Obama o la especulación de precios con materias primas forman parte de esa isla, esa Cleptopía, que controla invisible y desregulada el guetto de la sociedad norteamericana.
Taibbi compara el funcionamiento de los Estados Unidos (podría extenderse a todo el Occidente, o más allá), no con la tibia fábula detrás de la película de Spielberg, sino con un 'guetto': los verdaderos capos, los que de verdad tienen dinero a montones, viven de desangrar la economía y la salud de todos los demás en su pueblo, barrio o ciudad; nunca son vistos, ni reconocidos, entre los ciudadanos que se pudren, bien metiéndose crack, bien endeudándose.
Entre el montón de libros recientes que han aparecido acerca de la crisis y los movimientos sociales suscitados, este ensayo destaca por ser un trabajo serio, documentado y didáctico. Como un larguísimo reportaje del mejor periodismo, lleno tanto de elegancia y afán divulgador como de sarcasmos e insultos (su uso, no abusivo, salpimenta un cocido de realidades desagradables), puede ser una de las mejores guías para el lector/estafado de a pie, para entender qué nos ha pasado: cómo nos han robado, y cómo nos siguen robando.
Ahora bien, comparte el pecado que conllevaba la factura de The Inside Job: si para el estadounidense medio, el éxito es el resultado de un esfuerzo personal, ambos trabajos inciden en personalizar el delito en un puñado de nombres propios, ya sea Alan Greenspan o Goldman Sachs. Esto no es malo en sí, está claro que alguien ha de señalar a los criminales con el dedo: pero ¿sería demasiado pedir, para un realizador o escritor norteamericano, que señalase, además, el pecado estructural del sistema en el que operan esos nombres propios?
En la Narrativa nortemericana (Taibbi 'dixit'), las grandes empresas de seguros, banca y finanzas son el ejemplo del sueño americano y la prueba palpable de que el que más se esfuerza más gana. Suponemos que, por contra, lograr introducir siquiera una mínima parte de esta otra “narrativa”, la que está dentro del libro, ha de ser difícil y lento de aceptar: esto es, que esa cúpula de “genios” no han sido otra cosa que sofisticados estafadores, con una pequeña ayuda del gobierno y el sistema democrático, empobreciendo a las clases medias y al país entero burbuja tras burbuja.
Está claro que muchos en el movimiento Occupy han leído a Taibbi. Ahora bien, regresando al ejemplo del principio: el “ustedes no estaban preparados” es sustituido aquí por un “nos han estafado a todos”; de irresponsables procuradores a víctimas inocentes de la crisis, ambas “narrativas” borbotean paternalismo. “No fuimos nosotros, es que nos engañaron”: no, tampoco es aceptable. O puede que lo sea a pie de calle en los Estados Unidos, donde, superhéroe tras superhéroe, villano tras supervillano, el pueblo suele ser a menudo una masa inocente sin forma y, como mucho, capaz de alguna que otra lapidación ocasional.
El lector de aquí puede que no se ría en los mismos lugares en los que Taibbi ha plantado la broma, y puede que se cabree en lugares donde el periodista no estaba contando nada escandaloso. Pero sí, Cleptopía se deja leer más que bien, e ilustra algunas de las muchas lagunas que se obtienen si pretendes entender la crisis en la prensa habitual. No se puede obviar la labor de ensayos como éste, llegue a donde llegue, despertando algunas conciencias. Y no lo llames crisis, llámalo estafa.
Matt Taibbi
Lengua de Trapo, 2011
ISBN: 978-84-8381-114-6
400 páginas
20,80 €
Prólogo y traducción de Pablo Bustinduy
Carolina León
La gran Narrativa neoliberal estadounidense es como el chino vendedor de cachivaches en la película Gremlins; el que aparece cuando el desastre, provocado por la incauta familia, prácticamente ha sido controlado y les dice: “Implica demasiada responsabilidad. No están preparados”. Esa gran Narrativa paternaliza. Todo el mundo puede llegar lejos, pero ¡atención! Puedes tener un Mogwai en casa, es decir, acceder al crédito para alcanzar el sueño americano. Otra cosa es que luego éste se convierta en un millar de gremlins o derivados financieros. Porque administraste mal tus sueños, por supuesto. Entonces llega el chino y te quita la casa.
Un poco de humor para empezar. Si algo nos enseña el libro de Matt Taibbi, Cleptopía, es que las verdades incómodas y el relato del crimen entran mejor con ingenio, algo de humor y mucha mala leche. Hemos hablado de crimen: algo de argumento trepidante de espionaje y conspiración tiene este ensayo que, al menos por su primera mitad, engancha como un 'best seller' de novela negra.
Taibbi es un gran periodista, el libro lo muestra sin necesidad de demostrarlo. Los siete capítulos de Cleptopía se basan en otras tantas investigaciones, en el seguimiento continuo, a lo largo de varios años, de una serie de hechos, y en la cristalización de ciertos reportajes a raíz de la crisis financiera iniciada en 2008, publicados en la revista Rolling Stone. De forma que coge el material compilado, amplía y consulta más fuentes, y nos ofrece una estupenda panorámica de la cocción de la última crisis económica que asola el mundo. Pero no sólo de esa: en favor del libro puede decirse que, situando esta crisis (o estafa) en un contexto, revisa las diversas burbujas que se han inflado y estallado en las últimas décadas desde Wall Street, y se obtiene una visión general sobre la estafa global: la burbuja de las empresas tecnológicas, la reforma sanitaria de Obama o la especulación de precios con materias primas forman parte de esa isla, esa Cleptopía, que controla invisible y desregulada el guetto de la sociedad norteamericana.
Taibbi compara el funcionamiento de los Estados Unidos (podría extenderse a todo el Occidente, o más allá), no con la tibia fábula detrás de la película de Spielberg, sino con un 'guetto': los verdaderos capos, los que de verdad tienen dinero a montones, viven de desangrar la economía y la salud de todos los demás en su pueblo, barrio o ciudad; nunca son vistos, ni reconocidos, entre los ciudadanos que se pudren, bien metiéndose crack, bien endeudándose.
Entre el montón de libros recientes que han aparecido acerca de la crisis y los movimientos sociales suscitados, este ensayo destaca por ser un trabajo serio, documentado y didáctico. Como un larguísimo reportaje del mejor periodismo, lleno tanto de elegancia y afán divulgador como de sarcasmos e insultos (su uso, no abusivo, salpimenta un cocido de realidades desagradables), puede ser una de las mejores guías para el lector/estafado de a pie, para entender qué nos ha pasado: cómo nos han robado, y cómo nos siguen robando.
Ahora bien, comparte el pecado que conllevaba la factura de The Inside Job: si para el estadounidense medio, el éxito es el resultado de un esfuerzo personal, ambos trabajos inciden en personalizar el delito en un puñado de nombres propios, ya sea Alan Greenspan o Goldman Sachs. Esto no es malo en sí, está claro que alguien ha de señalar a los criminales con el dedo: pero ¿sería demasiado pedir, para un realizador o escritor norteamericano, que señalase, además, el pecado estructural del sistema en el que operan esos nombres propios?
En la Narrativa nortemericana (Taibbi 'dixit'), las grandes empresas de seguros, banca y finanzas son el ejemplo del sueño americano y la prueba palpable de que el que más se esfuerza más gana. Suponemos que, por contra, lograr introducir siquiera una mínima parte de esta otra “narrativa”, la que está dentro del libro, ha de ser difícil y lento de aceptar: esto es, que esa cúpula de “genios” no han sido otra cosa que sofisticados estafadores, con una pequeña ayuda del gobierno y el sistema democrático, empobreciendo a las clases medias y al país entero burbuja tras burbuja.
Está claro que muchos en el movimiento Occupy han leído a Taibbi. Ahora bien, regresando al ejemplo del principio: el “ustedes no estaban preparados” es sustituido aquí por un “nos han estafado a todos”; de irresponsables procuradores a víctimas inocentes de la crisis, ambas “narrativas” borbotean paternalismo. “No fuimos nosotros, es que nos engañaron”: no, tampoco es aceptable. O puede que lo sea a pie de calle en los Estados Unidos, donde, superhéroe tras superhéroe, villano tras supervillano, el pueblo suele ser a menudo una masa inocente sin forma y, como mucho, capaz de alguna que otra lapidación ocasional.
El lector de aquí puede que no se ría en los mismos lugares en los que Taibbi ha plantado la broma, y puede que se cabree en lugares donde el periodista no estaba contando nada escandaloso. Pero sí, Cleptopía se deja leer más que bien, e ilustra algunas de las muchas lagunas que se obtienen si pretendes entender la crisis en la prensa habitual. No se puede obviar la labor de ensayos como éste, llegue a donde llegue, despertando algunas conciencias. Y no lo llames crisis, llámalo estafa.
3 comentarios:
Magnífica reseña. Y me ha encantado el párrafo: "Ahora bien, regresando al ejemplo del principio: el “ustedes no estaban preparados” es sustituido aquí por un “nos han estafado a todos”; de irresponsables procuradores a víctimas inocentes de la crisis, ambas “narrativas” borbotean paternalismo. “No fuimos nosotros, es que nos engañaron”: no, tampoco es aceptable. O puede que lo sea a pie de calle en los Estados Unidos, donde, superhéroe tras superhéroe, villano tras supervillano, el pueblo suele ser a menudo una masa inocente sin forma y, como mucho, capaz de alguna que otra lapidación ocasional." Duda: ¿quién creará antes una gran obra narrativa sobre esta época, un escritor o la HBO?
El principal problema que suelen tener este tipo de libros es que quienes los escriben no tienen ni p... idea de economía o finanzas (como la mayoría de los periódicos) y se hacen la picha un lío con el PIB, los 'hedge funds', los paraísos fiscales, la titulización hipotecaria y demás conceptos demoníacos. Pero por lo que he podido hojear de este "Cleptopía", ese tema está bastante controlado...
Pa mí, Jose (aunque la narrativa norteamericana la sigo un poco de lejos), que los escritores de este momento están algo, mucho, despistados. No sé. ¿HBO cotiza en bolsa?
Fran, este ensayo creo que no peca de eso, al menos los que no entendemos ni papa salimos con la sensación de comprender las finanzas y los derivados bastante bien. Aunque también salimos queriéndolos ver a todos en traje a rayas.
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