A la vista
Daniel Sada
Anagrama, 2011. Colección “Narrativas Hispánicas”
ISBN: 978-84-339-7229-3
240 páginas
17,50 €
José María Moraga
Daniel Sada, el periodista y novelista mejicano que en 2008 ganó el Premio Herralde con Casi nunca, regresa ahora con su siguiente novela: A la vista (2011). Lo primero que salta a la vista (perdón por el juego de palabras) es la voluntad experimentadora del autor: esta es la característica más sobresaliente de la novela, lo tiñe todo, pero a mi juicio es también su más grave lastre, por lo que el conjunto dista de resultar óptimo.
Volveremos a la forma, el contenido es una aparente historia de asesinato y sus consecuencias, un "crimen y castigo" que en realidad tiene muchísima menos enjundia de lo que los señores de Anagrama nos quieren hacer creer en el ‘blurb’ de la contraportada. Rica en ditirambos, esta nos ofrece también varias opiniones exaltadas de la crítica diletante, donde aparecen comparaciones con Juan Rulfo, José Lezama Lima o James Joyce. Decir aquí “exageración” podría ser pecar de laconismo.
El asesinato de un cruel patrono a manos de dos de sus obreros más obtusos (dos pobres diablos) es el desencadenante de A la vista, las consecuencias de este hecho –imprevisibles, eso sí- conforman el infernal viaje de búsqueda del sentido de la vida de los protagonistas. Sorpresa: los personajes principales no son los dos asesinos sino uno de ellos y su esposa, que aparece más tarde, quedando el otro cómplice reducido al papel de ‘proppiana’ comparsa, junto a otro par o tres de personajes secundarios apenas dibujados.
La reflexión filosófica y la comedia de costumbres, supuestos tuétanos ideológicos de la novela, se ven permanentemente impedidos por el carácter radicalmente experimental de esta. Esta (dividida en tres partes que corresponden a tres actos, a su vez divididos en varios capítulos de muy desigual extensión) presenta una sintaxis quebrada, con multitud de frases incompletas, oraciones subordinadas que carecen de una principal, un uso extensivo de los dos puntos para marcar las pausas y abundantes preguntas retóricas que deben reflejar las dudas de los personajes. Con estos mimbres, la acción nunca puede lograr ser no ya trepidante, sino ni siquiera dinámica. Y en cuanto al supuesto reflejo de los procesos mentales de los protagonistas… digamos que Daniel Sada no es Virginia Woolf, precisamente.
La comparación con Rulfo también la encuentro injustificada: muy rico el vocabulario mejicano y (supongo que) muy bien captada su habla coloquial, pero una vez superado el "shock cultural", se ve que la prosa de A la vista carece de la concisión, tensión y carga sugestiva que han hecho de la de Rulfo un clásico, pese a la brevedad de su obra.
Otro recurso estilístico utilizado hasta la extenuación en la novela es la sustantivación de dos adjetivos juntos, por poner un ejemplo inventado, en lugar de decir “Fulano desayunó”, se dice “Fulano acometió lo matinal alimenticio”. Esto, que como hallazgo puede tener su gracia esporádicamente, es la columna vertebral del libro. Dejo al lector la valoración del tropo, si añade o resta expresividad (a mí no me tiréis más de la lengua...)
El problema de A la vista es que requiere un extraordinario esfuerzo de lectura para rentar un resultado novelístico que no es nada del otro mundo. Me parecen muy bien la experimentación y el uso osado del lenguaje, y está clarísimo que Daniel Sada sabe escribir, que domina el estilo, pero durante toda la lectura de este libro no he podido apartar de mi mente los conceptos “novela fallida” y “parto de los montes”. Esperemos que en sus próximas entregas el escritor mejicano ande más acertado: ya me vais contando vosotros, si eso.
4 comentarios:
Me encanta la expresión "parto de los montes".
Dios mío de mi vida. Se están cargando la ilusión de los pobres lectores que confiamos plenamente en estas cosas del México lindo. Menos mal que nos queda Bolaño por el Sur (hasta que a la Kodama le salga de la calle Maipú).
Una buena novela escrita por un mejicano acerca de un asesinato y sus consecuencias es "Las muertas" de Jorge Ibargüengoitia, no sé si te suena...
No la conozco. Le seguiré el rastro por la bibliotecas de Alicante. Gracias.
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