Agustín Penón
Editor Literario: Marta Osorio
La Vela, 2009
ISBN: 978-84-9836-500-9
800 páginas
37 euros
Jesús Cotta
Aunque el libro salió el año pasado, no me resisto a reseñarlo porque creo que la bonhomía de su autor y la enormidad de lo que cuenta lo merecen.
Este es un libro de investigación desconcertante y maravilloso donde el investigador resulta, a su pesar, tan interesante como el investigado. El investigador es Agustín Penón, hijo de exiliados españoles tras la guerra civil, y el investigado es nuestro Federico García Lorca.
Agustín Penón vuelve a España en 1955 con nacionalidad estadounidense para hacer turismo y, al recalar en Granada, decide investigar la muerte de su poeta favorito. Y lo que iba a ser tan sólo un viaje de placer se acabó convirtiendo en una investigación exhaustiva que devoró su hacienda y le robó muchas energías personales, pues si al principio la gente lo rehuía, al final se convirtió en toda una institución.
El libro no sólo es interesante por Lorca, por Penón y porque nos muestra una Granada que hablaba aún en voz baja de Lorca, “no sea que”, sino porque los entrevistados aún no se las habían visto con el aluvión de investigadores que llegaría después y, por tanto, una vez vencido el recelo, no se inventan trolas para impresionar, sino que más bien dicen la verdad venciendo un miedo, porque Federico no era aún un mito, sino un tabú y en la Granada de entonces no era un timbre de gloria haber sido su amigo o haberlo conocido, sino que sobre él pesaba una losa de silencio y de tópicos muy distintos de los que hay ahora y Penón tenía que vencer ciertas dificultades a la hora de hablar del asunto. Pero tuvo la suerte de que España en ese momento estaba deseando tener buenas relaciones con Estados Unidos y dado que Penón tenía nacionalidad estadounidense, no le molestaron en su investigación.
Él pilla desprevenidos a los entrevistados y como sabe ganarse su confianza e interesarse por los aspectos humanos del poeta y no por las circunstancias políticas que lo causaron, la gente habla sencilla y llanamente.
Toda su documentación la guardó en una maleta, sin llegar a publicarla, porque tenía miedo de herir con las revelaciones a muchas personas que estaban aún vivas, y se la pasó, poco antes de suicidarse, a su amigo Layton, el cual, poco antes de su suicidio, se la pasó a Ian Gibson, que, por cierto, no cita a Penón siempre que lo utiliza ni cita los datos que pueden estropear el mito de Lorca rojo que Gibson anda por ahí vendiendo.
Sobre la maleta de Penón y su capacidad para provocar suicidios se han hecho incluso programas paranormales en la tele, con lo cual comprobamos que Lorca ha superado con creces el ámbito literario y político y ha entrado en el paranormal.
Marta Osorio reunió todos esos documentos y en el 2009 fue publicado el libro de Agustín Penón, Miedo, olvido y fantasía. La honradez de Penón en la investigación es superior a su ideología y a la imagen que durante el exilio se había forjado de Federico y no deja de consignar todo lo que le dicen por increíble que le parezca.
Lo mejor de Penón es sin duda su buen corazón, su independencia, su falta de prejuicios a la hora de dirigirse a la gente. Hay varias entrevistados cruciales que aportan datos interesantísimos: Ramón Ruiz Alonso, el que detuvo a Lorca y que casi conquista la simpatía de Penón; Luis Rosales, que cuenta cosas insólitas pero reveladoras del poeta; Jover Tripaldi, el soldado que estuvo con él las últimas horas de su vida; un hombre soltero y mayor del pueblo, que se puso rojo y emocionado cuando le hablaron de Lorca, porque cuando eran jóvenes se iban solos y juntos al río...
Gracias, Penón, allá donde estés. Los devotos de Federico nunca te lo agradeceremos bastante.
Este es un libro de investigación desconcertante y maravilloso donde el investigador resulta, a su pesar, tan interesante como el investigado. El investigador es Agustín Penón, hijo de exiliados españoles tras la guerra civil, y el investigado es nuestro Federico García Lorca.
Agustín Penón vuelve a España en 1955 con nacionalidad estadounidense para hacer turismo y, al recalar en Granada, decide investigar la muerte de su poeta favorito. Y lo que iba a ser tan sólo un viaje de placer se acabó convirtiendo en una investigación exhaustiva que devoró su hacienda y le robó muchas energías personales, pues si al principio la gente lo rehuía, al final se convirtió en toda una institución.
El libro no sólo es interesante por Lorca, por Penón y porque nos muestra una Granada que hablaba aún en voz baja de Lorca, “no sea que”, sino porque los entrevistados aún no se las habían visto con el aluvión de investigadores que llegaría después y, por tanto, una vez vencido el recelo, no se inventan trolas para impresionar, sino que más bien dicen la verdad venciendo un miedo, porque Federico no era aún un mito, sino un tabú y en la Granada de entonces no era un timbre de gloria haber sido su amigo o haberlo conocido, sino que sobre él pesaba una losa de silencio y de tópicos muy distintos de los que hay ahora y Penón tenía que vencer ciertas dificultades a la hora de hablar del asunto. Pero tuvo la suerte de que España en ese momento estaba deseando tener buenas relaciones con Estados Unidos y dado que Penón tenía nacionalidad estadounidense, no le molestaron en su investigación.
Él pilla desprevenidos a los entrevistados y como sabe ganarse su confianza e interesarse por los aspectos humanos del poeta y no por las circunstancias políticas que lo causaron, la gente habla sencilla y llanamente.
Toda su documentación la guardó en una maleta, sin llegar a publicarla, porque tenía miedo de herir con las revelaciones a muchas personas que estaban aún vivas, y se la pasó, poco antes de suicidarse, a su amigo Layton, el cual, poco antes de su suicidio, se la pasó a Ian Gibson, que, por cierto, no cita a Penón siempre que lo utiliza ni cita los datos que pueden estropear el mito de Lorca rojo que Gibson anda por ahí vendiendo.
Sobre la maleta de Penón y su capacidad para provocar suicidios se han hecho incluso programas paranormales en la tele, con lo cual comprobamos que Lorca ha superado con creces el ámbito literario y político y ha entrado en el paranormal.
Marta Osorio reunió todos esos documentos y en el 2009 fue publicado el libro de Agustín Penón, Miedo, olvido y fantasía. La honradez de Penón en la investigación es superior a su ideología y a la imagen que durante el exilio se había forjado de Federico y no deja de consignar todo lo que le dicen por increíble que le parezca.
Lo mejor de Penón es sin duda su buen corazón, su independencia, su falta de prejuicios a la hora de dirigirse a la gente. Hay varias entrevistados cruciales que aportan datos interesantísimos: Ramón Ruiz Alonso, el que detuvo a Lorca y que casi conquista la simpatía de Penón; Luis Rosales, que cuenta cosas insólitas pero reveladoras del poeta; Jover Tripaldi, el soldado que estuvo con él las últimas horas de su vida; un hombre soltero y mayor del pueblo, que se puso rojo y emocionado cuando le hablaron de Lorca, porque cuando eran jóvenes se iban solos y juntos al río...
Gracias, Penón, allá donde estés. Los devotos de Federico nunca te lo agradeceremos bastante.
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