13 diciembre 2012

'Poo-tee-weet'


Los pájaros amarillos

Kevin Powers

Sexto Piso, 2012

ISBN: 978-84-15601-10-4

192 páginas

18 €

Traducción de Jesús Gómez Gutiérrez



Fran G. Matute

Creo que era Kurt Vonnegut el que argumentaba que no era posible escribir una novela antibélica. Más que nada porque, al final, sin pretenderlo, los textos con tal intención terminaban enviando, inevitablemente, un mensaje de exaltación y defensa del soldado desconocido y su sacrificio. Quizás, por este motivo, el bueno de Vonnegut tuvo que recurrir a aquella marcianada que fue Matadero cinco (1969) para poder narrar su odisea durante la Segunda Guerra Mundial.

Qué duda cabe que siempre se ha novelado mucho y bien sobre los conflictos armados. Ahí están Erich Maria Remarque, Louis-Ferdinand Céline, Wyndham Lewis, James Jones y Tim O’Brien para demostrarlo. Pero todos ellos han escrito sobre guerras que son diametralmente opuestas a esta última de Irak (2003-2011) por un motivo fundamental: la Guerra de Irak fue un conflicto eminentemente visual. La seguimos en directo, por la televisión, por internet, casi al segundo, y se convirtió en un programa más de "entretenimiento" ofrecido por los reporteros de guerra, por los propios soldados con sus móviles, por los propios civiles. La vimos desde todos los ángulos posibles. Fue una guerra inmediata emitida al instante. Y la cultura audiovisual se hizo eco de este hecho y copió estéticas. Ahí están películas como La batalla de Haditha (Nick Broomfield, 2007), Redacted (Brian de Palma, 2007) o la exitosa En tierra hostil (Kathryn Bigelow, 2008) o seriales como Generation Kill (2008) y, por qué no, la reciente Homeland (2011-¿?). Por tanto, a nuestro juicio, la novelización de la Guerra de Irak puede llegar a resultar un ejercicio fútil toda vez que la palabra se ve obligada a luchar con las imágenes que conquistaron desde el primer momento esta temática. Lo que potencia aún más si cabe el sorpresivo éxito de Los pájaros amarillos de Kevin Powers, que ya es indiscutiblemente una de las lecturas imprescindibles del año (y no sólo porque lo diga el New York Times). 

¿Cuál es la aportación de esta obra? Pues nada de lo que nos pueda contar Kevin Powers debe resultarnos, 'a priori', novedoso. La historia del soldado que vuelve a casa ha sido contada cientos de veces. Y quiero pensar que en todos los conflictos la sensación es similar. Así que, insistimos, ¿qué tiene de novedoso Los pájaros amarillos? ¿Por qué su éxito? Creemos que porque estamos ante un texto que no ha olvidado en ningún momento su vocación literaria, en toda su extensión. Resulta necesario destacar que Powers no pierde el tiempo en el detalle del conflicto armado. No gasta párrafos en describir el armamento usado por el ejército, o en señalar con exactitud dónde transcurren los hechos geográficamente hablando, o en determinar el impacto político de sus acciones.

Powers habla de un huerto, de tierra y arena, de gente asustada y de la desembocadura de dos ríos de la que surgieron grandes civilaciones y a la que los jóvenes van a morir. Bien es cierto que Powers fue un joven combatiente. Bien es cierto que la novela lidia tanto con el conflicto armado como con el conflicto interior, tanto en el campo de batalla como, de vuelta, en casa. Pero no debemos obcecarnos en la temática de esta obra. Es más, nos debería dar igual sobre lo que escriba Powers porque lo que resulta verdaderamente fascinante es cómo lo cuenta. Necesitamos desenmascarar al soldado para descubrir al talentoso narrador armado de una prosa poética exquisita, para poder así quedarnos embelesados leyendo pasajes como este, del primer párrafo: “Cuando dormíamos, la guerra frotaba sus mil costillas contra el suelo, rezando; cuando forzábamos el paso hasta la extenuación, los ojos se le ponían en blanco y se quedaban abiertos en la oscuridad y, cuando comíamos, aceleraba sin más alimento que su propia penuria. Hacía el amor, daba a luz y se extendía por el fuego”.

Los pájaros amarillos recorre todo los tópicos del género bélico. Ofrece, por tanto, una historia dura, sentida y dolorosa. La de una promesa a una madre. Una promesa incumplible. La de la pérdida de un amigo. Y, por encima de todo, la de una patraña con consecuencias fatídicas. Pero nos perdemos sólo en la poética que construye Powers ya que las imágenes del conflicto las conocemos, están en nuestra retina, forman parte del imaginario colectivo. No necesitamos que nos cuenten cómo fue la Guerra de Irak. Para eso están los periodistas. Pero sí que no nos importa leer algo hermoso y potente, que es lo que nos ofrece Kevin Powers. Puede entonces que, al fin y al cabo, el viejo Vonnegut tuviera razón. Ya no hay forma de escribir sobre la guerra. Está manida. No nos interesa. Nadie nos va a aportar nada nuevo. Nos da igual si Powers fue o no un buen soldado, pero nos fascina comprobar que es un excelente escritor que ha hecho primar la belleza y la fuerza de las palabras frente a la dureza de los hechos y la crudeza de las imágenes. 

4 comentarios:

Sara dijo...

Es una gran novela. Su estructura -alternando tiempos, espacios- y su prosa elegante me cautivaron. Muy buena tu reseña.

Fran G. Matute dijo...

Cierto.

La estructura potencia, además, el climax final de la novela y ayuda a equilibrar las reflexiones sobre el conflicto bélico y el conflicto interior del soldado/narrador.

Está muy conseguido eso...

ilya dijo...

La reseña me gusta, pero echo de menos algo que explique el título 'Poo-tee-weet'. Probablemente se entienda después de leer la novela, pero eso no vale. ¿O es simplemente la forma de decir pío-pío en inglés? Pues tampoco tengo por qué saberlo y, de hecho, no lo sé...

Fran G. Matute dijo...

Tienes razón, Ilya. Lo del título es una pijada mía.

"Poo-tee-weet" forma parte de la primera y la última frase de "Matadero Cinco" de Vonnegut, la novela antibélica moderna por antonomasia, que utiliza las abducciones y los extraterrestres para hablar de los horrores de la guerra.

La dice un pájaro, claro está, como respuesta a una pregunta que se le hace. ¿Es un pájaro amarillo como los del título? Podría ser...

Es una expresión muy conocida por los seguidores de Vonnegut, a la que se le ha intentado buscar más de un significado. Aquí lo explican muy bien: http://www.sparknotes.com/lit/slaughter/themes.html

Como ves, tiene que ver con el sinsentido de la guerra, pero a su vez es una respuesta hermosa. La de un pájaro que tras un bombardeo sigue en pie con su canto. Es un poco la imagen que transmite la novela de Powers.

Reconozco que es una chorrada muy rebuscada, pero me enlazaba indirectamente todos los conceptos de la reseña: pájaros, Vonnegut, guerra, sin respuestas...

Sorry por el cripticismo pseudo-elitista. Es que mi cabeza funciona así a veces...