Seré breve
Parlamento de Andalucía
Sevilla, 2009
ISBN: 978-84-88652-17-1
192 páginas
14 euros
Daniel Ruiz García
Se trata, estoy de acuerdo, de un libro anecdótico. Una de esas iniciativas curiosas que acaparan en el momento del alumbramiento todos los flashes y espacios de noticias simpáticas en los informativos. Para el que no lo sepa ya, Seré breve es un libro editado por
Sin embargo, creo que el libro merece un puñado de reflexiones más allá del ruido del momento de su publicación. El propio hecho de la antología, así como su contenido, contienen aspectos muy jugosos que merece la pena poner de relieve.
A estas alturas, no creo que haya nadie en Andalucía que no se haya enterado ya del corte de suministro financiero que
La publicación del libro que nos ocupa puede funcionar perfectamente como una alegoría en sí misma de la situación de debilidad de buena parte de la industria andaluza del libro: una Fundación que depende financieramente de un gran grupo nacional del sector de las comunicaciones y que vivió momentos mejores, al servicio de la Administración y de iniciativas de marcado sesgo político que le garantizan en buena medida su subsistencia.
Política y cultura. Una relación que a lo largo de
Otra capa de lectura interesante que se deriva de este libro tiene que ver con el propio carácter forzado de la antología. Hoy estamos acostumbrados a digerir antologías literarias de todo tipo. La proliferación de concursos literarios de las temáticas más peregrinas ha facilitado que prácticamente no haya tema que no sea susceptible de ser recopilado en una antología. En este caso, la antología no viene motivada por el asunto, sino por la naturaleza de los escritores. Y es que no son escritores, sino más bien aficionados. Esto, sin embargo, tampoco es correcto. Porque entre los parlamentarios hay algunos con bastantes obras publicadas y con una carrera literaria reconocida (caso de Calvo Poyato, que ejerce de prologuista). También hay algunos que han ganado algún concurso literario en algún pueblo o en sus tiempos de universitario, y a los que hay que reconocer esfuerzos en el pulido de su estilo. Y los hay que no se han dedicado nunca a esto, y carecen del pudor suficiente para resistirse a entregar a la imprenta piezas que resultan del todo sonrojantes. Después está un modelo que es muy propio de la política: el de negro literario, el jefe de gabinete de turno que saca las castañas del fuego al político al que sirve escribiéndole una pieza meritoria para salir del paso.
El resultado, en su conjunto, me parece más bien desenfocado. Cuando termina la anécdota, llega el momento de evaluar el proyecto, y creo sin paliativos que se trata de una iniciativa desafortunada. Entiendo que se trata de verle la cara amable a la política, acercar el Parlamento al ciudadano, etcétera, etcétera, etcétera. Pero para leer a Calvo Poyato, mejor nos vamos a sus novelas. Y los políticos, a gobernar. Con la que está cayendo ahí fuera, este tipo de concesiones a la lírica por parte de la clase política me parece excesivo.
1 comentario:
este libro tiene una pinta de pestiñazo de tomo y lomo; los políticuchos, no contentos con empozoñar la política y la vida cotidiana, meten también sus pezuñas en la literatura por afán de protagonismo; por descontado, subvencionados por la Junta.
un saludo.
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