10 mayo 2010

Vida y pasión

Espectros, parpadeos y shazam!

José María Conget

Point de lunettes, 2010

ISBN: 978-84-96058-43-9

275 págs.

15 euros.




Rafael Suárez Plácido

Tengo amigos y conocidos que dicen que nunca leen los artículos de prensa. No les puedo reprochar demasiado. Casi siempre dicen lo mismo sobre los mismos temas. Además, sabiendo el nombre del periódico sabes si van a estar a favor o en contra de algo, porque casi siempre se escribe a favor o en contra de algo. Parece que nadie duda. Parece que nadie reconoce que en la mayoría de las ocasiones se trata de una cuestión de gustos. Hay quien dice también que la mejor prosa española está en estos artículos. Lo que pasa es que casi siempre lo dicen los propios articulistas y, claro, así es muy difícil llegar a algo. Pongamos el caso de los artículos culturales: reseñas o textos de fondo, o textos para catálogos. Cada uno es libre de buscar en ellos lo que quiera. Yo busco noticias de realidades que desconozco, que me abran puertas a un autor nuevo, que me ofrezcan un disco que hubiera pasado desapercibido, o que alguien realmente me convenza de que tengo que ir a ver esa película o esa exposición.

Cuando supe que saldría una recopilación de artículos sobre literatura, cine y tebeos de José María Conget (Zaragoza, 1948) sentí una tremenda curiosidad. Conocía algunas de sus opiniones sobre estos temas y quería saber qué habría de esas opiniones en este libro. La editorial Point de lunettes lleva varios años sacando libros en los que el diseño y el trabajo tipográfico es impecable. Recuerdo que asistí a la primera presentación de sus libros, hace unos años, en la librería Antonio Machado de Sevilla. Y, ciertamente, me alegra que sigan con el mismo empeño en editar bien buenos libros.

José María Conget es uno de esos escritores que hay que conocer. Sus novelas son de las más interesantes que se publican hace años en España. Gaudeamus (Hiperión, 1986) es un ajuste de cuentas con la rígida educación recibida en la España tardo-franquista en una ciudad de provincias, el libro que muchos otros hubieran deseado escribir para mostrar todo lo que vivieron. Recientemente ha reeditado Todas las mujeres (Paréntesis, 2009), otra de sus novelas mejores, en la que el cine es un protagonista más de la acción. En 2002 sacó adelante un proyecto único, Viento de cine (Hiperíón), que realmente son dos libros: la antología de poesía castellana y cine del siglo XX, y las notas correspondientes, que uno no deja de leer desde entonces, (aunque eche en falta alguna nota sobre Jean Seberg). Otro libro que hay que mencionar para elaborar esta reseña es El Olor de Los Tebeos (Pre-textos, 2004). En su prólogo nos dice algo que hay que tener muy en cuenta: “¿por qué y para qué escribimos?” Tras hacer un repaso a algunas de las respuestas más tópicas (yo me quedaría con “para que nos quieran”, de Genet), concluye que él escribe para mostrar “el agradecimiento a personas, libros, películas y músicas” (y tebeos). Los artículos de Espectros, parpadeos y shazam! (Point de lunettes, 2010) son una muestra más de ese agradecimiento. Pero pasemos a hablar del libro, que se divide en tres series:

En “Espectros” nos ofrece artículos sobre libros o escritores. No habla de los que considera mejores o más interesantes, sino de los autores que han tenido mayor relevancia en su biografía, como el teósofo Roso de Luna, al que cita en Gaudeamus, o las páginas llenas de cariño y admiración por Carmen de Zulueta, a la que todavía hay que descubrir. Sus referencias al grupo de Bloomsbury también son deliciosas, como las que dedica a Chaves Nogales o al semidesconocido Ramón Carnicer. En el lado opuesto encontramos referencias negativas a cierta poesía de Juan Ramón, o de Juan Goytisolo, a Umbral, Cela, algunos poetas del silencio (que no nombra) u otros que surgen en torno al Opus, o de ciertos años del Premio Cervantes o de los autores que aceptan premios amañados. No defrauda mis expectativas, al contrario. Me gusta saber que hay autores consecuentes con lo que piensan.

La serie “Parpadeos” habla de sus relaciones con el mundo del cine que, en Todas las mujeres, ya se vio que era algo muy parecido a sus relaciones con la vida. Me encanta el texto “Tiernos camaradas” donde escribe sobre el cine y la libertad, en el marco de la caza de brujas y con la excusa del libro inédito en castellano de Patrick McGiligan y Paul Buhle, de entrevistas a los supervivientes de aquel lamentable proceso. También de la libertad se habla en “Buñuel en el púlpito” o en “La nostalgia de los cachorros”, homenaje al grupo de exiliados en México que rodó En el balcón vacío (1960), con la participación de algunos de los personajes más interesantes del momento: Emilio Prados, María Luisa Elío (que escribió sobre esos años Tiempo), Jomí García Ascott (que la dirigió), García Riera, Tomás Segovia, Álvaro Mutis, García Márquez… En algunos de estos textos asoma el humor, irónico y fino, como cuando inicia un artículo: “Que la justicia norteamericana es inmisericorde lo demuestra la película La milla verde donde los condenados a muerte, además de aproximarse día a día a la silla eléctrica, tienen que padecer de guardián al llorón de Tom Hanks.” Pero el artículo que prefiero es el que dedica a la familia iraní Makhmalbaf (Moshem, Samira, Hana, Maysam y Marziyeh), que han ido cosechando éxitos, casi heroicos, en los principales festivales europeos, y que es también un homenaje a su propia familia, a su hija Rebeca Conget, que se dedica a la distribución de cine extranjero en Estados Unidos.

En la tercera parte, “Shazam!”, escribe sobre tebeos. Los artículos que dedica a los tebeos españoles nos evocan a los que pudimos conocerlos una época más hermosa, en la que nos perdíamos en las páginas de nuestras revistas favoritas. Algunos de mis amigos, yo también, pensamos que somos como somos por culpa de un tal Vázquez que llenó nuestras infancias con algunas de las historias más locas y absurdas. Conget habla también de los principales autores extranjeros: Hergé, Pratt, Schulz, o de las relaciones entre el tebeo y el Arte.

En realidad, Conget no nos habla de libros, ni de películas ni de tebeos. Nos habla de eso, sí, pero de mucho más que eso. Conget nos cuenta la vida de un niño que vivió entre los tebeos que le compraba su tía y las películas que veía en sesión doble o matinal; de un adolescente que sumó los libros (la poesía, las historias) a su vida; de un adulto que nunca ha renunciado a sus pasiones y las ha transmitido a quienes han querido escucharle, igual que ahora nos ofrece su vida, sus pasiones, a todos nosotros.

1 comentario:

Juan Carlos Sierra dijo...

Yo estoy ahora enfrascado en este libro -voy por la última sección, la dedicada a los tebeos-. Es una maravilla, un goce continuo y un acercamiento más estrecho a José María Conget.
Gracias por 'robarme' la reseña.