23 julio 2009

El calor de una biografía novelada

Mañana no será lo que Dios quiera
Luis García Montero

Alfaguara, 2009

ISBN: 978-84-204-2320-3

420 páginas

19'50 euros

Juan Carlos Sierra

Mañana no será lo que Dios quiera, el último título que Luis García Montero ha colocado en las mesas de novedades de las librerías, no es un libro cualquiera. Antes de que cualquier lector se introduzca en él, hay que advertir acerca de algunas de sus singularidades.
En primer lugar, estamos ante un libro escrito entre amigos. Durante algunos veranos en Rota, Luis García Montero, mientras el resto de la familia bajaba a la playa, aprovechaba esas horas de tranquilidad para que Ángel González le contara, entre otras cosas, su infancia y adolescencia, la parte menos conocida y más íntima de su biografía.
En segundo lugar, detrás de Mañana no será lo que Dios quiera hay un pacto de silencio, el exigido por parte del poeta ovetense al poeta granadino en torno al contenido –sólo su infancia y adolescencia- de ese libro futuro que por entonces tenía el cuerpo etéreo de las conversaciones que ambos amigos mantenían al pie de unos días de vacaciones. Por otra parte, existe además una evidencia en cuanto a este asunto: sobre la vida pública y poética de Ángel González se sabe por entrevistas, artículos, ediciones críticas, tesis doctorales,… En cualquier caso, debido a que en muchas ocasiones los traductores de los datos objetivos –llámense periodistas, críticos o sesudos estudiosos universitarios- están determinados por su particular sentido de la realidad e incluso por la ignorancia o ciertos intereses espurios, no sería mala idea que alguien se planteara una biografía lo más seria y real posible sobre los años de los que no da cuenta el libro de Luis García Montero.
En tercer lugar, a este Mañana no será lo que Dios quiera lo hace especialmente particular el esfuerzo que va a requerir del librero para colocarlo en sus estantes según la nomenclatura habitual, porque la obra de García Montero supone un interesante cruce de géneros: es un ensayo, pero es una novela; es una biografía, pero no completa y resuelta de forma narrativa; y si es una novela, como ya hemos dicho, no lo parece a veces por el tono marcadamente lírico en que está planteada.
Este hecho puede tener una fácil explicación: se trata de un libro escrito por un poeta que no puede –y probablemente no quiere- renunciar al cuidado artesanal y preciosista de un material literario que no es habitualmente objeto de su trabajo. En este sentido, significa un esfuerzo añadido que merece un aplauso, pues lo más fácil en este caso habría sido limitarse a cumplir con las exigencias del ensayo biográfico. Sin embargo, esta vuelta de tuerca lírico-narrativa aporta además un calor humano que difícilmente contagiaría la prosa científica del ensayo.
Finalmente, creo que lo que dota a este Mañana no será lo que Dios quiera de un valor añadido es que gracias a él los lectores de los poemas de Ángel González pueden rastear algunas de las claves de la composición de muchos de ellos, sus diversas génesis, las circunstancias que los inspiraron, sus motivaciones; en definitiva, su historia íntima.
A falta de estudios más o menos eruditos –es decir, más o menos fríos- sobre la importancia de la obra lírica de Ángel González, Mañana no será lo que Dios quiera alimenta, por tanto, la cercanía de sus poemas, el calor humano que desprenden y que Luis García Montero ha sabido transmitir eligiendo para su libro la estructura y el tono adecuados.

2 comentarios:

Alejandro Luque dijo...

Aunque sólo he hecho catas parciales del libro, me gusta el hecho de que, a partir de una figura conocida como la de Ángel González, Luis haya sabido dibujar también el panorama de un lugar y una época muy difícil. Las buenas biografías no se ensimisman en un nombre o una familia, van más allá. Y con libros como éste no se pierde la memoria.

Anónimo dijo...

No solo se pierde la memoria sino también la decencia. La carta de la viuda en el blog criticacontracritica lo deja claro. Infórmense un poco más y sepan lo que significa que haya entre nosotros personas así, como el autor de este libro.