12 febrero 2013

“Bailaremos sin parar… en el mundo entero”


Karnaval

Juan Francisco Ferré

Anagrama, 2012. Colección "Narrativas Hispánicas"

ISBN: 978-84-339-9755-5

536 páginas

24,90 €

Premio Herralde de Novela 2012


José Martínez Ros

Esperaba Karnaval, la nueva novela de Juan Francisco Ferré con muchísimo interés. Su anterior obra, Providence, me pareció deslumbrante: tan excesiva y delirante como ambiciosa, tan extravagante en el habitualmente pudibundo paisaje literario español como deudora de la mejor narrativa norteamericana contemporánea (David Foster Wallace, Thomas Pynchon). En Karnaval, flamante ganadora de la última edición del Premio Herralde, Ferré se atreve a novelar el caso de Dominique Strauss-Kahn, que cruzó las pantallas de televisión y las redacciones de los periódicos hace unos años: el todopoderoso director de FMI, una de las más altas instituciones del mundo globalizado, fue detenido y llevado a juicio por una empleada de origen africano de un lujoso hotel neoyorquino a la que, presuntamente, había intentado violar. Por si eso fuera poco, al tremendo morbo de la noticia se añadía el hecho de que DSK -como lo llama el omnipresente narrador de la novela- sonaba como candidato del partido socialista francés para enfrentarse en las siguientes elecciones a Nicolás Sarkozy, quien se convirtió en el máximo beneficiario del escándalo al ser elegido ante la incomparecencia de su más peligrosos rival. 

Ferré, que es un autor al que se le puede calificar con cualquier adjetivo excepto "tímido" o "miedoso", nos lleva rápidamente a la mente atormentada de DSK, a la de su mujer, sus múltiples amantes, uno de los detectives encargados del caso o la de la propia víctima ofreciéndonos un retablo grotesco de nuestro hipertecnificado e hipercapitalista mundo lleno de un humor feroz, inmisericorde. No obstante, pronto detectamos los problemas de esta novela con vocación de panfleto político, de sátira universal e impugnación absoluta: a pesar de los continuos cambios de perspectiva y escenarios, la novela no avanza, sino que permanece estática en el marasmo que es la mente de DSK; y a pesar de los múltiples protagonistas, tenemos la impresión de que siempre escuchamos la misma voz narrativa, un Ferré transfigurado en un dolorido DSK, siempre en el mismo tono acre y burlón, con la misma voluntad caricaturesca, de modo que, pasados unos centenares de páginas, acaba por resultar fatigosa. Y el DSK de Ferré no consigue (o al menos, a mí no me lo ha parecido) ser fascinante: sus ideas o pseudoideas morales se limitan a un revoltijo de SadeFoucault y unos cuantos bien conocidos profetas de la postmodernidad; sus dogmas económicos y sociales no pasan de lugares comunes y podrían haber sido extraídos, sin problemas, del blog de Paul Krugman. Ferré, quizás, intenta que nos escandalicemos, pero a estas alturas, la sección económica de un periódico nacional es más subversiva (y gore) que todos los ensueños eróticos de Sade. 

Respecto a su estatismo, las novelas de Thomas Bernhard (por ejemplo, en alguna de sus oscuras e infinitamente recomendables obras maestras como Helada Maestros antiguos, quizás la novela con la que más me he reído en mi vida) o, incluso, alguna de las incursiones narrativas de Beckett, a menudo carecen de acción en su sentido más tópico y típico, pero el discurso, la voz narrativa de sus protagonistas -casi siempre excluidos de la sociedad, automarginados, misántropos- era tan radical que se volvía absorbente. Como lector, he de afirmar que, en mi modestísima opinión, DSK es un fracaso: puede que fuera uno de los individuos más poderosos del planeta, pero eso no lo convierte automáticamente en un protagonista interesante, más bien todo lo contrario. El mejor capítulo de Karnaval es, sin duda, en el que Ferré, con el pretexto de un documental sobre el caso, saca a la palestra a Philip RothCamille PagliaMichel Onfray y otra media docena de gurús de nuestro tiempo: la capacidad del autor para fingir la voz de todos ellos queda acreditada (ese capítulo en concreto es divertidísimo), así que no dejamos de lamentar que un escritor del innegable talento de Ferré malgaste tantas páginas en un tipo tan, taaaan aburrido. 

Karnaval es, en resumen, el retrato hecho pedazos de un monstruo demasiado vulgar.

4 comentarios:

Mariluz dijo...

Horchata fresquita para Martínez Ros. Peluquín de astracán para Ferré. Desde que Gutiérrez Aragón ganó el Herralde con La vida antes de marzo no he dejado de preguntarme por qué pasan estas cosas: novelas gazmoñas ocupando mesas de novedades con más confeti del merecido.

José Martínez Ros dijo...

El año que ganó Gutiérrez Aragón fue curioso, ya que la finalista fue Providence, que hubiera sido una más que digna galardonada… Coincidentemente, en esta última edición la novela finalista también es bastante mejor que la ganadora.

Anónimo dijo...

"Coincidentemente".

Don't think twice, it's alright, que diría el viejo antipático.

Es usted digno de ser miembro de la RAE. Ya lo veo promoviendo debates enconados para aceptar el término "armóndiga", con "r", después de la reciente y gloriosa incorporación de "almóndiga".

Mariluz, soy el de siempre, tu admirador anónimo, que te manda un beso.

José Martínez Ros dijo...

"Es usted digno de ser miembro de la RAE. "

Tiembo al tiempo, Sr. anónimo.