19 marzo 2013

Nada humano nos es ajeno


Las cataratas

Eliot Weinberger

Duomo, 2012. Colección "Perímetro"

ISBN: 978-84-15355-25-0

216 páginas

16,80 €

Traducción de Aurelio Major




Rafael Suárez Plácido

Empezar a leer a Eliot Weinberger es una gozada para los sentidos y para la curiosidad: es un premio para quien lo merezca. Para los sentidos, porque su prosa adquiere aparentemente sin esfuerzo el don, la agilidad y el ritmo de la mejor poesía. Para la curiosidad porque su conocimiento del mundo (antropología, filosofía, filología, etnología, sinología, teología y algunas más "gías" que se nos irán ocurriendo) parece abarcar todas las materias humanas: nada humano le es ajeno, ni presente ni pasado, ni reciente ni remoto. Ni humano ni casi divino. La imagen de las cataratas simboliza con brillantez lo que quiero decir: en el primer ensayo -en realidad, en casi todos los ensayos, el único que me deja absolutamente igual es “Los farunferes”- Weinberger superpone fragmentos que van rebosando el uno del anterior y así sucesivamente. De manera que siempre hay flecos por los que continuar avanzando. Y es así aunque el autor nunca parece sentirse desbordado. Al contrario: parece que va administrando el flujo de las corrientes que nos hace ir de William Jones (el descubridor del pre-idioma “indoeuropeo”, para muchos hasta el final de la segunda guerra mundial: “ario”) y de su intento de conciliar sus descubrimientos con el Génesis, a Alexander Hamilton, que da clases de sánscrito a los hermanos Von Schlegel, y de estos a Franz Bopp y de él a Max Müller, “incansable propagandista de la raza aria”. Lo tremendo es que el objeto de estudio de todos estos intelectuales, de finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX, no era otro que el sánscrito y su papel dentro del árbol genealógico de las primeras lenguas conocidas. El valor simbólico de las cataratas está ahí latente, pero al final del ensayo comprendemos que Weinberger nos quiere trasladar a una de las grandes debacles de finales del siglo XX, quizás la menos estudiada al ser una de esas “guerras” olvidadas, pero deberíamos recordar las palabras de Peter Handke, al respecto de algunas de estas guerras africanas: “¿guerras olvidadas por quién? No desde luego por ti, ni por mí, ni por los millones de víctimas mortales que dejaron.” Al final son sólo un par de páginas las dedicadas a la masacre de los tutsis en Ruanda pero nosotros, los que empezamos a leer ese ensayo, ya no somos los mismos.

Cuando miro entre las novedades de una librería, a veces me tropiezo con libros que llaman mi atención aunque no conozca al autor. Entonces, los cojo, los miro atentamente, incluso los huelo (ya lo he escrito: una gozada para los sentidos) y paso a leer algo de lo que está escrito en la contraportada y las solapas. Notas de algunos de mis escritores de referencia: Javier Marías, Vila-Matas, Felix de Azúa o Rafael Argullol. Últimamente leo y releo con pasión Visión desde el fondo del mar, de este último, publicado por El Acantilado, en 2010. Quizás sea el mejor libro español que se ha publicado en el siglo XXI. Es difícil imaginar un elenco tan interesante para un libro que desconozco. Duomo es la editorial que ha publicado en España de los libros de David Mitchell. Hace un par de años disfruté su novela Mil grullas muchísimo, una historia de amor ambientada en el Japón pre-Meiji entre un joven holandés y una estudiante de Medicina japonesa. No sé si con estos avales convencería a alguien más, pero el hecho es que lo compré. Y aquí estoy, tratando de hacerme con otros libros que el autor ha ido editando en distintas editoriales españolas y esperando a encontrarme a mi amigo Iñaki para contarle que he conocido a un experto en culturas orientales, hindú y china especialmente, aunque intuyo que me dirá que ya tiene sus libros en inglés, pero por intentarlo no se pierde nada y el orgullo de que otros conozcan y valoren a un escritor así gracias a tu invitación a la lectura, es muy gratificante.

Las cataratas es un conjunto de once ensayos seleccionados de entre la amplia bibliografía del autor por Aurelio Major, que también los ha traducido. El primero de ellos, “Las cataratas” nos coloca ya en situación. Valdría por sí solo para justificar la lectura y recomendación del libro. Está incluido en Rastros kármicos, editado por Emecé en 2002 y donde nos encontramos otra maravilla que es el ensayo del mismo nombre: “Rastros kármicos”, donde se trata del efecto evocador de algunos objetos u olores (sensaciones) que el autor relaciona con los vasanas hindúes o con el 'déjà vu' actual. Aun así, para los que llegamos a este libro a partir de la literatura -y más concretamente de la poesía- el ensayo de referencia podría ser “La invención de China”, en el que tomando como referencia la figura de Ezra Pound se va analizando la percepción que de China y su cultura -y por ende, de Oriente- ha ido teniendo Occidente a lo largo de los siglos, especialmente en los dos últimos siglos y, más concretamente aún, en  Pound, de quien T. S. Eliot dijo que era el “inventor de la poesía china de nuestra tiempo”, lo que para Eliot Weinberger era decir poco y añadió que podríamos sustituir el gentilicio “china” por cualquier otro (“el inventor de la poesía de nuestro tiempo”).

Lo que ya pueden ir sospechando es que el motivo central de cada uno de los ensayos es interesante por sí mismo, pero también porque es una excusa para ir desplegando la inteligencia y la erudición del autor por partes iguales, en el caudal laberíntico de su prosa. Los hispanohablantes podemos pensar en Borges, en la obra ensayística de Borges, que acoge esa visión del género como un híbrido entre ficción y no ficción, o entre poesía y prosa. No obstante, Weinberger ha sido uno de los principales traductores de Borges al inglés. Tendríamos que recordar esa frase de Pound que dice que la poesía tiene que estar tan bien escrita como la prosa. En principio, mi interés por la Antropología no se concreta en demasiadas lecturas especializadas, ni va más allá de una curiosidad necesaria para vivir por casi todo lo que es humano, y se concreta en dos o tres nombres esenciales, pero eso no impide que los ensayos: “La tribu cámara”, sobre cine documental y antropología, y “Fotografía y antropología” (es un pleonasmo, ya lo sé: la fotografía es en sí misma antropología), me supongan al mismo tiempo dos oportunidades de conocimiento y disfrute. De ambos a la vez, como casi todos los ensayos incluidos en Las cataratas, de Eliot Weinberger, una antología de un autor que hay que tener muy en cuenta: tendríamos que leerlo completo. Bueno, yo ya lo estoy haciendo.

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