El show de Berlusconi
Simone Barillari
Errata Naturae, 2012
ISBN: 978-84-15217-22-0
256 páginas
19,90 €
Traducción de Miguel Ros González
Alejandro Luque
Confieso
que al poco de escribir la primera versión de esta reseña, la archivé porque su
principal protagonista, Silvio Berlusconi, había desaparecido aparentemente de
la actualidad. Nunca me ganaré la vida como profeta: ahí está otra vez 'il
Cavaliere', cosechando votos, desestabilizando el país que compró por piezas,
Italia, y –cómo no– acaparando titulares de periódicos y horas de televisión.
También
debió de pensar como yo el editor Simone Barillari al escribir que “de forma
tan imprevista como dramática, la Era Berlusconi ha terminado…”, ignorando que
algunos políticos, como los toreros, no se retiran por el simple hecho de
cortarse la coleta, y siguen paseando orejas mucho después de abandonar los
cosos. Pero Berlusconi no es tanto un torero, como un 'showman'. De ahí que
cuando el cómico Beppe Grillo anunció su candidatura en las últimas elecciones
italianas, a nadie le sorprendiera en el fondo: no era la primera vez que
ocurría, ya habían tenido a un cómico en el gobierno durante casi nueve años
intermitentes. Y un cómico de enorme predicamento, capaz de cosechar aplausos
traducibles en votos: más de seis millones en esta última cita.
De los muchos
libros que se han escrito sobre el político y empresario milanés, tal vez el
que más le hubiera gustado a Freud, autor de El chiste y su relación con
el inconsciente, fuera éste: un repaso al repertorio de chistes Berlusconi
tanto en el gobierno como en la oposición, en consejos de gobierno, foros
internacionales y platós de televisión, en privado y en actos oficiales… Según
recuerda Barillari, Berlusconi empezó ganándose la vida cantando y haciendo su
propio club de la comedia en cruceros: aquella experiencia marcó su
manera de hacer política durante el resto de su trayectoria. Si la CIA tuvo su
propio 'Boureau Of Jokes' para difundir chistes desestabilizadores en
plena Guerra Fría, ¿por qué no hacer política desde la carcajada? Así, a la
manera de aquellos viejos libros de baratillo titulados Los mil mejores
chistes, o de las cintas de gasolinera con repertorios de Arévalo o Paco
Gandía, este volumen recopila algunos de los más significativos. “Yo no cuento
chistes sin más. Hago uso de los chistes para esculpir conceptos”, aseveró en
cierta ocasión él mismo.
Los
conceptos a los que se refiere son de sobras conocidos: clasismo, racismo,
misoginia, soberbia, ambición, demagogia, satiriasis, narcisismo enfermizo,
absoluta carencia de escrúpulos, convicción de que el dinero lo compra todo,
humillación del adversario, barra libre para los amigos… Todos los materiales
con los que este hombre insólito ha ido construyendo su carrera, adhiriendo
voluntades, amasando capital. Poco ha importado que aunque algunas de estas bromas eran de pésimo gusto, y hasta hirientes con colectivos como los emigrantes o
los enfermos de SIDA, jamás haya mostrado el menor arrepentimiento, ni una sola
petición de disculpas: la infalibilidad ya no era cosa de una sola persona en
Roma, sino de dos.
El libro
de Barillari se acaba leyendo con cierto hartazgo por lo repetitivo, y no con una sonrisa, sino con un escalofrío: el que inspira
el retrato en mosaico de Berlusconi y la idea de que cientos de miles de
personas han votado por él. Y pensar que ello se debe a que representa como
pocos el tiempo grotesco que le ha tocado vivir. “Así como la ironía aguileña y
el aristocrático sarcasmo de Giulio Andreotti se ajustaban a la Primera
República”, dice el autor, “el humor popular y las burlas carnavalescas de
Silvio Berlusconi se ajustan a la Segunda; la una tiene de indirecta y mordaz
todo lo que de directa y rotunda tiene la otra; la una es una mirada penetrante
y una sonrisa sutil, la otra un codazo simpaticón y una larga y sonora
carcajada; la una es calibrada y cerebral, la otra es improvisada y sube desde
la barriga, y, sobre todo, la una es ironía cardenalicia, la otra es humor
televisivo, puesto que ambas son una emanación del poder de su época: la una
habla a la Italia de los primeros cincuenta años de historia republicana, que
fue instruida por la Iglesia y votó a Democrazia Cristiana, la otra se dirige a
la Italia de los últimos veinte años, que ha sido instruida por los canales de
televisión de Silvio Berlusconi y lo ha elegido”.
Vengo de
Cádiz, donde la guasa es una religión, una forma de afrontar la vida. Pero
después de leer este libro me cuesta un poco más reír la gracia, seguir el
cuento a quien hace chistes de tan mal gusto como los de 'Il Cavaliere'. Prefiero pasar por malaje a caer en esa tibia complicidad con el
fascismo que es la humorada machista o xenófoba. Tal vez porque yo, como el
músico Giorgio Gaber, “no tengo miedo de Berlusconi en sí, tengo miedo de Berlusconi
en mí”.
2 comentarios:
¡Chistes que dan miedo y, sí, un libro de triste actualidad!
Inmensa reseña. Habrá que comprar el libro para descubrir al Berlusconi en nosotros y aislarlo cautelarmente.
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