Baila, baila, baila
Haruki Murakami
Tusquets, 2012. Colección "Andanzas"
ISBN: 978-84-8383-425-1
464 páginas
22 €
Traducción de Gabriel Álvarez Martínez
José Martínez Ros
¿Cuándo?
La carrera literaria de Haruki Murakami comenzó con dos novelas breves que el autor escribió mientras aún regentaba un club de jazz en Tokio. Pero no alcanzaría una mínima difusión hasta la publicación de la tercera, mucho más extensa, La caza del carnero salvaje, que lo convirtió de inmediato en un autor de culto, traducido a varios idiomas -al inglés, por ejemplo, donde mereció una crítica entusiasta del distinguido novelista John Updike, nada menos, y al español, donde fue publicada por Anagrama y nadie le prestó la mínima atención- y que, lo más importante, contenía ya la semilla del particular Universo Murakami: un protagonista treintañero perdido en su propia vida que se ve obligado a reconstruir su identidad casi desde cero, un misterio que da a la historia un aire de noir postmoderno, el pasado imperial japonés como una recurrente y acechante pesadilla, personajes que parecen existir en varias realidades alternativas y una perceptible influencia de autores norteamericanos como Raymond Chandler, Philip K. Dick o Thomas Pynchon.
¿De qué va?
Hacia el final del texto, el protagonista, un solitario periodista freelance, reflexiona: “He pasado por varias situaciones peculiares. Varias personas han muerto. Otras han desaparecido. Todo ha sido muy confuso, lo que quiere decir que esa confusión se haya desvanecido. Imagino que seguirá ahí durante mucho tiempo. Pero he cerrado un círculo”. Es un buen resumen de una obra que incluye un lujoso hotel de Sapporo que contiene -metafísicamente- otro hotel, sobre cuyos cimientos se ha levantado; una adolescente huraña dotada de una sensibilidad casi sobrenatural, Yuki, que es, sin duda, uno de los más grandiosos personajes femeninos murakamianos: un hombre, carnero, una prostituta de lujo con las orejas perfectas y un poeta norteamericano, veterano de Vietnam, con un solo brazo; y unas cuantas portentosas epifanías dignas de Virginia Woolf: “El mar era un pensamiento gigantesco sobre cuya superficie llovía silenciosamente. Desde la orilla, personas sin rostro contemplaban el horizonte. Parecía que el tiempo infinito se había convertido en una colosal madeja que flotaba en el cielo…”.
¿Merece la pena?
Sí, muchísimo. No es una obra maestra del nivel de Kafka en la orilla o la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, dos de las ficciones literarias más ambiciosas que ha producido nuestra época, pero, sin duda, es muy superior a su reciente 1Q84, quizá su peor libro hasta la fecha, donde mezclaba capítulos de prodigiosa intensidad con lo que parecía involuntarias autoparodias y repeticiones. Y, lo más importante, es una novela muy superior a casi cualquier otra cosa que pueden encontrar en su librería entre las “novedades”. Si aún no se han adentrado en el peculiar Universo Murakami, La caza del carnero salvaje y esta magnífica Baila, baila, baila son la mejor puerta de entrada.
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