Antonio Tabucchi
Anagrama, 2012. Colección "Panorama de narrativas"
ISBN: 978-84-339-7832-5
267 páginas
17,90 €
Traducción de Carlos Gumpert
En la “Nota
del autor” del libro, publicado unos días antes de su fallecimiento, encontramos estas
palabras agoreras: “Releo estos viajes que en cierto modo son las teselas del
Viaje que he hecho hasta ahora.” Así es fácil tener la amarga sensación de que
estos viajes son la antesala de ese otro Viaje que a todos nos espera. Y eso
que en su mayor parte son textos publicados en revistas o periódicos italianos
entre 1984 y 2009, y ya formaban parte del mapa de la vida de uno de los
escritores europeos más populares de estos últimos veinte años, al menos desde
que publicó Sostiene Pereira.
La
pasión por los mapas le vino de niño, cuando buscaba los sitios de las novelas
que devoraba en un atlas y terminaba embobado con las fotos que acompañaban a los
mapas. El libro pretende ser una colección de imágenes editadas por el recuerdo
de quien declara orgulloso: “Es que a fin de cuentas, he viajado mucho, lo
admito.” Y le parece un privilegio porque “posar los pies en el mismo suelo
durante toda la vida puede provocar un peligroso equívoco, el de hacernos creer
que esa tierra nos pertenece.”
Ya el
título nos avisa de que hay varios tipos de viajes. Podríamos hacer divisiones
geográficas: Europa (Tabucchi es el prototipo del escritor europeo: italiano y
comprometido con su país, aunque algunos piensen que fuera portugués por su
pasión hacia esta cultura, pasión que nació en Francia, donde leyó por primera
vez a Pessoa, aunque sus mejores amigos fueran griegos y españoles), Asia (en
particular India y Japón), América (Brasil, México y Estados Unidos) y
Australia; o idiomáticas, lo portugués, lo hispano y lo anglosajón; o literarias.
Y aquí está el mayor interés de este libro: no hay lugar, paisaje o anécdota
que no le evoque un recuerdo literario tan valioso como el espacio o personaje
en sí. Esos “otros viajes” a los que se refiere el título se refieren a los que
comenzaron en las páginas de La isla del
tesoro, siendo un niño, o que continuaron de forma casi enfermiza en los
versos de Pessoa, hasta el punto de que a Saramago le molestaba que no sólo aspirara
a parecerse al portugués literariamente, sino que llegara a transformarse
físicamente en él.
Son seis
capítulos que reúnen más de cincuenta artículos, la mayoría muy valiosos y
también muy subjetivos. Como botón de muestra, el que titula: “Kioto. Ciudad de
la caligrafía” Comienza con un poema de Szymborska (una de sus poetas preferidas,
a la que cita varias veces); continúa con una anécdota personal que da entrada
a un comentario sobre El imperio de los
signos, de Roland Barthes; una visita a varios de los famosos templos de la
ciudad, entre ellos el Kinkakuji, el
Pabellón dorado, que sirve para citar la novela de Mishima, cuyo estilo
contrapone con el más sobrio de Tanizaki, lo que le lleva a visitar su tumba en
uno de esos templos, lo que da pie a contar una anécdota sobre el ideograma que
hay en la tumba, a todas luces incierta, pero que le sirve para dar una imagen
de la diferencia que existe entre la forma de ser japonesa y la occidental.
Así es
el libro: una colección de textos que nos sirven para conocer algo más del
mundo tan diverso que habitamos, de algunos de sus escritores y del personaje
central: el propio Antonio Tabucchi.
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