El adversario
Emmanuel Carrère
Anagrama, 2013. Colección "Compactos"
ISBN: 978-84-339-7715-1
176 páginas
7,90 €
Traducción de Jaime Zulaika
Dedicado al Pera
Sara Mesa
Coincidiendo con la traducción de la
excelente novela-biografía Limónov,
Anagrama saca ahora en formato de libro de bolsillo otro de los títulos más
brutales de Emmanuel Carrère, El adversario, narración que ha sido
comparada con acierto con el A sangre
fría de Truman Capote por el
acercamiento literario a una realidad criminal con los procedimientos de la
‘non-fiction’. La historia que se cuenta en El
adversario posee por sí misma ingredientes de sobra para resultar
atractiva, pero con el material con el que cualquier escritor mediocre podría
haber construido un subproducto comercial, Carrère factura una novela
impecable, de gran valor literario y humano. El caso sonó mucho en su época,
1993, por lo inusitado y absurdo de su crueldad, y su extraña mezcla de exceso,
delirio y quizá pura arbitrariedad. El responsable, Jean-Claude Romand, mató a toda su familia -padres, mujer e hijos-
justo en el momento en que empezaba a desenmascararse la cadena de mentiras que
le había llevado durante casi 20 años a fingir ser un reputado médico e
investigador en la Organización Mundial de la Salud. Pero había más que eso:
Romand construyó para sí, durante toda su vida, una existencia completamente
falsa no solo en lo referente a su profesión, sino en otras muchas facetas,
engañando y estafando a sus amigos y familiares sin que ninguno de ellos sospechase
jamás de su fachada de buen ciudadano, esposo y padre. ¿Un farsante, un
mentiroso compulsivo, un frustrado patológico, un egoísta? ¿Ante qué tipo de
monstruo nos encontramos, se pregunta Carrère?
Lo que seduce a Carrère de esta
historia no es en sí el crimen, sino el grado de impostura que conduce hasta
él, la personalidad que se oculta tras este Romand incomprensible que paseaba
por los bosques del Jura o dormitaba en su coche durante horas mientras se
suponía que estaba en la OMS. Asusta pensar que una simple llamada a sus
oficinas hubiese bastado para poner al descubierto toda la farsa, pero su
habilidad para el engaño, y también el azar -que tiene gran importancia en esta
historia- hicieron que durante años Romand pudiese ir sorteando la verdad.
Carrère no coloca el acento en los hechos en sí, que desde el primer momento
conocemos, sino que quiere meterse en el cerebro
del protagonista, aun sabiendo que el empeño es inútil. Como sucede en Limónov,
este libro contiene también la historia de la escritura del propio libro.
El relato se articula como una crónica
judicial, aunque en su estructura tienen cabida otros materiales, como cartas
del propio asesino, narraciones focalizadas en personajes secundarios y
reflexiones sobre las dificultades y dilemas morales a los que se enfrenta un
escritor cuando intenta abordar el retrato completo, con todos sus perfiles, de
un criminal real, cuestión esta que es central en la obra de Carrère (y que él
mismo expone con gran lucidez aquí) ¿No puede ser al fin y al cabo esta novela, se pregunta Carrère, una
manera de alimentar el ego enfermizo de Romand? ¿Es justo desentrañar la
historia desde la perspectiva del asesino, dejando fuera la de sus víctimas?
¿Al hablar sobre la infancia, los traumas, los problemas de Romand, se están
justificando de algún modo sus espantosos crímenes? ¿Puede un escritor trabajar
sobre el material de la realidad más atroz y salir impune, sin escorarse hacia
la compasión o el morbo? ¿Existe el peligro del enamoramiento
hacia el criminal, al modo de Capote con Dick Hickock? Lo cierto es que El
adversario sortea admirablemente todos estos riesgos sin dejar de enfrentarse a
ellos, conduciendo al lector hacia los mismos dilemas y dudas, dejando las
preguntas latiendo en el aire después de cerrar el libro. Se ha dicho que esta
historia es un viaje al horror, y sin duda es así, pero también es un viaje al
desconcierto, a la terrible sensación de desconocimiento de la escurridiza y
ambigua naturaleza humana.
Con su prosa elegante, bien medida y
sobria, marca de la casa del magnífico escritor que es Carrère, El adversario
resulta una novela inquietante no solo por la historia de este crimen
sorprendente, sino por el buceo en las profundidades del mal, un mal gratuito e
innecesario. Carrère confiesa finalmente su fracaso: no hay enfoque acertado,
no es posible comprender, ni siquiera conocer, a ese "adversario" maligno que
se encarna en los ojos de Romand, ese mismo que quizá también está en los
nuestros cuando lo estamos mirando con fascinación y miedo. Pero por si acaso,
más allá de la confusión final, algo nos queda claro: es mejor no fiarse del 'curriculum vitae' de nadie. Ni siquiera del nuestro.
1 comentario:
Ante todo, agradecer a la reseñista que haya recuperado, para solaz de los seguidores del blog, un libro que puede hablarle de tú a tú al merecidamente encumbrado "A sangre frita".
Señorita(o señora)Mesa, su presencia es el calibre indispensable del inicio de esta admiración, haciéndose ya, qué diablos!
Dios los bendiga a todos, de verdad.
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