Luis Antonio de Villena
Pre-textos, 2010
ISBN: 978-84-92913-41-1
327 páginas
20 euros.
Juan Carlos Sierra
Me imagino el revuelo en las estanterías de novedades que produciría un libro escrito, se me ocurre, por mi amigo Juan Ángel Duarte sobre sus experiencias en el mundo de la pintura ‘de brocha gorda’, teniendo en cuenta que aquí no sólo cabría el interés por las cuestiones más técnicas del oficio –texturas, rodillos, colores o disolventes-, sino por el, digamos, elemento humano tan variado con el que trata habitualmente –compañeros de trabajo, pero sobre todo clientela-, que –sigo imaginando- daría para un tratado bastante completo sobre el alma humana.
¿Quién se acercaría al libro? Pues, en principio, todo aquel involucrado en el arte del gotelé o del mortero monocapa, probablemente algún cliente, por si acaso ha salido retratado, y si su habilidad en el manejo de las palabras fuera tan sugerente como su capacidad para mezclar colores, muy remotamente algún amante del Titanlux y de la literatura.
Dicho esto, ¿qué interés tiene un libro como Nuevas semblanzas y generaciones de Luis Antonio de Villena? Pues depende a quién se le pregunte. Probablemente a mi amigo Juan Ángel le parezca particularmente intrascendente, porque su experiencia visitando como trabajador de la ‘brocha gorda’ a miles de familias le ha podido enseñar más tipos humanos y, en ocasiones, más excepcionales que los que aparecen en el libro de Luis Antonio de Villena, porque en todos los ámbitos laborales hay gente fascinante.
¿Por qué se dan, entonces, tanto los libros de escritores sobre ellos mismos o sus compañeros de profesión y no tanto en el gremio de los pintores? No sé. A lo mejor es que al final los escritores hacen lo que saben, es decir, escribir, aunque sea de otros escritores, y los pintores pintan. Espero que sea solo eso y no alguna idea peregrina como pensar, por ejemplo, que solo los del gremio de la escritura poseen rasgos de carácter exclusivos y superiores al resto.
Creo que lo que salva, no obstante, al libro de Luis Antonio de Villena de caer en esta lógica absurda es que desde el prólogo el autor nos avisa de que se trata de una obra escrita desde la amistad. De modo que lo que traspira en cada uno de los retratos es la ternura y la admiración por la vida y obra del amigo. Aunque también se dan casos de simples semblanzas escritas desde el conocimiento que parte de encuentros ocasionales –Andrés Trapiello, Alain Robbe-Grillet o Rubem Fonseca, por ejemplo-, o de desencuentros más o menos curados por una amistad de largo recorrido –Antonio Colinas, por poner un caso-.
Otra de las constantes de estas Nuevas semblanzas y generaciones es la presencia del elemento gay, por decirlo de alguna manera. No sé muy bien por qué la condición sexual de los amigos retratados en estos textos –dominantemente la homosexualidad- son tan constantes en este libro y, por consiguiente, supongo que tan importantes para Luis Antonio de Villena – incluso llega a sugerir que Carlos Pardo debería haber experimentado “un cierto coqueteo con lo gay, aunque fuera coqueteo tan sólo, para recalcar la modernidad y su movimiento”-. Se me escapa cuál es la intención –si es que existe alguna- de esta reiteración e insistencia en la condición sexual del escritor-amigo retratado. No sé si en el libro sobre el gremio de la brocha mi amigo Juan Ángel se habría interesado por los vecinos de sábanas de sus retratados.
A pesar de todo, Nuevas semblanzas y generaciones, merece un buen revolcón, homo o heterosexual, siempre y cuando uno se encuentre en el grupo de los letraheridos o de los mitómanos literarios. Para ellos sí que resultará un libro, si no fundamental, al menos ameno, sugerente, entretenido,… Y no descarto que a Juan Ángel, mi amigo pintor, también le interese.
1 comentario:
Brillante!
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