Las
cataratas
Eliot
Weinberger
Duomo, 2012. Colección "Perímetro"
ISBN: 978-84-15355-25-0
216 páginas
16,80 €
Traducción de Aurelio Major
Rafael Suárez Plácido
Empezar a leer a Eliot Weinberger es una
gozada para los sentidos y para la curiosidad: es un premio para quien lo
merezca. Para los sentidos, porque su prosa adquiere aparentemente sin esfuerzo
el don, la agilidad y el ritmo de la mejor poesía. Para la curiosidad porque su
conocimiento del mundo (antropología, filosofía, filología, etnología,
sinología, teología y algunas más "–gías"
que se nos irán ocurriendo) parece abarcar todas las materias humanas: nada
humano le es ajeno, ni presente ni pasado, ni reciente ni remoto. Ni humano ni casi
divino. La imagen de las cataratas simboliza con brillantez lo que quiero
decir: en el primer ensayo -en realidad, en casi todos los ensayos, el único
que me deja absolutamente igual es “Los farunferes”- Weinberger superpone
fragmentos que van rebosando el uno del anterior y así sucesivamente. De manera
que siempre hay flecos por los que continuar avanzando. Y es así aunque el
autor nunca parece sentirse desbordado. Al contrario: parece que va
administrando el flujo de las corrientes que nos hace ir de William Jones (el
descubridor del pre-idioma “indoeuropeo”,
para muchos hasta el final de la segunda guerra mundial: “ario”) y de su
intento de conciliar sus descubrimientos con el Génesis, a Alexander Hamilton, que da clases de sánscrito a los
hermanos Von Schlegel, y de estos a Franz Bopp y de él a Max Müller,
“incansable propagandista de la raza aria”. Lo tremendo es que el objeto de
estudio de todos estos intelectuales, de finales del siglo XVIII o principios del
siglo XIX, no era otro que el sánscrito y su papel dentro del árbol genealógico
de las primeras lenguas conocidas. El valor simbólico de las cataratas está ahí
latente, pero al final del ensayo comprendemos que Weinberger nos quiere
trasladar a una de las grandes debacles de finales del siglo XX, quizás la
menos estudiada al ser una de esas “guerras” olvidadas, pero deberíamos
recordar las palabras de Peter Handke, al respecto de algunas de estas guerras
africanas: “¿guerras olvidadas por quién? No desde luego por ti, ni por mí, ni
por los millones de víctimas mortales que dejaron.” Al final son sólo un par de
páginas las dedicadas a la masacre de los tutsis en Ruanda pero nosotros, los
que empezamos a leer ese ensayo, ya no somos los mismos.
Cuando miro entre las novedades de una
librería, a veces me tropiezo con libros que llaman mi atención aunque no
conozca al autor. Entonces, los cojo, los miro atentamente, incluso los huelo
(ya lo he escrito: una gozada para los sentidos) y paso a leer algo de lo que
está escrito en la contraportada y las solapas. Notas de algunos de mis
escritores de referencia: Javier Marías, Vila-Matas, Felix de Azúa o Rafael
Argullol. Últimamente leo y releo con pasión Visión desde el fondo del mar, de este último, publicado por El
Acantilado, en 2010. Quizás sea el mejor libro español que se ha publicado en
el siglo XXI. Es difícil imaginar un elenco tan interesante para un libro que
desconozco. Duomo es la editorial que ha publicado en España de los libros de
David Mitchell. Hace un par de años disfruté su novela Mil grullas muchísimo, una historia de amor ambientada en el Japón
pre-Meiji entre un joven holandés y una estudiante de Medicina japonesa. No sé
si con estos avales convencería a alguien más, pero el hecho es que lo compré.
Y aquí estoy, tratando de hacerme con otros libros que el autor ha ido editando
en distintas editoriales españolas y esperando a encontrarme a mi amigo Iñaki
para contarle que he conocido a un experto en culturas orientales, hindú y
china especialmente, aunque intuyo que me dirá que ya tiene sus libros en
inglés, pero por intentarlo no se pierde nada y el orgullo de que otros
conozcan y valoren a un escritor así gracias a tu invitación a la lectura, es
muy gratificante.
Las
cataratas es un conjunto
de once ensayos seleccionados de entre la amplia bibliografía del autor por
Aurelio Major, que también los ha traducido. El primero de ellos, “Las
cataratas” nos coloca ya en situación. Valdría por sí solo para justificar la
lectura y recomendación del libro. Está incluido en Rastros kármicos, editado por Emecé en 2002 y donde nos encontramos
otra maravilla que es el ensayo del mismo nombre: “Rastros kármicos”, donde se
trata del efecto evocador de algunos objetos u olores (sensaciones) que el
autor relaciona con los vasanas
hindúes o con el 'déjà vu' actual. Aun
así, para los que llegamos a este libro a partir de la literatura -y más
concretamente de la poesía- el ensayo de referencia podría ser “La invención de
China”, en el que tomando como referencia la figura de Ezra Pound se va
analizando la percepción que de China y su cultura -y por ende, de Oriente- ha
ido teniendo Occidente a lo largo de los siglos, especialmente en los dos
últimos siglos y, más concretamente aún, en
Pound, de quien T. S. Eliot dijo que era el “inventor de la poesía china
de nuestra tiempo”, lo que para Eliot Weinberger era decir poco y añadió que
podríamos sustituir el gentilicio “china” por cualquier otro (“el inventor de
la poesía de nuestro tiempo”).
Lo que ya pueden ir sospechando es que el
motivo central de cada uno de los ensayos es interesante por sí mismo, pero
también porque es una excusa para ir desplegando la inteligencia y la erudición
del autor por partes iguales, en el caudal laberíntico de su prosa. Los hispanohablantes
podemos pensar en Borges, en la obra ensayística de Borges, que acoge esa
visión del género como un híbrido entre ficción y no ficción, o entre poesía y
prosa. No obstante, Weinberger ha sido uno de los principales traductores de
Borges al inglés. Tendríamos que recordar esa frase de Pound que dice que la
poesía tiene que estar tan bien escrita como la prosa. En principio, mi interés
por la Antropología no se concreta en demasiadas lecturas especializadas, ni va
más allá de una curiosidad necesaria para vivir por casi todo lo que es humano,
y se concreta en dos o tres nombres esenciales, pero eso no impide que los
ensayos: “La tribu cámara”, sobre cine documental y antropología, y “Fotografía
y antropología” (es un pleonasmo, ya lo sé: la fotografía es en sí misma antropología),
me supongan al mismo tiempo dos oportunidades de conocimiento y disfrute. De
ambos a la vez, como casi todos los ensayos incluidos en Las cataratas, de Eliot Weinberger, una antología de un autor que
hay que tener muy en cuenta: tendríamos que leerlo completo. Bueno, yo ya lo
estoy haciendo.
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