Catherine Millet
17 €
Traducción de Jaime Zulaika
Anagrama, 2010
ISBN 978-84-339-7527-0
224 páginas
ISBN 978-84-339-7527-0
224 páginas
17 €
Traducción de Jaime Zulaika
Carolina León
Conviene acercarse al nuevo libro de Catherine Millet de dos maneras: a) tal como hizo la suscribiente, sin ideas preconcebidas ni mucho menos conceptos de "literatura femenina" y/o b) sin esperar una continuación de La vida sexual de Catherine M., su exitazo editorial de 2001.
La citada vida sexual está detrás de este otro Celos (en el original, Jour de souffrance, la editorial española no pudo aguantarse las ganas de subtitular el libro de tal manera que no hubiera confusión posible: La otra vida de Catherine M.), en el sentido de que guardan una misma forma: han de entenderse como ensayos. Eso sí, de base autobiográfica, con la anécdota como excusa para diseccionar fenómenos. Comparten, por tanto, ese bisturí quirúrgico en la prosa, la ausencia de autocompasión, complacencia, humildad, sentido del ridículo y sentimentalismo. Y hace tanto bien que así sea. Ahí es donde comenzamos a aplaudir que exista una narradora llamada Millet.
Sin proponérselo quizá, lo que ha hecho en sus libros está muy cerca del reporterismo gonzo, utilizando cuerpo y experiencia como objeto del reportaje. La diferencia entre ambos libros está en el centro de su análisis: allí, con la misma liberalidad con que había dado su cuerpo, se dedicó a contarlo. Aquí, sufre durante años de unos celos enfermizos (pero no injustificados) y transita por los cambios creados en su psique y su vida a raiz de este "trauma", con la misma frialdad y obsesión analítica.
Por tanto, menos escándalo (que es algo cultural), misma desnudez profunda. En este nuevo viaje a las cloacas, al ser su tema un sentimiento, hace que el personaje se humanice y lo sintamos más cercano que a la devoradora de hombres de su primer libro. "Ah, aquélla también era capaz de sufrir...", nos vemos exclamando.
La voz de esta nueva Millet es aparentemente más madura, pero el lector menos atraído por el morbo disfrutará aquí de su inteligentísima mirada sobre las cosas, esa forma de analizar la experiencia siempre con un pie en el hecho artístico y la crítica cultural a la que se ha dedicado tantos años. A modo de ejemplo: "... yo debía elegir mis referencias en la vida para, tras haber espigado visiones diferentes de un hombre en circunstancias que le destacaran especialmente, reunirlas y ver perfilarse en mi camino al hombre que me conmovería como ningún otro". Es la era de la disociación. Y los análisis que provee en este libro son de grandísimo provecho para situarnos mejor en el mundo, en esta histeria de individualismo y falso éxito en que vivimos. No pretende darnos lecciones, pero hay mucho que aprender de la cirugía practicada al funcionamiento de sus procesos mentales.
Este Celos es, como corresponde a su autora, no la melodramática relación de un desengaño personal, sino la fotografía cruda de un Dorian Gray femenino, pillado con el pie cambiado por la madurez y el tiempo. Asistimos en él a la batalla de la soñadora versus la "dispensadora del cuerpo relacional". Vemos a Catherine M. revisar una y otra vez en los papeles y asuntos privados de su pareja, perder su capacidad de abstracción imaginativa, ser invadida por fantasmas flageladores copando sus representaciones onanísticas, dejarse llevar por la pulsión del sufrimiento, y ¡descubrirse como una persona cualquiera, capaz de sentir celos y de pensar, por ejemplo, en la cirugía estética como salvación! La caída del ángel Millet.
Hasta que...
Hasta que, sólo por un par de ocasiones, el libro parece tontear en el auto-psicoanálisis y se acerca a la revisión de la Millet de La vida sexual. La que tanto quisimos y admiramos. "Mido el avance de la edad", se lee en este libro, "no tanto por las arrugas de la cara y la rigidez progresiva de los miembros como por la limitación y el empobrecimiento de la facultad onírica". Tan lúcido e inteligente como el primero, podría considerarse incluso más valiente, por eso de desnudar críticamente algo tan vulgar como los celos. Ahora bien, su mucha autoconciencia, la seguridad denotativa de su bien conocido bisturí, señala a una mujer demasiado decidida a explicarse. Y eso es, claro, en detrimento de la estimulación imaginativa que inoculaba en sus lectores. Que, como ella, también nos hemos hecho mayores.
2 comentarios:
Magnífica e impecable reseña, imposible abstenerse de leer el libro
Buenos días
A disfrutarlo. ¡Gracias por tu comentario!
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