13 julio 2010

Viajar causa escritos

Cómo viajar sin ver

Andrés Neuman

Alfaguara, 2010

ISBN: 9788420406084

17,50 €





José María Moraga


Cuando un grupo o artista saca un disco de éxito lo normal es que hagan una gira para promocionarlo. Cuando la gira es un éxito, lo normal es que editen un disco en directo, reflejo de la gira, para capitalizar el momento / ganar tiempo / exprimir la gallina. En 2009 el escritor hispanoargentino Andrés Neuman ganó el XII premio Alfaguara de Novela con El viajero del siglo, obra muy celebrada por la crítica y los medios, si no es la misma cosa. A causa de El viajero del siglo, Neuman emprendió su propio viaje, una gira promocional del libro que le llevó por casi todas las capitales hispanoamericanas y que le sirvió de estímulo para alumbrar una nueva obra: Cómo viajar sin ver (2010).

La premisa de Cómo viajar sin ver se completa en su subtítulo: (Latinoamérica en tránsito). He aquí el objetivo confeso de Neuman, cronicar de modo fragmentario, asistemático, su gira americana y plasmar sus impresiones de -en teoría- “lo que no ve” antes que de lo que ve. De este modo quedan fuera del libro los ingredientes más obvios que cabría esperar de una obra así: las ruedas de prensa, las firmas de la novela, las reuniones con escritores, en suma, los actos públicos. ¿Qué es lo que queda? El revés de la trama, pues, los actos privados. Claro que seleccionados por el hábil escritor que es Neuman.

El autor hace que lo difícil parezca fácil, él, que es novelista, poeta, cuentista, ensayista, acomete Cómo viajar sin ver en un tono confesional de diario, quizás sería más apropiado decir de blog. Alcanza la complicidad con el lector casi sin proponérselo, fíjate lo que me pasó, te va contando el revés de la trama, las acotaciones, las tomas falsas. Y eso hace de este libro un artefacto endiabladamente entretenido.

El estilo es casi siempre rápido, urgente, a veces la sintaxis llega a ser telegráfica, pero en otras ocasiones Neuman se recrea en pasajes de inesperado lirismo. El apunte costumbrista se yuxtapone al aforismo, la reflexión filosófica a la impresión personal. De paralelo modo, la atención del narrador bascula entre los localismos (marcas de cerveza, usos y costumbres, giros dialectales del español) y la Globalización (muerte de Michael Jackson, comparación de hoteles y aerolíneas…)

Algunos temas se erigen en leitmotivs, dotando al libro de cierta continuidad entre episodios (más allá del viaje de ciudad en ciudad): preocupaciones comunes a varios países hispanoamericanos como la psicosis por la gripe A, el trasfondo del golpe de Honduras (y la lucha Zelaya-Micheletti), la represión a la disidente y bloguera cubana Yoani Sánchez… De entre todos destaca, por sus ramificaciones, la alargada sombra en el continente americano del chavismo, por el que Andrés Neuman no profesa simpatía alguna (igual que le pasa con el castrismo).

Más allá de la anécdota de quedarse sin calzoncillos limpios o compartir avión con Rosa “de España”, se aprecia en Neuman una tal vez involuntaria voluntad de imponer sentido a Latinoamérica, a la que se acerca como algo propio y extraño a la vez (por su condición de doble nacionalidad). Me explico. Ciudad que visita ciudad donde no deja de hacer referencia a la literatura local, citando liberalmente lo mismo a consagrados (Lima es Vargas Llosa, Ribeyro, Bryce Echenique) que a jóvenes y desconocidos valores de la poesía. Con esto el autor consigue trazar un panorama o al menos tomarle la temperatura a la literatura en español del otro lado del Atlántico. Igualmente, la conciencia social de Neuman emerge cada vez que cronica su incomodidad ante el hecho (del que es consciente todo el tiempo) de estar participando en una Latinoamérica privilegiada, irreal.

Tan irreal que a menudo se contraponen las zonas residenciales o acaudaladas de las ciudades a “la realidad”. Tal vez el signo de los tiempos sea cualquier cosa salvo la realidad real, hacer zapping mejor que ver un programa entero, mirar por la ventanilla de un avión y pensar en Google Earth (cuando debería ser al contrario), viajar sin ver, escribir un libro de viajes sobre una serie de eventos como excusa para acabar hablando, fragmentariamente, de cualquier otra cosa. ¿Es ésta “La precesión de los simulacros” sobre la que nos alertó Baudrillard hace más de 30 años? ¡Uuuuuf, amigos! ¡Estamos en verano! Dejemos estas cuestiones sesudas a los intelectuales, y leamos un librito fresco, ecléctico y divertido, por ejemplo este de Andrés Neuman.

3 comentarios:

Daniel Ruiz García dijo...

Enhorabuena, José María. Un estreno de gran altura, sí señor.

No sé qué debe ser peor, si quedarse sin calzoncillos limpios o compartir viaje con la "Rosa de España".

Fran G. Matute dijo...

Eso de ir por las geografías hablando de poetas conocidos e ignotos me recuerda mucho a "Los detectives salvajes" de Roberto Bolaño, que casualmente estoy leyendo en estos momentos... ;)

Bienvenido a "Estado Crítico"!!

Luis Manuel Ruiz dijo...

Espléndido, amigo.