Cerveza en el club de snooker
Waguih Ghali
Sajalín, 2012
ISBN: 978-84-9390-767-9
216 páginas
18 €
Traducción de Güido Sender Montes
Ilya U. Topper
El 'snooker' es una
especie de billar, muy popular en el Egipto de los años sesenta. Popular quizás
no sea la palabra para una diversión de las clases adineradas, y de eso se
trata, porque se juega por dinero. Hay dos ricos armenios, propietarios de la
zapatería de abajo, y tras media hora, uno de ellos habrá perdido cuarenta
libras, es decir el equivalente a cinco meses del salario del mozo que atiende
en el negocio. El ganador es el joven copto Ram, sin más ingresos que los del
juego, pero de buena familia. Por eso puede jugar, pero no puede trabajar:
sería una desgracia.
La vida es un juego,
nunca debe darse la impresión de que sea otra cosa. Ésta es la máxima del 'playboy'
de verdad. Por eso, cuando el armenio hace trampa y mueve una bola, Ram no dice
nada sino que mueve otra. Has hecho trampa, dice el armenio al notarlo. Sí. El
árbitro -Font, el mejor amigo de Ram, que además atiende el bar- entrega el
dinero apostado al armenio. Éste se encamina hacia la escalera. Y Ram no dice
nada. En esto consiste ser jugador: arriesgar lo que para otros sería medio año
de sueldo, por la simple gracia de fingir que a uno no le importa. El armenio
se dará la vuelta.
A Ram nada le
importa mientras bebe cerveza Bass -“la cerveza de los intelectuales”, que
Font prepara con whisky y vodka-, discute de Somerset Maugham o del último
análisis político en el New Statesman y dice sí a todo lo que diga su madre,
aunque no le haga caso nunca. Tiene mala fama porque el otro día tiró a su
primo, que es rico, a la piscina del club delante de lo más granado de la
sociedad cairota, y nadie cree que haya sido un accidente. Las chicas lo
quieren, sí, y le prestan el bañador cuando necesita seducir a alguna
americana. El el club, los cairotas de buena familia hablan francés.
"- 'Tu trouves qu'elle est plus jolie que moi?'
- No me importa
quién es más 'jolie'; ella no es virgen como tú.
- 'Salaud'."
Desde luego, Ram
desprecia a su primo, su tía -quien paga sus facturas y le da sermones- y
toda esta sociedad feudal que se pulverizará cuando triunfe la revolución. Ram
es comunista, aunque no se le note mucho. Tal vez sea demasiado inteligente
como para lanzarse a una revolución que debería acabar primero con él mismo. Tal
vez piense que es más útil militar en una organización clandestina sin
aparentarlo. O tal vez sea simplemente demasiado jugador como para tomarse en
serio a sí mismo. Pero sí se toma en serio su amor por Edna. La chica que le ha
pagado meses de estancia en Inglaterra, bajo la ficción de un viaje de
estudios. La chica con la que se ha ido a manifestaciones en Trafalgar Square. Edna
es comunista de verdad y milita de verdad. Es judía.
"-¿Por qué te
afiliaste, Ram?
- Si alguien ha
leído una enorme cantidad de literatura y tiene un sólido conocimiento de la
historia contemporánea, y tiene imaginación y es inteligente y es justo y es
honrado y es sincero, le pueden pasar dos cosas: que se afilie al Partido
Comunista y lo deje, regodeándose en sus defectos, o que se vuelva loco. O, si
es buen actor y no es consciente de ello, puede irse a vivir a cualquiera de
las muchas ciudades progresistas de Europa y disfrutarlo. -Pero Ram es egipcio."
Hagamos un 'fast
forward'. Esta novela transcurre en los años sesenta en Egipto, cuando la
clase dominante aún era la misma que había sido colocada en el poder y
aleccionada por los dueños colonialistas (que la heredaron, por su parte, de la
época otomana). Cuarenta años más tarde sigue siendo la misma. En Egipto, en
Túnez, en Marruecos. Y el dilema para un joven inteligente y lector y justo y
honrado es el mismo que entonces: no puede hacer la revolución, porque es su
propia familia la que explota al pueblo. Y el pueblo no lee, no toma cerveza
con los intelectuales, ni puede pagarla. El pueblo, cada vez más desesperado, y
cada vez con menos comunistas en el país (algunos se habrán ido a disfrutar de
las sociedades progresistas de Europa, otras habrán acabado torturados,
encarcelados, muertos), acabará siguiendo a quienes se proclaman emisarios de
Dios y prometen derrocar la tiranía no en nombre de la justicia humana sino en
nombre de los libros santos. Serán mayoría y se apropiarán de todo cuando por
fin, veinte, treinta años tarde, arde Tahrir.
Esta es la tragedia
de Egipto del siglo XX y limítrofes, y está contenida en las 216 páginas de la
novela de Waguih Ghali, la única que escribió este estudiante de Cairo,
comunista con primos ricos y exiliado en Londres, antes de morirse a los 39
años. Egipcio como él solo -“habríamos muerto hace tiempo de no ser por
nuestro sentido de humor”-, Ghali ha escrito una novela para divertir, con
personajes dibujados a carboncillo, con diálogos hilarantes y magistrales
(apúntenle una tanda de bolas de 'snooker' al traductor: ha clavado todas)
con una ligereza que hace flotar la risa en el aire, con una sonrisa de tahúr
propia del jugador que nada se toma en serio. O eso pretende. Porque cuando
nadie mira, cuando Edna se ha ido, cuando saben que no les queda nada por hacer
por este país que tanto quisieran que fuera suyo, pero en el que siempre serán
una clase aparte, unos parias escupidos hacia arriba, cuando sólo les queda de
confidente Didi, rica y sin embargo amiga, cuando se resignan a convertirse en
actores para los restos, en vivir sin más remedio la vida que llevan tiempo
fingiendo, cuando piden matrimonio, entonces los 'playboys' también
lloran. Hagan juego,
señores. 'Rien ne va plus'.
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