Siete maneras de matar a un gato
Matías Néspolo
Los libros del lince. Colección Literaturas
ISBN: 978-84-937038-3-7
220 páginas
15,51 €
Matías Néspolo
Los libros del lince. Colección Literaturas
ISBN: 978-84-937038-3-7
220 páginas
15,51 €
Daniel Ruiz García
A Domingo López, agradecido
Es una tendencia bastante extendida el recurso de hurgar en el contexto histórico y sociológico de una obra, como si así, echando mano del entorno, de las circunstancias políticas, sociales, económicas, etcétera, consiguiéramos completar y comprender de forma más certera el alcance de un lienzo, de una novela o de un edificio de oficinas. Se ha escrito mucho sobre esto, así que no vamos a descubrir la pólvora, de todas formas a veces se nos olvida que, por ejemplo, una novela no es más que las páginas que se contienen dentro de la cubierta, y que todo lo que está ya se encuentra allí. Todo lo demás son conjeturas.
Las críticas que he leído sobre el libro que nos ocupa, Siete maneras de matar a un gato, están planteadas en su gran mayoría desde el enfoque sociopolítico en el que se desarrolla la trama. A saber: el momento de la explosión de la crisis financiera que llevó a Argentina a comienzos de 2000 a la debacle económica y al rudimentario y a la postre desastroso sistema del “Corralito”. Ése es, en efecto, el contexto de la trama, pero la novela es muchísimo más que eso. Es una historia sobre un puñado de adolescentes que malvive en el extrarradio de una gran ciudad, dominado por un código de conducta cuyo lenguaje es el hambre, la miseria y la falta de cultura. La generación, si se me permite, del pegamento, los populares huelepegas que la realidad catódica hizo tristemente célebres hace unos años y que aquí se convierten en carne de ficción.
En este tiempo creativo tan propicio a la metaliteratura, el debutante Matías Néspolo es capaz de construir un artefacto narrativo muy eficaz que se vale de una historia clásica, el universal Moby Dick de Herman Mellville, para otorgar una dimensión simbólica a lo que se cuenta, sin que en ningún momento esto resulte forzado o incomprensible. La relación con la novela de Mellville, propiciada a través de la lectura que del libro va haciendo el personaje principal, el Gringo, a lo largo de la trama, se produce de forma limpia, clara, diáfana. Un ejemplo para todos esos escritores obsesionados por dejar pistas sobre sus influencias en todo lo que escriben, y que terminan transformando sus novelas en potajes de sabores extraños y contrapuestos.
Lo mejor, a mi juicio, de esta novela, es el estilo. Un estilo que otorga al habla argentina más arrabalera una musicalidad altamente vibrante y sugerente. Como en La naranja mecánica de Burguess, no es necesario echar mano del vocabulario que aparece como apéndice para facilitar la comprensión, sino que es mejor leerlo de corrido. En Burguess, el lenguaje se llamaba Nadsat, y era una pura invención. Aquí, suponemos que está sacado de las conversaciones entre huelepeguas que malviven entre las basuras del extramuro bonaerense. De todas formas, nos importa poco. Porque a Néspolo se le permitiría ésa y cualquier otra licencia que tenga que ver con el lenguaje y el estilo. Un estilo libérrimo, pero paradójicamente, a la vez, contenido de manera férrea en una estructura narrativa que otorga a cada capítulo un aspecto sólido y contundente. Muros de hormigón recios, pero castigados por la intemperie, que arañan al tacto y ensucian cualquier caricia.
Un libro de ésos que se leen de corrido, y que le quitan horas al sueño. De los que no podemos levantar la mirada a pesar de las curvas. De los que se llevan en el bolsillo de la chaqueta, y que se extraen a la menor oportunidad. De los que realmente te provocan problemas con tu mujer o con los niños, porque te reclaman denodadamente una atención que en ese momento no está, no puede estar con ellos. De los que no queremos que se terminen. Un libro de ésos, vaya, ya me entendéis.
Las críticas que he leído sobre el libro que nos ocupa, Siete maneras de matar a un gato, están planteadas en su gran mayoría desde el enfoque sociopolítico en el que se desarrolla la trama. A saber: el momento de la explosión de la crisis financiera que llevó a Argentina a comienzos de 2000 a la debacle económica y al rudimentario y a la postre desastroso sistema del “Corralito”. Ése es, en efecto, el contexto de la trama, pero la novela es muchísimo más que eso. Es una historia sobre un puñado de adolescentes que malvive en el extrarradio de una gran ciudad, dominado por un código de conducta cuyo lenguaje es el hambre, la miseria y la falta de cultura. La generación, si se me permite, del pegamento, los populares huelepegas que la realidad catódica hizo tristemente célebres hace unos años y que aquí se convierten en carne de ficción.
En este tiempo creativo tan propicio a la metaliteratura, el debutante Matías Néspolo es capaz de construir un artefacto narrativo muy eficaz que se vale de una historia clásica, el universal Moby Dick de Herman Mellville, para otorgar una dimensión simbólica a lo que se cuenta, sin que en ningún momento esto resulte forzado o incomprensible. La relación con la novela de Mellville, propiciada a través de la lectura que del libro va haciendo el personaje principal, el Gringo, a lo largo de la trama, se produce de forma limpia, clara, diáfana. Un ejemplo para todos esos escritores obsesionados por dejar pistas sobre sus influencias en todo lo que escriben, y que terminan transformando sus novelas en potajes de sabores extraños y contrapuestos.
Lo mejor, a mi juicio, de esta novela, es el estilo. Un estilo que otorga al habla argentina más arrabalera una musicalidad altamente vibrante y sugerente. Como en La naranja mecánica de Burguess, no es necesario echar mano del vocabulario que aparece como apéndice para facilitar la comprensión, sino que es mejor leerlo de corrido. En Burguess, el lenguaje se llamaba Nadsat, y era una pura invención. Aquí, suponemos que está sacado de las conversaciones entre huelepeguas que malviven entre las basuras del extramuro bonaerense. De todas formas, nos importa poco. Porque a Néspolo se le permitiría ésa y cualquier otra licencia que tenga que ver con el lenguaje y el estilo. Un estilo libérrimo, pero paradójicamente, a la vez, contenido de manera férrea en una estructura narrativa que otorga a cada capítulo un aspecto sólido y contundente. Muros de hormigón recios, pero castigados por la intemperie, que arañan al tacto y ensucian cualquier caricia.
Un libro de ésos que se leen de corrido, y que le quitan horas al sueño. De los que no podemos levantar la mirada a pesar de las curvas. De los que se llevan en el bolsillo de la chaqueta, y que se extraen a la menor oportunidad. De los que realmente te provocan problemas con tu mujer o con los niños, porque te reclaman denodadamente una atención que en ese momento no está, no puede estar con ellos. De los que no queremos que se terminen. Un libro de ésos, vaya, ya me entendéis.
1 comentario:
Buenos días,
Quisiera disculparme, pero no he encontrado otra manera de contactaros que a través de los comentarios.
Soy Natalia, de Paperblog. Me pongo en contacto con vosotros para invitaros a conocer el proyecto Paperblog, http://es.paperblog.com, un sevicio de difusión cuya misión consiste en identificar y dar a conocer los mejores artículos de los blogs inscritos ,que sino, se diluyen entre la masa antes de llegar a los oportunos lectores. "Estado Crítico" se adapta a nuestros criterios y creo que vuestros artículos resultarían muy interesantes a los lectores de "Cultura y Libros"
Espero que os motive el proyecto que iniciamos el mes pasado con tanta ilusión. Échale un ojo y Mientras, no dudéis en escribirme para conocer más detalles.
Un saludo de todo el equipo,
Natalia -natalia@paperblog.com
Responsable Comunicación Paperblog
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