Fuera de campo. Poesía reunida
Pablo García Casado
Visor, 2013. Colección "Visor de Poesía"
ISBN: 978-84-9895-847-8
181 páginas
12 €
Prólogo de Antonio Lucas
Rafael Suárez Plácido
Que todavía está por hacer
toda la recuperación del catálogo de la lamentablemente extinta editorial DVD y
que esta labor es especialmente atractiva y necesaria en el terreno de la
poesía española -digamos: hispana, pero básicamente española- es una realidad
incuestionable que comienza a conjurarse con esta edición en Visor de la Poesía
reunida -y completa- de Pablo García Casado, en este sí, de verdad, necesario
volumen que han llamado: Fuera de campo.
No deja de ser sorprendente que hable de volumen necesario refiriéndome a la
Poesía completa de un autor nacido en 1972, con apenas cuarenta y un años, pero
es que las características del mercado español hacen que al haber desaparecido
la editorial en la que ha editado toda su obra, se hayan retirado todos los
ejemplares que quedaban en las librerías y, al mismo tiempo, se haya cerrado la
posibilidad de continuar reeditándolos -no sólo los de Pablo García Casado,
ahora pienso también en otros autores, en José Luis Piquero por ejemplo, que
tendría que repetir esta misma operación en esta Visor o en alguna otra editorial
que esté interesada en alcanzar o mantener, según se trate, un lugar en la
historia de la Poesía española actual-.
Lo cierto es que en 1997 -qué lejano suena y, sin embargo, qué próximo está—, Sergio Gaspar apostó para
su casi recién inaugurada aventura editorial por un conjunto de poemas que
entonces no tenía parangón en la joven poesía española. Es cierto que García
Casado ya había publicado parte de esta colección en una 'plaquette': El poema de Jane, en el Ateneo Obrero de
Gijón. Es cierto que el libro respondía a los intereses de la recién creada
editorial: esa poesía que aún no tenía ningún sitio en el que ser encajada. Es
cierto que ya había un primer Fonollosa en el catálogo. Es cierto que los casi
coetáneos, pero anteriores, Roger Wolfe y Karmelo C. Iribarren habían abierto
líneas de fuga -quizás habría que añadir a Francisco Gálvez-. Y, finalmente, es
cierto también que el olfato de Sergio Gaspar no iba a desaprovechar esta
primera gran oportunidad de ir creando un estilo propio de sello heterodoxo que
posteriormente se materializaría en la antología Feroces, de la mano de Isla Correyero. El título de ese libro iba a
ser Las afueras y sí, podría decir
que se trata del libro que más ha influido en todos los aspectos -buenos y no
tan buenos- en las generaciones posteriores de poetas, en lo que son aun más
jóvenes.
Las afueras eran cuarenta
y ocho poemas, o quizás fragmentos de poemas, por lo general entre breves y muy
breves, en los que se alude a la vida en los noventa en una ciudad de provincias.
Que esa ciudad fuera Córdoba sería absolutamente irrelevante, de no ser por el
hecho de que allí se iba formando un núcleo de poetas que se ha ido expandiendo
y que, hoy día, colocan a esta ciudad como la más representada en cualquiera de
las antologías que se van haciendo de poesía joven. Esta situación actualmente
sólo podría discutírsela con argumentos, nombres y libros, Asturias. Ni Madrid
ni Barcelona ni Sevilla están a su altura.
Decía Godard que el cambio
de plano puede ser más revolucionario que cualquier mensaje. Leyendo los poemas
de Las afueras igualmente podríamos
decir que el encabalgamiento es revolucionario. No se trata del lenguaje ni
tanto de las influencias. La elección de Raymond Carver o Tom Waits o Leonard
Cohen, sin dejar de ser cierta no es tan novedosa. La verdadera influencia en Las afueras es Jaime Gil de Biedma: esa
sensación de agonía dolorosa, de no poder escaparse nunca, de sentir que esas
afueras son la cárcel o el laberinto que nos atrapa: la familia, el trabajo, el
sexo. Vivimos para la búsqueda inútil del placer. El automóvil que en García
Casado se convierte en el lugar casi de residencia de la clase media o media
baja. Y que más de una década después retoma Manuel Vilas en la impagable
elegía a su coche, de su libro Calor,
que también está a su manera impregnado de Las
afueras, de los barrios y los polígonos industriales. Es curioso que Vilas
y García Casado también tienen trayectorias editoriales muy parecidas: de DVD a
Visor. La columna literaria por excelencia de la prensa española, de Juan
Bonilla, también se llamaba "Las afueras". También hay algo de trayectorias
paralelas entre la Jane de Las afueras y la Violeta C. Rangel de Manuel Moya. No olvidemos que Manuel Moya
recibió, con Cosecha roja, el Premio
Ciudad de Córdoba en el mismo año que se publicó Las afueras, aunque no me cabe duda de que ambos se conocían y más
aun: que ambos conocían estos poemas. Pero con todo esto, la clave de estos
poemas sigue siendo doble: el encabalgamiento revolucionario y el minimalismo. El
poema de Las afueras es, ante todo,
un proceso exhaustivo de depuración. En el poema no tiene cabida ninguna
palabra que pudiera ser suprimida. Ezra Pound en estado puro, tachando y
tachando versos y estrofas y poemas de Eliot. Y no olvidemos que Pound también
fue el apóstol del encabalgamiento y de las enumeraciones necesarias. La
ruptura de la secuencia versal tradicional, a la que después se va a volver en
libros posteriores es la marca de identidad más destacada de Las afueras, pero no es exactamente una
ruptura, más bien es acumulación de secuencias:
LAS AFUERAS
"por más que se extiendan las ciudades hasta juntarse
unas con otras por más desengaños que el sexo la muerte
o las oposiciones nos deparen quedarán para siempre las afueras
la oscuridad de los polígonos industriales la ineficacia
el ministerio de obras públicas por más que se empeñen
colectivos ciudadanos asociaciones de vecinos seguirán
amaneciendo los restos del amor en las afueras"
Cuatro años después
publicó, también en DVD, El mapa de
América, su segundo libro de poemas. Poemas más extensos sin llegar a serlo
demasiado, más narrativos sin renunciar a la lírica de lo que sigue
permaneciendo a las afueras. En esta 'road movie' poética, el autor desgrana un
conjunto de historias a veces con un marcado acento post apocalíptico, a veces
con el sentido de homenaje a la cultura estadounidense. Un español en los
Estados Unidos, con referencias a Machado, a Gil de Biedma, a Cernuda. Música,
cine, cultura 'pop', especialmente películas y canciones van marcando este viaje
por ciudades de los diversos estados de Norte América. Una Norte América de la
que se conocen referencias y que se visita en coche. De nuevo el automóvil,
casi lugar de residencia: On the road.
Ya se advierte con más intensidad el tema que siempre estuvo: el dinero. Y más
que dinero, el trabajo. Las contradicciones de la sociedad capitalista que en
Estados Unidos está muy lejos de ser la sociedad del bienestar ni de haberlo
sido nunca para la inmensa mayoría.
Es cierto que entre Las afueras y El mapa de América hay una situación de desamparo que necesita de
nuevo un gran libro para volver a ser el escritor que parecía que iba a ser, y
ese gran libro va a ser, en 2007, Dinero.
Continúa esa fidelidad a DVD, pero no dejo de pensar en una colección de prosas
breves que iba a publicar en la editorial cordobesa Plurabelle y que llegó
incluso a estar anunciada en solapas de otros libros.
Dinero comienza con una
maldición bíblica: “Con el sudor de tu frente”. La eterna paradoja. Textos que
apuntan a la necesidad del trabajo para conseguir dinero con el que
mantenernos. En 2007 aún no éramos conscientes de la crisis que se avecinaba.
Aún había otros valores a tener en cuenta antes que el dinero. Democracia,
Libertad, Amor, Ética… hoy suenan a palabras huecas o que en todo caso están por detrás de eso mucho más
palpable: el dinero. De todas formas, García Casado ya en su primer poema de
Las afueras habla de tres causas de desengaño: el sexo, no el amor; la muerte,
no la vida, y las oposiciones. Aunque es innegable el humor si no negro, sí
oscuro, algo de visionario había en quien escribía esas palabras.
Ahora los poemas son textos
en prosa. No hay división en versos. Algún crítico se ha referido al libro como
a una novela fragmentaria. Algo de eso podría haber. García Casado siempre se
ha acercado sin miedo, o sin conciencia del peligro, al precipicio de los
límites entre los géneros. En este libro es donde eso llega más alto. Y, como
para corroborarlo, es el primer libro en el que puntúa los textos. De todas
formas, la historia de esa presunta novela es la vida de un hombre que ya ha
dejado atrás la iniciación a la vida, en Las afueras, y algo de aventuras, en
El mapa de América, y ahora se centra en las crisis sentimentales: rupturas con
su mujer y tratar de ser un buen padre para sus hijos. Esa crisis de los
cuarenta tan tratada y por la que todos han pasado al menos una vez en sus
vidas, en la que es tan difícil separar y reconocer la naturaleza de los
problemas: pareja, hijos, el tiempo, en definitiva todo se resume en Dinero:
"No es ambiguo sentimiento de angustia, es dinero."
Las historias se suceden y
algunos personajes se repiten, incluso personajes de otros libros. El automóvil
sigue siendo lugar casi de residencia. Se abandona el paisaje americano y se
retorna a España, no necesariamente a Córdoba. Algunos textos son tremendos:
“Summertime”, quizás sea el poema más hermoso del autor; “Sevilla Este” y
“Estación de autobuses” retratan mi ciudad, aunque es cierto que podría ser
cualquier ciudad, de nuevo las afueras de cualquier ciudad, como si hubiera
vivido en Sevilla. De hecho, tiene su cierta lógica, porque el autor vivió en
Sevilla los años que publicó este libro. Y “Felicidad” podría ser el prólogo
perfecto de un estudio de la crisis anunciada, la crisis económica que estamos
viviendo. Me gusta la nueva Jane de “Monopoly”:
"Le gustaba que la llamara puta, ¿cuánto vas a pagarme? Él le metía un
billete en las bragas, ¿eso es todo lo que tienes?, y ella volvía a ponerse la
falda, se subía el tirante del sostén y la cremallera de las botas. Él entonces
cogía un puñado y lo tiraba a la cama."
Pablo García Casado es un
poeta lento si entendemos como normales los cauces por los que transitan la
mayor parte de los poetas de su edad. Pero no es así. Con cuarenta años tiene
tres poemarios que le sitúan en el grupito de cabeza: Manuel Vilas, José Luis
Piquero, Juan Antonio González Iglesias y pocos más, de los poetas actuales de
su generación. No, realmente no es exacto: sumando algunos más, unos pocos más,
es de los mejores poetas vivos que hay en este país.
4 comentarios:
Aunque mi opinión es justamente la contraria que la del señor estadista -todos los ¿poetas? que cita como "grupito de cabeza" me parecen un último resto de la más lamentable poesía de los ochenta, una poesía que renuncia a la magia verbal, a la imaginación y casi hasta a la inteligencia, una poesía de y para mediocres, y todos ellos son olvidables e irrelevantes y no me cabe duda de que serán olvidados-, he de decir que no deja de ser una buena reseña y una opinión totalmente respetable.
Opino lo mismo que Sofía. Escogen para sí una poesía apagada y sin ambición imaginativa y rítmica. Poesía plana en todos los sentidos. Hay poetas casi de la misma edad mucho más interesantes y también más jóvenes, que están elevando el tono poético y que injustamente no son tratados en parte alguna. Y creo que las poetas son de lo mejor que está ahora surgiendo en poesía castellana, algunas muy recientes. con solo un libro, pero a veces qué libro.
En fin, gustos diferentes...
Abundo en lo mismo. ¡Qué manía de camuflar prosa como poesía! Este presunto modernismo no es sino pésima literatura. El presunto, cuando reniega del lenguaje y recurre a lo manido, entra en el terreno del mal gusto a secas. No es suficiente con fraccionar la prosa en versos; se precisa de "algo más" y ese algo más no está al alcance de cualquiera.
Me gustaría saber qué libros de Vilas, Piquero y González Iglesias considera canónicos el crítico, advirtiendo de antemano que estoy de acuerdo en casi todos los nombres citados.
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