Andy Miller
Libros Crudos, 2013. Colección "33 1/3"
ISBN: 978-84-613-6197-7
133 páginas
9,95 €
Traducción de Iñigo Eguillor y Antón López
Fran G. Matute
Asumo que el lector que se acerque a leer esta reseña ya sabe quiénes
son The Kinks. Más que nada porque, si no, este minucioso ensayo sobre
el proceso de grabación del disco The Kinks are The Village Green
Preservation Society (1968) no le iba a interesar en absoluto. Así que
daremos por sentado que todos los aquí presentes conocen sobradamente a ese
poeta laureado del ‘pop’ que atiende al nombre de Ray Davies,
responsable único de esta obra de orfebrería sónica.
Tomando como modelo de investigación el trabajo realizado por Ian
MacDonald en Revolución en la mente (1994) -que no es sólo el mejor
libro escrito jamás sobre The Beatles sino que pasa por ser una
de las piezas esenciales de la literatura ‘rock’-, el escritor Andy Miller
realiza un completo ejercicio de periodismo musical para procurar componer el
cuadro más exacto posible de cómo se gestó esta colección de canciones, la más
personal de cuántas escribió Ray Davies al frente de The Kinks. Y el trabajo
final es ciertamente meritorio aún teniendo en cuenta que el autor no llega
nunca a entrevistar al propio Ray, por lo que siempre tiene uno la sensación de
estar perdiéndose algo por el camino. De todas formas, el compositor ya dejó
dicho todo lo que tenía que decir sobre el particular en su excelente
autobiografía ficcionada, X-Ray (1994), y Miller bebe profusamente de
dicha fuente, así como de Kink (1996), las memorias de Dave Davies,
hermano pequeño de Ray y guitarrista del grupo.
A pesar de que el presente ensayo haya sido construido sin contar con
el principal artífice del disco en cuestión (sí que participan en la ronda de
entrevistas Pete Quaife y Mick Avory, bajista y batería,
respectivamente, de The Kinks, que son capaces de ofrecer la mejor visión
interna posible de cómo se ejecutaron las grabaciones), la verdad es que la
información que Miller ofrece sobre el contexto en el que se gestó este
‘long-play’ resulta impagable hasta para el más confeso admirador de la banda
de Muswell Hill.
Es ciertamente The Kinks are The Village Green Preservation Society
el álbum con más intrahistoria del grupo. Por todas las vicisitudes que padeció
durante su proceso de grabación, por la forma en que fue ignorado en el momento
de su publicación, por el culto que ha ido ganando con el paso del tiempo y,
sobre todo, por el momento de ebullición creativa en el que se encontraba Ray
Davies por aquel entonces, con sólo 23 años. Para 1968, Ray Davies ya había
demostrado ser un pintor fino de caracteres. En sus canciones se introducían
personajes de lo más variopintos, y todos remitían a retratos costumbristas del
‘every man’ inglés. A Davies no le importaba la grandilocuencia del Imperio
(aunque posteriormente cantara sus alabanzas, no sin cierta pesadumbre), sino
que le gustaba sentarse a observar a sus vecinos e imaginar mil y una historias
para ellos. Y por este motivo, Ray Davies siempre fue a contracorriente de los
tiempos. Cuando la música se sofisticaba a mediados de los 60, The Kinks dieron
un giro casi copernicano a su sonido y se volvieron más nostálgicos que nunca. Y
de ahí surgió The Kinks are The Village Green Preservation Society, un cántico
a las cosas sencillas compuesto de viñetas costumbristas que ofrecía una visión
“conceptual” de la filosofía artística de Ray Davies. Pues éste no sólo fue el
primer disco compuesto en su totalidad por Ray, sino que se considera prácticamente
un trabajo en solitario aunque este ensayo se encarga de desmitificar lo
anterior.
Nos ha interesado, dentro de los miles de apuntes, anécdotas y datos
que ofrece Miller en este ensayo, la fuerte conexión literaria que tienen
algunas de las letras más significativas de este álbum. Y aunque sólo sea
porque estamos en una bitácora literaria, nos interesa comentar brevemente
dichas conexiones. Se da a entender, y hay bastantes argumentos para creer en
ello, que Ray Davies pasaba por una especie de período “orwelliano”. Qué duda
cabe que un tema como “Animal Farm”, tiene una clara inspiración en Rebelión
en la granja (1945), pero Miller también saca a relucir la influencia de otro
texto de George Orwell como Subir a por aire (1939), en canciones
como “Big Sky”, por ejemplo. Por otro lado, también se deja entrever en las
letras compuestas por Ray Davies al poeta Dylan Thomas, sobre todo su
Bajo el bosque lácteo (1954) que fue incluso el nombre inicial del
proyecto. De este texto de Thomas extraería Davies a uno de sus personajes, la
huidiza Polly Garter, protagonista del ‘single’ “Polly”, no incluida en el Lp
pero grabada en las mismas sesiones. Así mismo, encontramos a unos tales Tom y
Daisy en la excelsa “Village Green”, nombres tomados de El gran Gatsby (1925)
de F. Scott Fitzgerald. Y, por último, el “Phenomenal Cat” que plantea
Ray Davies en el disco presenta unas enormes reminiscencias con el gato de
Cheshire que ideó Lewis Carroll para Alicia en el país de las
maravillas (1865).
Otro ámbito a destacar de este concienzudo ensayo es el tercer capítulo,
dedicado a aquellas canciones que se grabaron durante el período de gestación
del álbum pero que o bien no terminaron nunca de ver la luz o fueron siendo
publicadas en formato ‘single’ o recopilatorios, con el paso del tiempo. Y es
que, dentro de las escasas rarezas que ofrece un catálogo tan extenso como el
de The Kinks, lo cierto es que el grueso de las mismas surgieron de las
sesiones de The Kinks are The Village Green Preservation Society, siendo
muchas de estas canciones grandes joyas perdidas por las que los fanáticos
sentimos verdadera devoción por su altísima calidad musical. Así que toda luz que se arroje sobre dichas grabaciones es como maná caído del cielo.
No nos queda otra que aplaudir que una editorial atrevida como Libros
Crudos se lance a publicar en castellano estos libritos ya clásicos entre los consumidores de música 'rock', con
independencia de que las ediciones y la traducción no estén todo lo pulidas que
debiera. Nosotros nos hemos decantado por The Kinks porque son nuestro grupo
favorito de todos los tiempos, pero estamos seguros de que en el catálogo de la
colección “33 1/3” podrán encontrar los melómanos otros ensayos discográficos más
ajustados a sus paladares. Se suele decir que escribir sobre música es como
bailar sobre arquitectura, pero esta colección desmiente lo anterior por
completo. Pues hemos engullido este entretenidísimo ensayo con avidez y hemos
disfrutado tanto con la música como con la letra. ‘God save The Kinks’.
2 comentarios:
Mmmmmm! Buenísima pinta!
Por si no ha quedado claro en la reseña, el librito está de puta madre incluso para el más puesto en los Kinks... Píllalo!
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