La vida interior de las plantas de interior
Patricio Pron
Mondadori, 2013
ISBN: 978-84-3972654-8
144 páginas
15,90 €
José Martínez Ros
La
vida interior de las plantas de interior es el cuarto libro publicado en España del
escritor argentino Patricio Pron y una nueva confirmación, si hacía falta una
más, de que es uno los pocos autores que han debutado en estos últimos años a
los que de verdad vale la pena leer. A Pron lo conocimos por una novela extraña y
sorprendente, El comienzo de la primavera, una inmersión en los abismos intelectuales e
ideológicos del siglo XX europeo que funcionaba con la precisión de un
mecanismo de relojería; a continuación, llegó un muy notable volumen de
relatos, El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan; y después, una
segunda novela, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, que constituyó -al menos, para este lector- una pequeña decepción: una crónica familiar y
política, una investigación entre periodística y detectivesca con los delirios
revolucionarios y los crímenes masivos de la historia reciente argentina como
telón de fondo que servía más como ajuste de cuentas personal que como obra
autónoma de ficción. Ahora, nos llega un nuevo libro de cuentos y, por fortuna, Pron renueva
en él su compromiso con la (buena) literatura.
Mientras
que los relatos de El mundo sin… eran, casi unánimemente, descensos a
las tinieblas de la condición humana, los primeros de este libro -“El cerco”, “Un
jodido día perfecto sobre la Tierra”, “Cincuenta y cuatro veces”, y otros
de más adelantes como “Trofeos de amantes que han partido” y “Algunas
palabras sobre el ciclo vital de las ranas”- nos revelan un tono burlón y una ligereza hasta ahora inédita en la obra que conocemos de Pron: son cuentos
veloces y luminosos, cuyos protagonistas son a menudo escritores, o aprendices
de escritores, o escritores fracasados -incluso participantes de ese fenómeno
tan actual que es la crítica anónima, virulenta y “malherida” por Internet-,
oscilando siempre entre la compasión hacia sus dramas minúsculos y la abierta
sátira. Son excelentes relatos, fábulas henryjamesianas acerca de la
guerra interminable entre el arte y la vida que recuerdan fácilmente a cuentos
similares de Roberto Bolaño, pero el que, de verdad, nos convence de que
estamos ante un libro mayor es el que encontramos en cuarto lugar, “Como una
cabeza enloquecida vaciada de su contenido”: una danza macabra que nos lleva, en unas pocas
páginas, de un montón de desechos flotando en las aguas del Atlántico a una
yonqui de Ámsterdam. Pero también podríamos destacar el perfecto -y
estremecedor- “La explicación” o el tierno relato amoroso “En tránsito”, quizás
el texto más bello del libro. En sus mejores cuentos, Pron suele
presentarnos una imagen, situación o escena poderosa, visual -un accidente, una
huida, un encontronazo con un azar más o menos devastador-, y a partir de ella,
huyendo de la típica estructura lineal, explorar el antes y el después, las
consecuencias y los precedentes.
Repetimos:
si había alguna duda de que Patricio Pron es y será uno de los mejores cronistas de
nuestro inestable presente, uno de los mejores escritores de esta época, este
(magnífico) conjunto de relatos la despeja.
Por
cierto, en uno de los cuentos, un perro afirma que los mejores pintores del
siglo XX son Pablo Picasso, Lucien Freud y Egon Schiele. Creo que es una opinión bastante razonable.
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