29 septiembre 2009

No é fasil

Cuba: La hora de los mameyes

Jose Manuel Martín Medem

Libros de la Catarata, 2009.

ISBN: 9788483193631

216 páginas.

17 euros.




Jabo H Pizarroso

El árbol del Mamey puede llegar a tener unos veintitantos metros de altura. Su fruto, el mamey, es un manjar muy apreciado en Cuba, tanto o más que un mamoncillo chino, y conseguir uno supone una tarea engorrosa, difícil y si el que lo intenta se encuentra sin ayuda mecánica ni humana ante ese desafío, y por no saber desconoce la pura y elemental tarea de atarse un cinturon de cuero o de esparto a la cintura y con eso apenas sabe como trepar un árbol la cosa está de pinga y todavía más de pinga porque todo siempre se complica, ¿por qué?, preguntenselo al calor tropical y sobre todo al porcentaje altísimo de humedad que campea por aquellos lugares., y si tienen chance al Comité de Defensa de la Revolución de su cuadra, pero no a este libro. Todos estos elementos le dejan a uno la guayabera líquida de sudor mientras lanza y lanza cocos a las ramas altas para ver si en una de ésas la puntería descuelga el codiciado mamey y del cielo por fin cae la ansiada fruta. Noéfasil. Nada es fácil.

El título de este libro hace referencia a una expresión congestionada de cubanía por los cuatro costados. La hora de los mameyes se emplea para referirse al momento crucial, al instante inquietante en el que se toma una decisión que abrirá alguna puerta o aprovechará los réditos por fin de decisiones tomadas en tiempos pretéritos y que en este momento, en la hora de los mameyes, muestran su cara fructífera. Cuba: La hora de los mamayes, es un libro escrito por el periodista José Manuel Vázquez Medem. El autor trabajó durante treinta años como corresponsal para RTVE en México, Colombia y Cuba, y en el libro despliega entre otras muchas cosas su cercano saber de todos los hilos que mueven la geopolítica caribeña con base en el camián de la Isla Grande: Cuba. El momento decisivo que analiza el texto no es otro que el tiempo nuevo que se abrió en Cuba una vez que Fidel Castro dejó sus puestos por enfermedad. Esa retirada, esa ausencia-presencia que dejó el país en manos de su hermano Raúl, es el cogollo sobre el que trabajan las investigaciones de ese libro. Este momento histórico ocurre casi en la coincidencia temporal de los cincuenta años de revolución cubana. Con bloqueo gringo, ahora Obama aumentó la entrada de divisas de los familiares americanos con parientes en Cuba, pero el bloqueo sigue, con "la batalla de las ideas", emprendida por Fidel Castro, y con los apuntes de álgebra en el baño para limpiarse el culo al lado de una edición de el Maestro y Margarita de Bulgakov, y una novela de Gladkov de la editorial Progreso de Moscú, porque no hay papel higiénico pa nadie, salvo ese, el de los libros y los apuntes de álgebra y algunos apuntes de economía, si el dueño de la casa estudió alguna vez eso, porque con la que está cayendo esos últimos apuntes parece que no tienen otro destino que el desagüe tras su paso por la magnánima carne rajada. Pero no quiero ser demagógico, que se me va la mano.

Cuba se enfrenta a su peculiar transición, los primeros pasos dados por Raúl Castro son testimoniales y de una practicidad rácana. Los cubanos pueden comprar aparatos tecnológicos, hipotecándose de por vida y también pueden entrar en los hoteles, hasta ahora vetados para ellos y harén de los turistas obreros de occidente.
Sin sectarismo ni desprecio raquítico y turbio es como mejor se abren los telones de una realidad tan sobada como es la que atañe a la isla de Cuba. Jose Manuel Martin Medem, con calculada ingenuidad, es digno decirlo y desde aquí es un elogio, intenta descubrir en qué medida este momento crucial para la ciudadanía cubana y para la República de Cuba puede cambiar las cosas en el sentido en el que las cosas están y pueden ser. Por su parte no hay invento, no hay deseos camuflados de injerencia. Lo que hay es un rasgo distintivo de buen periodista que trata de conocer hasta el tuétano lo desconocido para impulsar desde ahí una investigación que destupa las telarañas anquilosadas que nos impiden ver a todos, determinadas cosas. Digo ingenuidad porque este periodista no parte del repetido y casposo, "Lo que hay que hacer en Cuba es...", Todo lo contrario. Investiga los resortes del poder, los mecanismos de la democracia centralista cubana y sus dos garantes, el Partido Comunista de Cuba y las FAR, el ejército. Más allá de las triquiñuelas, comandantes del granma versus dirigentes juveniles de la UJC que muchos entendieron como la pista a seguir para descubrir el futuro de Cuba e incluso trataron de buscar a Suárez entre aquellos y dieron con un Pérez Roque ahora quemado por el sol, el autor de este libro centra sus investigaciones en las posibilidades de desarrollo y de cambio que surgen o pueden surgir de dos instancias desconocidas para muchos de los que a esta parte del Atlántico vivimos.

El rigor en la búsqueda y en el descubrimiento de materiales nuevos nos acerca a las reflexiones de Heinz Dieterich, "... si la Revolución no toma medidas inmediatas para que la población comprenda que su nivel de vida va a mejorar y que la sociedad será más democŕatica, habrá pocas fuerzas en el mundo para salvarla", de Eliades Acosta ( jefe del Departamento de Cultura del Comité Central del PCC, "Aspiramos a una sociedad que hable de sus problemas en voz alta sin temor. En la que los medios reflejen la vida sin triunfalismo, en la que los errores sean ventilados públicamente para buscar soluciones, en la que le genta pueda expresarse honestamente, donde la economía funcione, donde los servicios funcionen (...) Una sociedad donde haya mucha informaicón, donde haya productos culturales de alto nivel, donde podamos estar en comunicación con el mundo de una manera natural y sepamos defender nuestra identidad y las conquistas de la Revolución. ", y de distintos economistas del grupo del Centro de Estudios sobre América que fue descojonado por pedir descentralización, participación y democratización.


El autor tampoco deja de lado el análisis de la oposición interna y de los grupos de disidentes para calibrar un panorama desolador. La mayor parte de ellos llenos de infiltrados del propio sistema castrista y con poco o nula capacidad de unión y de encuentro para postularse como una alternativa interna de desarrollo. Con todo y más, este libro es el compuesto perfecto para el entendimiento de un paradigma, el de la revolución cubana en nuestros días. No da respuestas. Imagino que muchos siguen buscando aquella pomada en forma de palabras para esa pregunta-caramelo, ¿Qué pasará cuando muera Fidel Castro?. Martín-Medem no lo resuelve, pero su trabajo nos acerca a los resortes y las singularidades de un sistema político tan desconocido como denostado y de él se pueden extraer conclusiones altamente interesantes que si no acaban por responder a la dichosa pregunta por lo menos nos ponen en el camino de hacer alguna otra pregunta más decente y más creativa que en algo ayude. Huelga advertirlo. Pero lo hago. Ni los castristas dogmáticos ni los anticastristas sectarios sabrán apreciar este libro.

1 comentario:

Jesús Cotta Lobato dijo...

Me alegra comprobar que las cosas en Cuba no son blancas ni negras.