Todos los cuentos
Antonio Pereira
Siruela, 2012
ISBN: 978-84-9841-653-4
892 páginas
29,95 €
Prólogo de Antonio Gamoneda
Rafael Suárez Plácido
Con Antonio Pereira nunca se sabe. Uno va leyendo la
narración que nos propone, recorriendo cada contorno de cada sílaba, como si
fuera un poema, pensando que le están contando una historia que más o menos le
suena, y en el último momento, en el último párrafo o en la última frase,
aparece la frase –a veces la palabra- que lo cambia todo y que hace que la
historia suene como nueva. Con Antonio Pereira nunca se sabe. No lo digo yo, lo
dice él mismo en su “Cuento de los dos narradores”: “… que con estos cuentistas
nunca se sabe.” Y tanto que no se sabe porque este cuento, por ejemplo, de los
dos narradores, no es siquiera un cuento al uso, sino que fue el prólogo de la
antología Cuentos del Medio Siglo.
Eso es lo primero, esta Narrativa breve completa incluye toda su obra
narrativa, excepto sus tres novelas: más de doscientas textos agrupados en doce
libros.
Se trata de un acontecimiento editorial, por supuesto.
Antonio Pereira falleció en 2009 y, aunque ya había publicado alguna antología
de cuentos, nada ha sido comparable al esfuerzo editorial que le ha dedicado la
editorial Siruela, con esta edición cuidadísima, marca de la casa que, además,
lleva un texto prólogo, o a modo de prólogo, del poeta Antonio Gamoneda. ¿Un
poeta prologando los cuentos de Pereira? Claro, el descubrimiento -para quien
aún no lo haya realizado- del Pereira narrador no puede hacer olvidar que ahí
hay también un Pereira poeta. No sólo cuando escribía versos, también en su
narrativa. De hecho él siempre se consideró más poeta que otra cosa.
Su primer libro de poemas, El regreso (1964) aparece en la entonces más que prestigiosa
colección Adonais, y está adscrito a la estética del círculo castellano-leonés
formado en torno a la revista Espadaña. Quizás hubiera sido un buen comienzo
para hablar de un buen poeta, pero sólo dos años después apareció su primer
libro de cuentos: Una ventana a la
carretera. Ya desde estos inicios nos encontramos a un autor maduro.
Realmente lo era, pues nació en 1923: hablamos de primeros libros publicados
con más de cuarenta años y el jovencito que iba publicando sus artículos y
poemas, desde muy joven, en algunos periódicos de la zona, ya no era un
principiante y tenía cierto nombre entre sus paisanos, y algunos de los más
entendidos ya lo reconocían como un nombre muy a tener en cuenta.
En el citado “Cuento de los dos narradores” hace una
brevísima semblanza de su biografía literaria. Esos "dos narradores" son él
mismo y se refieren a los dos estilos, o "dos estéticas" que marcaron su obra.
El primero, un narrador inocente, al que podían tachar “de localista y de
costumbrista y provinciano” con cierta razón, porque sus historias se referían
a “lo que él veía o imaginaba en sus comarcas del interior.” Pero “fue
perdiendo la inocencia con los libros de teoría literaria y otras malas
compañías (…) y prosperó en el oficio de contar y se convirtió en el narrador
resabiado.” El cuento concluye diciendo que pese a esa evolución en lo estético
“no se arrepiente de sus cuentos de aquel tiempo, ni a sus personajes los
niega.” Es un tema sobre el que se puede escribir mucho y, sin duda, se ha
escrito. El primer Antonio Pereira escribía cuentos provincianos y
costumbristas, pero era plenamente consciente de que lo eran y buscaba con
ellos una intención crítica. En estos cuentos, aparece reflejada la vida
cotidiana durante la dictadura. Y, aunque es cierto que se publicaron ya en los
segundos años sesenta, se mostraban maneras de vivir que no eran las habituales
ni las consentidas por el sistema. En este sentido, ya en su segundo libro, El ingeniero Balboa y otras historias
civiles, publicado en 1976, ese escritor resabiado aparece plenamente y esa
intención crítica con la dictadura y sus costumbres es ya más que evidente. Hay
un tópico cuando se escribe sobre un autor de cuentos, y es decir que tal
cuento o tal otro es digno de aparecer en una antología de relatos del siglo.
“El ingeniero Balboa” es digno de ser uno de los grandes relatos escritos en
nuestra lengua. Ahí es donde se ve a ese Antonio Pereira que ha leído y
asimilado Teoría de la
Literatura y, sobre todo, que se ha juntado con malas
compañías, y comienza a aparecer é mismo en sus relatos, con datos autobiográficos
evidentes, mezclando realidad y ficción: ahí empieza a no saberse dónde acaba
la realidad y dónde empieza la ficción. El personaje de Elena Balboa, Lena, es
uno de esos personajes que siempre buscamos en nuestras lecturas y al que
ponemos una u otra cara, según sea nuestro estado de ánimo, que sólo ha llegado
a nosotros por unas cuantas frases y escenas intuidas más que leídas: uno de
los grandes personajes de nuestra literatura esbozado en unas pocas páginas.
A partir de ahí, cada cuento que leemos, cada uno de los
casi doscientos cuentos que le siguen, es una aventura por vivir, de la que
sabemos un título, un nombre propio evocador, pero no mucho más. Lo único que
vamos previendo es que hasta que no lleguemos a la última línea del cuento, no
sabremos realmente qué estamos leyendo. Sus pasiones, sus amigos (Antonio
Gamoneda, que le escribe un maravilloso y emocionado prólogo, el jovencísimo
Juan Carlos Mestre o Juan Eduardo Zúñiga), sus autores favoritos (los
ilustrados franceses, los simbolistas -Rimbaud-, y un listado de contemporáneos
que sorprende por su heterogeneidad desacostumbrada en aquellos tiempos que le
tocó vivir), el amor, el sexo, la amistad, el gusto por lo bueno y, muy
especialmente, por la literatura, nos van acompañando en esta singladura que
sorprenderá a los lectores que aún no lo conozcan. Una vez que lo empiecen a
leer, ya no podrán soltarlo.
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