16 febrero 2010

El principio de la discontinuidad

El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan

Patricio Pron

Mondadori, 2010
ISBN. 9788439722182

219 páginas.

17.90 euros


Rafael Suárez Plácido

La primera noticia que tuve de Patricio Pron (Argentina, 1975) fue en el número 16, invierno de 2008, de la revista EÑE: “Mientras preparábamos este número, nos llegó la noticia de que Patricio Pron, un escritor argentino de 33 años aún inédito en España, había ganado el Premio Jaén de Novela 2008 con El comienzo de la primavera. (…) Daba la casualidad de que un cuento inédito suyo había sido seleccionado previamente para este número dedicado a los novísimos de América Latina.” El cuento se llamaba “La cosecha” y, junto al de Maximiliano Tomás, también primera referencia que tenía de él, fueron los que más me interesaron de la revista.
El resultado es que me hice con El comienzo de la primavera (Mondadori, 2008) que me pareció desde el inicio, una lectura deslumbrante. Cuenta la peripecia, vital e intelectual, de un joven profesor argentino, Martínez, en busca de un filósofo alemán, Hollenbach, discípulo y amigo de Heidegger. Mientras tanto, nos ofrece una visión de la Alemania del siglo XX, de cómo y por qué sucumbió a Hitler, y de que cuando se fueron dando cuenta del error, ya era demasiado tarde. No es fácil encontrar los libros anteriores de Pron en España, por eso mi expectación con esta colección de cuentos era enorme.
El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan (Mondadori, 2009) es una colección de dieciocho relatos que el autor ha ido publicando en revistas o antologías, o ha presentado a certámenes de cuentos. Alguno de ellos, “Es el realismo”, ha ganado el prestigioso Premio Juan Rulfo en su edición de 2004.
El libro comienza con “Las ideas”, que hace las veces de poética del autor: “Mi hijo me contaba una película que decía haber visto: en ella, una mujer creía que su hijo había muerto; el espectador creía en lo que la mujer decía hasta comprobar que su marido pensaba que su mujer estaba loca y que nunca habían tenido hijos, la mujer escapaba de su marido y se encontraba con un hombre al que ella recordaba y que se acordaba de su hijo, entonces el espectador cambiaba por tercera vez de idea…” Esto son los relatos de Pron: una sucesión de ideas a las que les sigue casi siempre otra mejor. Continúa el narrador hablando de su hijo: “Él también es sólo una idea. Todos somos las ideas de nuestros padres, y nos esfumamos antes o después de ellos.” Las relaciones entre hijos y sus padres son uno de los temas del libro. En el relato “Tu madre bajo la nevada sin mirar atrás”, un hombre encuentra un álbum de fotografías entre las pertenencias de su madre, con la que tuvo una relación difícil, porque siempre sentía que no estaba a la altura. Las fotos y alguna carta que posteriormente encuentra le llevan a presentir algo que le sorprende mucho y decide viajar a Gotinga, la ciudad en la que ocurrieron los hechos. Todo esto enlaza con un narrador en segunda persona y lleva a un final sorprendente y amargo, donde fondo y forma o significante y significado van en una sola dirección. “Una de las últimas cosas que me dijo mi padre” cuenta un último intento por arreglar las cosas, hasta constatar que “…no puedes cambiarlas: están allí y duelen, pero son todo lo que tienes.”
También los viajes, el sentido de ciudadano del mundo, o de ciudadano de ningún sitio están presentes en el libro. Desde el entrañable herr Maak de “El viaje”, hasta los protagonistas de “El estatuto particular”, “Es el realismo” o “La visita al maestro”, hacen de los viajes una forma de vida y, dentro de los viajes, las visitas a los museos: “Los museos son la forma más perfecta del viaje; permiten conocer lugares distantes y maravillosos sin moverse de la ciudad. En cierto modo, son como la memoria de un viejo. Están poblados de acontecimientos y de cosas que ya no significan nada.”
Dentro del viaje hay que situar geográficamente los relatos: siempre en Alemania. A veces el espacio no determina, pero yo sí pienso que en la mayoría de los casos sí ocurre. Alemania está muy marcada por su espacio, por sus climas, por su cultura y por su historia. Como ocurría en El comienzo de la primavera, la adaptación de este argentino al medio alemán es absoluta. Incluso cuando sale de él (“El estatuto particular” o “Es el realismo”) sufre las consecuencias y termina transformándose en un personaje irreconocible. La ciudad por excelencia que visitan los sudamericanos es París. Pero ahí están Mutis y Amberes, o Bolaño y Alemania, para mostrar que las cosas están cambiando. Patricio Pron es doctor en filología románica por la universidad de Gotinga y pasó allí el mismo tiempo que la madre del narrador de “Tu madre bajo la nevada sin mirar atrás.”
Pero el tema que recorre todo el libro es la literatura. Las historias muestran a un protagonista con tres novelas y dos libros de relatos en Argentina, que decide irse a Alemania, donde está buscando su sitio como narrador. Así ocurre en “El estatuto particular”, donde el protagonista además elabora un decálogo sobre el que vierte todas sus frustraciones con críticos, jurados de premios y editores. Y aun más en “Es el realismo”, uno de los mejores cuentos del libro, donde visita París y se queda a un par de semanas del regreso sin apenas dinero para cenar algo y un café al día. Sería interesante saber qué opina ahora sobre el mismo tema, ahora que las críticas le sonríen, ha ganado algún premio importante y está publicando en una de las editoriales más prósperas.
¿Cuál es el género de “Contribución breve a un diccionario biográfico del Expresionismo? Lo que es cierto es que podría haber sido un librito delicioso por sí mismo. La conexión con El descubrimiento de la primavera es absoluta: la teoría principal de Hollenbach es el principio de la discontinuidad, el mismo título del libro de poemas del primer autor de este opúsculo, Balduin Bählamn. La forma casi ensayística, y a veces sin el casi, también nos evoca ese libro.
Muy interesante también “La visita al maestro”, en el que una joven viaja a la ciudad donde vive un autor al que considera su maestro, chileno, para respirar de cerca su ambiente y evocar los momentos en que se conocieron. “Escribí este libro sin tener en mente la forma de hacer literatura en mi país…” dice el maestro, y a mí me parece que bien lo podría haber dicho Roberto Bolaño, o el propio Pron, porque lo que está haciendo con su obra, con su aún escasa obra, es reinventar la narrativa en castellano, contar cosas que nunca se contaron antes en nuestra lengua.

2 comentarios:

Eloy L Grandal dijo...

Con todos mis respetos, creo que todo, absolutamente todo ha sido contado ya. Pron es sin duda un gran escritor, será por eso que me aburre tanto.

Rafael Suárez Plácido dijo...

Efectivamente, Anonimous, se podría decir que todo está dicho ya. Algo más discutible es saber si todo está dicho ya en castellano. También si todo lo acaecido en Alemania, después del ascenso del nazismo está también dicho ya. La visión de un pueblo, un país, Europa y el mundo después de la caida del muro, ¿también está dicho ya? Las relaciones humanas... Yo aún no conozco a nadie que haya descrito los procesos que ocurren en mi interior cuando comienzo a enamorarme. ¿Tú sí? Yo no. Hay un lugar común que es el que dice que toda la literatura está ya escrita en la Ilíada y en la Odisea. No te digo que algunos de los principales géneros no estén ahí perfilados, ni algunas reacciones... ¿pero todo? Con todo respeto, Anonimous, yo no creo que todo esté escrito ya.
Si Pron es un gran escritor y te aburre, estás dando una imagen muy particular de ti mismo.
Gracias por intervenir con este interesante comentario.