Juan Cobos Wilkins
Fundación José Manuel Lara, 2009
ISBN: 978-84-96824-49-2
86 páginas
11'90 euros
Juan Carlos Sierra
Supongo que es fácil ponernos de acuerdo en el hecho de que la literatura –y especialmente la poesía- se aleja del discurso cotidiano en la medida en que la palabra escrita ayuda a alumbrar los rincones en sombra de la realidad, es decir, en la medida en que busca el matiz frente a la homogeneización del lenguaje apresurado y más que sospechoso de las calles, de los medios de comunicación y de la publicidad. Cuando además se trata de trabajar sobre la memoria y el yo –o sobre la memoria del yo que escribe- es muy fácil caer en la autocomplacencia, en la idealización o directamente en el autoengaño.
Si tenemos en cuenta además que la poesía –y el resto de la literatura- para ser honesta y auténtica ha de desvelar esos resquicios oscuros de la realidad y de la personalidad desde la más absoluta sinceridad, entonces estamos hablando de Biografía impura, el último libro de poemas publicado por Juan Cobos Wilkins.
No obstante, la sinceridad, la honestidad y la autenticidad en poesía no significan necesariamente confesionalismo de barra de bar en la alta noche. Quien cae en esa trampa está abocado a lectores finitos en tiempo y número. En el caso de los poemas que Juan Cobos Wilkins ha elegido para Biografía impura –independientemente del hecho de que el personaje poético coincida más o menos con quien firma los textos- las limitaciones del ‘yo-aquí-ahora’ quedan superadas por un afán de universalidad, por la casi inmediata comunión del lector con el trasfondo sentimental, con la intensidad emotiva o, simplemente, con la sencilla anécdota que se narra en muchos de los poemas.
Todos hemos tenido un pasado: una infancia, una adolescencia, una juventud y una madurez –dependiendo de la edad del lector- y, por encima de las diferencias generacionales, existe un poso y unas constantes que se repiten en cada una de estas etapas en la vida de cada cual. Es aquí donde Juan Cobos Wilkins pone el acento y de ahí la validez de sus poemas ahora y en el tiempo que pervivan.
La inocencia con fecha de caducidad de la infancia, los descubrimientos definitivos y la perplejidad que los acompaña en la adolescencia, la apertura al mundo de la juventud y el papel que nos arrogamos en la edad adulta recorren los poemas de Biografía impura, certificando en cada una de las excusas utilizadas por el poeta ese afán de trascendencia de la mera anécdota personal de la que hablábamos en el párrafo anterior.
Así como parece que cualquiera pasa o ha pasado por las etapas previas a la etapa adulta de una manera similar, llama la atención que la última sección de este poemario, la referente a la madurez, se titule ‘Poeta’. Si es costumbre definirse en esta parte de la vida por la tarea que cada uno desarrolla diariamente –agente de seguros, conserje de instituto, tornero fresador,…-, al personaje poético de este poemario no le queda más remedio que definirse coherentemente como ‘Poeta’. De esta manera mata dos pájaros de un tiro: por una parte, pone en pie de igualdad social la labor del poeta con la del resto de tareas productivas, pero –más importante aún-, por otra, desarrolla una suerte de poética de la vida y de la escritura de quien pone en su tarjeta de visita como ocupación la de poeta.
Si al lector le apetece echar un ojo a su propia historia y a su memoria –cualquier tiempo pasado no fue necesariamente mejor-, Biografía impura puede servirle para no saturar con demasiado edulcorante sus retratos del pasado. A veces puede incluso doler, pero en ello nos jugamos nuestra lucidez.
Si tenemos en cuenta además que la poesía –y el resto de la literatura- para ser honesta y auténtica ha de desvelar esos resquicios oscuros de la realidad y de la personalidad desde la más absoluta sinceridad, entonces estamos hablando de Biografía impura, el último libro de poemas publicado por Juan Cobos Wilkins.
No obstante, la sinceridad, la honestidad y la autenticidad en poesía no significan necesariamente confesionalismo de barra de bar en la alta noche. Quien cae en esa trampa está abocado a lectores finitos en tiempo y número. En el caso de los poemas que Juan Cobos Wilkins ha elegido para Biografía impura –independientemente del hecho de que el personaje poético coincida más o menos con quien firma los textos- las limitaciones del ‘yo-aquí-ahora’ quedan superadas por un afán de universalidad, por la casi inmediata comunión del lector con el trasfondo sentimental, con la intensidad emotiva o, simplemente, con la sencilla anécdota que se narra en muchos de los poemas.
Todos hemos tenido un pasado: una infancia, una adolescencia, una juventud y una madurez –dependiendo de la edad del lector- y, por encima de las diferencias generacionales, existe un poso y unas constantes que se repiten en cada una de estas etapas en la vida de cada cual. Es aquí donde Juan Cobos Wilkins pone el acento y de ahí la validez de sus poemas ahora y en el tiempo que pervivan.
La inocencia con fecha de caducidad de la infancia, los descubrimientos definitivos y la perplejidad que los acompaña en la adolescencia, la apertura al mundo de la juventud y el papel que nos arrogamos en la edad adulta recorren los poemas de Biografía impura, certificando en cada una de las excusas utilizadas por el poeta ese afán de trascendencia de la mera anécdota personal de la que hablábamos en el párrafo anterior.
Así como parece que cualquiera pasa o ha pasado por las etapas previas a la etapa adulta de una manera similar, llama la atención que la última sección de este poemario, la referente a la madurez, se titule ‘Poeta’. Si es costumbre definirse en esta parte de la vida por la tarea que cada uno desarrolla diariamente –agente de seguros, conserje de instituto, tornero fresador,…-, al personaje poético de este poemario no le queda más remedio que definirse coherentemente como ‘Poeta’. De esta manera mata dos pájaros de un tiro: por una parte, pone en pie de igualdad social la labor del poeta con la del resto de tareas productivas, pero –más importante aún-, por otra, desarrolla una suerte de poética de la vida y de la escritura de quien pone en su tarjeta de visita como ocupación la de poeta.
Si al lector le apetece echar un ojo a su propia historia y a su memoria –cualquier tiempo pasado no fue necesariamente mejor-, Biografía impura puede servirle para no saturar con demasiado edulcorante sus retratos del pasado. A veces puede incluso doler, pero en ello nos jugamos nuestra lucidez.
3 comentarios:
Por lúcidas y sencillas, me gustan estas reseñas de Juan Carlos Sierra. Casi sin darme cuenta se ha ido convirtiendo en mi batidor de poetas. Gracias.
antónio
¡Siempre tan generoso, Antonio!
La sencilla elegancia de la voz suave que descubre libros y pone al descubierto con exquisito tacto, al hombre y a la mujer que están detrás de los libros, grande, Juan Carlos, muy grande.
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