19 noviembre 2012

Canto a la tierra seca y ceniza


Bailes de medio siglo

Martín Sotelo

Nocturna, 2012

ISBN: 978-84-939200-7-4

201 páginas

15 €



 

Daniel Ruiz García

Quienes han escrito sobre este libro encuentran en él ecos de figuras como las de Faulkner, Marsé u Onetti. A mí, sin embargo, casi desde que entré en el relato, Bailes de medio siglo me ha recordado a La familia de Pascual Duarte. Me recuerda a ese Cela pero también a Delibes, Baroja, Aldecoa, incluso Clarín. Literatura castellana, terruñera, esa que habla sobre la tierra con olor a cenizas y con sabor a sequía.  

Porque Bailes de medio siglo es una novela muy castellana. Partiendo de una historia real (un hombre que asesinó al marido de su amante, y que cincuenta años después asesinó a la propia amante), Martín Sotelo construye una historia plagada de voces, trazada con fino escalpelo, donde se dibuja la geografía de una España en blanco y negro, donde se impone la supervivencia, la picaresca, el hambre, incluso la maldad. El cuestionamiento de la virilidad, el malentendido del amor como posesión material, los celos, la tristeza de la vida alegre, son algunos de los motivos sobre los que se cimienta esta obra que tiene una música de aroma costumbrista pero muy bien interpretada. Hay mucha pericia en el manejo de los diálogos, que resultan muy naturales, y que aportan una valiosa función informativa a la trama, una trama que se construye (imagino que ahí están Onetti y Faulkner) a través del recurso del desvelamiento paulatino. Las elipsis también juegan un importante papel como elemento propiciador de los saltos narrativos, resultando de todo ello una novela de gran intensidad no sólo por lo que se cuenta sino por lo que queda sugerido.  

También lo obvio, aunque no lo menos importante tratándose de una ópera prima: Martín Sotelo escribe con una fluidez y una solvencia impresionantes. En su trabajo se intuye una importante labor de pulido, su prosa no es hemorrágica sino más bien sobria, pero con una sobriedad trufada de brillo, a través de imágenes y metáforas que alumbran el camino como si alguien las hubiera ido arrojando por el pavimento como por descuido.  

Se hace corta, y eso no es malo. Que nos quedemos con ganas de más quiere decir que esperaremos ansiosos a que llegue una nueva novela, y podamos seguir tomándole el pulso a un autor más que prometedor. Su debut debe ser celebrado.  

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