16 enero 2013

Ventanas a Polonia


Poesía a contragolpe. Antología de poesía polaca contemporánea (autores nacidos entre 1960 y 1980)

VV. AA.

Prensas Universitarias de Zaragoza, 2012

ISBN: 978-84-15274-52-0

396 páginas

30 €

Selección y traducción de Abel Murcia, Gerardo Beltrán y Xavier Farré



Antonio Rivero Taravillo

Leer poesía extranjera (traducida o no) en equilibrio con la lectura de la más cercana, del propio idioma o país, es algo que amplía la perspectiva de los aficionados al género y los enriquece; para el poeta, además, constituye un ejercicio impagable, nunca suficientemente ponderado. Los tres responsables de la selección y traducción de los poemas incluidos en este libro han ido vertiendo hasta ahora a nuestra lengua a los más importantes poetas polacos del siglo XX, entre los que descuellan Tadeusz Różewicz, Cesław Miłosz, Wisława Szymborska y Zbigniew Herbert (este en flamante traducción de su Poesía completa a cargo de Xaverio Ballester, reseñada hace pocas semanas en Estado Crítico). Ahora dirigen su atención a los herederos de aquellos, muchos de los cuales no han aceptado la testamentaría e, hijos y nietos díscolos, han salido del despacho del señor notario para codiciar los bienes de otras familias, particularmente, como se expone en el bien documentado prólogo, la norteamericana.

La lista de poetas incluidos es extensa (sesenta y uno), cada uno de ellos representado con ocho poemas, aunque hay excepciones a esta norma, así la de Wojciech Bonowicz (1967), autor de poemas en su mayoría breves, como el estupendo “Dos movimientos”, o la de Jolanta Stefko (1971). Quizá sean demasiados los elegidos; los poetas, quiero decir, no el cupo de textos por cabeza. Hay algunos autores de los que agradeceríamos una muestra más amplia, pues dejan tan excelente sabor de boca que uno desea seguir paladeándolos. Se echan por otra parte en falta voces femeninas, de las que solo hemos contado trece, sorteando la dificultad de los nombres. Algo podrá decir sobre ello la sociología. Y por no abandonar lo sociológico, produce asombro la gran cantidad de poetas de Cracovia, que aporta a la antología la cuarta parte de los integrantes de esta, pese a que su población es como la de una ciudad hermanada con ella, Sevilla (aunque Cracovia tiene más habitantes, es cierto, en su área metropolitana).

Pero entremos en materia. Como sucede con cualquier poema, en el cual la elección del primer verso es siempre decisiva, la antología se abre con “La colchoneta”, del muy premiado Jarosłav Mikołajewski (1960), una elegía que es a la vez muchas otras cosas. Estos son sus primeros versos: “Mi padre la inflaba todos los veranos. / Tiene treinta años, quizá incluso más. / De entre los pliegues sigue cayendo arena./  En las cavidades todavía respira el aire de sus pulmones. // Mientras yo no la tire, mientras las ratas no la mordisqueen, / mi padre seguirá yendo a la playa.” Del mismo autor es el brillante “En el fragor del juego”, con su sabia interrogación sobre las identidades, y, volviendo al tema paterno-filial, el soberbio “Poema de cumpleaños en el decimoquinto aniversario de la muerte de mi padre”, donde el hijo se permite dar consejos al progenitor como si de un quinceañero –vivo– se tratara. En su más breve “El pingüino”, por otro lado, los traductores se han atrevido con la rima (quizá hubiera sido preferible optar por otro poema).

Marcin Baran (1963) escribe en “Inscripción copta”: “Bendito sea el desgaste del cuerpo, / gracias a él lo imperfecto no dura.” Jarosłav Klejnocki (1963) firma “A Tadeusz Różewicz”, con su estupendo final: “habito en mi rostro Lo importante habita /fuera de él.” Krzysztof Koehler (1963) está muy atento a la geografía y la historia en composiciones como “Cracovia”, “Martin Heidegger predice el Gran Reich”, “Fukuyama’s Song” o “God’s Playground. A Historical Outline for the Beginners”, donde habla así de Polonia: “cuando el sol de la hostia consagrada / se ponía sobre la nación.” A otro poeta nacido en el mismo año que los que lo preceden en el párrafo, Piotr Maur, que elude los títulos en los poemas así como en general las mayúsculas y la puntuación, debemos dos de los mejores textos de la antología: uno que resulta ser un tétrico juego de escondite y otro, redondo, que comienza “esto pudo haberle sucedido a cualquiera / pero me sucedió justo a mí”. También de 1963, Anna Pikowska, autora de una magnífica sinestesia (“los tintineantes colores de las bicicletas”), nos entrega “El río Moscova”, con su historia de amor en medio del hielo: “hasta que se entrecrucen las marcas de sus patines, líneas del destino, / caminos y constelaciones, cualquier cosa menos / la soledad, la muerte prematura o el tedio del alma.”

De Mirosław Dzień (1965) destacaría “Esta gota de agua” (“Esta gota de agua, que corta / el aire y entre como el / frío escalpelo de un cirujano / en el cuerpo turbio del charco”, comienza); de Darek Foks (1966), “Tormento y éxtasis”, con su afilada repetición prosaica, factual, permutatoria. Michał Sobol (1970) resplandece en “Vida cotidiana” con una escena íntima que tiene  el correlato histórico de un libro sobre los etruscos y “Jabón blando”, con su indagación sobre la realidad y la impostura. Hay poetas inclinados a la experimentación, como Tomasz Majeran (1971) o, menos, Marta Eloy Cichocka (1973), quien asegura que “la poesía acaba allí donde yo empiezo” y titula uno de sus textos “No tengo tiempo de escribir poemas”. “La goma de borrar” de Rafał Rżany (1974) es otro poderoso poema, tan simple como eficaz, imborrable.

He ido anotando las referencias a España en esta antología, y constato que Grzegorz Wróblewski (1962) ha escrito el poemario Noche en el campamento de Cortés, al que pertenece el antologado “La noche triste (1520)”, donde muestra la misma fascinación por Hernán Cortés que ya acreditaran John Keats en “Al asomarme por vez primera al Homero de Chapman” o Luis Cernuda en “Quetzlacóatl” y en la correspondencia que permanecía inédita con Salvador de Madariaga. Miłosz Biedrzycki (1967) recuerda a Federico García Lorca en “Homenaje (agosto de 1936)”, donde el tricornio de la Guardia Civil mejor hubiera sido traducirlo como “charolado” en vez de “laqueado”. Marcin Kurek (1970), que sitúa el fragmento seleccionado del largo poema “Adelfa” en “una casa alquilada / hace quince años en la parte alta del Albaicín”, ha traducido a Joan Brossa. Y ya que cito al poeta catalán autor de tantas sextinas, uno de los más jóvenes polacos, Adam Zdrodowski (1979), exhibe aquí dos ejemplos de esa composición y en una de ellas (la “Sestine Mon Amour”) engasta los nombres de Guadalajara, Sevilla y Pamplona. Majeran habla del “sueño en brazos de una española lasciva”. Edward Pasewicz (1971) ofrece un “Diario del Prat de Llobregat”. Doctora en Filología Hispánica y traductora de Roberto Juarroz, Cichocka, por su parte, evoca “la catástrofe del prestige en las costas españolas”. Ignoro hasta qué punto esta presencia de lo español se manifiesta espontáneamente en la poesía polaca contemporánea o si los antólogos han potenciado de algún modo la presencia de poemas en los que se dan estas referencias. En cualquier caso, gratifica ver que las culturas no caen en el solipsismo y que la polinización literaria es bienvenida.

Se pueden contar con los dedos de una mano los descuidos y erratas en las casi 400 páginas del volumen, tan sobria como elegantemente diseñado y sabiamente presentado y traducido en autoría conjunta de Murcia, Beltrán y Farré, más que merecedores de nuestra gratitud. Hubiera sido deseable un índice de poemas, y salvo para el especialista o bilingüe, que los extrañarán, el lector de estos pagos no echará en falta los textos originales. El polaco es una lengua tan aparentemente impenetrable que gusta de engañar: por ejemplo, Planeta de Ewa Sonnenberg (1967) se puede traducir como Planeta; pero el libro de Darek Foss Misterny tren, pese a lo que un osado podría intuir, incluso asegurar, no significa Tren misterioso, sino Treno refinado.

1 comentario:

CK Law dijo...

Interesante, mi opinión de la poesía es que son los versos del alma en su más pura esencia y que no todos podemos expresarnos de esa manera. Gracias por tu aporte.