Naturaleza de la novela
Luis Goytisolo
Anagrama, 2013. Colección “Argumentos”
ISBN: 978-84-339-6354-3
200 páginas
16,90 €
Premio Anagrama de Ensayo 2013
José María Moraga
El curriculum de Luis Goytisolo como novelista es apabullante: a su
monumental tetralogía Antagonía (1973-1981; recogida en un solo volumen en
2011) habría que aunar los premios Biblioteca Breve, de la Crítica y Nacional
de Narrativa, obtenidos por distintas obras en distintas décadas. 'A priori',
nadie más cortesano ni pulido para encarar la tarea de reflexionar sobre la
novela como género literario. A modo de mosquita cojonera, empero, lanzo el
siguiente desafío: salga usted ahora mismo a la calle y pregunte quién ha leído
algo de Luis Goytisolo. Bingo. No se trata de una refutación de su prestigio o
idoneidad para pontificar sobre la novela, sino de una lamentable constatación
de su elitismo y desconocimiento para el gran público, ese que al barcelonés
parece interesarle más bien poco. Según el menor de los hermanos Goytisolo la
novela está en crisis (“Luis Goytisolo y el R.I.P. de la novela”, titulaba El
País hace dos meses), la novela del tipo que él lee y escribe, claro. La novela
tal y como se ha entendido durante los últimos cuatro siglos está en decadencia
porque también lo está la sociedad que la hizo posible: esos prismas
rectangulares de papel encuadernado manchado de tinta que en la actualidad se
venden por millones… bueno, eso directamente no son novelas. ¿A que empieza a
caeros bien este señor?
Con Naturaleza de la novela Goytisolo ha ganado el Premio Anagrama de
Ensayo 2013, y aunque se trata de un texto pulcro, compacto, bien argumentado,
a la fuerza había de serlo dadas su brevedad y la modesta ambición de su plan
como obra. En otras palabras: cuatro ideas muy bien dispuestas, pero no dejan
de ser cuatro ideas repetidas, y aquí el reseñador desconfiado podría
preguntarse (codazo, codazo, guiño, guiño) si los señores de Anagrama no habrán
ido a premiar un nombre “grande” de nuestras letras antes que un texto
provocador. Y en comparación con el ensayo premiado en 2012 (Ética de la
crueldad de José Ovejero, un texto incómodo y correoso), yo diría que la
respuesta es sí.
Suspicacias aparte, entremos a valorar el ensayo de Goytisolo por lo
que vale. Lo primero que llama la atención es su brevedad: sólo 166 páginas de
“turrón”, impresas con generosos márgenes, de las cuales nada menos que 61
corresponden a fragmentos de otras obras. Se me dirá que para bien argumentar
un ensayo son imprescindibles las citas textuales, debidamente
referenciadas, cuando son pertinentes.
Pero es que Goyitisolo parece incluir por sistema un fragmentito de cada obra
que nombra y, francamente, en algunos casos la pertinencia de estas macrocitas
no salta a la vista (no hay empacho, por ejemplo, en plantificarnos cuatro
paginazas de Mio Cid, de Proust o Faulkner, que podrían ser igual de
ilustrativas que otras cuarenta o cuatrocientas). Releyendo este párrafo me doy
cuenta de que no ha sido precisamente laudatorio, y sin embargo Naturaleza de
la novela no deja de tener su interés, aunque sólo sea el de proporcionar una
distinción entre los novelistas que en el mundo han sido, sean “bíblicos” o
“evangélicos”, según su obra guarde similitudes (conscientes o no) con la
mitología, el tono y el estilo del Antiguo o el Nuevo Testamento,
respectivamente (Balzac bíblico vs. Flaubert evangélico, y así sucesivamente,
si al lector le place el jueguito).
Apoyándose en los hombros de gigantes de la Crítica Literaria más
rancia (T. S. Eliot, Curtius, Auerbach… a Slavoj Žižek no lo iba a nombrar, para
que os hagáis una idea…), el ensayo
explica cómo la novela tiene sus precedentes en la Biblia y en la literatura
grecolatina, así como en otras obras
narrativas: cantares de gesta, Boccaccio y Dante. Si entramos en el
razonamiento del autor y -obviando que en la actualidad cualquier relato en
prosa de ficción más o menos largo se considera “novela”- con él definimos
novela como una forma de literatura surgida en el occidente cristiano a partir
de los siglos XVI y XVII, podremos estar de acuerdo en que los siglos XVIII,
XIX y XX fueron los grandes siglos de la gran novela, producida sobre todo en
Inglaterra, Francia, Alemania, Rusia y los Estados Unidos (en España no, al
parecer, a no ser por los albores picarescos y El Quijote). Aquí, las filias de
Luis Goytisolo le hacen describir Inglaterra como “el país más regular o
constante a lo largo de los siglos desde un punto de vista literario” (117),
mientras que el resto de la gran producción novelística y la aparición de los
grandes nombres que la parieron bascula entre los diferentes países y sus
etapas de esplendor, de 1800 a 1950 aproximadamente: la Francia de Balzac,
Flaubert, Stendhal y Zola, la Rusia de Tolstoi y Dostoievski, la Alemania de
Goethe y Thomas Mann, la América de Melville y Henry James. Curiosamente,
entrado en siglo XX, la Santísima Trinidad de la Novela (Proust, Kafka y Joyce)
no es adscrita por Goytisolo a sus respectivas realidades o tradiciones
nacionales (ni siquiera se menciona que James Joyce fuera irlandés, mientras
que para explicar a los novelistas franceses del XIX se hacía imprescindible
comprender el concepto de “burguesía”). Tampoco entiendo por qué quedan fuera
de este ensayo nombres del calibre de Joseph Conrad o Virginia Woolf (por no
hablar de otros italianos o hispanoamericanos), ¿es que no aportaron nada a la
novela?, ni por qué la indagación se detiene a mitad del siglo XX. El ‘nouveau
roman’ es despachado de medio plumazo, mientras que nada se dice del Boom
hispanoamericano ni de la novela posmoderna propiamente dicha: el último libro
citado es ¡Absalom, Absalom!, obra de William Faulkner de 1936.
La respuesta a esto último sí parece fácilmente discernible: para
Goytisolo la novela está en crisis, por no decir que está acabada; su modelo de
novela, que es a la vez síntoma y causante de una época, novela que bebe de la
épica grecolatina, de la Biblia, de la literatura provenzal y toscana, del
Humanismo… Por tanto para Goytisolo, una vez pasados los titanes decimonónicos (robo
el concepto a José-Carlos Mainer) y algún que otro epígono del siglo XX como
los ya citados, la novela está agotada/ agotándose porque la sociedad en que
nació está ya agotándose/agotada, y por eso cada vez habrá menos lectores (y
escritores) de auténticas “novelas”. Si esto es así, ¿qué se vende hoy día por
millones, sea en papel o en formato digital? ¿Qué son entonces las obras de Dan
Brown, George R. R. Martin, Stieg Larsson, Carlos Ruiz Zafón o E. L. James?
Pues para Luis Goytisolo esto son ‘best-sellers’, un subproducto narrativo
fácil y altamente gratificante, cocinado con el (único) objetivo de ganar
dinero. Se trata de entretener a gente
con mentalidad adolescente -no ya de educarlos o hacerlos pensar- a base de proporcionarles emociones fuertes y
facilonas, o como diría Janis Joplin, ‘cheap thrills’.
En las páginas finales de Naturaleza de la novela Goytisolo se hace
varias preguntas interesantes pero propias de un ‘old-timer’ al que la sociedad
de las pantallas le ha cogido con el pie cambiado. Con no rechazar el libro
digital, el autor da a entender que su advenimiento y futura hegemonía acabarán
con los lectores (desde aquí me ofrezco voluntario para moderar un careo entre
Luis Goytisolo y Vicente Luis Mora), y se lamenta de que esto vaya a ser así.
No obstante, este tono de jeremiada del epílogo no es el predominante en el
ensayo, que constituye más bien una solvente -aunque limitada- indagación
histórica acerca del ADN de la novela. En este sentido, encuentro que el último
Premio Anagrama de Ensayo podría resultar de mucho interés y utilidad a
estudiantes universitarios de la rama de Humanidades en busca de una reflexión
propedéutica sobre el género novelístico a lo largo de la historia. También nos
gusta a usted y a mí porque nos gustan estas intelectualadas, aunque como
estado de la cuestión diste bastante de ser una obra completamente
satisfactoria.
5 comentarios:
¡Qué buena reseña y qué bien argumentada!
Estoy deseando verte como moderador de ese debate entre Goytisolo y Mora (codazo, codazo, guiño, guiño)
Pues sí, amigo Moraga. Reseñón.
Y al hilo de este premiado ensayo me viene a la mente otro debate: ¿Es cosa mía o últimamente los premios literarios se están "quedando en casa"? Que Ovejero gane el Alfaguara, Eva Díaz Pérez el Málaga, Goytisolo el Anagrama... ¿casualidades de la vida?
Estupenda reseña, crítica con un libro crítico. Yo creo que voy a pasar, me parece un poco rancio en su conjunto (estoy deseando leer Antagonía, eso sí). Saludos.
Muy buena, Moraga
Estupenda reseña,
solo echo de menos alguna indicación de que no todas las novelas que se publican en los últimos 60 años son davinciadas. ¿Dónde quedan Gª Márquez, Paul Auster, Javier Marías o gente así para nuestro exquisito Goyti(más)solo(quenunca)?
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