León Tolstói
Gadir, 2009
ISBN. 9788496974197
56 pág.
15 euros.
Trad. de Patricia Gonzalo de Jesús
Ilustraciones de Raquel Marín
Alejandro Luque
A la importante tarea de recuperación de clásicos que viene desarrollando la joven editorial Gadir, especialmente de maestros italianos (Buzzati, Pirandello, Morante, Vittorini) cabe añadir ahora una serie de libros infantiles merecedora de todos los aplausos. Si de la veintena de títulos lanzados hasta la fecha he escogido éste es, entre otras cosas, porque resume perfectamente la filosofía de la colección: recuperar relatos o escritos breves de grandes autores de la literatura universal, aptos para el público infantil pero también disfrutables para el lector adulto, adaptarlos con rigor y buenas traducciones e ilustrarlos lo más hermosamente que sea posible.
En Las tres preguntas descubrimos que León Tolstói, paradigma de escritor de larguísimo aliento, fue también artífice de deliciosas miniaturas. No es difícil imaginar que el hombre que concibió este cuento es ya el anciano de largas barbas canas que conocemos por varios retratos, el viejo hombre de campo que ha penetrado en la esencia del ser humano observando el trabajo duro de sus labradores –no es improbable que lo escribiera para ellos- como los ciclos de la naturaleza en las ramas de los abedules y en la tierra húmeda de Iásnaia Poliana. Esa sabiduría le dictará un texto que, como observa el propio editor, tiene algo de parábola bíblica, de relato oriental o de fábula moralizante, y que pone de manifiesto la hondura espiritual y filosófica que alcanzó el maestro ruso en el ocaso de sus días.
El protagonista es un zar que propone tres consultas a los sabios de su reino: ¿Cuál es el momento adecuado para cada tarea? ¿Qué personas son las más necesarias? ¿Cómo no equivocarse al decidir qué tarea es la más importante de todas? El poderoso gobernante recibe tantas respuestas como eruditos son consultados, pero ninguna aclara sus dudas. Finalmente, hallará la solución en el bosque, allí donde un viejo ermitaño habita un pequeña isba y cultiva un huerto. En este escenario, la acción aparentemente sencilla se complica un poco para desembocar en la lección magistral que, por motivos obvios, no revelaremos. Digamos tan sólo que remata una de las historias más lúcidas e instructivas que el lector pueda recordar.
A la importante tarea de recuperación de clásicos que viene desarrollando la joven editorial Gadir, especialmente de maestros italianos (Buzzati, Pirandello, Morante, Vittorini) cabe añadir ahora una serie de libros infantiles merecedora de todos los aplausos. Si de la veintena de títulos lanzados hasta la fecha he escogido éste es, entre otras cosas, porque resume perfectamente la filosofía de la colección: recuperar relatos o escritos breves de grandes autores de la literatura universal, aptos para el público infantil pero también disfrutables para el lector adulto, adaptarlos con rigor y buenas traducciones e ilustrarlos lo más hermosamente que sea posible.
En Las tres preguntas descubrimos que León Tolstói, paradigma de escritor de larguísimo aliento, fue también artífice de deliciosas miniaturas. No es difícil imaginar que el hombre que concibió este cuento es ya el anciano de largas barbas canas que conocemos por varios retratos, el viejo hombre de campo que ha penetrado en la esencia del ser humano observando el trabajo duro de sus labradores –no es improbable que lo escribiera para ellos- como los ciclos de la naturaleza en las ramas de los abedules y en la tierra húmeda de Iásnaia Poliana. Esa sabiduría le dictará un texto que, como observa el propio editor, tiene algo de parábola bíblica, de relato oriental o de fábula moralizante, y que pone de manifiesto la hondura espiritual y filosófica que alcanzó el maestro ruso en el ocaso de sus días.
El protagonista es un zar que propone tres consultas a los sabios de su reino: ¿Cuál es el momento adecuado para cada tarea? ¿Qué personas son las más necesarias? ¿Cómo no equivocarse al decidir qué tarea es la más importante de todas? El poderoso gobernante recibe tantas respuestas como eruditos son consultados, pero ninguna aclara sus dudas. Finalmente, hallará la solución en el bosque, allí donde un viejo ermitaño habita un pequeña isba y cultiva un huerto. En este escenario, la acción aparentemente sencilla se complica un poco para desembocar en la lección magistral que, por motivos obvios, no revelaremos. Digamos tan sólo que remata una de las historias más lúcidas e instructivas que el lector pueda recordar.
La traducción de Patricia Gonzalo de Jesús y las bellas ilustraciones de Raquel Marín son dos alicientes extra de esta edición, que se acompaña de un modo espléndido en el catálogo con otras entregas dedicadas a Pessoa, Pushkin, Oscar Wilde, Zola, Virginia Woolf o Marguerite Yourcenar, entre muchos otros.
De modo que, padres responsables, no lo piensen: pongan de su parte en la difusión de la lectura y queden de paso como reyes con sus churumbeles. Sólo ustedes sabrán que, en realidad, el regalo se lo están haciendo a ustedes mismos.
2 comentarios:
No tenía ni idea de que Tolstoi fuera apto para niños. Lo buscaré para mis hijas. Gracias.
Toda la colección está bastante bien. Hay un par de libros de Pessoa, con traducción de Ángel Campos Pámpano, que también me han gustado mucho. Y el de Zola, aunque ése lo leí bajo sugestión, pues se me había perdido la gata y va precisamente de eso... En fin, que los recomiendo encarecidamente. ¡Y no porque la editorial se llame Gadir! Abrazos.
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