24 septiembre 2009

Dos de los grandes

Faulkner y Nabokov: dos maestros

Javier Marías

Debolsillo , 2009

ISBN: 9788483469668

224 páginas

8.95 €





Jabo H. Pizarroso



Hay determinados libros-vidriera, hechos de retales aparentemente inocuos que una vez unidos conviene releer como un ejercicio pedagógico de mesa y escritorio. No todos están escritos por Javier Marías. Éste sí. Coger estos libros es un deleite, y más ahora que la soberbia de lo digital está que trina, preparan la campaña navideña a base de talonario y marketing confuso, (nadie sin su ebook), y más en esta edición de bolsillo, manejable, libro este al que hay que quererlo mucho, sobre todo si tras la lectura uno descubre que la mayor parte de las páginas están dobladas y exprimidas con un sinfín de anotaciones al margen. No son muchos los escritores que son capaces de desentrañar las claves primarias de otros compañeros de letras. La sana envidia a veces nos cierra los labios. Un buen escritor siempre te acaba besando en la boca. Y hay que agradecerle el beso y aprender de la nueva y genial manera de besar.

En este caso Javier Marías le planta cara a sus padres espirituales, a dos de sus maestros, a su bienamado Faulkner y a su querido Nabokov. El libro está compuesto de artículos que parten de otros libros y de alguna manera, el hipotético lector puede sentirse traicionado al tener una primera sensación de prestado, de leer algo que ha leído en otro sitio, como si tuviera que probarse un pantalón hecho de remiendos, cuando ya tiene otros pantalones en el armario con los trozos de las telas que ahora observa en el nuevo pantalón. Pero si ese lector es también uno de los discípulos del conde de Yoknapatawpha y es a la vez un amante de "Lolita", todos esos remilgos y esas escrupulosas vibraciones se van al garete cuando los ojos se deslizan por la mancha de este texto y acampan con suavidad en cada contragrafismo. Aquí nos toparemos de frente con el bisonte Faulkner de manos de uno de sus lectores privilegiados que además nos regala quizá una de las mejores traducciones de los poemas de este escritor sureño. A Nabokov lo agarra por la pechera y rescata de él, en un artículo sumamente elogioso, la bondad de sus cuentos a los que coloca a la altura de los mejores de Borges, Babel o Chejov.

Hay también un texto que no pertenece al autor del libro. En este caso se trata de un viaje que realiza a la tierra del ídolo Faulkner, el escritor y periodista Manuel Rodríguez Rivero. Libro para Faulknerianos, para esos miembros de una de las sectas más invisibles que existen y más perniciosas, para aquellos que soñaron alguna vez con calzarse un gabán dos cuartas más grande que el cuerpo y llenarlo de botellas de whisky destilado en el garage de su casa, y beberlas en una plaza cualquiera del Paris de entreguerras, mientras sueñan con ser escritores, para aquellos que han encontrado en Lolita una de las novelas más magnéticas y enigmáticas de todo el siglo pasado, también para aquellos que todavía se mueren de envidia cuando siguen leyendo en Mientras Agonizo, las palabras de Vardaman: "Mi madre es un pez", o también para todos aquellos que descubren que Faulkner fue quien fue porque sabía utilizar el punto como nadie:El ruido y la furia. Un maestro del que la mayor parte de la gente humilde aprende es siempre aquel que con la simpleza de la escasez, gobierna el recurso y abre una puerta. Marías es faulkneriano hasta la médula y en este libro, esta selección de artículos homenajeando al maestro lo demuestra de sobra. Con Nabokov ocurre algo parecido. De manera limpia, soberbia, nos rescata unas declaraciones que hizo Nabokov tras la publicación de Lolita. A la pregunta tan impertinente y tan llena de juiciosa reprobración que muchas veces hacen los periodistas a los autores, ¿Por qué ha escrito este libro?", Nabokov responde: "¿Por qué he escrito cualquiera de mis libros, a fin de cuentas? Por el placer, por la dificultad. No tengo ningún propósito social, ningún mensaje moral; no tengo ideas generales que explotar; simplemente me gusta componer enigmas con soluciones elegantes. "

Este es un librillo hecho con papel de fumar. Y hay que fumárselo para acabar perdido en otros libros. En otras palabras este es un librillo-trampolín, un libro-puente, pero un puente hecho de piedras con las que saltar o volver a la obra de Faulkner, y de Nabokov. Conviene de vez en cuando que lectores privilegiados nos lleven de nuevo a los momentos estelares de la historia de la literatura, acariciando a los genios que en este mundo de la palabra han sido Entre tanto binomio nuevo-viejo y tanta novedad-libro de saldo, hay que parar la carrera y volver a la casa de los escritores. En ella viven, entre otros, en la planta baja, Faulkner, pegado a las cuadras, y Nabokov, en una despacho pegado al salón-chimenea; uno clasifica mariposas y el otro ensilla su caballo y hace cuentas en una libreta, mientras piensa en las primeras líneas de un cuento que le hará ganar unos dólares cuando un periódico de Nueva York le diga que sí, que ese cuento sí que lo publican. Un tipo que eran granjero y que pocas veces se definió como escritor. La vida de los buenos autores está llena de la más sórdida y maravillosa normalidad. En este libro Javier Marías nos acerca a dos de los mejores. Una vez leído, es responsabilidad nuestra y solo nuestra volver a coger de la estantería Santuario y Lolita y meterles mano otra vez o de una vez, pero en condiciones, sin complejos.

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