Zuckerman encadenado
Philip Roth
Galaxia Gutenberg, 2012
ISBN: 978-84-15472-45-2
560 páginas
25 €
Traducción de Ramón Buenaventura
José Martínez Ros
No es necesario presentaros a Philip Roth (1933), una
institución de las letras norteamericanas, un titán literario que ya ha
recibido prácticamente todas las distinciones y premios que se pueden otorgar a
un escritor en el ancho mundo -excepto el Nobel, y cada año, tras el veredicto de la Academia Sueca, la
pregunta inevitable que siempre se hace alguien en voz alta es “¿y por
qué demonios no se lo han dado ya de una vez a Philip Roth…?"-. Zuckerman
encadenado, una de sus obras más celebradas, y según Harold Bloom, quizás la mejor, es una
recopilación de cuatro novelas cortas protagonizadas por el álter ego literario
de Roth, Natham
Zuckerman, así que podríamos definirla, de modo provisional, como cuatro
historias sobre un escritor judío en los Estados Unidos de la segunda mitad del
siglo XX.
He añadido a escritor el adjetivo “judío”
no porque Zuckerman/Roth sea especialmente devoto o siga
a rajatabla los mandatos bíblicos -más bien, todo lo contrario-, sino porque la
relación con su comunidad es uno de los temas principales de este libro. Así, Zuckerman pasa
de hacer enfadar a su padre con sus primeros relatos en los que satiriza la
vida cotidiana de un barrio predominantemente judío en una pequeña ciudad
norteamericana a horrorizar al conjunto de su familia, y a buena parte de sus
lectores, con su 'best-seller', Carnovsky (un trasunto de una muy
famosa novela de Roth, El
lamento de Portnoy) en el que narra con abundantes notas de humor y sexo
su educación sentimental. Aunque también podría haber escrito “heterosexual”:
el sexo, y quizás también el amor, aunque eso es más discutible, es otro de los
centros de estas cuatro obras, ya que Zuckerman se-casa-se-divorcia-se-lía- con-una-amante-y-la-deja-por- otra-continuamente.
Roth tiene
cierta fama de misógino, al menos entre la crítica feminista, pero la lectura de
este libro no me ha parecido que la justifique. Las múltiples peripecias
sexuales-sentimentales de Zuckerman dan de él una imagen bastante
lamentable de perenne inmadurez emocional. Si Zuckerman es un autorretrato
de Roth, se trata de un
autorretrato feroz e inclemente.
De las cuatro novelas que componen Zuckerman encadenado,
mi preferida es la primera: La visita al maestro, una sutil y astuta
parábola sobre la creación -muy al estilo Henry James- en la que un joven Zuckerman visita en su
casa de campo a un viejo escritor que admira, Lonoff (que, a su vez, es un
trasunto de Bernard Malamud). Allí
conoce a una bella, y un tanto perturbada, muchacha que cree ser, nada más y
nada menos, Anna Frank, la
famosa niña víctima del Holocausto. Es una pena que Roth no se atreva a llevar su
historia hasta sus últimas consecuencias (lo que muestra, por otro lado, que no
se siente nada cómodo cuando juega con elementos fantásticos/oníricos como
muestra su muy fallida La conjura contra América).
A continuación llegan Zuckerman desencadenado y La
lección de anatomía, que podrían resumirse en: Zuckerman se hace
rico y famoso con sus libros, se ve envuelto en un montón de relaciones
conflictivas, es insultado por críticos hostiles y asediado por chiflados y 'groupies' atraídos por su fama y, encima, sus padres se mueren, su salud se
tambalea y, en definitiva, cae en picado. Hay páginas estupendas en estos dos
libros junto a otras en las que, impaciente, el lector siente el impulso de
zarandear a Zuckerman/Roth y gritarle: ¿no te cansas de
tomar siempre la decisión equivocada, capullo?
Y terminamos con La orgía de Praga,
un cierre magnífico: Zuckerman viaja tras el Telón de Acero, a la
Checoslovaquia comunista para intentar hacerse con los escritos inéditos de un
desconocido autor judío asesinado por los nazis y que tal vez sea tan grande
como Kafka. En esta versión
estalinista de Los papeles de Aspern, Roth nos sumerge con pericia en un mundo claustrofóbico de
hogares plagados de micrófonos, burocracias inmensas e impersonales y
personajes despojados de su dignidad por la aplastante situación política que recuerda
al de la famosa película alemana La vida de los otros. Y sí, también
hay bastante sexo.
Tratándose de Zuckerman, no
esperábamos menos.
9 comentarios:
Confieso que he leído a Roth de forma muy tangencial porque no me interesa mucho sobre lo que escribe, pero tengo clarísimo que se trata de un misógino empedernido que, sorprendentemente, le gusta a muchas mujeres... Esto me ha causado siempre gran curiosidad...
Estupenda reseña. Y muy acertada en sus puntualizaciones. En mi opinión, lo que mueve a los álter-egos de Philip Roth es el repetido intento (tragicómico) de quien busca una salida desesperada al bucle "mi vida es dramática, mi vocación sagrada y, si mi capacidad intelectual está fuera de duda, mi madurez emocional equivale a la de un niño de primaria". Es cierto también que "La conjura contra América" tiene una vena manierista que, por momentos, se ahoga en el autopastiche y la proclama política, pero ¿cuántos escritores no pactarían con el diablo por escribir una novela así? Por cierto, Matute, mi mujer adora a Philip Roth. ¿Crees que debería preocuparme?
En absoluto, amigo Cora. Al revés, me parece estupendo que las mujeres lean a autores misóginos. Demuestra que no se dejan llevar por los pecados del autor y que son capaces de aislar sus libros del ámbito privado del escritor. O eso o es que son masoquistas... ;)
A mí me gusta mucho Fernando Vallejo y es un señor que afirma en público que le gusta trincarse jovenzuelos, así que...
Fueraparte que tu señora es un ser encantador que puede leer lo que le dé la gana, que para eso es madre y encima te tiene que aguantar a ti, claro está... ;)
Yo tampoco soy muy fan de Roth. De hecho, si tuviera que juzgar el libro sólo por las dos novelas centrales la reseña hubiera sido mucho más negativa. Pero cuando acierta, acierta y tanto La visita como La orgía son dos novelas cortas formidables.
A mi La conjura contra América no me gustó casi nada, la verdad, sobre todo por un desenlace que me pareció, en su momento, al leerla, apresurado y cobarde. Ni punto de comparación con El hombre en el castillo de Dick, por ejemplo.
Roth es un autor grande de verdad, sobre todo en su trilogía americana, que está muy por encima del resto de su obra, en mi humilde opinión. En mi humilde opinión también, no creo que sea un autor misógino. Ningún misógino podría haber creado con tanta complejidad y sensibilidad el personaje de Faunia, en "La mancha humana".
Bueno, un misógino no es un minusválido. Puede perfectamente ser un excelente escritor y crear personajes complejos y de gran sensibilidad... hasta femeninos, incluso...
Eso demuestra que sí que es un gran escritor (lo cual corroboro, a pesar de mi conocimiento "tangencial" de su obra de ficción).
Querido Fran: ¿no crees que confundes en parte autor con narrador y que para tachar a Roth de misógino tendrías que haber conocido al menos a sus esposas? ;)
Estimado José: yo sí soy bastante fan de Roth, y hasta sus novelas "fallidas" me parecen mejores que las más logradas de muchos escritores.
Admirada Sara: una vez más, no puedo estar más de acuerdo con tus humildes opiniones.
Mi experiencia con Roth ha sido una montaña rusa. De "El teatro de Sabbath" me atrajo el trazo firme y caricaturesco con el que dibuja la sociedad, y me repulsó su interpretación del sexo como algo esencialmente sucio. De "La mancha humana" y sobre todo de su personaje Faunia (de acuerdo con Sara: quien es capaz de dibujar una mujer así, no puede ser ni remotamente misógino) me maravilló absolutamente todo: me pareció una inmensa novela muy muy bien hilada y resuelta. De "Cuando ella era buena" me pareció aburrido, lamentablemente aburrido todo; una novela alargada sin meta y sin siquiera gracia.
Pero como ocurre con otros grandes autores, un libro como La mancha humana, basta para perdonar diez mediocres.
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