01 marzo 2013

Ella llevaba un lazo amarillo

Un tronar de tambores y otras historias de la caballería americana

James Warner Bellah

Valdemar, 2012. Colección "Frontera"

ISBN: 978-84-7702-734-8

256 páginas

19,20 €

Traducción de Lorenzo Díaz



Fran G. Matute

Puedo hablar durante horas sobre John Ford. O durante días, quizás. No sé. Todo es cuestión de ponerse. Pero tranquilos. No se me asusten, que no es de Ford de quien vamos a hablar sino de James Warner Bellah. Lo que ocurre es que para hablar de Bellah es necesario referirse al director de cine. Es más, diría que, así de primeras, si alguien tiene el más mínimo interés por la literatura de Bellah es porque también es un apasionado de las películas de Ford. Estamos ante un escritor cuyo nombre se encuentra inexorablemente unido al gran maestro del cine ya que colaboró con él y proveyó de numerosas historias que luego formarían parte de la famosa “Trilogía de la caballería” que Ford facturaría entre 1948 y 1950. Y son precisamente esos textos los que se rescatan en este Un tronar de tambores y otras historias de la caballería americana, tercera entrega dentro de esa joya de colección que se ha inventado Valdemar dedicada al ‘western’, llama “Frontera”.

Personalmente, nunca he sido un gran admirador de la célebre trilogía fordiana (a saber, Fort Apache, La legión invencible y Río Grande) si tenemos que considerarla en su conjunto. Pero sí que me produce fascinación uno de esos títulos en concreto: La legión invencible (1949) que, a mi juicio, es una de las mejores películas de su director. Y esta es la cinta que más profusamente bebe de la literatura de Bellah, pues de los cinco relatos ambientados en Fuerte Starke que se incluyen en Un tronar de tambores…, tres de ellos forman parte del material literario que Ford utilizó para engordar el guión de La legión invencible, escrito por el gran Frank S. Nugent.

Por un lado tenemos “Comando”, que cuenta con gran detalle la maniobra táctica que utiliza el inquebrantable capitán Brittles para atacar a los indios sin tener que incumplir las leyes; por otro “La gran cacería”, en la que describe, con igual maestría, una estampida de bisontes (y que ni el mismísimo Joseph McBride reconoce en su ingente biografía de Ford); y, finalmente, “Partida de guerra”, en la que se narra el última día en activo de Brittles y que es el origen de una de las más grandes escenas de la historia del cine: la entrega del reloj, por parte de la compañía, al aguerrido y ajado capitán Brittles en el día de su jubilación. Es interesantísimo comprobar cómo la mano de Ford embellece esta escena tan impactante. Pues mientras para Bellah se trata de un detalle nimio, la entrega del reloj es para Ford el momento perfecto para quebrar a su personaje (interpretado con una sensibilidad apabullante por John Wayne), que pierde la rectitud marcial emocionado por el gesto de su regimiento… bueno, vale, paro, que dijimos que no íbamos a hablar de John Ford… pero vean la escena si no la conocen.

Son estos pequeños detalles los que, ‘a priori’, pueden llamar la atención sobre los textos de Bellah. Pero sería un error reducirlos a este juego de comparativas pues lo más sorprendente es que Bellah escribe excepcionalmente bien por lo que, desde un punto de vista estrictamente literario, son relatos que realmente merecen la pena ser recuperados con independencia de su vinculación con el cine de Ford. Por ejemplo, refiriéndose a un encuentro con los indios, Bellah escribe “el olor de un indio es resinoso, salado y rancio. Es por el humo de madera de sus tipis y por la fetidez de su aliento debido a que comen entrañas de animales. Es por su tabaco sin procesar y por el sudor de sus cuerpos sin lavar. Es por la grasa animal de su pelo y por el cuero viejo y las pieles curtidas con liga para pájaros y heredadas sin lavar de cuerpos ancestrales…”. Son imágenes potentes que si hubieran caído en manos de otro director de cine hubieran perdido gran parte de su fuerza expresiva.

Y si bien los relatos aquí incluidos no dejan de ser ‘flashes’ momentáneos de la vida dentro de la caballería, resulta más reconfortante, de cara a percibir mejor la hondura narrativa de Bellah, la lectura de la novela corta que da título a este volumen: “Un tronar de tambores” (1961). La inclusión de dicha novela corta -que no deja de ser una novelización del guión de cine que escribió el propio Bellah para la película Fort Comanche (Joseph M. Newman, 1961)- puede resultar algo chocante pues no parece terminar de encajar con los cinco relatos en los que se inspiró Ford para la “Trilogía de la caballería”. Se trata, como se explica en el enjundioso y brillante prólogo que hace Alfredo Lara López (puede sonar a exageración, pero sólo por leerlo ya merece la pena adquirir este libro), de una decisión puramente temática. En “Un tronar de tambores” se continúa explorando la vida de la caballería, con más detalle si cabe que en los cinco relatos de referencia, y aunque la acción de esta novela ya no transcurra alrededor del Fuerte Starke (como así ocurre en los citados relatos) y se trate de un material que no tiene relación alguna con el cine de Ford, su lectura es igualmente recomendable y, aunque extraña su incorporación a este volumen, no hace desmerecer el conjunto de la obra.

Ya reflexionamos brevemente, por aquí, al hilo de la publicación de Bad Lands de Oakley Hall, acerca de la bondad literaria de este tipo de literatura ‘western’, cuya calidad ha quedado, en muchas ocasiones, sepultada por las adaptaciones cinematográficas. Es evidente que no estaríamos aquí hablando sobre Bellah de no ser porque Ford adaptó sus historietas. Pero el rescate de las mismas no es un mero ejercicio nostálgico destinado para cinéfilos. Hay verdadera literatura en estos textos. Como la hay en Dorothy M. Johnson y Vardis Fisher (ambos ya recuperados por Valdemar) o en el ya citado Oakley Hall, o en Larry McMurtry (que está ya siendo rescatado por Gallo Nero y del que pronto hablaremos por aquí), o en Alan Le May, o en Ernest Haycox, o en Borden Chase, o en John W. Cunningham, o en Walter Van Tilburg Clark… simplemente estamos siguiendo el rastro, forastero…

7 comentarios:

Antonio Rivero Taravillo dijo...

She wore a yellow ribbon... Grandiosa. Y del libro, qué decir. Gracias a tu recomendación, ya me lo estoy comprando. ¡Gracias!

Antonio Rivero Taravillo dijo...

¿Y ese pañuelo de ida y vuelta? ¿Habrá algo más fordiano?
http://www.youtube.com/watch?v=UiF3Ri1FysI

Fran G. Matute dijo...

Todas las referencias de la colección "Frontera" son exquisitas, Antonio. Gran acierto de Valdemar.

Habrá que estar atento a lo que venga...

Abrazos.

Anónimo dijo...

¡Está claro que la literatura popular "de antes" vuelve con fuerza! Se dejó de consumir por el auge de la televisión, y ahora que parece que la gente la deja (por internet) vuelve a estar presente en las novedades editoriales. ¡Me alegro!

Enrique Gallud Jardiel dijo...

Muy didáctico. Le felicito.

Manel dijo...

Desconocía por completo esta colección de Valdemar. Como apasionado de los westerns y de John Ford, me acercaré con precaución, no me vaya a decepcionar por exceso de expectativas. Gracias por tu reseña. Un saludo.

Fran G. Matute dijo...

Acabo de conocer que el próximo título de esta colección será "Centauros del desierto" de Alan Le May... ¡Parece que nos han hecho caso! ;)